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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
47.854
8
10 de marzo de 2017
10 de marzo de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
Han pasado 18 años desde que el director y guionista M. Night Shymalan maravilló a todos con la que hasta ahora ha sido su mejor película: The Sixth Sense. Desde ahí, la gráfica de calidad del cineasta ha tomado la consistencia de un electrocardiograma, con trabajos aceptables como The Village y Unbreakable hasta bandazos desafortunados como The Last Airbender y After Earth. Afortunadamente, el realizador parece haber enmendado el camino, entregando en esta ocasión Split, un thriller bien hecho capaz de envolver al espectador.
La historia trata acerca del secuestro de tres chicas adolescentes, quienes durante su encierro descubrirán que Kevin, su captor, sufre del síndrome de personalidad múltiple. Ante esta situación Casey, una de las jóvenes víctimas, aprovechará lo aprendido durante su tortuoso pasado para sacar ventaja de la enfermedad del secuestrador y convencer a alguna de sus personalidades para que las deje en libertad. No obstante, los múltiples alter egos de Kevin persiguen un fin mayor y difícilmente cejarán en su intento de conseguirlo. Por lo tanto, ni siquiera los esfuerzos de la doctora Fletcher, una psicóloga obsesionada con las 24 personalidades de su “súper” paciente, impedirán que sus personalidades más despiadadas tomen el control para cometer todo tipo de atrocidades.
Es así como el director “fragmenta” su historia, ya que durante su secuestro se dará a conocer el turbio pasado de Casey gracias a una serie de flashbacks, además de mostrar la ambición de la doctora Fletcher para convencer a su círculo académico de que su cliente es en realidad un hombre superdotado y abrirse paso como la gran pionera en la materia. Considerando lo anterior, ésta es precisamente la razón por la cual la trama se pierde, puesto que no queda clara la relación de estas historias, sobre todo la de la adolescente, con el argumento principal.
La historia se va diluyendo conforme avanza la cinta para llegar a un final un tanto decepcionante y confuso por todos los cabos sueltos que deja sin resolver. Pareciera que los juegos mentales de Casey y las intervenciones de la doctora Fletcher no sirvieron más que para rellenar la historia. No obstante, cuando uno siente que casi dos horas de trama han sido tiradas a la basura, justo antes de aparecer los créditos surgirá la explicación a todo, dejando satisfechos solo a aquellos que estén familiarizados con el trabajo del director.
Para desarrollar su historia de manera convincente, la cinta se vale de un James McAvoy (Atonement, X: First Class) que demuestra una gran capacidad para interpretar de manera simultánea a un obsesivo secuestrador, a una mujer y a un niño de nueve años, entre otros. Asimismo, Anya Taylor-Joy (The Witch) sale bien librada en su papel de Casey, ofreciendo una actuación aceptable sin llegar a ser brillante. Completa el reparto Betty Buckley, quien hace más de 40 años actuó en una adaptación de la novela Carrie, y cuya participación en esta cinta es relevante, asumiendo con propiedad el papel de la doctora Fletcher.
Aún con sus deficiencias, Split no deja de ser una película emocionante, capaz de generar tensión en un espectador que continuamente se sorprenderá con los giros inesperados característicos del director. De esta forma, aunque el final no es el mejor, la sorpresa incluida en éste será capaz de ilusionar al público, con la promesa de que la historia de Kevin (y tal vez de Casey) puede ser el comienzo de algo aún más grande y emocionante.
Calificación: TÚ DECIDES.
Más reseñas en https://wraparty.wordpress.com
Twitter @wraparty
La historia trata acerca del secuestro de tres chicas adolescentes, quienes durante su encierro descubrirán que Kevin, su captor, sufre del síndrome de personalidad múltiple. Ante esta situación Casey, una de las jóvenes víctimas, aprovechará lo aprendido durante su tortuoso pasado para sacar ventaja de la enfermedad del secuestrador y convencer a alguna de sus personalidades para que las deje en libertad. No obstante, los múltiples alter egos de Kevin persiguen un fin mayor y difícilmente cejarán en su intento de conseguirlo. Por lo tanto, ni siquiera los esfuerzos de la doctora Fletcher, una psicóloga obsesionada con las 24 personalidades de su “súper” paciente, impedirán que sus personalidades más despiadadas tomen el control para cometer todo tipo de atrocidades.
