You must be a loged user to know your affinity with Repoman
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,2
15.578
7
9 de noviembre de 2022
9 de noviembre de 2022
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que dicen todos: dos películas en una. Hasta que se devela el misterio, es excelente; más luego, cae a la categoría "terror genérico de la N", pero lo mismo se deja ver che, ni tanto.
La primer hora de película es puro miedo y suspenso, construidos sobre una base de acontecimientos totalmente creíbles y anclados en la realidad. Síntesis narrativa, ritmo en el montaje, y muchísimo tino en la puesta y guión, logran que una idea más que sencilla como la de compartir techo con un desconocido, o descubrir una puerta misteriosa, eleven al director y guionista Zach Cregger a la categoría de Maestro del Terror.
La segunda mitad, por así decirlo, en la que los misterios ya tienen cierta explicación y presencia física acabada, se vuelve un tanto mediocre. El terror a lo desconocido es reemplazado por acción y supervivencia, tal como sucede en las películas de James Wan -pero sin la pericia fotográfica ni el desborde frenético de éste- o en las de Jordan Peele. De todos modos, termina de redondear una buena experiencia.
Película sin grandes pretensiones, sencilla, cumplidora. Aún así, se las ingenia para entroncar con ciertas nociones feministas sobre la violencia machista, haciendo maquinar nuestros prejuicios en favor del miedo.
Recomendable para todos, menos los amargados de siempre. Y a quien le haya gustado, recomiendo también el clásico de culto Sub-humans, también conocida como Raw Meat o Death Line.
La primer hora de película es puro miedo y suspenso, construidos sobre una base de acontecimientos totalmente creíbles y anclados en la realidad. Síntesis narrativa, ritmo en el montaje, y muchísimo tino en la puesta y guión, logran que una idea más que sencilla como la de compartir techo con un desconocido, o descubrir una puerta misteriosa, eleven al director y guionista Zach Cregger a la categoría de Maestro del Terror.
La segunda mitad, por así decirlo, en la que los misterios ya tienen cierta explicación y presencia física acabada, se vuelve un tanto mediocre. El terror a lo desconocido es reemplazado por acción y supervivencia, tal como sucede en las películas de James Wan -pero sin la pericia fotográfica ni el desborde frenético de éste- o en las de Jordan Peele. De todos modos, termina de redondear una buena experiencia.
Película sin grandes pretensiones, sencilla, cumplidora. Aún así, se las ingenia para entroncar con ciertas nociones feministas sobre la violencia machista, haciendo maquinar nuestros prejuicios en favor del miedo.
Recomendable para todos, menos los amargados de siempre. Y a quien le haya gustado, recomiendo también el clásico de culto Sub-humans, también conocida como Raw Meat o Death Line.

5,4
1.524
4
29 de junio de 2022
29 de junio de 2022
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre se celebra una nueva película argentina de suspenso, con poquito, la gente la disfruta. Esta no es la excepción y viene batiendo records en la plataforma de la N. Pero, a no engañarse, esto no es ni parece Argentina. La ira de dios es una producción de Netflix que compone un universo, diálogos, realidades, escenarios e imaginario totalmente genéricos. Parece transcurrir en la república de Netflix, país imaginario en donde no existe Mar del Plata ni Villa Gesell, si no, simplemente "la casa en de la playa". Todo parece un clon genérico del mundo real que conocemos. Si seguimos así, no faltará mucho para reemplazar con robóticas animaciones, la filmación de actores humanos en un set. Los textos sufren de la misma carencia de vida, y en boca de la poco ducha actriz principal, ofrecen una primer media hora dolorosa de ver.
Luego, los giros de guión, el suspenso más o menos bien llevado. Los diálogos entre Juan Minujín y Diego Peretti. El avance de la trama a paso firme y constante. La distribución de información con los característicos saltos temporales de los que abusa Schindel. El minimalismo de una puesta en escena que no aporta pero tampoco jode. Todos elementos que levantan un poco el interés, hacia un final que genera cierta expectativa.
PD 1: Dicen que el cine de terror refleja los miedos y obsesiones contemporáneas, y en eso, me cansa (y preocupa) la cantidad de producciones de Nfx en donde el monstruo es un simple hombre adulto heterosexual.
