De "Rambo: Acorralado" (Ted Kotcheff, 1982) a "Kill Bill Vol. 2" (Quentin Tarantino, 2004) pasando por "La jungla de cristal" (John McTiernan, 1988) o el David Cronenberg de "Promesas del este" (2007). Sin olvidar a George Miller y sus "Mad Max".
Toda esa testosterona y más cabe en un genial rape and "Revenge" que: cómo no me va a flipar.
Ya, pero es que no me creo que la piva esa sobreviva al accidente.
A ver, José Luís. El casoplón ese en mitad de la nada ya en el minuto uno quizás debería haberte puesto sobre aviso acerca de qué palo va el tema. Pero no. Por lo que sea eso no te ha molestado.

Técnicamente hablando, "Sisu" es la obra más redonda de Jalmari Helander. Por fin no parece que esté rodando con cuatro duros.
Ahora bien, a nivel argumental creo que tanto "Rare Exports, un cuento gamberro de Navidad" (2010) como "Big game" (2014) tenían mucha más retranca.
Que sí, que sí. Que ver a un pavo liquidando nazis, mola. Pero qué se yo, aquí es que no hay nada más. Ni nada menos.
Dicho lo cual. Siempre en el equipo del finlandés.

En "El precio de la venganza" —que telita con el título en español, aunque ese melón lo dejaré para otro día— mi venerado Ryhuei Kitamura, partiendo desde "Las brujas de Zugarramurdi" (Álex de la Iglesia, 2013), acaba marcándose su propia "La matanza de Texas" (Tobe Hooper, 1974).
Vale que al final el quid de la cuestión seguramente no sea tan jugoso como fantaseas durante la primera media hora de metraje si no sabes de qué va el percal. Pero se disfruta.
Aunque nunca va ser de mis favoritas del cineasta.

¡Santo cielo! Creo que tengo barro, sangre y restos humanos hasta en el bonobus.
A base de crudas postales en una Francia en plena primera guerra mundial es como avanza "Sin novedad en el frente", segunda adaptación cinematográfica de la novela homónima de 1929 de Erich Maria Remarque. Y ese es seguramente el principal pero que le voy a poner a la enésima cinta que, en los últimos años, hace que me reconcilie con el bélico. A este film de Edward Berger quizás le falte algo de sustancia entre postal y postal. Ese sabroso relleno que hace que, por ejemplo: te importen los personajes más allá del simple hecho de que sean los protagonistas o no.
Seguro que esa decisión es, en parte, para enfatizar en eso del héroe anónimo. Bueno, y porque seguramente la guerra es un sinsentido así. Un absurdo salto de set-piece en set-piece sin orden ni concierto. Pero no sé, esto es cine. Y al final tanta instantánea aislada sin pegamento entre medias me ha distanciado de una obra que, por lo demás, es morrocotuda.

El día que esto se estrene más allá de las fronteras norteamericanas, le subo media estrella. Y si ya llega a cines, soy capaz incluso hasta de subirle una entera.
Visualmente, me ha flipado "Hellraiser (2022)". Poco más añadiré a tal respecto. Ahora bien, en lo argumental me ha dejado más dudas la cinta. Llegando al punto de que creo que, con el tiempo, les seguiré teniendo bastante más cariño a secuelas denostadas como "Hellreiser III: Infierno en la Tierra)" (Anthony Hickox, 1992) o "Hellraiser IV: El final de la dinastía sangrienta" (1996), aún viniendo firmada esta última por el intrépido Alan Smithee. Y por qué me ha sucedido esto. Pues veamos. Para empezar, convertir esto en un mero slasher teen, no me ha terminado de convencer. Y menos aún cuando lo que en teoría estaba haciendo David Bruckner era asaltar nuevamente la "Hellraiser" (1987) de Clive Barker, que era de todo menos eso. Luego también podría afear el hecho de que haya desaparecido una de las partes más significativas de aquel film, la cual servía además como elemento diferenciador. Lo que me lleva a reflexionar sobre si la esencia Barker, más allá de lo obvio, pulula realmente por "Hellraiser (2022)".
Jamie Clayton está de lujo como líder Cenobita, las dos horas de metraje se me han pasado volando, me flipa que Bruckner siga obsesionado con la arquitectura del horror... Que ya digo, hay un porrón de elementos aquí que me han vuelto loco, pero al mismo tiempo siento algo dentro de mi que me dice: quieto parado. Y a falta de lo que decía al principio, a esa parte de mí le he hecho más caso.