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España España · OVIEDO
Críticas de ALESNAKE
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
5
17 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Aunque es aburrida durante la mitad de su metraje, la fuerza de sus momentos álgidos no pasa desapercibida. Cooper aprueba tras las cámaras.
-Lady Gaga entra en el mundo de la interpretación por todo lo alto, imposible no reconocerlo.

Hace unos siete años se anunció que Clint Eastwood y Beyonce estaban en conversaciones para dirigir y protagonizar respectivamente el nuevo remake de “A Star is Born”. Esta sería la cuarta versión del famoso drama dirigido por William A. Wellman en 1937, que en 1954 reformularía, con más fuerza y más premios, George Cukor y después Frank Pierson en el 76 con peores resultados. Finalmente son Bradley Cooper y Lady Gaga los protagonistas de esta historia sobre el amor, los sueños, la fama, la autodestrucción y lo difícil que es abrirse camino y mantenerse puro en el oscuro mundo del estrellato. Cooper, que también sustituye a Eastwood como director, ha confiado en Gaga como actriz, ha conseguido que se deshaga de todo el artificio y las máscaras para mostrarse ante el público tal y como es. La cantante también ha tenido que confiar en el nominado al Oscar, pero como cantante y debutante tras las cámaras. Esa confianza mutua que ambos han abrazado para sacar adelante este luminoso bautismo de fuego es lo que guía una película de claroscuros, tan brillante en sus mejores momentos como opaca cuando se queda sin cosas que decir.
Durante la primera hora hay una película “con estrella”. Un hechizo que Cooper firma con sentido del ritmo y la misma naturalidad que transpira la interpretación de una fabulosa Lady Gaga, con la que comparte una química maravillosa. Esa autenticidad que transmiten juntos en pantalla es lo que mantiene la película más que ninguna otra cosa, y al Cooper director le interesa mucho más la fugaz e intensa historia de amor condenada a la tragedia que la crítica a la industria musical y la fama que tanto importaba en las primeras versiones (al Star-system en caso de la original). La mirada de Cooper como director se revela en los delicados momentos de intimidad entre Jack y Ally así como en las breves escenas que su personaje comparte con su hermano mayor, un impagable Sam Elliot al que le ha tocado ejercer de padre y que nos deja dos de las escenas más emotivas de la película. Al acabar esa primera hora a Cooper prácticamente no le queda nada que contar y comienza a perderse entre el melodrama que refleja el descenso a los infiernos de Jackson y el retrato de la industria que absorbe la pureza y la inocencia de Ally. Todo se vuelve reiterativo e insulso, y el debutante no consigue sacar a relucir su voz para narrarnos los consabido con algún tipo de frescura o la emocionante autenticidad de la primera hora. La historia, como los espectadores, cae en el letargo más profundo; al menos hasta el desenlace, donde la personalidad de un talento en bruto vuelve a asomar para afrontar, con la delicadeza de un maestro, la tragedia de sus personajes. La mano de Jack, la actuación de Ally, la intromisión de un recuerdo de dolorosa felicidad; el broche de oro a un debut de claroscuros que, pese a todo, llega a brillar muy alto.
Es difícil hacer un tercer remake de un clásico de Hollywood y conseguir que aún haya cosas que decir. Probablemente la clave resida en una de las últimas frases del personaje de Sam Elliot, que nos dice que la música solo son doce notas dentro de una octava, la misma historia contada una y otra vez, y que lo que un artista tiene que ofrecer es su manera de ver esas doce notas. Quizás el cine es como la música, tal vez pese a lo conocido de la historia lo importante es la voz de Cooper tras las cámaras y la mirada de Gaga delante. Si eso es cierto, parece fácil asegurar que hemos descubierto un director con cosas que decir y una actriz de mirada diáfana y voz palpitante que han comenzado fuertes sus carreras por el Oscar.
