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Críticas 157
Críticas ordenadas por utilidad
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7 de mayo de 2016 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marvel inicia la Fase 3 de su Universo Cinematográfico y lo hace con la misma dupla de directores que se hizo cargo de la que es, hasta hoy, la mejor cinta de la fábrica para los fanáticos y la prensa especializada, ‘The Winter Soldier’ (2014): Anthony y Joe Russo. Y el resultado, de nuevo, es más que satisfactorio. Vale decir de entrada que el título de ‘Civil War’ obedece al cómic del mismo nombre, pero no es en ningún caso una adaptación fidedigna y no va más allá del argumento central y ciertas referencias.

Concebida como el cierre de la trilogía del Capitán América, la cinta nos sitúa meses después de lo sucedido en ‘Age of Ultron’ (2015). Tras un fallido atentado en la ciudad de Lagos en Nigeria, los Vengadores son cuestionados por el Gobierno y se les obliga a aceptar (o no) el someterse al control y a la fiscalización de sus acciones por parte de la ONU. Por otra parte, Bucky Barnes (Sebastian Stan), el Soldado de Invierno, está de regreso, pero programado como una máquina de matar. Estos dos hechos polarizan al grupo de superhéroes, formándose dos bandos, liderados por Iron Man (Robert Downey Jr.) y el Capitán América (Chris Evans), mientras intentan detener a Helmut Zemo (Daniel Brühl), quien busca venganza tras un hecho del pasado.

La dupla Russo confirma con este filme que el éxito de ‘The Winter Soldier’ no fue casualidad, ya que estamos en presencia de la que, probablemente sea la película más entretenida y más redonda de superhéroes jamás hecha para el cine, junto a la citada. Marvel presenta su película Nª 13 de este gran Universo y reafirma su fórmula, convertido a estas alturas casi en un nuevo género cinematográfico impuesto, con una cinta muy coherente en todo su desarrollo, fácil de digerir, con una gama de personajes que, aunque conocidos, tienen, tanto de manera independiente como conjunta, sus momentos y presentaciones en pantalla, con grandes secuencias de acción, y con un manejo del humor a través de los gags dosificados con simpleza sin llegar a desvirtuar el hilo conductual de la historia. Y esto es mérito de los hermanos Russo, que saben darle ese carácter a sus cintas de superhéroes, dándole un salto de calidad y consagración a toda la franquicia de Marvel.

‘Civil War’ da ese salto no sólo por ello, sino también porque envuelve de madurez a un Universo que, a veces, lo carecía. Sin caer en esa obsesiva oscuridad, el filme logra sostener su idea fundamental de enfrentar dos posiciones definitivas: si la intervención de los Vengadores es o no determinante para generar mas caos; si su presencia en este mundo llama más al terrorismo o son un mal necesario con el que el planeta debe contar por su propia seguridad. Todo esto moldeado con tópicos que hacen mucho más reales a sus protagonistas: la culpa y el arrepentimiento, el poder de la amistad, las venganzas y revanchas personales. Todo llevado a cabo por un guión que no deja cabos sueltos y que respeta los tiempos de los personajes y subtramas.

La historia no exige mucho por parte del espectador. Tampoco deja de ser previsible y ni siquiera nos regala momentos que puedan quedar grabados a fuego en nuestra retina. Y esto también es parte de la fórmula más que probada, que sumado a la empatía con los personajes y el magnífico desarrollo técnico la convierten en un trabajo perfecto como el blockbuster que es y por lo que la gente paga por su entrada: una cinta que, a pesar de su larga duración, entretiene y emociona. El Universo Cinematográfico de Marvel es el negocio del siglo dentro de la industria y los hermanos Russo son capaces de mantenerlo vivo gracias a la frescura y autenticidad de lo que ponen en pantalla. Es tal la honestidad, que la estructura narrativa del filme no dista en nada y replica lo hecho tanto en la saga de Avengers como en la del Capitán América, es decir, plantearnos un problema, desarrollarlo y concluir con una batalla esperada desde el primer minuto. Todo se hace como se debe, poco sorprende, pero todo funciona. Mucha responsabilidad de Disney hay también detrás de esto.

