La película es entretenida, dinámica y con ritmo, además posee ese punto sentimental y melancólico en las escenas justas y precisas, rasgo propio e inconfundible de los filmes de Pixar. Sin duda alguna una producción acertada, que no defraudará a la mayoría de su público. No obstante, ésta no consigue estar a la altura de las grandes obras de la productora, quizás porqué le falta ese punto hechizante imprescindible para las películas de su género.

Existen dos partes en este film, la primera de ellas ordinaria y corriente, donde nada brilla, nada destaca. Pero de repente, la película da un vuelco y explota la segunda parte. A diferencia de la anterior, en ésta todo se deviene un espectáculo excelso, colorido y sentimental, erigido a través de escenas realmente mágicas. Además, la presencia de una concepción metafísica de la propia historia le otorga un punto reflexivo e interesante, elemento imprescindible en cualquier buena película.

A menudo una cinta infravalorada y dejada de lado, craso error. Este filme aguarda una historia apasionante, ruda e incisiva, siguiendo el particular estilo creado por su antecesora. El desarrollo del film es estupendo, consolida ese mundo post-apocalíptico sublime que parecía asomarse en su primera parte y termina por generar ese fantástico y atípico protagonista llamado Max. Extrañas andanzas violentas en un tosco y desconocido entorno, que se devienen sorprendentemente gratas.

El filme roza la magnificencia de principio a fin, la narración de la historia es eléctrica y terriblemente dinámica, consiguiendo que el visionado se convierta en pura intriga. El argumento es bastante original y los actores están altamente acertados, pero sin ninguna duda, la excelencia de la película reside en la forma en que ésta es contada.

No es una historia extraordinaria, ni grandiosa, a decir verdad no parece ni atractiva, pero por lo menos es original. De principio a fin consigue mantener una intriga permanente y viva, que hace que uno forme parte del plan, desde su gestación hasta la ejecución del mismo, donde finalmente el film consigue realzarse y alcanzar una fugaz brillantez.