Es así como el director “fragmenta” su historia, ya que durante su secuestro se dará a conocer el turbio pasado de Casey gracias a una serie de flashbacks, además de mostrar la ambición de la doctora Fletcher para convencer a su círculo académico de que su cliente es en realidad un hombre superdotado y abrirse paso como la gran pionera en la materia. Considerando lo anterior, ésta es precisamente la razón por la cual la trama se pierde, puesto que no queda clara la relación de estas historias, sobre todo la de la adolescente, con el argumento principal.
La historia se va diluyendo conforme avanza la cinta para llegar a un final un tanto decepcionante y confuso por todos los cabos sueltos que deja sin resolver. Pareciera que los juegos mentales de Casey y las intervenciones de la doctora Fletcher no sirvieron más que para rellenar la historia. No obstante, cuando uno siente que casi dos horas de trama han sido tiradas a la basura, justo antes de aparecer los créditos surgirá la explicación a todo, dejando satisfechos solo a aquellos que estén familiarizados con el trabajo del director.
Para desarrollar su historia de manera convincente, la cinta se vale de un James McAvoy (Atonement, X: First Class) que demuestra una gran capacidad para interpretar de manera simultánea a un obsesivo secuestrador, a una mujer y a un niño de nueve años, entre otros. Asimismo, Anya Taylor-Joy (The Witch) sale bien librada en su papel de Casey, ofreciendo una actuación aceptable sin llegar a ser brillante. Completa el reparto Betty Buckley, quien hace más de 40 años actuó en una adaptación de la novela Carrie, y cuya participación en esta cinta es relevante, asumiendo con propiedad el papel de la doctora Fletcher.
Aún con sus deficiencias, Split no deja de ser una película emocionante, capaz de generar tensión en un espectador que continuamente se sorprenderá con los giros inesperados característicos del director. De esta forma, aunque el final no es el mejor, la sorpresa incluida en éste será capaz de ilusionar al público, con la promesa de que la historia de Kevin (y tal vez de Casey) puede ser el comienzo de algo aún más grande y emocionante.
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5,9
29.134
7
3 de agosto de 2016
3 de agosto de 2016
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Después de una excelente revitalización de la saga de los X-Men iniciada con X: First Class del director Matthew Vaughn y seguida de forma espectacular por Bryan Singer en X-Men: Days of Future Past, siendo quizás esta última la mejor película de todas las realizadas en base a este grupo de superhéroes, se presenta en este año X-Men: Apocalypse con la promesa de ser una cinta que superaría a las dos antes mencionadas.
Sin embargo, a pesar de sus excelentes efectos especiales y su apego al cómic del cual derivan, la realidad es que esta última entrega de los jóvenes mutantes no logra llenar todas las expectativas realizadas en torno a ella. Así, se desaprovechó la aparición de uno de los villanos más emblemáticos y destructivos del universo de los X-Men para mostrar a un personaje soso cuyo poderío nunca pudo ser exhibido a plenitud como le hubiera gustado a los fanáticos de la cinta. En particular, resulta decepcionante el hecho de que no se pudo ver a Apocalypse convertirse en un gigante capaz de transformar sus extremidades en armamento. Se perdió la esencia del personaje para convertirlo en una especie de sacerdote que recluta a un grupo de mutantes para que sean ellos quienes peleen mientras que él busca cambiar su cuerpo con el de otro.
Así, continúa el mismo problema de las últimas películas de superhéroes que se han realizado últimamente: la falta de un “buen” villano. Se esperaba que Singer hiciera justicia a los aficionados del género mostrando Apoclaypse como el primer mutante, un ser de poderes extraordinarios con capacidades impresionantes de destrucción. La realidad es que el resultado resulta bastante pobre en ese sentido, ya que pudieron haber elegido a cualquier otro enemigo para realizar una película que mostrara los inicios de los X-Men y no gastar a uno de los mejores con una trama que resulta bastante desafortunada.
Considerando lo anterior, Singer tiene que valerse (otra vez) del mítico Wolverine para volver a emocionar a su público, aunque cabe señalar que ésta junto con la aparición de Quicksilver son lo más destacable de la película. No obstante, hay que reconocer que la realización de la película es muy buena, ya que las secuencias de acción son bastante dinámicas y no le piden nada al resto de las cintas del género. Asimismo, hay que reconocer que el final es excepcional, ya que por fin se muestra a los personajes con trajes muy parecidos a los que utilizan en los cómics, lo cual genera una buena expectativa para la siguiente entrega, en la cual todo indica que el villano será Mister Sinister, esperemos que esta vez no decepcione la aparición de este nuevo antagonista.
