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España España · Barcelona
Críticas de Sémele
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
6
29 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "Irrational Man" me pasó algo muy curioso. Habiendo visto otras películas del mismo estilo de Woody Allen, como "Match Point" o "Cassandra's Dream", me dio la sensación de que, usando casi los mismos recursos, ésas otras me resultaron mucho más juguetones y entretenidas.

No digo que "Irrational Man" es una mala película, está bien, y cuenta con los lugares comunes de Allen (buenos diálogos, excelentes intérpretes, ambientaciones ideales, estupenda fotografía...). Sin embargo, da la sensación de que se queda muchas veces a medio gas, un poco deslavazada, un poco desganada... Tal vez sea por su protagonista, Abe Lucas, al que da vida un inspirado y gordito Joaquin Phoenix, que está depresivo y casi no levanta cabeza, o tal vez sea porque la historia se presta un poco a la divagación, porque le cuesta un poco arrancar y no se pone interesante hasta bien entrada la primera media hora.

Mientras que con "Match Point" o en "Cassandra's Dream", por poner dos ejemplos con los que comparte muchas cosas, apostaba por una trama atractiva y truculenta, llena de matices, que te atrapaba desde un principio, aquí, Allen, decide jugar la baza de contar con el ralentí puesto, para atraparnos (o no) con el retrato de un hombre, un profesor de Filosofía, con fama de ligón entre sus colegas y estudiantes, que parece vivir sus horas más bajas. Esa baza es arriesgada porque, aunque la historia está bien contada y se ve con cierto interés, en ocasiones, no es suficiente y solo te quedas ahí porque es un Allen. En otras palabras, puede poner a prueba la paciencia del más paciente hasta que llegamos al meollo.

Por decirlo de algún modo, Allen se divierte con una especie de juego de claroscuros, un poco como si jugara con los personajes, como si fueran piezas de ajedrez (más o menos lo que viene haciendo el guionista) a la par que juega con el espectador, creando un universo cerrado, en el que todo, supuestamente, parece improvisado, y también permite que los personajes formen parte del juego, elucubrando sus propias ideas al respecto, en aras de un divertimento que, aunque despega y tiene una resolución buena (aunque poco original), te deja un sabor agridulce, como si ya lo hubieras visto en otras ocasiones y te hubieran parecido mucho mejores.

Especial mención merecen las dos actrices de la función, una recuperada Parker Posey, en la piel de Rita Richards, una colega de Lucas, y la excelente Emma Stone, como la estudiante Jill Pollard, contrapunto del personaje de Phoenix. Esta última, especialmente, está extraordinaria, especialmente en el último tercio de la película, con un final que te deja en suspenso unos breves momentos.
Sémele
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8
22 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso y estimulante thriller terrorífico con unos brillantes toques de comedia que esconde no poca mala hostia en cuanto a denunciar el imperante racismo de la sociedad actual, dando una visión que va mucho más allá del puro entretenimiento.

Para empezar "Déjame salir" trata al espectador como si fuera una cabeza pensante introduciéndole en el desconcertante mundo de la familia de Rose, a través de los ojos de Chris (excelente Daniel Kaluuya). Asistimos así a los cada vez más intrigantes actos de los padres de la chica, así como otros amigos y vecinos, intuyendo que algo raro (y soterrado) está pasando ahí.

Jordan Peele construye un efectivo thriller de terror donde lo increíble se funde con una adormecida rutina que suena cada vez más escalofriante. Hay sorpresas que funcionan como una bomba de relojería y hay dosis de humor (protagonizadas por Chris y su mejor amigo) que vienen servidas por unos diálogos que te hacen reír nerviosamente.

Genialmente fotografiada y rodada, estilizada y con un colorido ocre que contrasta con la historia tan negra que se está contado, la película es notable, muy disfrutable, y perfectamente resuelta con un final de altura. Los actores que dan vida a los padres de Rose (Catherine Keener y Bradley Whitford) apuestan por dos interpretaciones contenidas, lo que todavía incrementa esa sensación de desasosiego que atenaza al protagonista.

