Desde su debut en el cine, la escocesa Lynne Ramsay demostró ser una directora distinta, sobre todo en el 2011 cuando sacudió a propios y extraños con We Need to Talk About Kevin, una cinta que trata sobre los esfuerzos de una madre por criar a un hijo capaz de cometer actos atroces. Siete años después, la también guionista regresa con You Were Never Really Here, una adaptación de la novela homónima del neoyorkino Jonathan Ames, con la cual muestra nuevamente sus notables capacidades como realizadora.

La historia se centra en Joe, un perturbado ex marine que desde su niñez ha enfrentado todo tipo de situaciones traumáticas y violentas. Retirado, y quizás hastiado de cumplir con su deber de manera oficial, decide contratase como un investigador y asesino a sueldo especializado en rescatar a niñas que son víctima de trata de personas. Su abstracción de la realidad, interrumpida únicamente por la relación con su madre, le permite ser implacable y recurrir sistemáticamente a la violencia con tal cumplir con su trabajo. No obstante, al irrumpir en una red de prostitución infantil manejada por políticos del más alto nivel, la vida del mercenario y los de su entorno se verá amenazada como nunca antes.

Ramsay cuida de manera impecable su particular estilo de dirección, manejando las escenas de violencia de una forma extraordinaria sin caer en los clásicos excesos que solo buscan impresionar visualmente. Destaca en este punto una escena en la cual se presenta una secuencia grabada a través de las cámaras de seguridad de un edificio, la cual sin duda es la mejor de toda la cinta. De esta forma, más que una película acerca de venganza y corrupción, se trata de un filme centrado en el conflicto interno que vive el personaje, cuyos pormenores tendrá que ir descifrando el espectador a través de flashbacks que muestran su trágico pasado, proyectando de manera implícita cuales fueron los eventos que definieron su personalidad y lo motivaron a llevar una vida tan precaria.

Joaquin Phoenix (Walk the Line, The Master) realiza un magnífico trabajo interpretando a Joe, siendo capaz de transmitir los trastornos que sufre el protagonista y que de a poco parece asfixiarse en su propia realidad. Complementan el reparto la experimentada Judith Roberts (Eraserhead) como la madre de Joe y la joven Ekaterina Samsonov (Wonderstruck) quien con su papel de Nina demuestra contar con grandes facultades como actriz a pesar de su corta edad.

Aunque la calidad del trabajo de Ramsay en la dirección es indiscutible, su labor como guionista deja mucho que desear. Lo anterior debido a que, si bien mostró moderación adecuada en las escenas de violencia, no tuvo el mismo éxito con la inclusión de elementos surrealistas, los cuales por su acumulación generan confusión y no permiten que el filme cierre de forma adecuada. De esta forma, una vez que aparecen los créditos el público se queda con la sensación de que algo faltó, siendo incapaz de llevarse algo más que la actuación de Phoenix y un par de escenas bien logradas gracias a una buena conjunción entre dirección y fotografía.

De esta forma, se deja a la deriva una historia cuyos huecos no podrán ser llenados de manera satisfactoria por el espectador, quien abandonará la sala con preguntas que no podrán responderse porque la cinta no aporta elementos suficientes para llegar a una conclusión satisfactoria. Es así como, a pesar de sus virtudes, esta película dista mucho de ser un Taxi Diver moderno, comparación que además de ociosa carece de todo fundamento al tratarse de un largometraje que solo comparte ciertas referencias con la mítica obra de Scorsese.

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“Genio y figura”, Tommy Wiseau es un excéntrico productor, director, guionista y actor de cine quien guiado por su propia convicción hizo oídos sordos a aquellas voces que reiteradamente le decían que no contaba con el talento suficiente para triunfar en la industria y decidió hacer su propio largometraje. En el año 2003, lanzó The Room, un filme cuya realización costó alrededor de seis millones de dólares y fue catalogado como “la peor película de la historia”. La cinta es tan mala que empezó a posicionarse como una obra “de culto” entre los cinéfilos, quienes hasta ahora no saben si reír o llorar cuando organizan sesiones nocturnas para verla.

Inspirado en estos hechos increíblemente reales, James Franco (127 Hours) dirige y actúa una película sumamente divertida basada en el libro autobiográfico escrito por Greg Sestereo, un actor que relata cómo fue que conoció al enigmático Wiseau y lo siguió hasta hacerse su cómplice en la empresa de cumplir con su sueño de trascender en la industria del cine a como diera lugar. De esta forma, la cinta comienza con el encuentro entre ambos personajes mientras tomaban clases de actuación, hecho que marcaría el inicio de una amistad que llevaría al “dúo dinámico” a mudarse a Los Angeles para cumplir su sueño de ser artistas. Cansado de encontrar solo puertas cerradas y trabajos de poco perfil, Wiseau decide echar mano de sus ilimitados recursos monetarios para producir, dirigir y escribir su propio filme, en la cual tanto él como Sestereo tendrían los papeles protagónicos.