También es acertada la inclusión de dos nuevos personajes que hacen su entrada a este Universo y que sirve de presentación para dos de las futuras películas de la marca: Black Panther y Spider-Man. Ambos ganan mucho gracias al excelente trabajo de sus intérpretes, Chadwick Boseman y Tom Holland respectivamente, con personalidades e historias presentadas con armonía, siendo una carta de presentación suficiente para las cintas venideras de las que serán protagonistas. Párrafo especial para Tom Holland, quien con tan sólo veinte minutos en pantalla nos regala al mejor Hombre Araña visto en la pantalla grande, destacando esa juvenil personalidad y las cualidades extraídas directamente de los cómics, por las que lo han convertido, desde su origen, en uno de los superhéroes favoritos para los fans de la franquicia. La decisión también de incluir a un villano emocionalmente imperfecto como Helmut Zemo (Daniel Brühl) le otorga una credibilidad absoluta al desarrollo de la trama, más allá de ciertos vacíos inevitables en este tipo de películas, que en este caso no restan, sino suman a la agilidad del relato.


(sigue en spoilers sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si ordenáramos cronológicamente tanto las cintas del Capitán América como la de los Vengadores, bien podríamos construir una verdadera gran cinta de larga duración de cinco películas, teniendo a ‘Civil War’ como el corolario de una gran aventura y el punto de partida perfecto para ‘Avengers: Infinite War’ (2018) donde por fin tendremos al gran villano Thanos en acción. Si bien para algunos esto puede restarle sorpresa a las cintas, en esta ocasión, el placer de ver en pantalla a un Steve Rogers despojado de ese heroísmo patriótico, ahora movido por las entrañas; a un Tony Stark más conmocionado que nunca; y al Soldado de Invierno, a Scarlet Witch, Vision, War Machine, Black Widow y a Ant-Man en el campo de batalla más resueltos que nunca y sin nada más que demostrar excepto todo su potencial, sólo logran hacer de ‘Civil War’ una ejecución brillante de artificio visual y entretenimiento absoluto, para fanáticos y no tan fanáticos. En este cara a cara, punto para Marvel.


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21 de marzo de 2016 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘La Quinta Ola’ es el título en español de esta adaptación al cine de la novela homónima de Rick Yancey de 2013, libro de ciencia ficción para adolescentes pensado como trilogía y que guarda similares características con otras novelas del mismo corte, como las sagas de ‘Twilight’ y ‘The Hunger Games’. La cinta es dirigida por J Blakeson, siendo su segundo largometraje tras esa gran película llamada ‘The Disappearance of Alice Creed’ (2009).

Con un interesantísimo trailer, ‘La Quinta Ola’ nos sitúa en un planeta devastado por una invasión extraterrestre donde solo unos pocos han logrado sobrevivir, siendo la joven Cassie Sullivan (Chloë Grace Moretz) quien nos cuenta la historia y la protagoniza, yendo tras su hermano menor que se encuentra cautivo por la fuerza militar, quienes comienzan a hacerse cargo de los más jóvenes.

Su título obedece a las etapas de la invasión, siendo la quinta la última y la que terminará por acabar con el planeta, tras pulsaciones electromagnéticas que anularon los sistemas eléctricos, virus letales y desastres naturales. Nada esto representa un spoiler ya que lo ofrece el mismo trailer, siendo un tremendo gancho y cautivando, especialmente, a los amantes de la ciencia ficción y el cine de desastres y caos post apocalíptico. Pero lamentablemente, nada nuevo encontramos, quedándonos con un sabor de boca agrio y hasta desagradable.

