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Críticas 314
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Columbo: Caution, murder can be hazardous to your health (Colombo: Cuidado, el asesinato puede ser perjudicial para la salud (1991), es un telefilm dirigido por Daryl Duke, segundo de la decima temporada y cincuenta y siete de la serie, anteriormente había dirigido La falsa alarma en 1990. En ocasiones el pasado vuelve sin previo aviso, rotundo en sus formas, junto a un inesperado y serio consejo de dimisión traído de la mano de George Budd Clarke (Peter Haskell), profesional de los medios resentido por un pasado de dudosa honestidad a cargo del protagonista Wade Anders (George Hamilton) profesional de los medios al igual que él, decide actuar.

Presentado el entorno profesional de nuestros protagonistas entre significativos planos generales, americanos y los importantes plano contraplano, nos ubicamos con otros profesionales del medio televisivo entre los cuales Maxine Jarrett (Penny Johnson Jerald) directora de programas, o el Asistente de Producción (Jim Jarrett). Entre las noticias y los temas propios en el espacio de Anders, trata de solucionar el viejo rencor, no llegando a ningún acuerdo, por lo que el presentador de éxito ha de encontrar una solución para liberarse de las amenazas de su colega Clarke quien al descubrir y conocer el material muy sensible decide actuar.

Arnie (Robert Donner) amigo de Budd Clarke, encontró la trastienda de su negocio, en una caja, el secreto del comprometido pasado de Anders. Al agravarse la preocupación y las alarmas, se aceleran los acontecimientos irremediablemente para uno de ellos reflejado en interesantes primeros planos del preocupado rostro del amenazado presentador con diversas tomas desde diferentes ángulos reflejando el creciente y alarmante grado de intranquilidad.

Así las cosas, como es de rigor, los ávidos espectadores asistimos entre diferentes planos junto al imprescindible, plano detalle, a la preparación y puesta en escena de la mortal acción, convirtiéndose en el germen que hace entrar en acción a Colombo (Peter Falk), quien con su desgarbada cotidianeidad visita al presentador de fama y protagonista Wade Anders que, a partir de alguna información conseguida lo relaciona con el deceso del vengativo George Budd Clarke.

El veterano olfato de Colombo le lleva a conocer diversos entornos de ambos personajes lo cual le aporta nuevas y valiosas informaciones que arrojará luz no solo en el caso del perjudicial asesinato, sino que también sobre el desconocido pasado de Wade Anders oculto durante tanto tiempo, para lo que el detective pone en práctica su insuperable plan de acción sobre el sospechoso principal. Los motivos y los hechos que se ponen al descubierto por las acciones de nuestro teniente de policía,llevan al descubrimiento de la inconfesable acción por la que tanto temía ser descubierto.

Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en siete ocasiones, otros personajes lo hacen en tres ocasiones, también cita Colombo a un sobrino suyo en una ocasión.
29 de septiembre de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los más de 40 largometrajes de José María Elorrieta (1921-1974) encontramos diferentes géneros cinematográficos: western, vampiros, aventuras, policiaco, o comedia, género este último en el que haría debutar como coprotagonista a Conchita Velasco en el metraje Muchachas en vacaciones (1958), película donde se alternan comedia e intriga de manera ágil, a lo que contribuyó el guión escrito por José Manuel Iglesias, Manuel Sebares y el mismo Elorrieta, que junto a la fotografía de Alfonso Nieva y la música de Fernando García Morcillo dan como resultado la entretenida película donde no faltan los ingredientes necesarios para crear tensión y misterio pasado por el filtro de la comedia, ofreciéndonos además la breve aparición de José Álvarez “Lepe” en la secuencia de la parada del bus.