Calificación: TÚ DECIDES.
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Sin embargo, a pesar de sus excelentes efectos especiales y su apego al cómic del cual derivan, la realidad es que esta última entrega de los jóvenes mutantes no logra llenar todas las expectativas realizadas en torno a ella. Así, se desaprovechó la aparición de uno de los villanos más emblemáticos y destructivos del universo de los X-Men para mostrar a un personaje soso cuyo poderío nunca pudo ser exhibido a plenitud como le hubiera gustado a los fanáticos de la cinta. En particular, resulta decepcionante el hecho de que no se pudo ver a Apocalypse convertirse en un gigante capaz de transformar sus extremidades en armamento. Se perdió la esencia del personaje para convertirlo en una especie de sacerdote que recluta a un grupo de mutantes para que sean ellos quienes peleen mientras que él busca cambiar su cuerpo con el de otro.
Así, continúa el mismo problema de las últimas películas de superhéroes que se han realizado últimamente: la falta de un “buen” villano. Se esperaba que Singer hiciera justicia a los aficionados del género mostrando Apoclaypse como el primer mutante, un ser de poderes extraordinarios con capacidades impresionantes de destrucción. La realidad es que el resultado resulta bastante pobre en ese sentido, ya que pudieron haber elegido a cualquier otro enemigo para realizar una película que mostrara los inicios de los X-Men y no gastar a uno de los mejores con una trama que resulta bastante desafortunada.
Considerando lo anterior, Singer tiene que valerse (otra vez) del mítico Wolverine para volver a emocionar a su público, aunque cabe señalar que ésta junto con la aparición de Quicksilver son lo más destacable de la película. No obstante, hay que reconocer que la realización de la película es muy buena, ya que las secuencias de acción son bastante dinámicas y no le piden nada al resto de las cintas del género. Asimismo, hay que reconocer que el final es excepcional, ya que por fin se muestra a los personajes con trajes muy parecidos a los que utilizan en los cómics, lo cual genera una buena expectativa para la siguiente entrega, en la cual todo indica que el villano será Mister Sinister, esperemos que esta vez no decepcione la aparición de este nuevo antagonista.
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20 de febrero de 2019
20 de febrero de 2019
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El 11 de septiembre de 2001 quedará marcado en la historia como uno de los días más trágicos de los últimos tiempos. Fue en esa fatídica madrugada cuando prácticamente todo el mundo vio con pavor como las Torres Gemelas, uno de los símbolos de la supremacía mundial de los Estados Unidos, se venían abajo como fichas de dominó, poniendo en entredicho la fuerza del país que hasta ese momento se ostentaba como el único líder del orden internacional. No obstante, “no hay mal que por bien no venga”, y mientras la comunidad internacional empatizaba con las víctimas y rivalizaba con los perpetradores del ataque, existió gente que tras bambalinas fraguó un plan para aprovechar la coyuntura y así satisfacer intereses que iban más allá de capturar a los autores intelectuales del atentado.
Es así como Adam McKay (The Big Short), con su estilo sarcástico y humor negro, le cuenta a su audiencia la historia de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos de América durante toda la administración de George W. Bush, fue capaz de manipular a toda una nación para involucrar a su país en una guerra cuyo objetivo era obtener el dominio petrolero en el Golfo Pérsico. El director utiliza la voz de Kurt, un estadounidense común, para narrar los pasajes más importantes de la vida del personaje, remontándose a la época en la cual era un obrero alcohólico venido a menos que impulsado por su mujer decidió involucrarse en la política de su país, iniciando desde la administración de Nixon con el apadrinamiento de su amigo Donald Rumsfeld para después ocupar cargos tan importantes como el de Secretario de Defensa y Congresista, alejándose un tiempo de la vida pública ocupando un cargo directivo en la petrolera Halliburton para después posicionarse como el segundo al mando del gobierno de su país en el periodo 2001 – 2009.