A pesar de que la trama parece ser absurda, el trabajo de Franco es excelente, permitiendo con su dirección que el espectador conozca a detalle las excentricidades del enigmático cineasta, así como todos los contratiempos que sus actores y equipo de producción tuvieron que sufrir a causa de éstas. Asimismo, con su interpretación de Wiseau permite despertar simpatía e incluso admiración por un personaje de quien se conoce muy poco acerca de su origen, edad y fortuna. La elección para el papel de Greg Sestereo no pudo ser mejor, ya que la química entre Dave Franco (Now You See Me, Nerve) y su hermano es evidente y permite que la historia fluya de forma extraordinaria. Destaca también la participación de Seth Rogen (This Is the End, Neighbors) como Sandy Schklair, un desesperado supervisor de guion que no se cansa de explicar todo lo que está mal en la cinta que intentan filmar.

Es de esta forma que The Disaster Artist resulta ser una película que divierte a su público sin mofarse de los hechos y personajes en los que se inspira, mostrándose más bien como un tributo para aquellos que persiguen sus sueños y buscan dedicarse a lo que les apasiona sin importarle la opinión de los demás. Tal vez sea este el motivo por el cual es notorio que el elenco disfrutó muchísimo durante la grabación, sensación que resulta evidente para un espectador que no dejará de reír con las inverosimilitudes que se presentan en la pantalla. Cabe mencionar que no es necesario haber visto previamente The Room (la cual se puede encontrar en YouTube) para disfrutar de esta experiencia cinéfila, ya que al final uno queda impresionado por la fidelidad entre la copia de Franco y la original de Wiseau cuando se muestran fragmentos de ambas para su comparación. Sin duda, si bien no terminará cargada de premios, ésta será una de las cintas más memorables del año.

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Después del éxito rotundo de Wonder Woman, película que logró convencer tanto a críticos como aficionados de los cómics, se esperaba que la buena racha de DC continuara con Justice League, la cual reuniría a los superhéroes más icónicos. Sin embargo, un sector de especialistas parece empeñarse en lapidar todo aquello que tenga la firma de Zack Snyder, aun cuando en esta ocasión por motivos personales tuvo que abandonar el proyecto y dejar el relevo a Joss Whedon, un viejo conocido del Marvel Cinematic Universe por dirigir The Avengers y Avengers: Age of Ultron.

Quizás sea que el espectro de la trilogía inspirada en Batman de Christopher Nolan ha condenado a toda aquella cinta que pretenda basarse en un superhéroe de DC para ser comparada con dicho parámetro, situación que evidentemente es un absurdo considerando que el británico lo que hizo fue más bien crear un propio universo basado en el hombre murciélago, sin tener necesariamente que apegarse a lo que cuentan sus historietas. De esta forma, la comparativa natural de los trabajos de Snyder es sin duda lo realizado por Marvel y, a pesar de lo que muchos quieran hacer ver (o vender), la realidad es que no existe gran diferencia entre unos y otros.

Ligada directamente con lo sucedido en Batman v Superman: Dawn of Justice, el filme inicia con un mundo desconcertado por la muerte de Superman en el cual el más preocupado es Batman, quien después de descubrir que una amenaza proveniente del espacio exterior se acerca a la Tierra deberá de reclutar a un grupo de seres extraordinarios para detenerla. De esta forma, con ayuda de Wonder Woman reclutará a Aquaman, The Flash y Cyborg para formar un equipo que sea capaz de salvar al planeta.

Mientras que el perfil de Batman como un héroe cansado que casi obligado tiene que asumir el papel de líder y el de Wonder Woman como una amazona idealista ya habían quedado claramente delimitados en cintas anteriores, en esta entrega el espectador podrá conocer al resto de los personajes. Así, las personalidades de cada uno quedan perfectamente delimitadas: Aquaman es rebelde e impetuoso, The Flash simpático e inocente y Cyborg es el renegado a quien rara vez se le verá sonreír. Mientras tanto, al villano Steppenwolf solo le basta con ser malo para cumplir con su función, justificando su bajo perfil cuando menciona el nombre de aquel que realmente está detrás de su perverso plan (detalle que tal vez pasó desapercibido para aquellos que no son fans de los cómics).

