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6,4
16.589
6
6 de noviembre de 2019
6 de noviembre de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duele decir esto, y más aún con un grande como Scorsese, pero "Silencio" es de esas películas de ´una y no más, gracias´. Aunque al final todo gran cineasta tiene su obra ´bocadillo de polvorones´. Steven Spielberg tiene por ahí "Lincoln" (2012), Denis Villeneuve algo llamado "Blade Runner 2049" (2017), Pedro Almodóvar aquella titulada "Los abrazos rotos" (2009), Terrence Malick toda su filmografía. En fin. ¡Qué en los hospitales también hacen falta somníferos, leñe! Mejor verlo así.
A decir verdad "Silencio" no es una mala película, ni siquiera narra una mala historia, es simplemente que resulta entre poco y nada atractiva. Es ese pobre desgraciado que, en la verbena del pueblo mientras suena la romanticona de turno, siempre acaba sentado en un banco sin pareja. La vida de los jesuitas en el Japón del siglo XVII fue un suplicio, y Martin Scorsese ha logrado que para el espectador sea el mismo suplicio verlo. Ahora he de discernir si esto es virtud o defecto.
Sebastiao Rodrigues y Francisco Garupe son dos jesuitas enviados a Japón, cuales John Rambo de la fe, en busca de Cristovao Ferreira, el jesuita que fue su mentor y que desapareció misteriosamente en esas paganas tierras donde los cristianos son perseguidos. Lo que empieza como una evocadora búsqueda material acaba tornando en una poco tentadora búsqueda inmaterial e introspectiva. La primera hora de metraje no se digiere mal, pero a partir de ahí "Silencio" se empieza a poner cuesta arriba decelerando en todo momento. El subtexto llega alto y claro, eso si. La fe, la opresión y hasta el sentido de la vida se rebelan como jugoso fondo, pero empacado todo de manera nada atractiva narrativamente hablando.
Visualmente "Silencio" es una delicia, las cosas como son. Esos paisajes rotundamente desolados pero que, en cambio, se muestran de manera tan bella ante la cámara de Scorsese. Un lujo. Y actoralmente también hay un buen trabajo. Pero al final todo luce poco por lo costoso del producto.
En fin, "Silencio" es todo un reto, interprétenlo como deseen.
A decir verdad "Silencio" no es una mala película, ni siquiera narra una mala historia, es simplemente que resulta entre poco y nada atractiva. Es ese pobre desgraciado que, en la verbena del pueblo mientras suena la romanticona de turno, siempre acaba sentado en un banco sin pareja. La vida de los jesuitas en el Japón del siglo XVII fue un suplicio, y Martin Scorsese ha logrado que para el espectador sea el mismo suplicio verlo. Ahora he de discernir si esto es virtud o defecto.
Sebastiao Rodrigues y Francisco Garupe son dos jesuitas enviados a Japón, cuales John Rambo de la fe, en busca de Cristovao Ferreira, el jesuita que fue su mentor y que desapareció misteriosamente en esas paganas tierras donde los cristianos son perseguidos. Lo que empieza como una evocadora búsqueda material acaba tornando en una poco tentadora búsqueda inmaterial e introspectiva. La primera hora de metraje no se digiere mal, pero a partir de ahí "Silencio" se empieza a poner cuesta arriba decelerando en todo momento. El subtexto llega alto y claro, eso si. La fe, la opresión y hasta el sentido de la vida se rebelan como jugoso fondo, pero empacado todo de manera nada atractiva narrativamente hablando.
Visualmente "Silencio" es una delicia, las cosas como son. Esos paisajes rotundamente desolados pero que, en cambio, se muestran de manera tan bella ante la cámara de Scorsese. Un lujo. Y actoralmente también hay un buen trabajo. Pero al final todo luce poco por lo costoso del producto.
En fin, "Silencio" es todo un reto, interprétenlo como deseen.
26 de agosto de 2019
26 de agosto de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genio de Knoxville ataca de nuevo cuatro años después de su último trabajo, "Los odiosos ocho" (2015), con "Érase una vez… en Hollywood". Su novena sinfonía, y parece ser que penúltima, antes de su anunciado retiro. Aunque en mi fuero interno no doy crédito a esa amenaza de Quentin.
En "Érase una vez… en Hollywood" Quentin Tarantino, cual juglar, idealiza y satiriza el Hollywood de su infancia, al tiempo que rinde ciega e incondicional pleitesía a eso tradicional que tan fácilmente desecha nuestra sociedad. Todo ello en una inabarcable carta de amor al séptimo arte.