Con un guion de su propia autoría, McKay no tiene reparos en exhibir a su protagonista como un ser maquiavélico cuya hambre de poder solo pudo detenerse en ciertos momentos por cuestiones familiares. De esta forma, con pasajes que en ciertos momentos se sienten como un documental de Michael Moore, la premisa del filme es que el omnipotente Cheney fue capaz de cambiar por sí mismo la historia del mundo durante los años en que duró la gestión de un inepto presidente. No obstante, lo anterior es bastante debatible si se toma en cuenta que resulta inverosímil el hecho de que una persona puede manejar a su gusto toda la política internacional por sí misma, dando como resultado que el argumento se sienta un tanto manipulado únicamente con el fin de cumplir con el objetivo del director.
Lo anterior no afecta el magnífico trabajo del elenco, en el cual todos destacan por sus excelentes actuaciones. Christian Bale (The Fighter, The Big Short) es simplemente extraordinario encarnando a Dick Cheney, demostrando una vez más su impresionante capacidad para cambiar su físico con tal de adecuarse a un personaje. Por otra parte, Sam Rockwell (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri) se consolida como un magnífico actor, presentándose como una calca del mismísimo George W. Bush. Otro que se mantiene en su posición como uno de los mejores histriones de los últimos años es Steve Carell (Foxcatcher, The Big Short), quien destaca en su papel de Donald Rumsfeld. Por último, Amy Adams (The Master, American Hustle) repite como cada año con una gran actuación, en esta ocasión como Lynne Cheney.
Es así como sin llegar a ser redonda, y a pesar de ser un tanto tendenciosa, la cinta cuenta con el gran atractivo de presentar a figuras cuya imagen está bastante fresca en todo el público, aportando información que, aunque conocida, resulta ser bastante relevante acerca de sus vidas. Lo anterior, aunado a la atinada dirección de un reparto sobresaliente, hacen de esta una película que se puede disfrutar tanto como entretenimiento como para sacar un par de datos interesantes sobre la forma en cómo funciona la política estadounidense, aunque hay que aclarar que los sucesos narrados deben de ser revisados con cautela sin considerarlos como verdades absolutas.
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Es así como Adam McKay (The Big Short), con su estilo sarcástico y humor negro, le cuenta a su audiencia la historia de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos de América durante toda la administración de George W. Bush, fue capaz de manipular a toda una nación para involucrar a su país en una guerra cuyo objetivo era obtener el dominio petrolero en el Golfo Pérsico. El director utiliza la voz de Kurt, un estadounidense común, para narrar los pasajes más importantes de la vida del personaje, remontándose a la época en la cual era un obrero alcohólico venido a menos que impulsado por su mujer decidió involucrarse en la política de su país, iniciando desde la administración de Nixon con el apadrinamiento de su amigo Donald Rumsfeld para después ocupar cargos tan importantes como el de Secretario de Defensa y Congresista, alejándose un tiempo de la vida pública ocupando un cargo directivo en la petrolera Halliburton para después posicionarse como el segundo al mando del gobierno de su país en el periodo 2001 – 2009.
Con un guion de su propia autoría, McKay no tiene reparos en exhibir a su protagonista como un ser maquiavélico cuya hambre de poder solo pudo detenerse en ciertos momentos por cuestiones familiares. De esta forma, con pasajes que en ciertos momentos se sienten como un documental de Michael Moore, la premisa del filme es que el omnipotente Cheney fue capaz de cambiar por sí mismo la historia del mundo durante los años en que duró la gestión de un inepto presidente. No obstante, lo anterior es bastante debatible si se toma en cuenta que resulta inverosímil el hecho de que una persona puede manejar a su gusto toda la política internacional por sí misma, dando como resultado que el argumento se sienta un tanto manipulado únicamente con el fin de cumplir con el objetivo del director.
Lo anterior no afecta el magnífico trabajo del elenco, en el cual todos destacan por sus excelentes actuaciones. Christian Bale (The Fighter, The Big Short) es simplemente extraordinario encarnando a Dick Cheney, demostrando una vez más su impresionante capacidad para cambiar su físico con tal de adecuarse a un personaje. Por otra parte, Sam Rockwell (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri) se consolida como un magnífico actor, presentándose como una calca del mismísimo George W. Bush. Otro que se mantiene en su posición como uno de los mejores histriones de los últimos años es Steve Carell (Foxcatcher, The Big Short), quien destaca en su papel de Donald Rumsfeld. Por último, Amy Adams (The Master, American Hustle) repite como cada año con una gran actuación, en esta ocasión como Lynne Cheney.
