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5,9
21.927
5
20 de septiembre de 2008
20 de septiembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante uno de los más famosos ejemplos de ese subgénero que podríamos denominar de "profe voluntarioso con ganas de redimir a díscolos alumnos"; pienso que la inmensa mayoría de pelis de este estilo deberían quedarse para la pequeña pantalla, sobre todo si no tienen la entidad suficiente para aportar, por poco que sea, algo novedoso.
Basada en el libro autobiográfico escrito por LouAnne Johnson, un gris John N. Smith cuenta una historia bastante convencional, con un desarrollo argumental y temporal absolutamente lineal y en el que no cabe lugar para la sorpresa. Lo único destacable, por tanto, es el hecho de disfrutar de la esforzada actuación de Michelle Pfeiffer (aunque resulte un tanto dudosa como ex-marine reciclada al tema docente), George Dzundza como el colega y amigo fiel, y unos cuantos de los alumnos, todos dentro del arquetipo de chicos con una problemática social tan compleja como dura, en los que la profesora ha sabido ver algo más, una posibilidad de futuro, convirtiéndose en la luz que alumbrará su camino hacia la ansiada meta de la graduación. Entre los chavales me quedaría con Emilio, interpretado por Wade Domínguez, una prometedora presencia que se vería truncada por su fallecimiento tres años después de rodar esta peli.
Lo más destacable, sin duda, es la banda sonora a base de canciones, con un par de memorables temas de Bob Dylan (Mr. Tambourine Man y Let me die in my footsteps) y el archifamoso de Coolio, el Gangsta`s Paradise.
Basada en el libro autobiográfico escrito por LouAnne Johnson, un gris John N. Smith cuenta una historia bastante convencional, con un desarrollo argumental y temporal absolutamente lineal y en el que no cabe lugar para la sorpresa. Lo único destacable, por tanto, es el hecho de disfrutar de la esforzada actuación de Michelle Pfeiffer (aunque resulte un tanto dudosa como ex-marine reciclada al tema docente), George Dzundza como el colega y amigo fiel, y unos cuantos de los alumnos, todos dentro del arquetipo de chicos con una problemática social tan compleja como dura, en los que la profesora ha sabido ver algo más, una posibilidad de futuro, convirtiéndose en la luz que alumbrará su camino hacia la ansiada meta de la graduación. Entre los chavales me quedaría con Emilio, interpretado por Wade Domínguez, una prometedora presencia que se vería truncada por su fallecimiento tres años después de rodar esta peli.
Lo más destacable, sin duda, es la banda sonora a base de canciones, con un par de memorables temas de Bob Dylan (Mr. Tambourine Man y Let me die in my footsteps) y el archifamoso de Coolio, el Gangsta`s Paradise.

5,8
15.132
6
1 de septiembre de 2008
1 de septiembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que a mí sí que me gusta el cine de Besson (de sus nueve pelis cinco me interesan, lo que es una buena media). Aquí se mete en un berenjenal peliagudo, como es sacar adelante la historia de un mito como el de Juana de Arco; sin embargo, creo que el resultado es potable, una peli de más de dos horas y media que no llega a cansar en ningún momento, y que plantea una reflexión interesante: ¿esta chica era realmente una santa o una jovencita desquiciada con un patriotismo extremo nacido de la sed de venganza?
Creo que Besson se inclina hacia la segunda posibilidad, aunque de hecho no importe demasiado, ya que lo que se resalta es el magnetismo que trasmitió esta campesina analfabeta a una inmensa mayoría del pueblo francés, que sufría la invasión inglesa. Este poder, ya sea nacido de una inspiración divina o del odio revanchista hizo recuperar a su país las ciudades de Orleans y Reims, lo que no está nada mal.
Me gusta la protagonista, qué le vamos a hacer: es una belleza extrema no exenta de talento, un rostro adecuado para esa mezcla de misticismo y locura que reclamaba la historia.
También me molaron las escenas de batalla, perfectamente documentadas y tremendamente visuales, con esa confusión y esa suciedad caótica tan características del fin del Medievo.
Los secundarios están particularmente inspirados: Malkovich como el titubeante Delfín Carlos VII, Faye Dunaway como la sibilina Yolanda de Aragón o Vincent Cassel como Gilles de Rais (personaje que merece a gritos una peli propia).
La música de Eric Serra y la fotografía de Thierry Arbogast también merecen ser reseñadas, ya que ambos aspectos son estupendos.
Creo que Besson se inclina hacia la segunda posibilidad, aunque de hecho no importe demasiado, ya que lo que se resalta es el magnetismo que trasmitió esta campesina analfabeta a una inmensa mayoría del pueblo francés, que sufría la invasión inglesa. Este poder, ya sea nacido de una inspiración divina o del odio revanchista hizo recuperar a su país las ciudades de Orleans y Reims, lo que no está nada mal.
Me gusta la protagonista, qué le vamos a hacer: es una belleza extrema no exenta de talento, un rostro adecuado para esa mezcla de misticismo y locura que reclamaba la historia.
