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colaborador
Críticas ordenadas por utilidad
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6,0
24.769
4
29 de abril de 2012
29 de abril de 2012
79 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inexplicable que una película que va de represiones sexuales y azotes en el culo sea tan aburrida como ésta.
Dos plastas intentando pelar la cebolla del subconsciente humano en largas y teatrales escenas de lucimiento actoral y lo mejor, una Keira Knightley clara candidata al Razzie, haciendo cosas imposibles con su mandíbula que desde ya debe ser considerada en la categoría de arma blanca porque la leche como se le sale el hueso a la tía, tiene un par de escenas que no sabía si es que era una loca peligrosa o estaba digievolucionando a licántropo.
Impresionante que 'Un método peligroso' la haya rodado Cronenberg, sí, ese tío conocido por sus retorcido erotismo y su obsesión por las cosas viscosas y palpitantes. Pues bien, cuando un enfermo de tomo y lomo como es el señor Cronenberg empieza a frecuentar los reinos de la asepsia fílmica es para ponerse a temblar. ¿Porqué? Bueno, pues porque películas como estas las pueden hacer muchos otros. Pero ahora ¿quién hará las películas de Cronenberg?
Dos plastas intentando pelar la cebolla del subconsciente humano en largas y teatrales escenas de lucimiento actoral y lo mejor, una Keira Knightley clara candidata al Razzie, haciendo cosas imposibles con su mandíbula que desde ya debe ser considerada en la categoría de arma blanca porque la leche como se le sale el hueso a la tía, tiene un par de escenas que no sabía si es que era una loca peligrosa o estaba digievolucionando a licántropo.
Impresionante que 'Un método peligroso' la haya rodado Cronenberg, sí, ese tío conocido por sus retorcido erotismo y su obsesión por las cosas viscosas y palpitantes. Pues bien, cuando un enfermo de tomo y lomo como es el señor Cronenberg empieza a frecuentar los reinos de la asepsia fílmica es para ponerse a temblar. ¿Porqué? Bueno, pues porque películas como estas las pueden hacer muchos otros. Pero ahora ¿quién hará las películas de Cronenberg?
TV

7,0
5.966
7
13 de septiembre de 2009
13 de septiembre de 2009
60 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya quisieran muchas películas de gran formato tener como mínimo el reparto en estado de gracia del que disfruta "Ciudadano X". Eso de entrada. Pero es que además, esta producción televisiva viene a integrar la exclusiva lista de las mejores persecuciones del psicópata que se han visto desde "M, el vampiro de Düsseldorf" y de la que forman parte filmes tan excelentes como "El cebo", de Vadja o la imperecedera "Memories of Murder".
Aquí no se trata de un asesino indeterminado basado en asesinos reales, sino del caso real de Andrei Chikatilo, un monstruo como pocos se ha visto en la negra historia de la humanidad. El Carnicero de Rostov perpetró más de cincuenta asesinatos en los años ochenta, asesinatos que sazonaba con prácticas de canibalismo, indescriptibles abusos sexuales necrófilos y demás lindezas de las que diferencian a un profesional de un aficionado.
"Ciudadano X" se despoja de todo efectismo para narrar con sencillez el largo y desesperante proceso de investigación llevado a cabo por un médico forense, Bukarov (espléndido Rea) que no sólo tuvo que enfrentarse a la escasez de medios y pistas, sino también a las trabas interpuestas por un régimen comunista al que no interesaba el hallazgo de un asesino, probable miembro del partido y a ojos de la comunidad, marido y trabajador más o menos respetable.
La frustrante persecución de Chikatilo está ejemplarmente reflejada en la película, de forma paralela al retrato histórico y la crítica del gobierno rojo: y gracias a una dirección y a un guión competentes, consigue que el espectador llegue a sentirse plenamente identificado con la desesperación de Bukarov, de modo que el final, formulado como una discreta catarsis, sea celebrado por nosotros con el mismo alivio y la misma alegría que debieron sentir aquellos que formaron parte real de esta historia. Porque poco a poco y sin darte cuenta, te has involucrado por completo en la captura del asesino y su caza...es tu caza.