ALESNAKE
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7
1 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-McQuarrie y Cruise llevan el concepto “cine de acción” a un nuevo nivel con esta taquicárdica exhibición de músculo técnico y riesgo físico. El más espectacular episodio de la saga, que no el mejor.
-El fichaje de Henry Cavill es todo un acierto, valió la pena el alboroto del bigote.

Cada vez parece más lejano aquel año 66 en el que Bruce Geller y Bruce Kesler daban comienzo a las aventuras de la FMI y sus extraordinarios espías. Mucho mejor ha envejecido la inolvidable melodía de Lalo Schifrin, que todos seguimos tarareando cada vez que se nos vienen a la cabeza las palabras “Misión imposible”. Una saga que parecía imposible renacer tras una segunda entrega muy desechable, pero que se encargó de traer de vuelta -para variar- un J.J. Abrams más que acertado. A continuación Brad Bird, dando el salto desde la animación, le daría una nueva vida a la franquicia con mi episodio favorito, “Ghost Protocol”. Fue Christopher McQuarrie el último en coger el relevo, justo después de comprobar lo bien que se entendían él y Cruise en la sorprendente “Jack Reacher”. En esta ocasión McQuarrie vuelve a terminar lo que empezó, a cortar los flecos que quedaron sueltos tras el final de la quinta misión de Ethan Hunt, a darle a la saga una vuelta de tuerca, a pedirle a Cruise y a Hunt que salten un poco más lejos. El resultado, la mejor noticia posible para los amantes del género.
Técnicamente es una maravilla, McQuarrie logra una película de emoción constante, de ritmo medido al milímetro, en la que cada escena parece una excitante atracción que se encaja dentro de una gigantesca máquina de entretenimiento perfectamente engrasada. De este modo la nueva misión del agente Hunt abandona cualquier componente superfluo para mantener los elementos motores de la saga: las escenas de acción y los giros de guion. La trama resulta a menudo confusa y el sinsentido grita más fuerte que nunca, pero nada de ello importa cuando Cruise está saltando entre edificios, subiéndose a helicópteros en pleno vuelvo, tirándose de aviones o simplemente corriendo a pleno pulmón como si ni su cuerpo quisiera reconocer los 57 años que supuestamente lleva a las espaldas. La concatenación de set-pieces es tan impresionante que no da tiempo ni a sentirse agotado, y en particular la persecución en moto por París es una de las mejores secuencias del cine de acción reciente. Por otro lado los giros de guion, que se suceden también a un ritmo vertiginoso, pierden algo de efectividad para los más experimentados en esta saga, aunque por numerosidad nos terminan pillando de vez en cuando; es divertido jugar al gato y el ratón con McQuarrie.
El equipo de secundarios funciona pero no brilla especialmente (se echa de menos a Jeremy Renner), y una de las razones es que estamos en el show absoluto de Tom Cruise. Si en “Ghost Protocol” el agente más veterano del FMI cedía algo de protagonismo para intentar buscar una mayor dinámica de equipo, aquí Hunt vuelve a ser el centro de todo. El guion incluso se detiene fugazmente para regalarnos un par de trazos dramáticos aquí y allá que lamentablemente no van a ningún lado. Probablemente ese sea uno de los mayores problemas del filme, que es un espectáculo alucinante y atrevido en su motricidad, pero no consigue ser tan interesante en términos de contenido o igualar en términos narrativos/dramáticos los riesgos que sí toma en su pletórica dimensión formal. La decepción que esto implica casi seguro que no afectará a los fans, pues McQuarrie y Cruise han elaborado una de las películas de acción y espionaje más sensacionales y perfectamente ejecutadas que se recuerdan, saltando desde la fría solvencia de la anterior entrega a la ardiente extenuación de una catedral del género comparable a cualquier combinación de deportes extremos que se les venga a la mente.