También me molaron las escenas de batalla, perfectamente documentadas y tremendamente visuales, con esa confusión y esa suciedad caótica tan características del fin del Medievo.
Los secundarios están particularmente inspirados: Malkovich como el titubeante Delfín Carlos VII, Faye Dunaway como la sibilina Yolanda de Aragón o Vincent Cassel como Gilles de Rais (personaje que merece a gritos una peli propia).
La música de Eric Serra y la fotografía de Thierry Arbogast también merecen ser reseñadas, ya que ambos aspectos son estupendos.

7,4
112.309
8
28 de agosto de 2008
28 de agosto de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ocho años después de la última entrega pop-glam (y huérfana de talento) de Joel Schumacher y trece desde que Tim Burton utilizara al personaje como excusa para sus magníficos delirios gótico-oníricos, el gran Chris Nolan (cuyas seis películas hasta ahora son, como mínimo, notables), tomó las riendas para reinventar al superhéroe creado por Bob Kane, con un resultado magnífico: la primera hora es un excelente ejercicio cinematográfico en el que de una manera veraz se nos cuenta el origen del personaje, su evolución lógica desde el asesinato de sus padres, pasando por el deseo de venganza, el entrenamiento en los preciosos glaciares islandeses bajo la tutela de Henri Ducard y su Liga de Guerreros de las Sombras, hasta la toma de conciencia como paladín del bien frente al mal que acecha su Gotham City natal.
El director y co-guionista (junto a David S. Goyer) opta por redefinir al alter ego de Bruce Wayne bajo una pátina de verosimilitud: es un simple hombre, que, como tal, tiene sus virtudes y debilidades, que se ha trabajado sus propias habilidades, construyendo o adaptando sus gadgets de una manera realista. La historia decae un poco cuando se adentra en el devenir propio de una peli de acción, pero no por ello deja de tener sus méritos: me fascina esa ciudad subyugada al caos, ahogada bajo una atmósfera de maldad y corrupción generalizada, sobre la que los malvados de turno han puesto el punto de mira de sus torvos objetivos.
Las interpretaciones están realmente bien: Christian Bale es el mejor Batman imaginable, lastrado por los miedos y un pasado con el que saldar deudas; Michael Caine es un espléndido mayordomo Alfred, que vela por aquel niño al que arrebataron su infancia; Neeson compone un personaje interesante, alguien cuyo fin es el bien, pero equivocando los medios; Gary Oldman está acertadísimo encarnando a Jim Gordon, un honesto poli, "rara avis" dentro del común de un estamento corrupto hasta la médula; Morgan Freeman, como Lucius Fox, será quien abra los ojos a nuestro héroe sobre la posibilidad de utilizar unos objetos que la empresa de Wayne construía hasta ahora sin darles salida; otros actores contribuyen eficazmente a la historia, como Tom Wilkinson, Cillian Murphy o Rutger Hauer.
En definitiva: resurrección potente de un personaje al que se ha rescatado de interpretaciones inadecuadas a la mítica del superhéroe más ambiguo que existe.
El director y co-guionista (junto a David S. Goyer) opta por redefinir al alter ego de Bruce Wayne bajo una pátina de verosimilitud: es un simple hombre, que, como tal, tiene sus virtudes y debilidades, que se ha trabajado sus propias habilidades, construyendo o adaptando sus gadgets de una manera realista. La historia decae un poco cuando se adentra en el devenir propio de una peli de acción, pero no por ello deja de tener sus méritos: me fascina esa ciudad subyugada al caos, ahogada bajo una atmósfera de maldad y corrupción generalizada, sobre la que los malvados de turno han puesto el punto de mira de sus torvos objetivos.
Las interpretaciones están realmente bien: Christian Bale es el mejor Batman imaginable, lastrado por los miedos y un pasado con el que saldar deudas; Michael Caine es un espléndido mayordomo Alfred, que vela por aquel niño al que arrebataron su infancia; Neeson compone un personaje interesante, alguien cuyo fin es el bien, pero equivocando los medios; Gary Oldman está acertadísimo encarnando a Jim Gordon, un honesto poli, "rara avis" dentro del común de un estamento corrupto hasta la médula; Morgan Freeman, como Lucius Fox, será quien abra los ojos a nuestro héroe sobre la posibilidad de utilizar unos objetos que la empresa de Wayne construía hasta ahora sin darles salida; otros actores contribuyen eficazmente a la historia, como Tom Wilkinson, Cillian Murphy o Rutger Hauer.
En definitiva: resurrección potente de un personaje al que se ha rescatado de interpretaciones inadecuadas a la mítica del superhéroe más ambiguo que existe.

6,7
14.136
8
7 de agosto de 2008
7 de agosto de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de meterme en faena, me gustaría destacar algo: me parece increíble que el mismo tipo que dirige esto, Craig Gillespie, perpetrara, el mismo año, un auténtico atentado cinematográfico como es Cuestión de Pelotas.