Carmen Cerezo (Concha Velasco), Elena Pérez (Maria Piazzai) e Isabel Martín (Bárbara Varena), son tres dependientas de un centro comercial sobre las que recaen las ofertas de ejercer como modelos de pasarela en Mallorca. Don Luis (Conrado San Martín) director ejecutivo, y su tío Don Abelardo (Aníbal Vela), son los responsables de la idea, lo que acarrearán enredos y confusiones entre los protagonistas, además de los problemas creados por la torpe banda de lo ajeno: Enrique González (Antonio Casas) y sus dos compinches, dispuestos a todo para eliminar a una de las dependientas que pudo ver el rostro de uno de los atracadores del robo producido en el centro comercial.

Trasladada la acción a Mallorca y, tras alojarse en el hotel con la ayuda del Botones (José Mª Tasso “Tachela”, se nos presenta un idílico entorno social donde el glamour rodea y engatusa a las improvisadas modelos y al Modisto (Pastor Serrador), ignorando la presencia de sus maléficos perseguidores que consiguen introducirse en el acomodado mundo social. La suplantación, la irreal visión e incomprensibles confusiones que Carmen tiene de los atracadores, hacen dudar al grueso de la expedición sobre la cordura de Carmen Cerezo convencida de haber visto al maleante perseguidor que la quiere eliminar librándose así de testigos.

La vida social transcurre entre fiestas, pasarelas y convites, situaciones que facilitarán además, conocer a los futuros pretendientes de nuestras tres modelos. El desenlace de la situación se presenta de forma casual por medio de Emilio García (Manuel Zarzo), ayudante de Carmen en la sección de fotografía, acelerando así la solución al problema del robo en el centro comercial entre arriesgadas situaciones y el arreglo sentimental de algunos enamoramientos.

Película con secundarios de lujo para la época entre los cuales: Ángel Álvarez en la facturación de equipajes; Laura Valenzuela en la brevísima aparición como compañera de apartamento junto a Elena, los mencionado Lepe, Pastor Serrano, y José María Tasso, Erasmo Pascual como el tímido cliente, o Pepita Serrador como Miss Alicia Stanton, sin olvidarnos de Santiago y José Luis Moro, responsables de los animados títulos de crédito de este delicioso y urbanita metraje. Película entretenida con los ingredientes propios para la comedia de enredo y pasarela, de intriga, amor y aventuras, bien resuelta por su director José María Elorrieta.
18 de septiembre de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irrational man (2015) gira en torno a Abe Lucas (Joaquin Phoenix) y de su desmotivada existencia como profesor de filosofía. En su nuevo destino y con la mayor de las desganas, recibe la información necesaria para arrancar en su nueva universidad. Tras las presentaciones protocolarias conoce a la profesora Rita Richards (Parker Posey) insatisfecha en su matrimonio y claramente receptiva hacia Abe. El alumnado que asiste a sus clases es variopinto, todos con el propósito de estudiar y entender la vida desde la filosofía y su afectación al común de los mortales.

Jill Pollard (Emma Stone), es una de sus mejores alumnas con la que no tardará en tener dialogo y amistad a partir de los trabajos presentados por Jill, estableciéndose una relación en constante evolución emocional y afectiva. Roy (Jamie Blackley) es el novio de Jill, a quien le desagrada la creciente amistad de Jill con Abe, convirtiéndose en tema de conversación entre la comidilla del campus.

Allen centra la película en la casual escucha de una dolorosa conversación entre un grupo de desconocidos sobre la custodia de los hijos que por decisión de un juez concederá al marido por amistad de este con el abogado que lo defiende, un cúmulo de decisiones que sublevan los principios morales de Abe, tomando una severa decisión que afectará a todos.

La duda, la sospecha, la razón o la justificación se convierten repentinamente en temas capitales cargando las consciencias involucradas de diferente manera, poniendo en duda los juicios morales y filosóficos que merodean las clases de Abe.

Una trama bien hilvanada por Woody Allen donde juega con el azar, consiguiendo introducir la ironía de la suerte desde la fortuna y desde la desgracia. Las casualidades convierte las sospechas crecientes de Jill sobre Abe en algo sustancial y definitivo después de haber mantenido conversaciones con el padre y la madre de Jill (Ethan Phillips y Betsy Aidem), así como con su amiga April (Sophie von Haselberg), casual testigo de importantes incidentes en la enredada trama que Jill trata de desentrañar.

