Película sobrevalorada. Se trata de una propaganda anti-régimen militar brasileño. Un régimen bajo el que tantos nacieron y crecieron habiendo podido gozar de una infancia y adolescencia maravillosas, cuando había seguridad, calidad de vida, libertad -- sí, libertad -- y crecimiento económico. Todo eso, conseguido durante los 21 años de régimen militar, instituido tras la contra-revolución militar de 1964, que paró la revolución comunista que unos criminales intentaron hacer valer en Brasil.

Tras la "redemocratización" de Brasil, en 1985, ¿qué es lo que se ha conseguido? Un país lleno de favelas, inseguro, donde los criminales campan a sus anchas -- incluso en el gobierno, basta ver dos de los presidentes "demócratas" que el país ha tenido: Lula da Silva y Dilma Rousseff --, dónde se impone el pensamiento único y se persigue a los que no comulgan con sus ideas: si no, pregunten qué ha hecho el corrupto y condenado Lula y sus compinches con la gente de bien que se manifestó el 8 de enero de 2023: está arrestado un nutrido grupo de personas, entre las cuales mayores de 80 años y alguna que incluso ya murió sin haber visto la libertad. Y todo por haberse manifestado pacíficamente delante de los cuarteles defendiendo la vuelta de un militar, Bolsonaro.

Yo no niego que Eunice Paiva y sus hijos hayan sufrido lo que nadie se merece sufrir por la pérdida de su marido y padre. Pero el hype que están haciendo con esta película yo sólo lo reputo al hecho de ser lo que es: pura propaganda política. Y es que, sabemos, hay determinados temas que gustan mucho hoy día, cuando vemos que la narrativa woke, de izquierdas, es la única permitida. Desde 1985 está en el poder en Brasil esa gente que exagera y miente sobre la historia del gobierno militar brasileño.

La tal Eunice Paiva recibió "del gobierno" el certificado de defunción de su marido y un supuesto reconocimiento de todo el mal que le hicieron. Pero lo que no dice Walter Salles es que entonces, 2014, "el gobierno" era Dilma Rousseff, la comunista terrorista, asaltante de bancos e secuestradora. Qué asco!

Eunice Paiva estuvo involucrada con la lucha por los derechos indígenas. Quien sabe realmente quienes están y estuvieron por tras de la supuesta protección de los indios, entiende que Eunice Paiva de heroína no tiene nada. Eunice Paiva, que colaboraba con la ONU... hombre, basta ya! Hay que estar muy dormido para no ver todo el engaño de esa historia a la que dieron uno de los premios más devaluados y asquerosos, por politizado, que hay hoy día: el Oscar. Tan corrompido cuánto todo lo que vemos en este mundo gobernado por el Maligno.

No tengo por qué creer en lo que dijo Marcelo Rubens Paiva en sus libros. Eso no es Historia. Pero Walter Salles, al hacer lo que él llama "cine" -- no es un documental --, instila en el imaginario colectivo la idea de que la que se ve en la pantalla es la Verdad. No lo es. No ha habido lugar para la Verdad en Brasil: gente como Olavo de Carvalho, que peleó incansablemente, a través de sus ideas, en contra de ese pensamiento único que se impone en Brasil desde 1985, ha sido vilipendiada sin cesar por los medios, por las editoriales, por los políticos de izquierda.

Lo único bueno que yo he visto en esta película ha sido un aire de felicidad en los años 70 en Brasil: arquitectura, moda, música, etc. Una felicidad familiar que no casa bien con la historia que luego se cuenta. Y es que "Aún estoy aquí" no es cine: es propaganda. Walter Salles debería aprender con Abbas Kiarostami, Yasujiro Ozu, Aki Kaurismaki, Thomas Vinterberg, Andrey Zvyagintsev, Asghar Farhadi y tantos tantos otros a hacer cine de verdad.