Por lo general suelo recordar películas consideradas malas o de las llamadas chatarras dentro del cine de género, ya sea por sus efectos chuscos, sus historias inverosímiles o, bien, por el desfile de personajes extravagantes. Hablando en concreto del cine mexicano, hay mucho cine de este tipo que es conocido hasta cierto punto por las razones descritas. Un claro ejemplo es "El charro de las calaveras", una rara mezcla de western (corrido incluido) con terror en donde un personaje rocambolesco combate a diferentes seres malignos; el resultado es divertido e hilarante. Es extraño que se recuerden este tipo de cintas cuando existen miles que son mejores, tal vez sea por sus defectos garrafales, las graciosas interpretaciones, sus monstruos acartonados o por su pésima dirección de arte; hay algo de magia (véanme escribiendo cincuenta años después) en el cine de serie b que si no exiges demasiado puede atraparte. Yo diría que, sin proponerselo, buena parte de estas películas mexicanas trascendieron y pasaron a ser de culto, pero por lo menos tuvo que haber pasión o algo parecido al momento de realizarse. Pienso colocar al Charro dentro de mi "top ten de anti obras maestras del cine mexicano de género", luchando codo a codo con "El barón del terror", "La nave de los monstruos", "La momia azteca contra el robot humano" y alguna otra rara avis que ande revoloteando por mi cabeza.

Corría el principio de los 90s (1992 para ser exactos) cuando apareció Reseivor Dogs y se volvió película de culto instantáneo. Una historia, digamos hasta cierto punto normal, que no parece ir más allá en su sinopsis inicial, termina asombrando por su agilidad para contar una trama sencilla y sin mucha complejidad, en algo con pulso vertiginoso. Tarantino dota al guion de un brillo impecable que se desborda gracias a sus disparatados e hilarantes diálogos; dichos diálogos son memorables gracias a las magníficas interpretaciones del gran reparto que aparece a cuadro. Las secuencias, que no dan lugar para parpadeos, tienen el sello del cine independiente y la mano del director es notable en cuanto a la violencia y lo descabellado que resulta la puesta en escena. Una de las mejores óperas primas de la década de los noventa que brilla con luz propia, cine puro y duro por donde se vea; a reserva de lo que dicen los más versados: en que se trata de pequeños plagios-homenajes a otras cintas de acción de diversas y añejas épocas. En lo personal no he visto tanto cine como para aseverar eso; recuerdo que la primera vez que disfruté de este largometraje fue una experiencia única y diferente. Rebosa ingenio y poder; con muy poco logra demasiado, estamos ante uno de los mejores ejercicios cinematográficos de la historia del cine. Puede o no gustar, lo que sí no podemos decir es que a esto le falte pasión. Extraño estas pelis de Quentin, lo de ahora es de risa en comparación a este portento.

En "The birthday" suceden situaciones realmente extrañas. Y si a eso le sumamos que sus personajes son extravagantes, nos da como resultado una película muy rara. Lo que me sorprende es que sea española, ya que hay muy pocos antecedentes (o al menos lo desconozco) de este género en España. Al ir transcurriendo el filme da la sensación de estar ante una película de culto (te puede parecer interesante o llegas a repudiarla), a mí me pasó lo primero. No se puede desdeñar este tipo de cine arriesgado, provocativo y diferente, cine español que es raro de encontrar.

Sin ser una premisa original a mí la propuesta me ha gustado, me pareció que el director crea su mundo de una forma adecuada conforme a lo que cuenta. Y es que pareciera que el contar historias similares, una cabaña en el bosque, en automático descalifica a cualquiera; cómo si no se pudiera apreciar la espléndida fotografía, la lograda atmósfera y demás elementos que están muy bien ejecutados. Para ser sincero, se me hizo una cinta destacada que supera a otras que gozan de más fama o prestigio, ya sea mexicana (Somos lo que hay, 2010) o extranjera (It Comes at Night, 2017). Creo que Castro Zimbrón ejecuta con buen pulso; se toma su tiempo sin importarle no entrar en los parámetros establecidos del terror, deambula por la intriga sin recurrir a los tan manidos sustos fáciles y observa con detenimiento la pulsión de los personajes. En lo personal pienso que este director apunta maneras; si gustas del cine de terror más contemplativo, no convencional, minmalista, sin tanta explicación, alternativo y de juego psicológico, deberías seguirle la pista.

Casi siempre cuando uno ve este tipo de experimentos (estrafalarios) y escarba para encontrar información lo primero que lees o escuchas es: "petulante", "autocomplaciente", "naif" y una larga lista de adjetivos de la misma índole. Pienso que lo que no asimilamos de buena manera, generalmente, tendemos a rechazarlo. Cierto que ver desfilar a personajes bizarros, incomodos para la vista, no es algo muy atractivo. Pero, ese es el objetivo: provocar (no importa si es asco o repulsión, no todo tiene que ser deleite).

Yo también me preguntaba, "pero de qué va esto" y no encontré respuestas. Si todo tuviera lógica o argumento, sería muy aburrido el mundo. Pensemos por un momento que estamos sumidos en un sueño (para algunos será pesadilla y querrán despertar más rápido que otros), de esos sueños que rayan en lo ridículo, pero que te mantienen en vilo.

Recuerdo que en una ocasión acudí a una extrañísima función de teatro de calle, supe un carajo de qué trataba, todo me pareció incoherente e ilógico. Aún así, se generó en mí una especie de gusto culposo que no me permitía apartar los ojos del amorfo espectáculo. Un profesor que me acompañaba dijo: "Me fascina mucho lo que no entiendo". Estoy seguro que si alguna vez llega a ver "Gummo", dirá exactamente lo mismo.