Cuando un director o una productora deciden hacer un filme sobre una temática tantas veces vista y algunas con tan buenos resultados, se deben asegurar de que ofrezca algo más que una actriz de moda. Más aún si los “visitantes” (poder verlos genera en el espectador más morbo que otras cosas) no posarán ante las cámaras y las subtramas se centrarán en la psicología de los personajes y las luchas de poder. Cuando el foco es puesto allí, el trabajo debe ser depurado y el guion muy inteligente (‘Z for Zachariah’, ‘The Road’, ‘The Book Of Eli’), sin embargo, J Blakeson optó por la fidelidad al libro y no alejarse de las normas de un púbico pre adolescente. Dos cosas que, a estas alturas, son totalmente incompatibles.

‘La Quinta Ola’ se confunde entre una cinta de ficción apocalíptica, una nueva franquicia de supervivencia juvenil tipo ‘Divergent’, y un drama de amor juvenil. Previsible y llena de estereotipos, en la cinta abundan los elementos recurrentes en este tipo de películas: parlamentos innecesariamente explicativos, situaciones inverosímiles y motivaciones de los personajes completamente desconocidas, casi absurdas. ¿Qué hay de malo en ello si esto es lo que busca su infanto juvenil público objetivo? Nada. Pero J Blakeson y su equipo se olvidaron de que también la coherencia, los climax, los personajes, los efectos especiales y la puesta en escena, entre tantas otras cosas, también deben alcanzar cierta calidad como un producto consumible que es. Resulta decepcionante ya que su trama podría haber resultado muy interesante si se hubiera enfocado en desarrollar lo más importante y no ahondar en condimentos que poco y nada le aportaban a la historia. Probablemente el libro nos entrega mucho más.

No es nada en contra de las adaptaciones juveniles. Cintas como ‘The Giver’ (‘El Dador de Recuerdos’), ‘The Host’ (‘El Huésped’) o hasta incluso ‘The Maze Runner’ consiguen presentar una historia interesante con giros, sorpresas y grandes momentos; las que más allá de sus ripios y exageraciones, terminan siendo bien resueltas, acompañadas de un ritmo que se sostiene a lo largo de la película y de personajes con los cuales empatizar. ‘The 5th Wave’ es, sin duda, una de las grandes decepciones del género del presente año.


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22 de octubre de 2014 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Andrés Waissbluth (“Los Debutantes”), llega a nuestros cines esta co producción chileno-española, un complicado recetario de felicidad. Tomás (Pablo Macaya) vive junto a Helena (Tamara Garea) desde hace 3 años en Barcelona. Él trabaja en una editorial y está a punto de lanzar el nuevo libro de su amigo titulado “199 Recetas para Ser Feliz”. Ella, aún no supera la pérdida de Milo, su hermano menor, quien falleció hace muy poco en un paseo que hacía junto a su novia, Sandra (Andrea García-Huidobro). Y es ésta última quien, un día, llega a la casa en España, cumpliendo la visita que ya había planeado junto al hermano de Helena.

La cinta ya habia sido estrenada en el reciente Festival Internacional de Cine del Norte de Chile, en donde se llevó el Premio del Público, por la máxima cantidad de público que la presenció.

Tratando de soportar el intenso calor que azota por esos días a la ciudad, y mientras Helena sufre una complicada depresión producto de la pérdida de su hermano, Sandra viene a regalar frescura, compañía y, sobre todo, remover hormonas tanto en Tomás como en Helena, quienes últimamente llevaban una desgastada vida sexual (entiéndase también como “crisis de pareja a los 30”). En un constante letargo por parte de los personajes, la historia se pasea por los distintos conflictos personales de cada uno. Lleno de situaciones íntimas, cerrados tiros de cámaras, y más de algún otro novedoso recurso estético, la mayoría de las escenas se desarrollan en el interior de la casa de la pareja y en algunos parajes de la gran ciudad.