Cruise, el verdadero genio loco detrás de esta saga. Siempre he pensado que era un temerario con una permanente crisis de la mediana edad que le llevaba a arriesgar su integridad física de forma constante, pero está la otra cara de la moneda. Es un actor del género como prácticamente no hay ningún otro, que busca constantemente superar sus límites para ofrecer a sus fans algo impagable. Es el compromiso máximo con su trabajo y con todos nosotros lo que convierte actualmente a “Misión imposible” es una saga revitalizada y a Ethan Hunt en un héroe inmortal. Esperemos la siguiente insensatez, mientras tanto no se pierdan esta.
ALESNAKE
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6
6 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Paul Rudd se confirma como una de las mejores decisiones de casting del UCM, es puro carisma y naturalidad.
-El guion abre caminos para el universo Marvel sin apartar la vista de su historia.

El chasquido aún nos retumba en los oídos, como si nos hubiera alcanzado la onda de una explosión cercana. El trauma no es fácil de curar, y se hace más difícil al tener que aguantar el dolor de no saber lo que está por venir y tener que esperar para verlo. Por eso Marvel ha llamado al mejor, a ese personaje capaz de aliviar esta especie de lado oscuro del hype que nos tiene a todos consumidos desde Abril. La casa de las ideas ha llamado a Scott Lang. Claro, algunos quizá os estéis riendo porque no confiáis en que este insignificante héroe pueda aliviar vuestro sufrimiento o dar alguna respuesta sobre lo ocurrido, pero es un terrible error juzgar a alguien por su tamaño, y sin duda Scott os va a sorprender con sus nuevas y poderosas habilidades. Ant-Man ha aprendido trucos nuevos, trucos de magia. Ahora es mucho más divertido.
Peyton Reed regresa tras las cámaras después de demostrar hace tres años que podía sustituir a Edgar Wright y realizar una película divertida, sorprendente y muy fresca dentro del género y de la franquicia marvelita. Superada aquella alargada sombra de Wright, a esta secuela le toca enfrentarse a la de Thanos. Y aunque pueda sonar increíble, una vez que vemos a Scott Lang y a su hija jugar sin preocupaciones en un túnel de cartón, la sombra de Thanos desaparece de nuestras cabezas. De hecho según la cronología Thanos aún no ha hecho nada irreversible, por lo que resulta mucho más sencillo sentarse en la butaca y observar como éstos personajes no tan poderosos pero el doble de entrañables resuelven problemas más modestos. No hay tanto en juego, no hay esa densidad épica y esa compleja narración del filme de los Russo, ésto es más cercano, más personal, más humano.
El director logra hilvanar a la perfección el humor oral, el slapstick, las imaginativas set-pieces (la persecución del clímax es ANTológica) y las escenas de corte más emotivo mediante un ritmo brillante que ha pulido muchos de los problemas que sufrió la primera entrega. Confecciona una película familiar que de nuevo se siente fresca y muy entretenida, con curiosa atención al detalle (deja pistas para el futuro) y talento para el homenaje encubierto. No obstante lo mejor de la película es su capacidad para volver a encariñarnos con prácticamente todos los personajes por breve que sea su participación. Scott y su hija, su ex-mujer y su novio, con el maravilloso Hank Pym de Michael Douglas, con Hope, con Janet, con el impagable Luis de Michael Peña, con el policía de Randall Park e incluso con las hormigas que pululan por la pantalla. Hasta el caricaturesco malo de Walton Goggins se hace querer, no así los personajes de Hannah John-Kamen y Laurence Fishburne, dos villanos desaprovechados y con un carisma microscópico (perdón por el chiste).
“Ant-Man and The Wasp” es una de las película más sencillas y sencillamente entretenidas de este universo que se ha vuelto tan oscuro y desesperanzador desde la llegada del titán loco de Josh Brolin. Una comedia familiar con escasas pretensiones pero buenas ideas, con su corazoncito y una torpeza encantadora que encandilará a los mismos que ya lo hiciera su antecesora en 2015. Sin duda éstos son los héroes que necesitábamos aunque no sean los que muchos quieran ahora mismo. Son la familiaridad, la cercanía, la luz al final del túnel y el gag relajante; al menos hasta la primera escena post-créditos.