Es así como sin llegar a ser redonda, y a pesar de ser un tanto tendenciosa, la cinta cuenta con el gran atractivo de presentar a figuras cuya imagen está bastante fresca en todo el público, aportando información que, aunque conocida, resulta ser bastante relevante acerca de sus vidas. Lo anterior, aunado a la atinada dirección de un reparto sobresaliente, hacen de esta una película que se puede disfrutar tanto como entretenimiento como para sacar un par de datos interesantes sobre la forma en cómo funciona la política estadounidense, aunque hay que aclarar que los sucesos narrados deben de ser revisados con cautela sin considerarlos como verdades absolutas.
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6,7
34.075
8
23 de junio de 2018
23 de junio de 2018
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En el año 2016, los estudios Fox cambiaron paradigmas en el género de superhéroes al presentar a Deadpool, un irreverente personaje que con bromas subidas de tono y exceso de violencia logró posicionarse en el gusto de la audiencia y tener un éxito incluso mayor al de la franquicia de los X-Men, la cual sufrió un duro revés en el mismo año gracias a la fallida y olvidable X-Men: Apocalypse. Tras el rotundo éxito de la primera cinta, dirigida por T.J. Miller, era evidente que habría una segunda parte, la cual llegó dos años después ahora bajo el mando de David Leitch (Atomic Blonde) y con un Ryan Reynolds totalmente involucrado al tratarse de un papel que adoptó en su totalidad.
Una vez conocido el origen del antihéroe en la primera cinta, en esta ocasión se le muestra como un mercenario dedicado a hacer justicia bajo sus propios medios. No obstante, un inesperado y trágico suceso cambia totalmente la perspectiva de Wade hacia el mundo, decidiéndose a salvar a un niño mutante ante la amenaza de Cable, un hombre que viaja desde el futuro dispuesto a terminar con la vida del joven para evitar que se convierta en una amenaza cuando alcance la mayoría de edad. Para ello, contará con la ayuda de un grupo de mutantes renegados, así como de algunos X-Men ya conocidos.
La película se apega a la fórmula que hizo exitosa a la primera entrega, con secuencias de acción bien cuidadas que se combinan de manera acertada con la ácida comicidad del protagonista. No obstante, cuenta con el mérito de aportar una historia bastante entretenida, incluyendo a nuevos personajes que se acoplan perfectamente para dar continuidad a las aventuras de Deadpool. De esta forma, Josh Brolin (Milk, No Country for Old Men) cumple nuevamente con un papel basado en los cómics, en esta ocasión como Cable. Por otra parte, Zazie Beetz (Geostorm) realiza un buen trabajo como Domino, al igual que el joven Julian Dennison (Hunt for the Wilderpeople) como Firefist.
Además de lo anterior, debe de reconocerse que el gran éxito de esta franquicia se debe en gran parte a Ryan Reynolds, quien hace parecer que Deadpool fue creado específicamente para él, mostrando con su actuación que se siente cómodo interpretando a un personaje con el cual parece estar mimetizado, formando parte del proyecto no solo en el plano actoral, sino también involucrándose en la producción.
Es así como, con una cinta divertida y bien realizada que no le pide nada a su antecesora, el segundo reto de Deadpool ha sido superado con excelentes resultados. El desafío ahora es darle continuidad al proyecto, ya que una tercera película en solitario podría arriesgar que la fórmula llegara a gastarse. Tomando en cuenta lo anterior, todo parece indicar que el antihéroe regresará con refuerzos en una cinta titulada X-Force, decisión que de concretarse significaría un gran acierto para darle frescura a la saga, siempre y cuando se cuiden las formas que lo han llevado a ser uno de los personajes más carismáticos en la actualidad.
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Una vez conocido el origen del antihéroe en la primera cinta, en esta ocasión se le muestra como un mercenario dedicado a hacer justicia bajo sus propios medios. No obstante, un inesperado y trágico suceso cambia totalmente la perspectiva de Wade hacia el mundo, decidiéndose a salvar a un niño mutante ante la amenaza de Cable, un hombre que viaja desde el futuro dispuesto a terminar con la vida del joven para evitar que se convierta en una amenaza cuando alcance la mayoría de edad. Para ello, contará con la ayuda de un grupo de mutantes renegados, así como de algunos X-Men ya conocidos.