Una propuesta intrigante y llena de calidad que apuesta por una estética y una narración de lo más realistas sin menoscabo del misterio o del entretenimiento. Excelente.
Aquí no se trata de un asesino indeterminado basado en asesinos reales, sino del caso real de Andrei Chikatilo, un monstruo como pocos se ha visto en la negra historia de la humanidad. El Carnicero de Rostov perpetró más de cincuenta asesinatos en los años ochenta, asesinatos que sazonaba con prácticas de canibalismo, indescriptibles abusos sexuales necrófilos y demás lindezas de las que diferencian a un profesional de un aficionado.
"Ciudadano X" se despoja de todo efectismo para narrar con sencillez el largo y desesperante proceso de investigación llevado a cabo por un médico forense, Bukarov (espléndido Rea) que no sólo tuvo que enfrentarse a la escasez de medios y pistas, sino también a las trabas interpuestas por un régimen comunista al que no interesaba el hallazgo de un asesino, probable miembro del partido y a ojos de la comunidad, marido y trabajador más o menos respetable.
La frustrante persecución de Chikatilo está ejemplarmente reflejada en la película, de forma paralela al retrato histórico y la crítica del gobierno rojo: y gracias a una dirección y a un guión competentes, consigue que el espectador llegue a sentirse plenamente identificado con la desesperación de Bukarov, de modo que el final, formulado como una discreta catarsis, sea celebrado por nosotros con el mismo alivio y la misma alegría que debieron sentir aquellos que formaron parte real de esta historia. Porque poco a poco y sin darte cuenta, te has involucrado por completo en la captura del asesino y su caza...es tu caza.
Una propuesta intrigante y llena de calidad que apuesta por una estética y una narración de lo más realistas sin menoscabo del misterio o del entretenimiento. Excelente.
29 de octubre de 2008
29 de octubre de 2008
52 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi en el año 95, poco más o menos. Me gustó. La volví a ver un par de años más tarde y todavía me gustó más, quizás porque la entendí mejor. Pasaron unos tres años y la pillé una tarde perezosa mientras cambiaba de canales: volvió a engancharme y en esta ocasión, fue como un deslumbramiento súbito. De pronto, algunas piezas que antes me habían chirriado, encajaron a la perfección. Y desde entonces, soy admiradora devota de esta película.
Tres espléndidas reinonas -adorables Stamp, Weaving y Pearce- se lanzan de gira petarda por los rincones más inhóspitos del desierto australiano: con dos bien puestos. Durante el viaje compartirán, además de equipaje material y emocional, una serie de peripecias que van de lo trágico a lo cómico y que, como en toda road movie que se precie, servirán para estrechar lazos entre los/las protagonistas y conducirlas al lúcido camino de la autoconsciencia.
Peca de cierto convencionalismo en la estructura narrativa, pero lo compensa sobradamente con escenas tan maravillosas como el encuentro de los personajes con una comunidad maorí en medio de la nada y la manera tan sutil en que se expresa la instantánea identificación mutua de dos grupos socialmente marginados, cada uno a su manera. También hermosísima resulta la cabalgata de "Priscilla" (el autobús en el que viajan) por el desierto con Guy Pearce a lomos ataviado de Gaultier y a los compases de la señora Callas cantando el "È strano": belleza elevada al cubo.
Divertida, entrañable, razonablemente freak, con unos personajes que amarás al instante, unos diálogos espléndidos (el de ABBA, antológico) y una banda sonora que invita a ser feliz, ¿cómo no verla?
Tres espléndidas reinonas -adorables Stamp, Weaving y Pearce- se lanzan de gira petarda por los rincones más inhóspitos del desierto australiano: con dos bien puestos. Durante el viaje compartirán, además de equipaje material y emocional, una serie de peripecias que van de lo trágico a lo cómico y que, como en toda road movie que se precie, servirán para estrechar lazos entre los/las protagonistas y conducirlas al lúcido camino de la autoconsciencia.
Peca de cierto convencionalismo en la estructura narrativa, pero lo compensa sobradamente con escenas tan maravillosas como el encuentro de los personajes con una comunidad maorí en medio de la nada y la manera tan sutil en que se expresa la instantánea identificación mutua de dos grupos socialmente marginados, cada uno a su manera. También hermosísima resulta la cabalgata de "Priscilla" (el autobús en el que viajan) por el desierto con Guy Pearce a lomos ataviado de Gaultier y a los compases de la señora Callas cantando el "È strano": belleza elevada al cubo.