Como ya se está haciendo costumbre en los últimos filmes nacionales, el excelente trabajo de fotografía resulta clave para darle sentido a los hechos, y transmitir con mayor intensidad las emociones sobre las cuales la película se mantiene: una depresión contenida recurrente en la sociedad chilena, esta vez llevada a otro escenario de manera muy sutil, y lo suficientemente cuidada. Por ahí, puede resultar un tanto esquiva la escuela teatral de los actores en escena, que resulta muy evidente, lo que en ciertos aspectos puede sacarnos de la realidad en la que viven, pero no por eso dejan de tener la coherencia suficiente para darle vida a los personajes, siendo el hilo narrativo dramático el fuerte de esta película que, sin duda, se sale de los márgenes tradicionales. En deuda queda un mayor desarrollo de los personajes o, visto de otro modo, la consagración de los hechos y acciones, que pueden quedar sin la respuesta adecuada a las miradas perdidas y estímulos que entre ellos se regalan.

La cinta fue calificada para mayores de 14 años, por los desnudos y explícitas escenas lésbicas. Por otra parte y sobresaliendo sin duda, es su banda sonora que calza a la perfección a cargo de Nutria, Pebre y Cristian Heyne, llenando de matices el perturbado y caluroso vivir de este trío de emociones, llenos de amargura y deseo, que empiezan a encontrar nuevos sentidos en sus vidas.

Una película que no es agradable para cualquier tipo de público -mucho menos para el buen conservador- pero tampoco pretende hacerlo, y ahí está la pretensión de la que tanto se comenta en este tipo de cintas. Esa pretensión que para algunos es soberbia, para otros es “jugársela”. Yo, me quedo con la última, y la intención en la vanguardia siempre se agradece. Esto es, la consolidación de Waissbluth como un director maduro, que ya forma parte del nuevo cine chileno, un formato dogmatizado, en donde las emociones van más allá que un par de actores famosos y los recursos pasan al primer plano.

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20 de octubre de 2014 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podía ser de otra manera. Nolan, siguiendo su línea, cierra la trilogía manteniendo la complejidad del personaje por sobre la caricaturización de la saga iniciada por Tim Burton en 1989. Vemos un Bruce Wayne viejo, agotado, cargando con la cruz de tantas muertes, pero con la convicción de que todo tuvo un sentido único como lo fue rescatar a Ciudad Gótica de las garras de la anarquía y el crimen. Vemos al Batman más real y terrenal de toda la saga, expuesto, en su máxima expresión, a sus peores miedos y al sufrimiento que significa no haber podido hacer justicia aún tras la muerte de sus padres, en una ciudad donde la esperanza se ha convertido en el verdadero enemigo y la corrupción en un bien necesario. Donde la lucha es moral, más allá de la maldad contra el orden. Es, junto a “Watchmen” (2009), la cinta que más se acerca al espíritu del cómic al cual pertenecen, respetando el desarrollo psicológico de los personajes en función del capítulo en la vida de cada uno de ellos. Y Christian Bale termina por erigirse como el mejor de los Batman en la pantalla grande, devolviéndole el alma a un superhéroe sin poderes, pero que no le cabe el corazón en el pecho.

El villano escogido para esta ocasión es Bane, superdotado de fuerza física que respira y soporta el dolor constante gracias a una máscara de gas (a diferencia del cómic, donde incrementa su fuerza a través de una droga intravenosa), el que llega a Ciudad Gótica para devolverle la ciudad a la gente y arrebatársela a los políticos, autoridades y poderosos. Otro personaje de verdad, que no dispara telarañas ni tiene vista rayos X, pero que es capaz de hacerle frente a Batman y hacerlo retroceder como ningún otro lo ha hecho en ocho películas ya filmadas. El encargado de vestir la máscara es Tom Hardy, impecable en el papel, impregnado del mismo dolor y sufrimiento, esta vez, a favor de lo que considera justo para Ciudad Gótica: hacer cumplir los deseos de Ra’s al Ghul de entregarle a la gente el control de la ciudad. Por otro lado, Anne Hathaway, -sin la desbordante sexualidad de Scarlett Johansson como la Viuda Negra, pero más hermosa que nunca-, le devuelve la dignidad a uno de los personajes más interesantes del cómic, iniciado por Michelle Pfeiffer en 1992 y arruinado por Halle Berry el 2004. A favor de la historia, Nolan optó por que nunca se mencione el nombre de su personaje durante toda la película, lo que favorece su credibilidad, alejándola de cualquier super poder adquirido gracias a la crianza descontrolada de gatos o alguna simple mordedura. Poco que decir sobre el resto del elenco. Me inhabilito para opinar sobre Gary Oldman, Morgan Freeman y Michael Caine, a estas alturas, tres monstruos del cine norteamericano.