PD 2: Tremendo retroceso artístico de un director que supo transmitir profundidad y realismo en una historia de suspenso como El Patrón, hacia esta gelatina sin sabor anclada en el no-mundo de Netflix.
Luego, los giros de guión, el suspenso más o menos bien llevado. Los diálogos entre Juan Minujín y Diego Peretti. El avance de la trama a paso firme y constante. La distribución de información con los característicos saltos temporales de los que abusa Schindel. El minimalismo de una puesta en escena que no aporta pero tampoco jode. Todos elementos que levantan un poco el interés, hacia un final que genera cierta expectativa.
PD 1: Dicen que el cine de terror refleja los miedos y obsesiones contemporáneas, y en eso, me cansa (y preocupa) la cantidad de producciones de Nfx en donde el monstruo es un simple hombre adulto heterosexual.
PD 2: Tremendo retroceso artístico de un director que supo transmitir profundidad y realismo en una historia de suspenso como El Patrón, hacia esta gelatina sin sabor anclada en el no-mundo de Netflix.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En mi caso, hubiera preferido el final abierto, sin la explicativa resolución de la última escena. Tendría que haber terminado con "ella" tirándose desde el palco y ya, sin dilucidar del todo quien fue el verdadero asesino/a y/o instigador.
8
11 de junio de 2024
11 de junio de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esto habiéndome enterado hace poco la existencia de esta película, en relación al recién estrenado documental que se hizo al respecto. Documental que todavía no tuve la suerte de ver, aclaro.
La encaré con curiosidad, a sabiendas ya de la gracia reinterpretativa, del fanatismo del autodenominado "grupo de apreciación", del dudoso epíteto de "mejor peor película de la historia", o incluso el de "The Room" argentina; pero temiendo, a su vez, que se tratara de algún nuevo record de esnobismo, sabiéndome impermeable a ese tipo de actitudes porque, para mi está bien claro: el consumo irónico no existe. Lo que te gusta consumir, te gusta y ya. No hay ironía en el placer de hacer algo. En todo caso, a veces resulta misterioso entender por qué nos gusta lo que nos gusta. Y cuando aquello que nos gusta, no se ajusta a los parámetros racionales que tenemos para señalar virtudes, aparece el intelectualismo berreta ese del "consumo irónico". Y la dificultad, a la hora de explicar, aumenta cuando se trata de una película, porque el cine es un arte en el que confluyen escrituras de varios, actuaciones de varios, artes plásticas y visuales, músicas originales o elegidas, en fin, diversas aristas de distintos artistas. Y tal vez por eso los resultados siempre son azarosos, las películas funcionan o no, independientemente del buen o mal desempeño de cada uno de los artistas que intercedieron. El resultado es mucho más que la suma de las partes, y en este caso, parece, aquello que resta también suma, muchísimo.
Creo que Un Buen Día tiene un buen argumento, bien redondeado y una entre prolija y virtuosa fotografía en exteriores. Es una peli redonda, que te saca a pasear por esa bahía soleada, por ese buen día del título, y, sobre todo, por esos personajes que condensan sus historias de vida en un encuentro antológico. La película se planta, queriendo decir y expresar un montón de ideas, que logra trasmitir con desvergonzado atropello y seguridad de sí. Resulta entonces encantadora, corazonuda y tan valiente como incorrecta. Las malas actuaciones no la hieren, por el contrario, le aportan una comicidad extraña, y los textos bochornosos, con descarada pretensión de profundidad, le otorgan al total ese aire de originalidad pavorosa, que se te mete en el cuerpo y te hace vibrar de vergüenza y emoción. La brutalidad sentimental de los acontecimientos, revelaciones y declamaciones son golpes a la mandíbula que te dejan boquiabierto, y que terminan desnudando unas tiernas ansias de amar, una vez más o, aunque sea, una última vez. "El tiempo es todo el tiempo", o incluso "hacer el amor es un orgasmo al alma" son el tipo de animaladas en las que incurrimos cuando estamos enamorados. Son goles al ángulo en un guion de una solemnidad irresistiblemente encantadora.
Un párrafo aparte para el personaje interpretado por Aníbal Silveyra. Todo humildad y valiente amor propio. Total ternura, desnudez y nobleza. Encarna él mismo la belleza de la obra con su encantadora pureza infantil. Resulta exactamente lo opuesto al desagradable Tommy Wiseau de The Room, a quien nadie querría de amigo. A Silveyra, en cambio, dan ganas de abrazarlo para siempre.
