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Críticas 208
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
21 de febrero de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
La Guerra Fría vuelve a dar de qué hablar en este año cinéfilo, si bien Del Toro presentó un relato fantasioso valiéndose de la lucha entre potencias para revelar como este tipo de conflictos victimizan a inocentes (en su caso fue una creatura acuática), Steven Spielberg hace un llamado a la libertad de expresión y la manipulación política que está detrás de los movimientos armados. En este caso, el suceso específico es la Guerra de Vietnam y la forma en cómo salieron a la luz una serie de documentos del Pentágono que revelaban que el mismo gobierno estadounidense estaba consciente de que la incursión en el país asiático era un desastre condenado al fracaso.

Eisenhower, Kennedy, Lyndon Johnson y por supuesto Richard Nixon quedan evidenciados en una cinta basada en hechos reales. Después de un remordimiento de consciencia, un funcionario estadounidense filtra los documentos al New York Times cuya revelación ocasionará que el gobierno intente censurarlo. Una vez bloqueado el diario neoyorkino los papeles llegarán a Ben Bradlee, el editor de un Washington Post obligado a hacer públicas sus acciones para seguir funcionando, y que a través de su nueva presidenta enfrentará la disyuntiva de publicar el mismo material y asumir el riesgo de correr con la misma suerte de su gran competidor y perder a un gran número de inversionistas potenciales, situación que podría llevar a que la empresa se declare en banca rota.

Para relatar una historia de este calibre, nadie mejor que Spielberg para sentarse en la silla de director, quien hace gala de su maestría para llevar con un ritmo excelente una historia que logra enganchar a su público desde los primeros instantes. Con un guion muy bien adaptado por Liz Hannah y el experimentado Josh Singer (Spotlight), los hechos se van presentando de forma puntual para que el espectador entienda la encrucijada que vivió Katharine Graham, una mujer que asumió accidentalmente la presidencia del periódico y quien ante la insistencia de su editor puso valientemente a la libertad de prensa por encima del negocio, asumiendo una decisión que cambiaría el rumbo tanto de su periódico y de la política estadounidense.

Nadie mejor que Meryl Streep (Sophie’s Choice, The Iron Lady) para dar rostro a Kay Graham, haciendo una mancuerna extraordinaria con Tom Hanks (Philadelphia, Forrest Gump), quien interpreta a Ben Bradlee. De esta forma, ambos actores se desenvuelven con la soltura y calidad que les acostumbra, demostrando que pueden asumir sus papeles con total naturalidad y conservando el estilo que les caracteriza y que los ha llevado a ser dos de los actores más exitosos de la época contemporánea, por lo que siempre será un deleite verlos en la gran pantalla y aún más bajo la dirección del “Rey Midas de Hollywood”. Alrededor de ambos se suma un reparto muy bien seleccionado y dirigido que funciona como el complemento perfecto para una gran película.

La crítica al gobierno y la voz a favor de la libertad de expresión siempre serán oportunas y bienvenidas. Spielberg tiene las tablas suficientes para hacerlo e incluso dejar de lado el mito alrededor de JFK, exponiendo los hechos de forma real desde el punto de vista del periodismo, sin exagerar en juicios de valor. De esta forma, se pone más énfasis en la libertad de prensa y el temple de Graham que en el proceso legal que tuvieron que enfrentar ambos periódicos mano a mano, para llegar a un desenlace que desembocará en el escándalo del Watergate, como si se tratara de un preámbulo de la excepcional setentera All the President’s Men estelarizada nada menos que por Dustin Hoffman y Robert Redford. Así, el director maneja con maestría dos temas de alto calado entre la sociedad estadounidense: la libertad de prensa y el empoderamiento de las mujeres en una película que sin duda vale muchísimo la pena ir a ver.

Calificación: TÚ DECIDES.
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23 de enero de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
El bajo mundo de Nueva York es expuesto con una trepidante historia de persecución e infortunios dirigida por los hermanos Benny y Josh Safdie (Heaven Knows Why). Nacidos y criados en Queens y Manhattan, los hermanos han filmado en las calles de la “Gran Manzana” durante más de una década, creando un estilo propio dentro del género del cine independiente, con el cual han ido ganando reputación y consiguiendo varios seguidores (incluyendo entre ellos a Guillermo del Toro).