ALESNAKE
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7
21 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-La mejor comedia romántica de la década. Repleta de sabios consejos, tolerancia, emotividad y música de Céline Dion.
-Hacía años que una película no captaba la esencia de los mutantes de una forma tan coherente.

Después de que los superhéroes tocaran techo en cuanto a épica masiva con Infinity War era necesario un elegido que trajera un poco de humor socarrón, gloriosa trivialidad y licra roja a este género tan "espesito". El destinado a brindarnos ese equilibrio es, efectivamente, el tito Masacre (sí, sí...la onda vital de Lobezno a todo gas), también conocido como Deadpool o la copia muy sutil de Deathstroke. Por desgracia a Tim Miller lo largaron por diferencias creativas, así que quedaba poca gente con el estómago para hacerse cargo del trabajo. Al final tras las cámaras está uno de los desalmados que se cargaron al perrete de John Wick. No el que hizo la decepcionante secuela del vengador perruno sino el otro, el que repitió la fórmula cambiando a Keanu Reeves por Charlize Theron creyendo que no nos íbamos a dar cuenta. Con este panorama y con todo el mundo en Cannes disfrutando de colas eternas, malos asientos, comidas a carreras, ambarinas correcciones de color y cine con pretensiones (y yo envidiándolos), he decidido pasarme por la sala oscura y hacerle una visita al mercenario bocazas. Hola Lars; Deadpool reivindica la diversidad, Deadpool apoya el cine familiar, Deadpool mutila gente y nadie abandona la sala. Sé como Deadpool.
Ahora que Lars ya ha tomado nota de cara a su siguiente proyecto puedo seguir escribiendo para los demás lectores. Bien, el mayor problema al que se enfrentaba esta segunda parte era la pérdida del efecto sorpresa. Sin embargo ha sabido solventarlo al afrontar el aumento de expectativas de forma literal. Es decir, recoge el testigo de su predecesora, que fue un punto de inflexión para el género y para la comprensión del blockbuster en la industria, y acepta su condición de secuela más grande, más violenta, más ambiciosa y sorprendentemente más sólida. La esencia de Deadpool está intacta, pero filtrada a través de una narración efectiva con un núcleo dramático mucho más consistente. Que la impagable verborrea soez y las cuchilladas en el escroto funcionen mejor se debe a que giran alrededor de una trama más trabajada, con personajes casi dimensionales e incluso un lado tierno que funciona bastante bien. Aunque tampoco viene nada mal el talento de David Leitch para las escenas de acción. Por otro lado, el radio de su absurdez es mayor, lo que aumenta la diversión. El personaje, ya adentrado en el universo, está totalmente cómodo de cara a reirse de si mismo, del género, de la competencia y de la cultura pop.
En la primera escena Reynolds nos recuerda lo que supuso “Deadpool”. Fue una declaración de intenciones que dejaba claro que una película sangrienta, soez, obscena y totalmente censurable era algo que podía funcionar en taquilla, algo que le diera frescura a la cartelera y al género. Aún más importante, fue la película que permitió que vieramos al auténtico Wolverine de los cómics en la pantalla de cine. “Deadpool 2” no tiene ninguna repercusión. Solo es esa película en la que un niño huérfano con diabetes, un cyborg racista del futuro, un taxista indio con instintos asesinos, una afroamericana con suerte, un coloso de metal ruso que cree en las segundas oportunidades y un aguacate viejo con cáncer deciden formar una familia. Y bueno, también tiene la escena post-créditos más divertida de la historia del cine, aunque en ella, lamentablemente, no estrangulan a ningún bebé Hitler.
ALESNAKE
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8
20 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Ha vuelto el mejor Spielberg. El narrador clásico con inquietudes modernas.