Una propuesta inteligente que demuestra que no se ha dicho todo en los thrillers de terror.
Sémele
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8
3 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y disfrutable comedia romántica, protagonizada por unos geniales Billy Crystal y Meg Ryan.

La agridulce, e ingeniosa, comedia romántica que nos ocupa tiene un punto de partida prometedor: dos jóvenes estudiantes, Harry y Sally, de 21 años, emprenden un viaje de 18 horas rumbo a Nueva York. No se conocen más que por simples referencias (Harry sale con una amiga de Sally), pero comparten unas reflexiones que ponen de manifiesto sus dispares puntos de vista en cuanto a las relaciones románticas. Harry opina que un hombre no puede ser amigo de una mujer a la que considera atractiva, mientras que Sally cree que sí.

La premisa está servida. Una guerra de sexos ingeniosa y mordaz, con unos diálogos divertidos, de la mano de dos personajes que trascienden en varios momentos memorables. La evolución de Harry y Sally, a los que seguimos en varios momentos de sus vidas (a los 21 años, a los 26 y a los 31), se hace palpable a medida que el rumbo de sus vidas va llevándoles por distintas experiencias.

Sally, con una Meg Ryan con ángel, es una chica con las ideas claras, maniática y divertida, que trata de encontrar su lugar. Harry, con un acertado Billy Crystal, es un chico algo rudo, excesivamente sincero y locuaz, al que le cuesta hallar el rumbo de su vida. La vida va dando vueltas y va cambiándoles. Sin embargo, sus encuentros y desencuentros, intercalados con simpáticos parlamentos de parejas "anónimas", no dejan de caer en gracia, poniendo de manifiesto lo bobos, vulnerables y indecisos que son en realidad.

Rob Reiner construye una comedia divertida, que se recuerda tanto por las buenas interpretaciones de sus protagonistas, como por ciertos momentos que forman parte ya de la historia del cine, como la escena en la que Sally (Meg Ryan) finge un orgasmo en una cafetería para demostrar a un sorprendido Harry (Billy Crystal), que las mujeres con las que se acuesta pueden engañarle en ese sentido. Tronchante.
Sémele
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6
22 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante thriller policial, y judicial, firmado por el interesante director Sidney Lumet y protagonizado por Andy García en el cénit de su carrera.

García es Sean Casey, un policía metido a abogado que es fichado por el fiscal del distrito para que logre empapelar en un juicio a un capo de la droga en Nueva York. A priori parece un caso fácil, pero poco a poco aparecen nuevos elementos que hacen prever que algunos policías podrían estar involucrados.

La cinta empieza bien, aunque tiene cierto aire a telefilme. Lumet tiene buena mano para las tramas en las cuales un individuo íntegro trata de mantenerse limpio en un ambiente viciado por la corrupción. También es interesante como se va acercando al meollo y poniendo las cartas sobre la mesa, aunque las sorpresas las hueles desde hace un buen rato.

Me gustaron más los actores secundarios que el principal. Con ello, no quiero decir que García lo haga mal, está bastante bien... Sin embargo, en ciertos momentos, se le nota falto de recursos, lo que le lleva a la sobreactuación. Lamentablemente, este hecho lastra un poco su actuación. Por ejemplo, cuando se pone a abroncar a uno de los personajes, irasciblemente, perdiendo la partida ante este gran secundario (no diré su nombre para no desvelar nada) que resulta mucho más creíble y digno en ese momento.

Entre los secundarios destaco a Richard Dreyfuss, Ian Holm y James Gandolfini, que están estupendos como suele ser habitual en ellos. Y como nota discordante: la poca cancha que le dan a Lena Olin, el interés romántico de Casey, que es poco más que un ornamento... Tal vez debieran tener un poco más de profundidad, dado que es el único personaje femenino.

En resumen, es un buen policiaco, se deja ver, aunque no lo situaría entre lo mejor de Lumet.
Sémele
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6
18 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen relato histórico que se presenta como la crónica de la cruenta guerra entre los cristeros (partidarios de practicar la fe católica en libertad) y el gobierno mexicano (ateo), entre los años 1926 y 1929.