Como si se tratara de una ironía, Good Time trata acerca de los infortunios de Connie, un vago sin oficio ni beneficio que decide “rescatar” a su mentalmente discapacitado hermano de una clínica de salud para asaltar un banco y por fin vivir una vida plena en la cual “podrán hacer lo que quieran”. El golpe no sale conforme a lo previsto y Nick es encarcelado, ocasionando que Connie vague desesperadamente por las calles en busca de dinero para pagar la fianza y sacarlo de prisión. De esta forma, una serie de accidentes lo irán llevando por un camino que se irá complicando cada vez más, recurriendo a la ayuda de personajes tan poco convencionales como una novia neurótica, una adolescente precoz y un inepto narcotraficante, todo en una sola noche.

Con una grabación que se vale de tomas realizadas con cámara manual al ritmo de la música electrónica de Oneohtrix Point Never, la cinta se desarrolla con un dinamismo excelente, capaz de envolver al espectador en una atmósfera de persecución desesperada al tiempo en que los vicios de una sociedad decadente se perciben del entorno del personaje principal, el cual está tan sumergido en su caótica realidad que sin inmutarse de lo demás continuará estirando la cuerda tomando decisiones que solo tendrán sentido dentro de su retorcida mente. De esta forma, y a pesar de que el desenlace parece evidente, uno no tiene más remedio que poner atención y acompañar a Connie en su camino hasta llegar al final.

Un irreconocible Robert Pattinson (Twilight) es el encargado de dar forma al irreverente Connie, cumpliendo con un excelente trabajo capaz de mostrar que cuenta con el talento suficiente para quitarse de encima el estigma del vampiro adolescente que lo dio a conocer hace unos años. En cuanto al resto del reparto, destaca la participación de Jennifer Jason Leigh (The Hateful Eight) como Corey, la novia, y el mismo Benny Safdie como Nick, los cuales junto con los demás cumplirán con su rol de secundarios en una historia cuyo éxito y fuerza descansan en el personaje principal.

Es así como los hermanos neoyorkinos presentan un tour de forcé bastante peculiar, en el cual exponen un mundo que al parecer conocen a la perfección con una historia que consigue mantener al público expectante durante casi dos horas. Sin lugar a dudas, este dúo dinámico seguirá dando de qué hablar en los festivales de cine, lo cual es una buena noticia puesto que será posible que sus trabajos sigan llegando a las salas mexicanas para disfrutar de sus originales y bien realizadas propuestas.

Calificación: TÚ DECIDES.
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30 de septiembre de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
El intervencionismo estadounidense en los gobiernos centroamericanos durante la Guerra Fría queda expuesto de forma dinámica, sencilla pero puntual en una excelente cinta dirigida por Doug Liman (The Bourne Identity, Edge of Tomorrow) quien realiza un biopic de Barry Seal, un piloto estadounidense que vivió el “sueño americano” muy a su manera. Hastiado de trabajar para una aerolínea comercial, el aviador decide unirse a la CIA con la esperanza de tener una vida mejor. Eventualmente, sus labores de espionaje lo llevarán a tener contacto con el dictador Noriega en Panamá, los “Contras” nicaragüenses y el temible cártel de Medellín, logrando cerrar acuerdos que lo convertirían en un engrane más en el financiamiento de guerrillas y el tráfico de drogas entre Estados Unidos y Centroamérica.

Convencido en principio de que hacer cosas malas estaba justificado siempre y cuando estés en el bando correcto, el personaje explica con sus propias palabras cómo fue capaz de aprovecharse del sistema para obtener ingresos inimaginables, cantidades de dinero que en una vida no sería capaz de gastar. Con una soltura que raya en la desfachatez Seal hace partícipe al público de las estrategias más obscuras que utilizó el gobierno de su país para financiar guerrillas en aquellos regímenes “comunistas” que consideraba como una amenaza, así como de la forma en como Pablo Escobar y compañía formaban su imperio como traficantes de droga.