Una obra sublime, que sólo puede lograrse dejándolo todo, diciéndolo todo, a corazón abierto y, sobre todo, inocentemente.
La encaré con curiosidad, a sabiendas ya de la gracia reinterpretativa, del fanatismo del autodenominado "grupo de apreciación", del dudoso epíteto de "mejor peor película de la historia", o incluso el de "The Room" argentina; pero temiendo, a su vez, que se tratara de algún nuevo record de esnobismo, sabiéndome impermeable a ese tipo de actitudes porque, para mi está bien claro: el consumo irónico no existe. Lo que te gusta consumir, te gusta y ya. No hay ironía en el placer de hacer algo. En todo caso, a veces resulta misterioso entender por qué nos gusta lo que nos gusta. Y cuando aquello que nos gusta, no se ajusta a los parámetros racionales que tenemos para señalar virtudes, aparece el intelectualismo berreta ese del "consumo irónico". Y la dificultad, a la hora de explicar, aumenta cuando se trata de una película, porque el cine es un arte en el que confluyen escrituras de varios, actuaciones de varios, artes plásticas y visuales, músicas originales o elegidas, en fin, diversas aristas de distintos artistas. Y tal vez por eso los resultados siempre son azarosos, las películas funcionan o no, independientemente del buen o mal desempeño de cada uno de los artistas que intercedieron. El resultado es mucho más que la suma de las partes, y en este caso, parece, aquello que resta también suma, muchísimo.
Creo que Un Buen Día tiene un buen argumento, bien redondeado y una entre prolija y virtuosa fotografía en exteriores. Es una peli redonda, que te saca a pasear por esa bahía soleada, por ese buen día del título, y, sobre todo, por esos personajes que condensan sus historias de vida en un encuentro antológico. La película se planta, queriendo decir y expresar un montón de ideas, que logra trasmitir con desvergonzado atropello y seguridad de sí. Resulta entonces encantadora, corazonuda y tan valiente como incorrecta. Las malas actuaciones no la hieren, por el contrario, le aportan una comicidad extraña, y los textos bochornosos, con descarada pretensión de profundidad, le otorgan al total ese aire de originalidad pavorosa, que se te mete en el cuerpo y te hace vibrar de vergüenza y emoción. La brutalidad sentimental de los acontecimientos, revelaciones y declamaciones son golpes a la mandíbula que te dejan boquiabierto, y que terminan desnudando unas tiernas ansias de amar, una vez más o, aunque sea, una última vez. "El tiempo es todo el tiempo", o incluso "hacer el amor es un orgasmo al alma" son el tipo de animaladas en las que incurrimos cuando estamos enamorados. Son goles al ángulo en un guion de una solemnidad irresistiblemente encantadora.
Un párrafo aparte para el personaje interpretado por Aníbal Silveyra. Todo humildad y valiente amor propio. Total ternura, desnudez y nobleza. Encarna él mismo la belleza de la obra con su encantadora pureza infantil. Resulta exactamente lo opuesto al desagradable Tommy Wiseau de The Room, a quien nadie querría de amigo. A Silveyra, en cambio, dan ganas de abrazarlo para siempre.
Una obra sublime, que sólo puede lograrse dejándolo todo, diciéndolo todo, a corazón abierto y, sobre todo, inocentemente.

6,4
8.712
5
27 de mayo de 2020
27 de mayo de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta ficción intimista, intenta reflejar la confusión y dificultad psíquica por la que atraviesa una chica que acaba de ser víctima de una secta. La prota en cuestión, según vemos al comienzo de la cinta, escapa de la comunidad y da a parar a la casa de su hermana y su cuñado. El montaje mezcla imágenes de la vida en la secta, contagiándonos la propia confusión post trauma que atraviesa la chica. Sin duda, estamos en su cabeza, pero incluso, ni tanto. Porque los dramas familiares que motivaran que Martha Marcy May Marlene vaya a parar a una comuna de hippies violadores, apenas se sugieren. Es decir, al igual que ella, no sabemos qué pensar. Esa confusión es toda la película, basicamente. No hay mayor información, como tampoo hay acciones que impulsen el argumento. Solo algunas pistas de la frágil situación en la que se encuentra Martha.