La película se apega a la fórmula que hizo exitosa a la primera entrega, con secuencias de acción bien cuidadas que se combinan de manera acertada con la ácida comicidad del protagonista. No obstante, cuenta con el mérito de aportar una historia bastante entretenida, incluyendo a nuevos personajes que se acoplan perfectamente para dar continuidad a las aventuras de Deadpool. De esta forma, Josh Brolin (Milk, No Country for Old Men) cumple nuevamente con un papel basado en los cómics, en esta ocasión como Cable. Por otra parte, Zazie Beetz (Geostorm) realiza un buen trabajo como Domino, al igual que el joven Julian Dennison (Hunt for the Wilderpeople) como Firefist.
Además de lo anterior, debe de reconocerse que el gran éxito de esta franquicia se debe en gran parte a Ryan Reynolds, quien hace parecer que Deadpool fue creado específicamente para él, mostrando con su actuación que se siente cómodo interpretando a un personaje con el cual parece estar mimetizado, formando parte del proyecto no solo en el plano actoral, sino también involucrándose en la producción.
Es así como, con una cinta divertida y bien realizada que no le pide nada a su antecesora, el segundo reto de Deadpool ha sido superado con excelentes resultados. El desafío ahora es darle continuidad al proyecto, ya que una tercera película en solitario podría arriesgar que la fórmula llegara a gastarse. Tomando en cuenta lo anterior, todo parece indicar que el antihéroe regresará con refuerzos en una cinta titulada X-Force, decisión que de concretarse significaría un gran acierto para darle frescura a la saga, siempre y cuando se cuiden las formas que lo han llevado a ser uno de los personajes más carismáticos en la actualidad.
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7
17 de octubre de 2017
17 de octubre de 2017
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En el año 2014 Matthew Vaughn fue el encargado de adaptar a la pantalla grande Kingsman, una serie de cómics escritos por Mark Millar y Dave Gibbons dedicados a una organización secreta de espías que bien podría situarse como un punto intermedio entre James Bond y Austin Powers. En aquella ocasión, la franquicia salía bien librada con una propuesta fresca, divertida y de excelente realización, en la cual la presencia de Samuel L. Jackson como villano principal aportó mucho a su causa. Es así como tres años después llega la segunda parte, ahora titulada The Golden Circle. En esta ocasión, la agencia británica es destruida por Poppy, una traficante de drogas que inicia un plan despiadado para legalizar su producto con tal de ser reconocida como una excelente empresaria. Con la mayoría de sus compañeros fuera de combate, Eggsy y Merlin se ven obligados a recurrir a sus homólogos estadunidenses, bautizados como Statesman para detener a la peculiar villana y así reconstruir a Kingsman.
Con la inclusión de nuevos personajes, la franquicia pretende ofrecer algo nuevo al tiempo que aprovecha para hacer alusión a lo distinguido de los ingleses en contra de lo burdo de los estadounidenses. Así, la gente de Statesman no cuenta con la sofisticación de sus “primos” británicos, ya que éstos no visten trajes impecables sino atuendos de cowboy, utilizan como pantalla una empresa dedicada al licor en lugar de una sastrería y adoptan nombres de bebidas espirituosas como Whiskey, Tequila y Gin-Tonic en lugar de utilizar a los míticos caballeros de la mesa redonda. No obstante, la cinta también conserva aquello que distinguió a su predecesora, iniciando a un ritmo trepidante con una secuencia de acción muy bien lograda, pero cuya trama se va diluyendo paulatinamente mientras se incluyen escenas cada vez más exageradas en el afán de continuar con la línea marcada en The Secret Service.
Taron Egerton vuelve a interpretar a Eggsy, cumpliendo de nueva cuenta con un papel que no le exige demasiado en cuanto a sus capacidades histriónicas. Asimismo, Mark Strong regresa como Merlin, destacando un poco más que el resto aunque sin ser brillante. Por otra parte, si bien Colin Firth había sido de lo más rescatable de la primera entrega, en esta ocasión su personaje se cae considerablemente, por lo que pasa sin pena ni gloria. En cuanto al resto del elenco, las capacidades de Julian Moore son desperdiciadas con Poppy, una antagonista que resulta ser bastante mediocre. Además, los actores que conformaron al grupo de Statesman parecen haber sido elegidos únicamente para llenar una marquesina que atrajera al público, ya que Halle Berry, Channing Tatum y Jeff Bridges apenas y aparecen en pantalla como Gin, Tequila y Champ, siendo Pedro Pascal (conocido por su personaje Oberyn Martell en Game of Thrones) quien más participa como Whiskey, con un trabajo que dista mucho de ser memorable. Curiosamente, quién será más recordado en esta ocasión será Elton John, con una participación que será aclamada por muchos y denostada por otros más por el hecho de haberse convertido en un chiste de sí mismo.