Una vez que se conoce a los protagonistas y antagonistas, la acción no cesa durante toda la película, con secuencias bien realizadas que entretienen a un público que solo busca disfrutar de una historia de superhéroes. Asimismo, la mano de Whedon se nota con la inclusión de elementos cómicos que aligeran la tensión de forma adecuada, siendo éste el cambio más significativo de lo que se había visto anteriormente en los filmes de DC. Por otra parte, y a pesar de que parece para muchos pasó desapercibida, destaca la excelente banda sonora, la cual además de ser de gran calidad apela a la nostalgia al incluir fragmentos del tema de Superman de John Williams y aquel que creó Danny Elfman para el Batman de Tim Burton.

En lo que se refiere a las actuaciones Gal Gadot confirma que el papel de Wonder Woman le queda a la perfección, mientras que Ben Affleck consciente o inconscientemente logra transmitir ese cansancio y desolación que rodea a su Batman. Por otra parte, lo mostrado por Jason Momoa (conocido por su participación en la serie Game of Thrones) y Ezra Miller (We Need to Talk Agout Kevin) dejan buenas expectativas para sus películas como Aquaman y The Flash en solitario. Además, un cuasi debutante Ray Fisher hace un buen trabajo como Cyborg, un personaje que si es bien llevado puede resultar en cosas interesantes. No obstante, quien otra vez queda a deber es Henry Cavill, demostrando que le cuesta mucho trabajo imprimirle personalidad al superhéroe más famoso e icónico de todos los tiempos.

Sin lugar a dudas, Justice League es una película que cumple con su cometido dentro de su género y que sin duda entretiene a su público. Sin embargo, el gran problema que tiene es que, al igual que su antecesora, nuevamente se siente como el prefacio de algo más grande. De esta forma, si se le compara directamente con las cintas de Avengers, las cuales siempre se presentan como el punto de inflexión de una serie de eventos relatados en entregas anteriores, el trabajo de Snyder una vez más queda a deber. Tal vez el gran error ha sido “comer ansias” para equipararse con Marvel y haber juntado a superhéroes de gran envergadura tan rápido para enfrentarlos con un villano de poca monta en lugar de haber desarrollado a cada uno de ellos de forma individual para después llegar a un “evento cinematográfico” que los juntara en una batalla épica en contra de alguien con mayor relevancia.

En conclusión, Justice League no es mala si se le juzga como un producto hollywoodense realizado con la finalidad de entretener al público, el problema es que llegó demasiado pronto. No obstante, la atinada aparición de los nuevos personajes y la segunda escena después de los créditos dejan abierta la puerta para desarrollar una serie de historias que sin duda serán capaces de satisfacer el gusto de los aficionados a los cómics, quienes a pesar de los críticos han disfrutado del universo cinematográfico inspirado en DC.

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En las carteleras mexicanas ha llegado la cinta con la cual Sofia Coppola ganó el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de Cannes, la cual es una adaptación de la novela de Thomas P. Cullinan y a la vez es un remake de una película homónima dirigida en 1971 por Don Siegel, protagonizada en esa ocasión por Clint Eastwood. En un intento de hacer justicia con la hija predilecta de Francis Ford, lo mejor es valorar su trabajo per se y evitar compararlo con la versión anterior, aunque aun así no se puede decir que su último filme sea del todo redondo.

La película tiene lugar en una escuela para señoritas ubicado en Virginia, en el cual dos institutrices han quedado aisladas junto con cuatro alumnas debido a la guerra civil estadounidense. La armonía y el orden implantado por Miss Martha se alteran abruptamente cuando una de las niñas encuentra a un soldado de la Unión herido de gravedad en el bosque y decide llevarlo al internado a pesar de los riesgos que conllevaría alojar a un “yanqui”. Inevitablemente, la presencia de un hombre convertirá en rivales a un grupo de mujeres, despertando en ellas deseos y pasiones que durante mucho tiempo estuvieron contenidas a causa de su irremediable confinamiento.

Si bien la premisa es excelente la ejecución no lo es del todo, puesto que la cinta se desenvuelve con un ritmo bastante lento que no logra enganchar al público, ni siquiera en aquellas partes en las cuales supuestamente ésta debería de alcanzar su clímax. De esta forma, con un excelente trabajo de fotografía y vestuario, Coppola consigue crear una atmósfera capaz de transmitir el sentimiento de aislamiento y de deseo contenido en sus personajes, pero falla en su intento de plasmar la tensión y el antagonismo que surge entre los personajes mientras, a su manera, intentan ganarse la predilección del soldado.