Me tendréis que perdonar pero no conocía los hechos históricos, por tanto, no puedo valorar hasta qué punto la película es fiel a los hechos reales. Sí, veo, no obstante, que hay cierta tendencia a mostrar al gobierno, representado por el presidente Calles (Rubén Blades), y a los soldados a sus órdenes, como unos rompepelotas de aúpa, irrespetuosos y manipuladores. Total: que te caen mal de buenas a primeras.

A ver, no seré yo quién defienda a los gobiernos en general y a los gobernantes en particular, pero creo que flaco favor le hacen a una película que se autoproclama como crónica, retratándoles así. Podían, por lo menos, acercarnos a ellos, explicarnos un poco sus razones, aunque, en el fondo, podamos no compartirlas. Parece que se levanten un día de la cama y digan, ¡Hala! Vamos a tocarles las narices a estos fervientes creyentes.

Partiendo de mi convencimiento de que no creo que se deba morir por ningún idealismo, y de que, en nombre de la religión, que pregona la paz y el entendimiento entre los pueblos, se han cometido atrocidades desde los inicios de los tiempos (y se siguen cometiendo), me dispongo a valorar esta película en sus méritos simplemente cinematográficos.

Dicho esto: la película me ha parecido interesante.

Al ser una coproducción, rodada en inglés, con actores de dispares nacionalidades, entramos en el discutible campo de sí debiera ser hablada en español, para ajustarse a los hechos narrados con el máximo rigor. Pero el cine es entretenimiento, al fin y al cabo. Y se necesita capital para rodar cualquier película, así que, mejor ceñirse a lo que es.

Al ser coral, vemos diferentes frentes y, aunque, es partidista, como ya he explicado, funciona bien en su intento de narrar una historia de personajes en medio de un enfrentamiento armado, sin olvidarse de que cada uno tenga en algún momento su cancha en la historia, transformándola en una peli algo larga, unas dos horas y 45 minutos. Las escenas de batalla, los enfrentamientos, están rodadas con eficacia, es decir, no será Spielberg (con su desembarco en Normandía), pero dan el pego en todo momento.

Nada en ella es original, pero conjuga bien los elementos de los que dispone. Predispone al espectador, en una especie de prólogo, en el momento previo a la rebelión, justo en la calma antes de la tormenta. Vemos la cotidianidad de la "buena gente", buenos católicos, que ven perturbada su paz por una ley anticlerical del gobierno liberal y revolucionario (otra vez unos tan buenos y otros tan malos), y deciden tomar cartas en el asunto.

Los actores están bastante bien.

Me gustó Andy García, en el papel del general retirado Enrique Gorostieta, ateo para más señas, que se involucra en la causa de los Cristeros. Es un papel secundario (de hecho, es cuando mejor está el actor) y da el pego como "director orquestra". Me gustó su cara a cara con un actor que me encanta, Oscar Isaac, en la piel de Victoriano "El Catorce" Ramiro, una especie de llanero solitario, que llega con sus propios hombres y sus propias reglas. En el duelo, creo que sale vencedor este último, al menos su personaje me mola bastante más.

Luego está el chaval, José (Mauricio Kuri), que empieza lanzando huevos a la cabeza del cura de su pueblo (Peter O'Toole, en un breve y significativo papel) y acaba convirtiéndose en el símbolo de los Cristeros, guardando para sí los momentos más duros y emocionantes de la película.

El nombrado Rubén Blades, Catalina Sandino Moreno y una anecdótica Eva Longoria, como la mujer del general Gorostieta, completan parte del reparto plagado de rostros latinos, desconocidos.

El final me parece un poco precipitado, como si ya no les alcanzara para más. Pero hay algunas partes, como los ratos en el campamento, que, creo, podrían ser cortados o abreviados sin que la película se resintiera para nada. Y así haber rodado una conclusión menos confusa, más coherente con lo narrado.

En definitiva, es una propuesta interesante, que funciona bien en su cometido, si se le perdona cierta manipulación.
Sémele
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