El ritmo de la película es sencillamente abrumador. Los 164 minutos que dura su proyección se hacen humo con un pulso trepidante y absorbente, escenas estridentes con la dosis justa de efectos especiales y supra realismo, con los momentos altos dispuestos de manera casi matemática. Quizás uno de los pocos desaciertos de la película es el traslapado montaje de escenas, por la excesiva cantidad de sub historias que ésta contiene, entrelazadas unas de otras y que, muchas veces, exigen el máximo de atención; lo que no afectaría tanto si dichas historias no fueran tan relevantes para el desarrollo del argumento. Otro aspecto a destacar en negativo es la escasa descripción de los nuevos personajes (Bane, Blake, Selina Kyle), dejando a la deriva sus reales motivaciones, lo que en “The Dark Knight” (2008) fue el punto alto de una cinta sostenida precisamente sobre los diálogos entre el Guasón y Batman, sus pasados y la disposición casi filosófica de cada una de las acciones. Sin embargo, el uso de clichés, frases esperables y momentos algo forzados, esta vez se pueden dejar pasar, aceptándolos como recursos casi obligatorios para apegar el film a las viñetas de comics y evocar el corazón de los más fanáticos del personaje, quienes no perdonarían la ausencia de estos elementos.

El multi nominado y ganador de un Premio Oscar en 1994 por “El Rey León”, Hans Zimmer, saca título de Doctorado con una banda sonora original que parece emerger desde las últimas cloacas de Ciudad Gótica, componiendo las mejores de sus partituras y musicalizando el film de principio a fin, dándole la grandilocuencia y oscuridad que el desarrollo de la trama exige.

Forzado a no emitir mayores juicios ni a revelar nada importante de la película, debo ser justo: el máximo logro de Christopher Nolan fue instalar su propia vara el año 2008 cuando realizó “The Dark Knight”, una cinta insuperable por su oscura complejidad, la re inversión del personaje, el nacimiento de un villano que marcara una época y la creación de una Ciudad Gótica que pedía a gritos ser retratada como la pensó Bob Kane en 1939, agobiada, sumida en el caos y que requería con urgencia ver llegar la justicia al costo que fuera.

Quisiera estar declarando una nueva marca mundial en el podio de la ciencia ficción y la adaptación de cómics, pero no lo es, culpa de esa forzosa búsqueda por parte del guion de resolver todo en todo momento, cayendo en ciertos hechos previsibles. Sin embargo, sin lograr superar a su predecesora y sin ser el cierre perfecto, resulta un final épico para una trilogía que hace ver en pañales cualquier cinta del Universo Marvel y que posiciona a Batman en lo más alto del Olimpo de los superhéroes, cuya media hora final vale el precio de todas las entradas que puedas pagar durante todo un año.

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20 de octubre de 2014 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la 20th Century Fox, productora del film, la presentó como una precuela de la cinta de 1968 dirigida por Franklin J. Schaffner, su propio director señaló que corresponde a una nueva franquicia, por lo que prefiero entenderla como tal. “Rise of the Planet of the Apes” es, a la fecha, una de las cintas más taquilleras y con mayor recaudación en los EEUU desde su estreno. Dirigida por Rupert Wyatt, esta nueva visión de la rebelión de los simios se desapega de la novela de Pierre Boulle para ubicarnos en el presente, a través de una adaptación contemporánea basada principalmente en la tecnología y la experimentación con animales.