El trabajo de dirección se complementa con un magnífico guion, cortesía de Gary Spinelli, para dar como resultado una cinta bastante entretenida e ilustrativa, puesto que a pesar de exponer situaciones graves como el intervencionismo y el narcotráfico, la historia se trabajó de forma que el mensaje pudiera transmitirse de forma ligera, aminorando la carga con elementos cómicos muy atinados y sobre todo planteando los hechos de forma imparcial para que sea el público quien tenga la última palabra al realizar sus juicios acerca de la vida del polémico piloto. Si a lo anterior se le agregan una excelente cinematografía con pequeñas dosis de acción, el resultado resulta es una cinta capaz de mantener al público expectante durante un par de horas.

Tom Cruise es el encargado de encarnar a Barry Seal, bastándole ser él mismo para entregar una actuación de excelente nivel, como aquellas que desde Magnolia y Jerry Maguire no se le habían visto. Por otra parte, Sarah Wright (21 & Over, Walk of Shame) merece una mención especial al realizar un trabajo bastante destacado como Lucy, la esposa del piloto. Completan el reparto Caleb Landry Jones como el cuñado incómodo y Domhnall Gleeson ambos con participaciones bastante aceptables.

Como en su momento lo logró Scorcese con The Wolf of Wall Street, en esta ocasión Liman logra generar simpatía por el protagonista sin desviar la atención sobre el hecho de que muchas de sus acciones fueron moralmente reprobables. Así, por más que pueda llegar a caerle bien a la audiencia, el protagonista se muestra como un criminal que, un poco por ignorancia y otro más por ambición, se involucró con algunos de los personajes más despiadados de la historia. De esta forma, el american way of life es cuestionado de manera sagaz y efectiva, dejando que el público tenga la última palabra al decidir si el viaje de Seal, aunque entretenido, valió la pena.

Calificación: TÚ DECIDES.
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En el año de 1967, el guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mézières publicaron por primera vez Valérian, agent spatio-temporel, una historieta que perduraría durante años para posicionarse como una de las más exitosas en Francia. 50 años después, Luc Besson (The Fifth Element, Lucy) dirige y escribe la adaptación cinematográfica de un cómic del cual es un confeso aficionado. Para ello, EuropaCorp no escatimó en recursos para convertir a Valerian and the City of a Thousand Planets en la película francesa más costosa de todos los tiempos. Desafortunadamente para ellos, la cinta es solo una muestra más de que en ocasiones una inversión millonaria no asegura la calidad del producto.

Después de siglos de avances en los viajes interplanetarios, la raza humana ha logrado tener contacto con seres provenientes de miles de planteas, quienes en su conjunto crearon Alpha, una metrópolis creada para que especies de todo el universo habiten pacíficamente e intercambien conocimiento. Por su parte, Valerian y Laureline son dos agentes espaciales encargados de mantener el orden en los territorios humanos, quienes en su última misión descubren que la integridad de Alpha está siendo amenazada por una fuerza desconocida, la cual tendrán que descubrir para mantener la paz en el universo.

A pesar de tener un inicio prometedor empleando una narrativa excelente para ubicar de forma breve y concisa al público dentro del contexto en el cual se desarrolla la historia, la cinta se diluye de inmediato en cuanto Valerian y Laureline hacen su aparición en la pantalla, siendo quizás una de las parejas con la peor química en la historia del cine. De esta forma, los personajes desentonan en un marco visual cuyos excelentes efectos especiales transportan a la audiencia a un universo lleno de planetas y seres extraordinarios, los cuales parecieran estar inspirados en diversas películas de ciencia ficción tales como Avatar, Star Wars, y The Fifth Element. Por otra parte, aunque la historia no es del todo mala, la realidad es que no cuenta con un argumento emocionante e incluso en la recta final se vuelve bastante predecible.