-Casi toda la película sucede en despachos y habitaciones y es mil veces más emocionante que cualquier blockbuster moderno.

Hace 13 años Steven Spielberg probó suerte con el cine político, de ahí salió la magnífica “Munich”. Entonces vimos una nueva faceta del cineasta, una que a algunos nos fascinó inmediatamente. Años más tarde esa faceta firmaría “Lincoln” (2012), gracias a la cual el antaño Rey Midas de Hollywood se manifestó también como un maestro de la narración clásica (algo que se rumoreaba en “Catch Me If You Can”). Las virtudes de aquella propuesta se extrapolaron a “Bridge of Spies” (2015), película que se vio afectada negativamente por algunas conocidas manías del director. Este año regresa el Spielberg clásico y político, para contarnos como en junio de 1971, los periódicos The New York Times y The Washington Post tomaron una valiente posición en favor de la libertad de expresión, informando sobre los documentos del Pentágono y el encubrimiento masivo de secretos sobre Vietnam por parte del gobierno, que había durado cuatro décadas y cuatro presidencias estadounidenses. La cámara apunta hacia el pasado para recordarnos ciertos valores universales y hacernos observar los paralelismos con nuestro convulso presente. Bravo señor Spielberg, he aquí una gran película clásica de candente actualidad.
Todo funciona como un reloj. Hasta el más anecdótico de los secundarios favorece el mecanismo spielbergniano de esta historia sobre una forma de hacer periodismo que parece pasada de moda; un poco como el modo en que Spielberg hace cine aquí, donde cada elemento suma. Demos gracias porque aún queden algunos que desempolven con semejante efectividad el modelo clásico. Incluso con intención de refrescarlo y sorprender al espectador, como ocurre en esta ocasión cuando la narración se bifurca en dos direcciones. Por un lado nos encontramos con un retrato robusto y honesto de la labor -coral- periodística, y de como dicha labor debe responder ante los ciudadanos con la inmensa responsabilidad moral de publicar la verdad incluso por encima de las poderosas fuerzas que intenten ocultarla, tanto si son legítimas como si no. En la otra cara de la moneda “The Post” se convierte en una historia feminista que funciona asimismo como biopic de la compleja y controvertida Katherine Graham, interpretada por una inmensa Meryl Streep que, ateniéndose al cliché, está de Oscar. Un poco por debajo está Hanks, que roba cada plano como si ni le costase esfuerzo elaborar a su estupendo personaje. De este modo las dos horas de metraje transcurren en un suspiro, a través de un ritmo extraordinario, una cámara que siempre se encuentra en el lugar adecuado y un guion en el que cada diálogo suena indispensable. No obstante lo mejor de este gran mecanismo se halla en los engranajes más diminutos, en la capacidad de Spielberg para esos detalles imperceptibles que redondean una película; donde un objeto o un personaje intrascendente cobra en un instante todo el significado. He ahí el carácter genuino de un cineasta en su mejor estado de forma y la magia de un estilo de hacer cine que nunca estará pasado de moda.
Una obra de loable dignidad, inquietante actualidad y honorable valentía. Spielberg nos recuerda los valores, las responsabilidades y las decisiones de antaño a través de una narración clásica a prueba de balas en la que cada personaje aporta su grano de arena. “The Post” es la experiencia de un maestro al servicio de una sabiduría incontestable, la de la perspectiva histórica. Como en el mejor de los artículos el titulo es claro y atractivo, insta al público a profundizar en el cuerpo del texto. La narración ulterior nos mantiene atrapados, el tipo que firma ésto conoce sus herramientas. No hay exceso de líneas ni artificios vacuos, el estilo es sobrio, el texto conciso, el mensaje coherente, la estructura cohesionada y efectiva. Por último la conclusión, ideal, nos deja a las puertas de “All the President's Men”. Spielberg ha firmado el mejor de los artículos.
ALESNAKE
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