Interesante película de Otitis Preminger aunque bastante irregular.

Cara garbanzo Allen debe tenerla en su plato ducha antes de zurrarse la sardina, y seguro que En la Maldición del Escorpión de Jade acudía a filmar con la cara de Otitis tatuada en su zona perianal.

Gene Ternilla lidia la faena con solvencia aunque el papel no admite muchas salidas de tono, ciertamente.

José Ferrer, con un nombre mas digno de escalador de Reynolds intenta asustar con su presencia y diálogos afilados aunque se queda a medio camino, la última parte del metraje casi se convierte en el tren chispita, pero vamos, interesante de todos modos.

Se despiden desde el Empire State.

Siempre vuestros.

King Kong y Mahamadou Diarrá lanzando flatulencias y derribando aviones a su alrededor.

Bueno, de nuevo un magistral Salinas transforma una película, o mejor dicho, un telefilm, en algo notorio.

Salinas se desmarca con una colosal interpretación para variar,otro recital para su colección, verle con la nariz de águila imperial, las gafas de Antonio Díaz Miguel, andando encorvado como poseído por una joroba de búfalo es increíblemente devastador, incluída la escena en la que Patxi, mas en forma que nunca, se dedica a alimentar gansos.

La película es lineal, terriblemente lineal, aunque Salinas lanza cañonazos verbales volatilizando entrañas, y no queda mas que rendirse a sus sabañones, pero lo cierto es que el argumento, basado en la vida del Dr. Kevorkian aborda un tema delicado y Parkinson lo dibuja de manera clara desde el comienzo, y quizás ese sea el ancla que lastra el guión, quince minutos de película, 40 minutos de película y el resultado sigue siendo lineal, y plano, una llanura, sin caballos al galope, bajo mi punto de vista no supera el séis.

Menos mal que, uno de los mejores actores de la historia acude al rescate y consigue ensartar tus testículos encarnando a Kevorkian con un buen ramillete de secuencias brillantes y en un estado de forma pletórico, para que nos vamos a engañar, qué grande, por satán.

¿ Se puede vivir sin Salinas? No, no y no. El mundo no sería nada justo.

Se despide sin mas dilación.

El doctor muerte con una caja de cartón y una bolsa de sabeco preparando su nuevo arsenal para atender a un mayor número de pacientes.

¿Pajas y ganchitos better than love?

Irregular película que como bien apunta una petaca está mejor pensada que dirigirida, supongo que la novela también ganará enteros alzando su long dong silver.

Son innegables algunos aciertos por parte de Tacoronte, efectivamente, donde muchas veces los prejuicios aniquilan cualquier esperanza factible y donde el mundo hipócrita reina y ríe al unísono, aquí, Rinoceronte muestra un falso disfraz de pajas y ganchitos para descubrir los sentimientos y reivindicar al mismo tiempo a un hombre malherido de muerte, azotado por la desdicha, un Viyuela que se destapa a corazón abierto aparcando los ganchitos momentáneamente logrando algun pasaje meritorio y cercano, al fin y al cabo Viyuela cree que puede volar.

El tufo a cine impostado en ciertos momentos es bastante notorio e insultante y resta parte del encanto a un hombre que compartiría café copa y puro junto a Jesús Quintana, aunque las intenciones son buenas por parte de Ocelote, qué duda cabe.

En fin, la pregunta al respetable tras terminar la función es rotunda, ¿Son las pajas y ganchitos better than love? Si alguien siente curiosidad, Viyuela responde a la pregunta con mucha convicción.

Se despide desde Torrecilla en Cameros.

El hombre que desinfló a King África con una aguja aparcando la dieta dukan, el hombre que pellizcó el huevo izquierdo de Kiko Matamoros con unos alicates mientras devoraba tres nubes de algodón, el hombre que quiso ser libre cambiando las etiquetas de los precios de las galletas en un supermercado, el hombre que mantuvo a mesa y mantel durante 12 meses a Joaquín Ramos Marcos, el hombre que desafió al mundo del camión con una foto de Pedro Almodóvar, siempre vuestro, Jordi Estadella.

Imbecilidad mayúscula de Lucas Bisonte que en su día parece ser que generó algo de entusiasmo y notoriedad.

Cristóbal Lambrusco ( quizás el peor actor que he visto en una pantalla) , rinde tributo a Cañizares dando paseos por el metro como si estuviera rondando la calle de Hortaleza con el culo al descubierto, creo que le ha faltado solicitar un consolador con forma de petaca.

Absolutamente infame.

Se despide desde Callao

Cachuli sin estar Callao con un órgano hammond haciendo vibrar a la estación al completo mientras una cabra hace malabarismos con el pene de Lambrusco.

Como bien intuye el Capuchas, jamás había visto sacar tanto partido a una barra libre.

Contemplando un Oltra para el cadalso, además de Spud y compañía, quizás me ha faltado Esperanza Aguirre enseñando el pistacho.

No he podido soportar tanta concesión, tanto cine impostado, tanta inmobiliaria buscando recompensa, además, llama mucho la atención ver en la orgía alcohólica a Secuaz, el azote de la credibilidad en prácticamente todo los guiones de la historia, aquí decide emular a rompetechos y hacer la vista gorda, no afila su lapicero y fusila un poncho saludando al graderío, no pretenderás hacerme creer Secuaz que Mallazo no se columpia de lo lindo verdad?

Curiosamente, un licorero decide hacer justicia ante tanto trenecito de botellas y señala que si sumas dos tontos muy tontos y la cabina obtienes un Oltra, podría ser, la verdad, aunque jamás pondría a la misma altura esas películas.

Pasada la media hora de metraje ya tenía colgado de la chepa a Schopenhauer fustigándome e indicándome que Mallazo ponía las imágenes y yo tenía que buscarle el sentido, que es lo difícil realmente, bien, pues no se lo he encontrado.

Después de padecer a dos insoportables mamelucos, un tipo encendiendo el mechero en un ascensor para leer el marca, y una artificial María Ángeles Martín deambulando por las calles agitando el Batusi, Mallazo decide rematar con un mas que previsible final.

Y yo ante tanta adversidad, sólo puedo decir.

Mas pan quiero, madre.

Mas pan quiero.