El principal problema del filme radica en su reparto principal, ya que la pareja formada por Dane DeHaan (Chronicle, Kill Your Darlings) y Cara Delevingne (Paper Towns, Suicide Squad) no convence en ningún sentido. Así, a pesar de que se supone que los personajes son dos amantes en potencia, el supuesto romance entre ellos se siente demasiado forzado. En este sentido, a Delevingne se le dificulta bastante demostrar que no pasa de ser una cara bonita, puesto que con su actuación y su rostro impasible es incapaz de transmitir emoción alguna. Por otra parte, Clive Owen (Closer, Children of Men) pasa sin pena ni gloria con su papel del Comandante Arun Filitt, mientras que Ethan Hawke (Training Day, Boyhood) prácticamente hace un cameo como Jolly. Sorpresivamente, quien destaca con su actuación es la cantante Rihanna quien aparece como el multiforme Bubble.

Es así como, a pesar del despliegue espectacular de efectos visuales utilizado para recrear los mundos y personajes creados por Christin hace algunas décadas, el trabajo de Besson se queda corto tanto con sus personajes como con el argumento. A pesar de todo, la película cuenta con secuencias muy bien realizadas, las cuales junto con Rihanna son capaces de entretener al público por un buen rato a pesar de la sosedad que los personajes principales inspiran durante toda la cinta.

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3 de mayo de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
2001 fue el año en que el público conoció a Dominic Toretto, un mercenario adicto a la velocidad quien junto con Brian O’Conner formaría a una de las “familias” más conocidas en el mundo del cine. A partir de esta primera entrega, The Fast and the Furious se ha convertido en una exitosa franquicia en el género de acción con una historia que se ha ido desarrollando de todas las formas posibles. Aunque denostada por muchos, la saga tiene el mérito de saber cómo mantener cautivos a sus seguidores utilizando la misma fórmula: autos, velocidad, acción, persecuciones y destrucción, incluyendo en cada película a un nuevo héroe y villano que le puedan dar cierta frescura.

Es así como llega The Fate of the Furious, la octava entrega de la saga. El encargado de dirigir en esta ocasión fue F. Gary Gray (Straight Outta Compton) mientras que el guionista continúa siendo Chris Morgan. En esta ocasión, Dominic Toretto es seducido por Cipher, una misteriosa mujer que lo convence de traicionar a sus amigos para aliarse con ella en sus operaciones terroristas. De esta forma, el resto del equipo deberá de detener a la nueva villana y descubrir las razones por las cuales “Dom” decidió cambiarse de bando. Así, la cinta continúa con la misma tónica se adoptó en las últimas películas, en la cual se dio un giro a la historia al convertir a los corredores callejeros en un comando de élite que participa en misiones de seguridad internacional.

Esta vez se recurrió a Jason Stathman (Furious Seven) y Luke Evans (Furious 6) para que retomaran sus papeles de villanos en entregas anteriores y ser incluidos dentro del grupo de héroes. Así, ambos actores se integran con Vin Diesel, Dwayne Johnson, Michelle Rodriguez y compañía para renovar al equipo y llenar el vacío que dejó la muerte de Paul Walker, quien junto con Diesel era uno de los íconos de la saga. En esta ocasión la gran villana es interpretada por Charlize Theron. Como es común en este tipo de cintas, todos los actores cumplen satisfactoriamente con sus papeles como personajes de acción, cada uno con su sello característico.

A pesar de que la fórmula parece irse gastando conforme pasan los años, la octava película cuenta con todos los elementos que sus fanáticos esperan. Por lo tanto, una ligera renovación del elenco y la inclusión de elementos tecnológicos le bastan al director para salir airoso y dejar contento a su público para recaudar los millones de dólares que la franquicia está acostumbrada a generar. Así, aunque su calidad cinematográfica puede quedar en duda, debe reconocerse que The Fast and the Furious ha sabido posicionarse como un producto exitoso dentro de la industria del cine, capaz de satisfacer a una audiencia bastante numerosa y que es lo suficientemente rentable como para tener prospectadas por lo menos dos entregas más. Desde este punto de vista, The Fate and the Furious no decepcionará a un espectador que solo busca divertirse un rato con exageradas secuencias de acción y autos a todo gas cuya realización es excelente.

Calificación: TÚ DECIDES.
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