Los afectos y los buenos modales desaparecen de la oscura personalidad del profesor de filosofía dejando salir al acorralado Abe. La solución a la incógnita, la sospecha y la confirmación de los peores temores de Jill sobre Abe, brotan repentinamente con la suerte como protectora del inesperado aunque sospechado final ético y moral Abe versus Jill.

Pocas veces hemos visto a un Allen tan comprometido con los planteamientos filosóficos y tan distantes de sus aseveraciones como en Irrational man, anteponiendo el primitivismo humano a la razón. Lejos, muy lejos quedan bufones, enamorados conquistadores, indecisos personajes, guerreros pacifistas, cobardes oportunistas o, indecisos amantes entre un largo, largo desfile de personajes que como en Zelig mutan por empatía en los que le rodean. Así mutó Jill, solo que de forma insospechadamente negativa.
17 de agosto de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que en 1965 Woody Allen escribiese guiones para el cine, y anteriormente chistes y relatos cortos, sus personajes protagonistas derivaban claramente hacia caracteres muy definidos maximizando sus peculiaridades: él mismo en Lily la tigresa (1966) presentándose a la cámara con mucha seguridad y más vehemencia aclarando ‘el experimento’ presentado; Linda (Diane Keaton) en Sueños de un seductor(1972), mostrando todo un repertorio en el gesto y la actitud con un personaje emocionalmente variable y convincente, o el comedido marido sin aparentes problemas Elliot (Michael Caine) en Hannah y sus hermanas (1986). Actitudes y personajes creíbles, que comulgan con la cámara, llenan el mágico rectángulo de la pantalla, convencen al espectador y hacen creíble el guión, el personaje y la película. Algo menos logrado en parte, nos encontramos en Todo lo demás (2003).

Los dos personajes principales que Woody Allen nos muestra: Jerry Falk (Jason Biggs) y Amanda (Christina Ricci) recuerdan en sus intervenciones las escenas de casting y ensayo que pudimos ver en una de las escenas finales de Annie Hall (1977) donde se escenificaba el final ideal de Annie y Alvy. En Jerry y Amanda, hay demasiada contención en ambos personajes, mucho estiramiento, inseguras replicas, actuaciones que se van a los extremos por exceso o por defecto en actitudes no demasiado implícitas con los personajes que representan. Algo más creíble es la intervención de Paula (Stockard Channing) madre de Amanda, ruidosa, nada discreta, bulliciosa y poco respetuosa con la intimidad, así como la del adormilado Psiquiatra (William Hill) que lleva los asuntos emocionales de Falk.

Los otros dos personajes en liza: Harvey Wexler (Danny DeVito) y David Dovel (Woody Allen), encajarían en el carismático grupo de los convincentes, representan dos personajes pretenciosos y cargados de hábitos y prejuicios comunes: Harvey es el agente representante de Jerry que normalmente no consigue nada y le cobra un alto precio por sus servicios que raramente se cumplen. Es acaparador, se cree que domina el mercado, luce de contactos profesionales, cuando en realidad solo tiene un representado al que le presta la mínima atención, ganando sus elevados porcentajes con el mínimo esfuerzo. Dovel es el experimentado escritor de vuelta por la experiencia acumulada, vengativo sin remisión con los que abusan de sus mayorías brutas, y atento mentor del inseguro Jerry que no ha aprendido a decir no, de donde le vienen los problemas de convivencia con su liberal novia y la aprovechada inquilina temporal de la madre de Amanda.