El grupo de mujeres que rivalizan entre sí está conformado principalmente por Nicole Kidman (The Hours, Lion), Kirsten Dunst (Marie Antoinette, Melancholia) y Elle Fanning (The Neon Demon) quienes interpretan a Miss Martha, Miss Edwina y Alicia, respectivamente. Las tres actrices realizan un excelente trabajo encarnando distintas facetas: al ser Martha la directora de la escuela, asume con recato su rol de líder y es capaz de controlar cualquier tipo de pasión contenida. Por su parte, Edwina es la segunda al mando con incontenibles pero mesurados deseos de liberación. Por último, Alicia es la joven estudiante en pleno desarrollo, quien no tendrá reparos en desatar sus inquietudes en cuanto surja la oportunidad. La “manzana de la discordia” es el cabo McBurney, interpretado debidamente por Colin Farrell (In Bruges, The Lobster), quien hace lo que puede con un guion incapaz de mostrar del todo la astucia y la virilidad de un soldado que pretende aprovecharse de la hospitalidad de las mujeres.

Es así como sutilmente, la directora presenta un dilema sexista: ¿Realmente el soldado es un seductor o fueron las mujeres quienes provocaron el entuerto? La aparición de McBurney no solo aporta la novedad de contar con una presencia masculina en casa, sino que se presenta como un recordatorio de que afuera existe un mundo del cual han permanecido aisladas y desconocen completamente, el cual tarde o temprano las alcanzará una vez que la guerra termine. Así, el incómodo visitante despertará tanto deseos como angustias en las inquilinas, quienes tendrán que tomar decisiones complicadas, e incluso radicales, con tal de lograr su supervivencia. En conclusión, se trata de un filme que a pesar de estar bien realizado carece de fuerza, aunque aun así es capaz de transmitir el mensaje de su historia.

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Las relaciones interraciales se hacen de nuevo presentes en cartelera; no obstante, mientras que el asunto fue tratado de manera excepcional en Get Out, en esta ocasión este hecho pasa totalmente desapercibido en una cinta que si bien prometía ser un thriller bastante interesante, deja mucho que desear por lo deficiente de su ejecución. De esta forma, la productora Denise Di Novi debuta en la dirección sin pena ni gloria con una película que quedará como una de tantas historias de celos y venganza con finales predecibles y cuasi-risibles.

Julia es una exitosa mujer redactora que por fin ha logrado dejar atrás un tortuoso pasado de abusos sufridos por su antigua pareja. Decidida a comenzar de nuevo, abandona la gran ciudad de San Francisco para irse a vivir a un pequeño poblado con David, su actual prometido. El reto de adaptarse a una nueva ciudad y ganar la aprobación de Lily, la hija del primer matrimonio de su novio, parecen ser poca cosa en comparación con lo que la joven ha vivido anteriormente. No obstante, todo se complica cuando aparece Tessa, la perfecta exesposa dispuesta a recuperar a su familia a como dé lugar aun cuando ello implique escudriñar en los antecedentes de su rival. Así, iniciará un juego de cazador-presa en el cual ambas serán llevadas hasta el extremo con tal de recuperar su vida y vencer a los males que las han perseguido durante tantos años.

Si bien la historia involucra temas relevantes tales como el abuso de pareja, rupturas familiares, traumas de la infancia, entre otros, el guion de Christina Hodson y David Johnson se queda bastante corto, presentando personajes unidimensionales con un desarrollo muy pobre que no deja más remedio que recurrir los clásicos clichés de películas de suspenso para llegar dando tumbos a un final absurdo. De esta forma, uno nunca llega a conocer las verdaderas aspiraciones ni motivos de los personajes dejándole muy poco a la audiencia una vez que aparecen los créditos.

Irónicamente apodada como “psycho Barbie” en la misma película, la Tessa de Katherine Heigl (mejor conocida por participar en Grey’s Anatomy y un sin número de chick flicks) es precisamente eso, una villana de plástico que no inspira miedo ni antipatía alguna, por lo que la actriz pierde una excelente oportunidad para asumir un papel totalmente distinto a aquellos a los que acostumbra interpretar. Por su parte, Rosario Dawson (Unstoppable, Seven Pounds) también queda mucho a deber como Julia, ya que no logra transmitir la complejidad de un personaje que está viviendo una experiencia bastante perturbadora. Mientras tanto, Geoff Stults (J. Edgar) y Cheryl Ladd (quien fuera Kris Munroe en la serie original de Charlie’s Angels hace bastantes años) cumplen funciones totalmente ornamentales como David y la madre de Tessa respectivamente.

Es así como tanto Heigl y Di Novi dejan pasar una inmejorable oportunidad para dar un giro a sus carreras y contar una historia sobresaliente, a pesar de que contaban con todos los elementos para ello. De esta forma, Unforgettable no le hace honor a su nombre, quedando condenada al olvido como una más de aquellas que “pudieron ser”.

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