Por otro lado, la vida en la secta es un compendio bastante flaco de lugares comunes: jipis cosechando. jipis cantando en grupo. jipis poniéndole los puntos a otros jipis. Jipis drogando a otros jipis para motivar la orgía. Jipis teorizando pavadas. Eso si, todos bastante lindos y jóvenes. Y a juzgar por la buena de Martha, también bastante privilegiados. Vamos, que el dinero no asegura la felicidad, pero esa casota en el bosque, frente a un lago, no parece una dura realidad de la que escaparse para ser esclavo sexual de un charlatán (sin duda, el líder sectario menos lúcido de la historia del cine).
En fin, que la confusión y la fragilidad sicológicas están bien llevadas. Sin embargo, los ávidos buscadores de ficciones sobre sectas tendrán una gran desilusión.
Por otro lado, la vida en la secta es un compendio bastante flaco de lugares comunes: jipis cosechando. jipis cantando en grupo. jipis poniéndole los puntos a otros jipis. Jipis drogando a otros jipis para motivar la orgía. Jipis teorizando pavadas. Eso si, todos bastante lindos y jóvenes. Y a juzgar por la buena de Martha, también bastante privilegiados. Vamos, que el dinero no asegura la felicidad, pero esa casota en el bosque, frente a un lago, no parece una dura realidad de la que escaparse para ser esclavo sexual de un charlatán (sin duda, el líder sectario menos lúcido de la historia del cine).
En fin, que la confusión y la fragilidad sicológicas están bien llevadas. Sin embargo, los ávidos buscadores de ficciones sobre sectas tendrán una gran desilusión.

7,0
6.648
5
12 de junio de 2024
12 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdón que disienta, he visto este clásico con muchísimo entusiasmo, pero desgraciadamente lo hice en un doble programa junto con una de las obras góticas de Mario Bava llamada Operazione Paura, y realizada un poco a semejanza de producciones de la Hammer como ésta.
Entiendo que las comparaciones son odiosas, y en este caso totalmente caprichosa. Incluso hay que señalar que ésta es del 58 y la otra del 66; sin embargo, la distancia que saca Mario Bava en la oscuridad del tono, en la puesta en escena, en la exagerada propuesta expresionista, en el acabado pictórico, en el mal rollismo de los acontecimientos que se narran, y un largo etcétera, aniquila por completo lo realizado aquí por Terence Fisher.
Bava propone un universo repleto de personajes interesantes y llenos de vida, totalmente aterrados por una niña; mientras que Fisher nos trae a un Drácula (visualmente estupendo, icónico, personificado por el gran Christopher Lee, con escaso tiempo en pantalla) que se la pasa huyendo de un simple humano.
Drácula es una película que transcurre durante el gótico victoriano, al igual que las de Bava Operazione Paura o La Frusta e Il Corpo; pero estas, a diferencia de aquella, SON obras góticas en sí mismas.
En fin, no digo que Drácula sea una mala película, pero tampoco puedo hacer como que nunca vi las joyas de Bava, similares en temática y producción y cercanas en el tiempo, pero a las que las separa un abismo. Un oscuro, misterioso y aterrador abismo.
Entiendo que las comparaciones son odiosas, y en este caso totalmente caprichosa. Incluso hay que señalar que ésta es del 58 y la otra del 66; sin embargo, la distancia que saca Mario Bava en la oscuridad del tono, en la puesta en escena, en la exagerada propuesta expresionista, en el acabado pictórico, en el mal rollismo de los acontecimientos que se narran, y un largo etcétera, aniquila por completo lo realizado aquí por Terence Fisher.
Bava propone un universo repleto de personajes interesantes y llenos de vida, totalmente aterrados por una niña; mientras que Fisher nos trae a un Drácula (visualmente estupendo, icónico, personificado por el gran Christopher Lee, con escaso tiempo en pantalla) que se la pasa huyendo de un simple humano.
Drácula es una película que transcurre durante el gótico victoriano, al igual que las de Bava Operazione Paura o La Frusta e Il Corpo; pero estas, a diferencia de aquella, SON obras góticas en sí mismas.
En fin, no digo que Drácula sea una mala película, pero tampoco puedo hacer como que nunca vi las joyas de Bava, similares en temática y producción y cercanas en el tiempo, pero a las que las separa un abismo. Un oscuro, misterioso y aterrador abismo.
Más sobre Repoman
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here