Divertida, entrañable, razonablemente freak, con unos personajes que amarás al instante, unos diálogos espléndidos (el de ABBA, antológico) y una banda sonora que invita a ser feliz, ¿cómo no verla?

5,7
11.110
5
2 de octubre de 2011
2 de octubre de 2011
86 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo el momento personal de cada uno influye en su recepción hacia una película: es también el ánimo social, la convulsión política y económica lo que hace que una determinada temática sea mejor o peor recibida. Así pues, en medio de la tempestad de deshaucios, quiebras, ruinas y despidos que nos está cayendo encima, una película sobre el hastío vital de un actor multimillonario de Hollywood puede sentirse así, por lo de pronto, como una broma de mal gusto.
La explicación hay que hallarla en el solipsismo artístico de Sofia Coppola, directora que incluso con una tercera guerra mundial a su alrededor, seguiría preocupándose de la gente pija que se aburre, lo cual muestra a una cineasta totalmente concentrada en el apasionante universo de su ombligo y de todo aquel que posea un ombligo afín al suyo y de momento incapaz de ir mucho más allá.
Hablar de "Somewhere" es hablar, por ejemplo, de aquella canción de los Beatles que rezaba "it's a real nowhere man/sitting in his nowhere land/ making all his nowhere plans for nobody". Stephen Dorff, el antiguo niño bonito reciclado en el estrellato de bajo perfil parece la elección más obvia para este hombre de ninguna parte que tiene todo lo que cualquier habitante medio del planeta tierra pudiera creer que necesita: dinero, sexo y posibilidades a espuertas. Pero se aburre, su vida no tiene sentido, no hay objetivos ni inquietudes, está solo o mal acompañado y lo único que le saca de este marasmo existencial es su hija Cleo, a la que ve de tanto en tanto.
La cuestión no es ¿nos importa el personaje? ¿Nos importa que viva o que muera, que se muera de asco o se acueste con tres o con cincuenta? ¿Nos importa la relación que tiene con su hija?. La cuestión es: ¿se importa el personaje a sí mismo? La respuesta es no. Entonces ¿porque deberíamos nosotros preocuparnos por él y de su aburrimiento existencial?. ¿No debería ser él quien se preocupe por nosotros, que tenemos problemas mucho más urgentes que resolver?
Partiendo de esta base y aun reconociéndole a Sofia el acierto de prescindir de los anuncios de compresas que caracterizaron anteriores trabajos, se puede decir que "Somewhere" es el trabajo de una artista que tiene más de fotógrafa del instante íntimo que de verdadera y completa cineasta. Quizás debería hacerse con una Nikon, dedicarse a exponer en el FOAM y dejar lo de dirigir para cuando tenga algo de qué hablar.
La explicación hay que hallarla en el solipsismo artístico de Sofia Coppola, directora que incluso con una tercera guerra mundial a su alrededor, seguiría preocupándose de la gente pija que se aburre, lo cual muestra a una cineasta totalmente concentrada en el apasionante universo de su ombligo y de todo aquel que posea un ombligo afín al suyo y de momento incapaz de ir mucho más allá.
Hablar de "Somewhere" es hablar, por ejemplo, de aquella canción de los Beatles que rezaba "it's a real nowhere man/sitting in his nowhere land/ making all his nowhere plans for nobody". Stephen Dorff, el antiguo niño bonito reciclado en el estrellato de bajo perfil parece la elección más obvia para este hombre de ninguna parte que tiene todo lo que cualquier habitante medio del planeta tierra pudiera creer que necesita: dinero, sexo y posibilidades a espuertas. Pero se aburre, su vida no tiene sentido, no hay objetivos ni inquietudes, está solo o mal acompañado y lo único que le saca de este marasmo existencial es su hija Cleo, a la que ve de tanto en tanto.