Will Rodman (James Franco) es un científico que trabaja desde hace años en la creación de un virus artificial que pretende acabar con el alzheimer, experimentándolo en simios, motivado por la enfermedad que padece su padre (John Lithgow) desde hace varios años. Tras un violento incidente en el laboratorio, el proyecto es cancelado y Will logra rescatar a un pequeño chimpancé del sacrificio, Cesar (Andy Serkis), llevándolo consigo a vivir a su casa. Tras el paso de los años, el pequeño Caesar comienza a crecer y evolucionar de manera rápida y progresiva, al punto de alcanzar un nivel de raciocinio y emocional casi total, lo que ocasiona que deba ser internado en un albergue especial para simios, tras un nuevo confuso incidente.

De aquí en adelante, comenzamos a vivir una experiencia visual poco antes vista en la industria del cine. Empleando la misma tecnología utilizada por James Cameron en “Avatar” para la interpretación física y actoral de los simios (Performance Capture), somos testigos de la evolución de Caesar y su capacidad para liderar y hacerle frente a la estupidez humana. Durante la primera mitad, se nos presentan a los personajes y el sugerente y consistente argumento que, aunque lógico, es rápido y efectivo: la manipulación genética que termina por ocasionar efectos colaterales, lo que difiere bastante de lo planteado en la cinta original, en donde la sublevación y la dominación de los simios respondía más bien a un camino alternativo tras la destrucción masiva del planeta y la especie humana por conflictos bélicos.

De allí en adelante, somos testigos de grandes escenas de acción y con un alto grado de emotividad, principalmente por la complicidad que el espectador puede alcanzar con Caesar, la estrella absoluta de la cinta y que termina robándose todas las miradas, gracias a un trabajo sencillamente excepcional de Andy Serkis (Gollum de “El Señor de los Anillos”), el hombre tras el tecnológico traje del simio en el set de filmación, quien lo interpreta tanto física como emocionalmente. Es tal el protagonismo de Cesar que tanto James Franco como Freida Pinto, pasan a ser absolutamente secundarios (esta última casi como cliché impuesto de superproducción), en otro de los méritos de Wyatt y su trabajo al elaborar un film en función única y exclusivamente en torno a este personaje que, sin diálogos, conmueve y enfurece.

Efectos especiales al servicio de la interpretación y no de la explosividad técnica. El director no abusa de planos 3D ni de esas incomprensibles secuencias que sólo queremos que finalicen porque el dolor de cabeza es más grande (el gran secreto de Michael Bay con la saga “Transformers”, donde en ninguna película pudimos ser testigos de una transformación por culpa de esa maldita y estresante cámara dinámica). Por el contrario, los diálogos son creíbles, efectos precisos y una historia que, si bien, está pensada para un público masivo con un desarrollo demasiado lineal y efectista, no deja de abordar los temas esenciales imprimidos en la novela, como la deshumanización, la intolerancia, el egoísmo con la naturaleza y, cómo no, el poder y su abuso, en este caso, en manos del progreso de la ciencia.

Para los amantes de la ciencia ficción, la novela de Boulle y la cinta de 1968, probablemente ésta sea una cinta que jamás debió hacerse (y evito hablar del remake de Tim Burton del 2001 porque la decepción es de principio a fin) ya que escapa de la esencia del clásico. Por más que esto sea cierto, y con todos los ingredientes de blockbuster, “El Planeta de los Simios: (R)Evolución” cumple su objetivo gracias a su coherencia, al respeto (evitando códigos que sólo ensucian un trabajo serio), al tratamiento visual y a grandes momentos de la cinta, que conmueven con su poderío y que convierten a Caesar en el nuevo ícono de la industria de los effects. Ayer, Cameron y los Na’vi. Hoy, Wyatt y su manada.

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