En conjunto, Todo lo demás, podríamos considerarla como una película de paso sin otras pretensiones que no sean admiración y respeto profesional al elenco por todos los papeles representados, algo estirados en algunos casos y, sabidos o mecanizados en otros, por experiencia o por implicación. Woody Allen no pierde oportunidad para regalarnos magníficas actuaciones musicales de artistas invitados como Itzhak Perlman y Navah Perlman en Todos dicen I love you (1996), o la brillante Diana Krall en la película que nos ocupa, además de la excelente selección de su banda sonora y poco más.
27 de julio de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los USA en zona rusa (1994) es un telefilm cómodo, sin largo metraje expansivo más allá de una embajada algún interior oculto y exteriores que no van más allá de un raquítico porche con grandes acumulaciones de fieles soldados de régimen totalitario que solo debe dejar pasar el tiempo para cazar a los supuestos espías turistas americanos por haber fotografiado (desde la ignorancia) zonas prohibidas.

Walter Hollander (Woody Allen) es el híper neurótico padre de familia que se ahoga en un suspiro, su atropellada manera de dirigirse a los demás le pierde, sentirse americano le endurece en las exigencias, reclamando derechos y atenciones no realizables en el entorno al que llegó por imprudente. Padre de la singular familia nos muestra, en un desorbitado muestreo de virtudes y carencias de sus componentes, aspectos sociales más cercanos al forzado chascarrillo que al encadenamiento lógico de situación. Marion Hollander (Julie Kavner) es la paciente y compasiva esposa de Walter, nuestro neurótico turista. Su felicidad máxima se reduce a abrillantar suelos, lavar y planchar ropa y hundirse en la felicidad que su asumido destino como ama de casa le ha otorgado.

Susan Hollander (Mayim Bialik) es la modosa hija respetuosas con los deseos de su padre al concederle el deseo de casarse con un dermatólogo y tenerlo como futuro cuñado ¿habrá mejor suerte para un hipocondriaco? ¡Un medico en la familia! perfecto para un compulsivo padre que lleva hasta la exasperación a quien le rodea; pero, la situación en la que vive la familia en la embajada, hará que los deseos de Walter sufran algún cambio. Axel Magee (Michael J.Fox), es el torpe diplomático de carrera y embajador en funciones en ausencia del titular (su padre) en viaje diplomático a su país. Las atropelladas actuaciones del meritorio aspirante a la diplomacia, no deja indiferente al curtido veterano en la guerra fría Mr. Kilroy (Edward Herrmann), astuto político cuya labor, siempre en segundo plano, no deja de ser efectiva y necesaria para que Axel pueda solucionar los imprevistos políticos en la embajada.

El Padre Drobney (Dorm DeLuise) es el cuasi eterno animador oficial de la embajada, refugiado de larga duración y amante de la magia, del truco y de la prestidigitación, algo torpe pero voluntarioso como destroza corbatas y apagafuegos, no pierde ocasión para mostrar sus torpes cualidades a los Hollander, ocasionales visitantes hasta no se sabe cuándo. El chef Oscar (Austin Pendleton) es el cocinero de la embajada, excéntrico como el mago del lugar, odia que utilicen su espacio profesional, sintiéndose ofendido en todo momento pues sus propuestas gastronómicas no cuelan. El embajador Magee (Josef Sommer), es el torpe trepa que busca una oportunidad en la administración central, dejando al inepto de su hijo al cargo de una embajada cada vez más enmarañada, con recepciones de sospechosos infiltrados, y soluciones sorprendentes que llevarán el problema por la vía de la solución.

Telefilm sobrecargado del gestual repertorio Allen, donde por más movimiento de cámara que se produzca, no nos hace olvidar que estamos ante un rectángulo con telón y un patio de butacas, más sobrio que el conjunto de histerismos, confusiones, empujones, balbuceos, tropelías, infantiles torpezas y, excesiva magnificación del absurdo prescindible. El empacho de los entrecortados balbuceos de nuestro protagonista principal elevados a la insoportable saciedad x diez, convierte a Los USA en zona rusa, en un repertorio de reiterados tics del elenco gracias a un guión que podría haber tenido un trato menos histriónico en Hollander y más cinéfilo en su conjunto. A pesar de todo, el atrevido cineasta hijo de Brooklyn, jamás deja de trabajar, de experimentar, de encontrar nuevas ideas a partir de sus inseparables notas que siempre le acompañan llevándole a nuevas propuestas, a nuevas realizaciones.
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