Yo siempre valoro el riesgo, o al menos lo intento. En "Érase una vez… en Hollywood" el cineasta huye de su zona de confort, como nunca había hecho antes, para entregar su obra más desconcertante. Quentin Tarantino se desprende en "Érase una vez… en Hollywood" de sus habituales cabriolas narrativas, siendo este el primero de los varios cambios que convierten su noveno largometraje en su trabajo más diferente. La historia de Rick Dalton, ese actor en el ocaso de su carrera, y Cliff Booth, su doble de acción y mejor amigo, en el Hollywood de finales de los sesenta, avanza lineal, a excepción de algún que otro flashback, provocando una relativa desnudez de Tarantino ante la que ni mucho menos se muestra indefenso. La violencia y la tensión clásicas del realizador también pasan a un segundo plano. Por todo ello defiendo fehacientemente que Quentin Taranatino arriesga en "Érase una vez… en Hollywood" más que de costumbre; y lejos de perder, gana. Este entrega su obra más atípica sin dejar de resultar tan genial como de costumbre.
Definitivamente la pérdida es el late motiv de "Érase una vez… en Hollywood", que duda cabe. Y no solo ya por la pérdida de señas de identidad de su director, sino también por las pérdidas que refleja esta aventura de cine dentro del cine. La perdida de la inocencia, en este caso de una época. Aunque esto lo endereza Tarantino en la recta final del film, desembocando en ese Hollywood que quizás él quisiera seguir teniendo. La pérdida de la vigencia, reflejada en el bueno de Rick Dalton.
Actoralmente nada que reprochar. Leonardo DiCaprio y Brad Pitt están geniales, puro carisma. La gente resalta más al segundo, pero yo creo que brilla más el primero. Pitt hace lo mismo de siempre, muy bien, pero lo mismo. En cambio DiCaprio sorprende casi cachondeándose de si mismo. Pero evidentemente el personaje de Cliff Booth es más genuinamente Tarantino, y por eso el público se ciega con él. Como se obceca con el tercer acto de la película, defenestrando todo lo anterior, cuando es aún más excelente. Margot Robbie está estupenda, por descontado; y "Érase una vez… en Hollywood" me ha hecho recuperar la fe en Margaret Qualley, también perdida tras unos últimos proyectos muy olvidables.
"Érase una vez… en Hollywood" es una película en la que apetece perderse, algo que hacía mucho no me sucedía. Me recrearía en su luminoso y brillante Hollywood de 1969, en sus alocados rodajes, en su genial banda sonora, en su gozoso histrionismo... En fin, "Érase una vez… en Hollywood" es oro.
En "Érase una vez… en Hollywood" Quentin Tarantino, cual juglar, idealiza y satiriza el Hollywood de su infancia, al tiempo que rinde ciega e incondicional pleitesía a eso tradicional que tan fácilmente desecha nuestra sociedad. Todo ello en una inabarcable carta de amor al séptimo arte.
Yo siempre valoro el riesgo, o al menos lo intento. En "Érase una vez… en Hollywood" el cineasta huye de su zona de confort, como nunca había hecho antes, para entregar su obra más desconcertante. Quentin Tarantino se desprende en "Érase una vez… en Hollywood" de sus habituales cabriolas narrativas, siendo este el primero de los varios cambios que convierten su noveno largometraje en su trabajo más diferente. La historia de Rick Dalton, ese actor en el ocaso de su carrera, y Cliff Booth, su doble de acción y mejor amigo, en el Hollywood de finales de los sesenta, avanza lineal, a excepción de algún que otro flashback, provocando una relativa desnudez de Tarantino ante la que ni mucho menos se muestra indefenso. La violencia y la tensión clásicas del realizador también pasan a un segundo plano. Por todo ello defiendo fehacientemente que Quentin Taranatino arriesga en "Érase una vez… en Hollywood" más que de costumbre; y lejos de perder, gana. Este entrega su obra más atípica sin dejar de resultar tan genial como de costumbre.
Definitivamente la pérdida es el late motiv de "Érase una vez… en Hollywood", que duda cabe. Y no solo ya por la pérdida de señas de identidad de su director, sino también por las pérdidas que refleja esta aventura de cine dentro del cine. La perdida de la inocencia, en este caso de una época. Aunque esto lo endereza Tarantino en la recta final del film, desembocando en ese Hollywood que quizás él quisiera seguir teniendo. La pérdida de la vigencia, reflejada en el bueno de Rick Dalton.
Actoralmente nada que reprochar. Leonardo DiCaprio y Brad Pitt están geniales, puro carisma. La gente resalta más al segundo, pero yo creo que brilla más el primero. Pitt hace lo mismo de siempre, muy bien, pero lo mismo. En cambio DiCaprio sorprende casi cachondeándose de si mismo. Pero evidentemente el personaje de Cliff Booth es más genuinamente Tarantino, y por eso el público se ciega con él. Como se obceca con el tercer acto de la película, defenestrando todo lo anterior, cuando es aún más excelente. Margot Robbie está estupenda, por descontado; y "Érase una vez… en Hollywood" me ha hecho recuperar la fe en Margaret Qualley, también perdida tras unos últimos proyectos muy olvidables.
"Érase una vez… en Hollywood" es una película en la que apetece perderse, algo que hacía mucho no me sucedía. Me recrearía en su luminoso y brillante Hollywood de 1969, en sus alocados rodajes, en su genial banda sonora, en su gozoso histrionismo... En fin, "Érase una vez… en Hollywood" es oro.