Aquí Nancy Oliver (guionista habitual de A dos metros bajo tierra), ha escrito un soberbio guión, en el que prima algo tan inhabitual como la sonrisa basada en un humor sensible e inteligente sobre la carcajada estólida que desfigura el rostro y deshumaniza a las personas. Con ciertos toques feministas, la peli es un cuento, una fábula en la que se confía en la bondad del hombre como ser social, con unos personajes exquisitos, que desarrollan una historia muy entretenida: en un principio, el planteamiento podría dar lugar a una comedia tan disparatada como infectada de humor grueso, pero no, la trama tira hacia una reflexión sobre la incomunicación, la soledad, la madurez, la aceptación del diferente, a pesar de partir de una anécdota tan desatinada como que Lars se haya echado una novia de plástico por internet.
Lo mejor es que, aunque tienda a esa trascendentalidad, no se olvida de sorprendernos con un buen puñado de escenas divertidísimas (como la presentación que hace Lars de su neumática Bianca, a la que adorna con una biografía de lo más peculiar, convirtiéndola en una misionera huérfana y paralítica, o los extravagantes personajes del pueblo, como el cura- genial su "¿qué haría Jesús en este caso?").
Me fascina la evolución que evidencian los habitantes del pueblo, no sólo aceptando de buen grado la particularidad de Lars, sino integrando a la muñeca en las actividades habituales de la comunidad. Aquí la peli es brillante: más que ayudar a Lars a curarse de su delirio, la propia alucinación de su convecino actúa de catalizador para hacer ver a los habitantes que todos llevamos dentro un Lars, un ser introvertido que guarda secretos, al que le afectan las cosas, sensible y asustado, y que debemos hacer un esfuerzo por comprender y aceptar a los que nos rodean.
Ah, y Ryan Gosling está extraordinariamente bien en el papel protagonista (con permiso de Bianca, que resulta un tanto hierática).
Aquí Nancy Oliver (guionista habitual de A dos metros bajo tierra), ha escrito un soberbio guión, en el que prima algo tan inhabitual como la sonrisa basada en un humor sensible e inteligente sobre la carcajada estólida que desfigura el rostro y deshumaniza a las personas. Con ciertos toques feministas, la peli es un cuento, una fábula en la que se confía en la bondad del hombre como ser social, con unos personajes exquisitos, que desarrollan una historia muy entretenida: en un principio, el planteamiento podría dar lugar a una comedia tan disparatada como infectada de humor grueso, pero no, la trama tira hacia una reflexión sobre la incomunicación, la soledad, la madurez, la aceptación del diferente, a pesar de partir de una anécdota tan desatinada como que Lars se haya echado una novia de plástico por internet.
Lo mejor es que, aunque tienda a esa trascendentalidad, no se olvida de sorprendernos con un buen puñado de escenas divertidísimas (como la presentación que hace Lars de su neumática Bianca, a la que adorna con una biografía de lo más peculiar, convirtiéndola en una misionera huérfana y paralítica, o los extravagantes personajes del pueblo, como el cura- genial su "¿qué haría Jesús en este caso?").
Me fascina la evolución que evidencian los habitantes del pueblo, no sólo aceptando de buen grado la particularidad de Lars, sino integrando a la muñeca en las actividades habituales de la comunidad. Aquí la peli es brillante: más que ayudar a Lars a curarse de su delirio, la propia alucinación de su convecino actúa de catalizador para hacer ver a los habitantes que todos llevamos dentro un Lars, un ser introvertido que guarda secretos, al que le afectan las cosas, sensible y asustado, y que debemos hacer un esfuerzo por comprender y aceptar a los que nos rodean.
Ah, y Ryan Gosling está extraordinariamente bien en el papel protagonista (con permiso de Bianca, que resulta un tanto hierática).
4
24 de mayo de 2008
24 de mayo de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ser un poco benevolente con este thriller que vino a ser la punta de lanza de muchas otras pelis semejantes en esa primera mitad de los noventa. Podría decirse que la historia tiene un comienzo prometedor, una buena presentación de personajes y trama, pero no va más allá, luego da la impresión de una previsibilidad total, y que el pescado ya está vendido, convirtiéndose en una especie de telefilme anodino.
La cosa tiene sus puntos positivos: Julia lo hace moderadamente bien (no así Patrick Bergin ni Kevin Anderson, que no dan la talla en absoluto), mantiene cierta tensión en los momentos adecuados y muy poco más; el único aspecto realmente sobresaliente es la música de Jerry Goldsmith, especialmente las variaciones sobre el tema principal, y el uso acertado de la Sinfonía Fantástica de Berlioz, pero, y repito, muy poco bagaje para una peli entretenidilla sin más.
La cosa tiene sus puntos positivos: Julia lo hace moderadamente bien (no así Patrick Bergin ni Kevin Anderson, que no dan la talla en absoluto), mantiene cierta tensión en los momentos adecuados y muy poco más; el único aspecto realmente sobresaliente es la música de Jerry Goldsmith, especialmente las variaciones sobre el tema principal, y el uso acertado de la Sinfonía Fantástica de Berlioz, pero, y repito, muy poco bagaje para una peli entretenidilla sin más.
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