De esta forma, si se toma en cuenta que Poppy queda muy por debajo de las expectativas como villana (empezando por lo absurda que resulta la motivación de su “malévolo” plan), que los tráileres publicitarios revelaron casi todos los puntos esenciales de la trama, y que personajes interesantes incluidos en la nueva historia resultaron ser más bien cameos prolongados; el único mérito de la segunda parte de Kingsman es que mantiene a sus fervientes admiradores al conservar la esencia de la primera: secuencias de acción exageradas pero bien realizadas, humor negro y locaciones impecablemente cuidadas. Sin embargo, el hecho de no aportar nada relevante y que su argumento decae considerablemente en comparación de su predecesora, hacen de ésta un caso más en el cual la secuela, aunque entretenida, se queda por debajo de la primera.
Calificación: TÚ DECIDES.
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Con la inclusión de nuevos personajes, la franquicia pretende ofrecer algo nuevo al tiempo que aprovecha para hacer alusión a lo distinguido de los ingleses en contra de lo burdo de los estadounidenses. Así, la gente de Statesman no cuenta con la sofisticación de sus “primos” británicos, ya que éstos no visten trajes impecables sino atuendos de cowboy, utilizan como pantalla una empresa dedicada al licor en lugar de una sastrería y adoptan nombres de bebidas espirituosas como Whiskey, Tequila y Gin-Tonic en lugar de utilizar a los míticos caballeros de la mesa redonda. No obstante, la cinta también conserva aquello que distinguió a su predecesora, iniciando a un ritmo trepidante con una secuencia de acción muy bien lograda, pero cuya trama se va diluyendo paulatinamente mientras se incluyen escenas cada vez más exageradas en el afán de continuar con la línea marcada en The Secret Service.
Taron Egerton vuelve a interpretar a Eggsy, cumpliendo de nueva cuenta con un papel que no le exige demasiado en cuanto a sus capacidades histriónicas. Asimismo, Mark Strong regresa como Merlin, destacando un poco más que el resto aunque sin ser brillante. Por otra parte, si bien Colin Firth había sido de lo más rescatable de la primera entrega, en esta ocasión su personaje se cae considerablemente, por lo que pasa sin pena ni gloria. En cuanto al resto del elenco, las capacidades de Julian Moore son desperdiciadas con Poppy, una antagonista que resulta ser bastante mediocre. Además, los actores que conformaron al grupo de Statesman parecen haber sido elegidos únicamente para llenar una marquesina que atrajera al público, ya que Halle Berry, Channing Tatum y Jeff Bridges apenas y aparecen en pantalla como Gin, Tequila y Champ, siendo Pedro Pascal (conocido por su personaje Oberyn Martell en Game of Thrones) quien más participa como Whiskey, con un trabajo que dista mucho de ser memorable. Curiosamente, quién será más recordado en esta ocasión será Elton John, con una participación que será aclamada por muchos y denostada por otros más por el hecho de haberse convertido en un chiste de sí mismo.
De esta forma, si se toma en cuenta que Poppy queda muy por debajo de las expectativas como villana (empezando por lo absurda que resulta la motivación de su “malévolo” plan), que los tráileres publicitarios revelaron casi todos los puntos esenciales de la trama, y que personajes interesantes incluidos en la nueva historia resultaron ser más bien cameos prolongados; el único mérito de la segunda parte de Kingsman es que mantiene a sus fervientes admiradores al conservar la esencia de la primera: secuencias de acción exageradas pero bien realizadas, humor negro y locaciones impecablemente cuidadas. Sin embargo, el hecho de no aportar nada relevante y que su argumento decae considerablemente en comparación de su predecesora, hacen de ésta un caso más en el cual la secuela, aunque entretenida, se queda por debajo de la primera.
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