Cuando se me viene a la mente el nombre de Robert Zemeckis, lo asocio con solo una película verdaderamente buena, la no antigua 'Flight' (El Vuelo), protagonizada por el oscarizado Denzel Washington; -una delicia de actor,-. Luego recuerdo que también tiene otra, la más famosa (y la más aclamada) 'Forrest Gump', largometraje que en efecto es bueno e interesante, pero que no lo sitúo a la talla de obra mayor, y de ahí que tarde más tiempo en recordarla como buen ejercicio. Me parece sobrevalorada, al igual que esta. A la una la he puesto un 7 y a la otra un 2, pero bueno, eso ya son detalles secundarios.

Se barajan dos interpretaciones posibles de lo ocurrido acerca en el final, que 'la mala' fuese la hermana gorda de Mima, o que todo fuese en realidad una imaginación fruto del trastorno de personalidad múltiple de esta, siendo para mí la primera opción la que más fuerza coge. No obstante en ninguno de los casos se logra esclarecer la exactitud de lo acaecido, lo único que podría dotar algo de sentido a esta sucesión de confusos e inconexos entre sí, episodios, es la posibilidad que se deja en el aire de que lo que es ficción (Mima, chica violada que asesina a los implicados) es realidad, y viceversa, que Mima se imagina que está haciendo una serie (cuando la supuesta realidad es que es actriz) para, de este modo, justificar sus crímenes. Entonces, el interés radica en el trastorno psicológico de Mima. No obstante, la expectación por esta parte también es nula debido a la inexistente cohesión entre los acontecimientos. Si bien el largometraje se sigue con cierta tensión por saber qué es lo que realmente ocurre, el demente desenlace (esa sanguinolenta pelea entre Mima y la hermana gorda clavándose cristales y cortándose y con un montón de sangre brotando de todas partes, ¡menuda barbaridad!, no parece ser gestada por una mente del todo cabal) terminan por poner el énfasis en lo ininteligible, lejos de ofrecer aclaraciones, siendo el cero por tanto por la solución absurda. En cualquier caso no me entusiasma.

No obstante esa no es la trama principal, sino los cimientos para elaborar la trama de corrupción. Pero a mi me interesan más los agentes, que personas con dolencias físicas y secuelas psicológicas continúen en el cuerpo y sobre todo el buenismo que gracias a hábiles subterfugios logra residir en la serie. Por ejemplo, el antidisturbio más incorrecto es el personaje de Patrick Criado, se hacen alusiones subliminales a su posible simpatización con la extrema derecha, lo suficiente para generar esa impresión al espectador, pero es algo que nunca se concreta. Además, es sin duda es el personaje más tronado e incorrecto del pelotón, pero aún así nos lo dejan como un buen profesional, que cuenta con una mínima capacidad de raciocinio, sentido común y noción de las cosas. Perfiles más negativos (por ejemplo, los que estén en ese trabajo solamente para abrir cabezas) por tanto no existen. Con los negros pasa igual, se desliza su condición violenta, salvaje y beligerante, pero los vecinos del barrio de Lavapiés no tienen queja sobre ellos, y en lo que es el asunto gordo, al revolucionario de color fallecido se le habían atribuido antecedentes penales falsos. ¡Qué casualidad! Es decir, la serie da muestras de que en realidad ni son agresivos ni dan problemas ni hacen nada ilegal (robos, usurpaciones), quizá con la intención de desviar la atención hacia los ladrones a los que le interesa poner en el punto de mira. Serie que se sucede en el tiempo, su transcurso abarca varios meses, lo que a mí me sucede es que no siempre encuentro clara la proyección de las consecuencias que amenaza continuamente a los personajes. Cuenta con secundarios interesantes (el antiguo policía metido a detective privado anónimo) y todo apunta a la existencia de una segunda temporada. Mínimamente entretenida, algo repetitiva, no me ha mantienido en tensión constante a diferencia de lo que manifiestan algunos.