La cuestión no es ¿nos importa el personaje? ¿Nos importa que viva o que muera, que se muera de asco o se acueste con tres o con cincuenta? ¿Nos importa la relación que tiene con su hija?. La cuestión es: ¿se importa el personaje a sí mismo? La respuesta es no. Entonces ¿porque deberíamos nosotros preocuparnos por él y de su aburrimiento existencial?. ¿No debería ser él quien se preocupe por nosotros, que tenemos problemas mucho más urgentes que resolver?
Partiendo de esta base y aun reconociéndole a Sofia el acierto de prescindir de los anuncios de compresas que caracterizaron anteriores trabajos, se puede decir que "Somewhere" es el trabajo de una artista que tiene más de fotógrafa del instante íntimo que de verdadera y completa cineasta. Quizás debería hacerse con una Nikon, dedicarse a exponer en el FOAM y dejar lo de dirigir para cuando tenga algo de qué hablar.

7,2
86.975
7
22 de diciembre de 2011
22 de diciembre de 2011
75 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Drive" completa la trilogía de soledades urbanas y vacíos existenciales que este año ha forjado con "Somewhere" de Sofia Coppola y "Shame" de Steve MacQueen. ¿Casualidad? Podría ser. Lo que tienen en común, al menos las dos primeras, es su campaña de demonización (intencionada o no) del enriquecimiento, de las formas de vida que hasta hace unos pocos años eran consideradas el súmmun de la realización vital. El dinero, en "Somewhere", condena al protagonista al aburrimiento; en "Drive", lo condena a muerte.
Ryan Gosling presta su rostro y sobre todo sus manos al volante a un personaje del que se explica muy poco, o nada, pero del que se intuyen dos cosas importantes en el aquí y ahora: es un hombre con principios y no necesita tener dinero. Un chico humilde y cumplidor, de los de toda la vida, que viste un poco hortera y lleva un palillo en la boca al estilo Manolo's bar. En las antípodas del glamour y de todo lo que el cine lleva años indicando como epítome de la molonidad.
Pero claro, "Drive" no funcionaría si El Conductor no fuera molón. Lo es. Tampoco funcionaría si los malos adinerados no fueran sórdidos y penosos; si la chica fuese una actriz florero y no una rubita de mirada nostálgica; si la fotografía no estuviese tan impreganda de contaminación lumínica; si la ciudad no fuese ese chillón espejismo constituido de neones. Hay que decir que Winding Refn no es un director de sustancia, pero tiene un enorme estilazo. Su película "Drive", es una muestra de lo que puede llegar a ser una película cuando todo, menos el guion, está bendecido por los dioses. "Drive" se disfruta, incluso se puede vivir intensamente, pero no es completa: de "Drive" se sale como de una cena sin postre, de un orgamo a medias o de una carrera salvaje que culmina con multa por estacionamiento en zona prohibida.
El Conductor puede ser excelente, pero su coche no está a la altura.
Ryan Gosling presta su rostro y sobre todo sus manos al volante a un personaje del que se explica muy poco, o nada, pero del que se intuyen dos cosas importantes en el aquí y ahora: es un hombre con principios y no necesita tener dinero. Un chico humilde y cumplidor, de los de toda la vida, que viste un poco hortera y lleva un palillo en la boca al estilo Manolo's bar. En las antípodas del glamour y de todo lo que el cine lleva años indicando como epítome de la molonidad.
Pero claro, "Drive" no funcionaría si El Conductor no fuera molón. Lo es. Tampoco funcionaría si los malos adinerados no fueran sórdidos y penosos; si la chica fuese una actriz florero y no una rubita de mirada nostálgica; si la fotografía no estuviese tan impreganda de contaminación lumínica; si la ciudad no fuese ese chillón espejismo constituido de neones. Hay que decir que Winding Refn no es un director de sustancia, pero tiene un enorme estilazo. Su película "Drive", es una muestra de lo que puede llegar a ser una película cuando todo, menos el guion, está bendecido por los dioses. "Drive" se disfruta, incluso se puede vivir intensamente, pero no es completa: de "Drive" se sale como de una cena sin postre, de un orgamo a medias o de una carrera salvaje que culmina con multa por estacionamiento en zona prohibida.
El Conductor puede ser excelente, pero su coche no está a la altura.
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