Duelo interpretativo entre un periodista habituado a los grandes temas políticos y ahora obligado por su redactor a entrevistar a actrices de telenovelas, y una actriz frívola y caprichosa acostumbrada a dominar a los hombres. Esta es una batalla entre dos, que empieza en un bar y termina en un piso-loft, donde uno y otro tratan de sacarse los secretos íntimos. Ambos son adictos a las drogas ella y al alcohol él. Dos joyas. Ella le cuenta, después de muchas vueltas y revuelta, que tiene un cáncer de mama y su médico le ha dado poca vida, lo que después resulta ser mentira; y él le relata que su problema se originó en la guerra de Bosnia y su negativa a auxiliar a su esposa moribunda. Ambas declaraciones son grabadas. Y a partir de aquí el espectador empieza a sospechar que algo raro trama uno y otra. El tratará de publicar la exclusiva y ella le amenaza con denunciarle a la policía. Buen guión, manejo de la cámara, mantenimiento de la tensión y sorpresas. Bajo la apariencia de sinceridad la relación entre ambos protagonistas es una pura mentira y deslealtad.

Zimmer, un trápala de la estafa y del blanqueo de dinero internacional, está buscado por la policía y la mafia del mundo mundial, pero no lo pueden reconocer porque se ha hecho la cirugía estética. La agente Chiria, antigua novia suya, es encargada para tenderle una trapa a fin de que se dé a conocer para lo cual ella, que tampoco sabe la identidad de su propio novio -ya se necesita ser inútil- escoge al azar en un tren París-Niza a un viajero que le recuerda a su novio. Lo demás son carreras van y carreras vienen tratando de huir de los perseguidores que quieren matar al presunto Zimmer, quien al final se descubre [no os voy a fastidiar el secreto de A.Zimmer] cuando las mafias están a punto de cargarse a la agente-novia. Ella está a punto de liarse sexualmente a las bravas con el susodicho, pero la policía le disuade porque puede haber menores en la cercanía del salón del chalet. Entretenido thriller con muchas incoherencias que lo hacen poco creíble. El director podría haber articulado un argumento sin tantos cabos sueltos. Menos da una piedra.

Una mujer exigente y desagradable visita el pequeños campamento de dos amigos mineros, Willy y Colly, y les pide bajo entrega de una cantidad de dinero que le acompañe a atravesar el desierto en dirección a la ciudad de Qeensly. En el trayecto no deja de molestar a los mineros que, además, tienen una visión distinta de la dama en cuestión. No logran saber por qué va a la ciudad de Qeensly ni qué se trae entre manos; lo que se averigua rápidamente es que le va siguiendo el pistolero Billy (J. Nicholson de jovenzuelo), que ha matado a un tercer minero, y que se adueña pronto de la situación desarmando a los dos mineros y dejando tirado en el desierto al joven Colly con peligro de morir de sed. El relato visual es la terrible caminata del desierto bajo el calor abrasador y la sed que mata a los animales y a los hombres. Al final un tiroteo acaba con los supervivientes. Pero nunca nos enteraremos la razón por la que la loca atravesó el desierto.

Extrañísima película en la que no hay argumento, ni relato ni nada que se le parezca. Para colmo la peli está apoyada por una música dodecafónica que termina por ponerte malo de los nervios. Lo más interesante son los paisajes secos y los derrubios geológicos pero el seguimiento de la cinta es un puro ejercicio de autosadismo. El director Hellman ha acentuado las tintas descubriéndonos lo desalmado que pueden ser ciertos seres humanos. Ya lo sabíamos sin necesidad de que nos diera la paliza desértica. Se llama el tiroteo como podría haber llamado la sed en el desierto de Mohave.

Django (Nero), mercenario y ex-soldado yankee, arrastra un pesado ataúd hasta la entrada de una aldea embarrada con la finalidad de vengarse del cacique del lugar un tal Jackson que anda de negocio con el fuerte mejicano de la frontera. Como bienvenida ha de actuar a balazos contra sicarios del Jackson, a quien ve enseguida en la pensión de la aldea donde mata a cuatro de sus hombres. Le reta para el día siguiente y entonces conocemos lo que llevaba el gringo en el ataúd: un pedazo de ametralladora...de plástico con la que arrasa a cuarenta de los hombres de la banda de Jackso perdonándole la vida al cabecilla porque quiere que le conduzca al fuerte mejicano y poder roba la paga de los soldados. La llegada de una banda de salteadores mejicanos conocidos por Django de los viejos complica la cosa. Djiando y los nuevos se largan al fuerte para robar el oro. El botín terminará en manos de Django y unas de las protitutas de la pensión. Los demás, incluidos los soldados del fuerte, la banda de Jackson y los salteadores mejicanos se van matando mutuamente en una embocado a tiro limpio. Django vuelve a la mísera aldea para recordar en su tumba a su esposa amada que había sido asesinada por los sicarios de Jackson.

Este es un western-espaguetti con mucho tomate, un montón de tiros y un Django que no se inmuta lo más mínimo apoyado en su reflejo y la rapidez de sus pistolas. Película de tres duros y medios, sin argumento que llevarse a la boca, de manera que al espectador medianamente inteligente, cuando ve tanto despropósito, le entra la risa la risa floja.

Tres mozalbetes encuentran malherido al bandido Spikes al que persiguen y, después de darle acogimiento, logran que dejen de perseguirle. Traman escaparse de casa y tras atracar al primer banco que se les viene a la mano, matan a un senador que iba a entra en el banco. Empiezan una huida y hacen mil oficios en Méjico cuya frontera han atravesado y providencialmente en Piedras Negras encuentran a Spike quien les debe favor de cuando lo atendieron malherido. Detalle en spoiler

Argumento previsible y desarrollo lento empleando el director un tercio de la película en medio contarnos el ambiente familiar de los tres mozalbetes granjeros. Por lo demás Lee Marwin (Spikes) hace lo que puede en el papel de bandido y entrenador de estos aprendices de brujos y los demás actores están de paso. La cinta es más bien aburrida que otra cosa.