5,8
1.872
4
26 de julio de 2017
26 de julio de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Girard se hizo un nombre gracias a "El violín rojo" (1998), film con el que logro el Oscar a mejor musica original, y tras ver su ultimo trabajo lo único que puedo decir es, ¡quien te ha visto y quien te ve! "El coro" es la versión de marca blanca que saldría de mezclar "Los chicos del coro" (Christophe Barratier, 2004) y "Billy Elliot" (Stephen Daldry, 2000), pero sin la rabia de la segunda y sin el carisma de la primera. Cuanto más pienso en este último film de Girard más tengo claro que lo hizo, única y exclusivamente, porque le dejaron ser también productor musical, si no, no entiendo a cuento de que se ha metido en esta empresa.
"El coro" es un melodrama de superación juvenil tan correcto como prescindible e intrascendente, aunque dentro de su corrección, por desgracia, sobresalen más los defectos que las virtudes. Dustin Hoffman intenta capitanear una cinta en la que están todos los clichés habidos y por haber en este tipo de films, es tan sorprendente como doloroso comprobar que no falta ni uno. François Girard se pega noventa minutos metiéndote el dedo en el ojo descaradamente para que llores, y al final lo consigue por puro aburrimiento. "El coro" es una película nada sutil en ese aspecto, el drama es tan evidente que incluso hace daño a la vista. También hay que decir que a la cinta le falta alma y rabia, por no decir que es muy previsible, seguramente por culpa de vivir tanto del estereotipo.
En definitiva, "El coro" es un film que ni aporta nada ni descubre nada. Un, en teoría, buen director, al servicio de algo que perfectamente podría no haber existido. Es un melodrama al servicio del espectador más facilón y menos exigente.
"El coro" es un melodrama de superación juvenil tan correcto como prescindible e intrascendente, aunque dentro de su corrección, por desgracia, sobresalen más los defectos que las virtudes. Dustin Hoffman intenta capitanear una cinta en la que están todos los clichés habidos y por haber en este tipo de films, es tan sorprendente como doloroso comprobar que no falta ni uno. François Girard se pega noventa minutos metiéndote el dedo en el ojo descaradamente para que llores, y al final lo consigue por puro aburrimiento. "El coro" es una película nada sutil en ese aspecto, el drama es tan evidente que incluso hace daño a la vista. También hay que decir que a la cinta le falta alma y rabia, por no decir que es muy previsible, seguramente por culpa de vivir tanto del estereotipo.
En definitiva, "El coro" es un film que ni aporta nada ni descubre nada. Un, en teoría, buen director, al servicio de algo que perfectamente podría no haber existido. Es un melodrama al servicio del espectador más facilón y menos exigente.
4 de octubre de 2024
4 de octubre de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De "Rambo: Acorralado" (Ted Kotcheff, 1982) a "Kill Bill Vol. 2" (Quentin Tarantino, 2004) pasando por "La jungla de cristal" (John McTiernan, 1988) o el David Cronenberg de "Promesas del este" (2007). Sin olvidar a George Miller y sus "Mad Max".
Toda esa testosterona y más cabe en un genial rape and "Revenge" que: cómo no me va a flipar.
Ya, pero es que no me creo que la piva esa sobreviva al accidente.
A ver, José Luís. El casoplón ese en mitad de la nada ya en el minuto uno quizás debería haberte puesto sobre aviso acerca de qué palo va el tema. Pero no. Por lo que sea eso no te ha molestado.
Toda esa testosterona y más cabe en un genial rape and "Revenge" que: cómo no me va a flipar.
Ya, pero es que no me creo que la piva esa sobreviva al accidente.
A ver, José Luís. El casoplón ese en mitad de la nada ya en el minuto uno quizás debería haberte puesto sobre aviso acerca de qué palo va el tema. Pero no. Por lo que sea eso no te ha molestado.

4,8
699
4
1 de abril de 2024
1 de abril de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Frank Khalfoun al que, por lo visto, le pirra reventar cabezas en primer plano, y Alexandre Aja, vuelven a unir fuerzas en "Night of the hunted". Una especie de secuela espiritual de "Parking-2" (2007) que, si algo demuestra, es que el tiempo nunca pasa en balde.
Y dieciséis años, son dieciséis años.
El único hallazgo del film es el presentarnos al primer psicópata en la historia del cine que te mata de aburrimiento.
Qué tío más turras, por favor.
Y encima terraplanista de esos.
Y es que, más allá de plantar la semilla de la situación, poco más hace "Night of the hunted". Demostrando una falta de ideas brutal.
Y dieciséis años, son dieciséis años.
El único hallazgo del film es el presentarnos al primer psicópata en la historia del cine que te mata de aburrimiento.
Qué tío más turras, por favor.
Y encima terraplanista de esos.
Y es que, más allá de plantar la semilla de la situación, poco más hace "Night of the hunted". Demostrando una falta de ideas brutal.
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