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Rusia Rusia · Provincia de...
Críticas de Demetrio Rudin
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de mayo de 2006
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre ha sido hallado en su apartamento, con evidentes signos de haber sido brutalmente apalizado. Una amiga del fallecido le confiesa a Finlay, el policía que lleva la investigación, que poco antes de su fallecimiento había visto a la víctima en compañía de tres soldados, bebiendo en un bar. La documentación de uno de esos soldados, Mitchell, apareció junto al cadáver. Otro de los soldados implicados, el más charlatán, es Montgomery, que en comisaría comienza a declarar ante Finlay.

Encrucijada de odios es una notable producción negra rodada a finales de los años cuarenta tras la segunda guerra mundial. La historia inspirada en una novela de Richard Brooks destaca por un excelente dominio del elemento espacio/tiempo; la acción transcurre en apenas un par de días, la noche en la que tiene lugar el asesinato, la mañana siguiente y la madrugada del día posterior. Este corto periplo será suficiente para inmiscuirnos en un relato de corte detectivesco, típico del cine negro no solo por el mero hecho de desarrollar un caso policial, sino también por abordar temas de carácter social relacionados con la realidad del momento en el que el film se rodó. En este sentido, la película pone de manifiesto el odio racial todavía existente en la sociedad norteamericana de aquellos días, esta denuncia antisemita fue tomada incluso como una alegoría al comunismo, por lo que el director y el productor de la obra fueron despedidos meses después, figurando en la llamada lista negra de Hollywood. La construcción de personajes también se erige como un punto fuerte del guión, presentando así, por un lado la personalidad sobria y madura de Finley o Keeley, en contraste con la bisoñez de Mitchell y Leroy.

Visualmente la cinta se muestra portentosa, gracias al magnífico trabajo de Edward Dmytryk. El fabuloso uso de la iluminación (sombras, luces directas sobre los rostros, contrastes…) consigue crear junto con el sabio manejo de los planos (contrapicados, fotografía turbia, disipaciones, primeros planos, etc.) un ambiente de sordidez e inseguridad, clave para que el relato adquiera sobriedad. Destacan sobre todo las espectaculares secuencias filmadas en la sala de cine, así como, la eficiente combinación de agobiantes planos para narrar el progresivo descenso a los infiernos del personaje de Montgomery, que acabara obsesionado y desquiciado por el remordimiento que le tortura por dentro; el director trampea en este punto, el encuadre de los relojes, característico de Fritz Lang, como un efecto para lograr una sensación de fatalidad, que intenta adelantar el trágico final de la historia. La banda sonora y el reparto cumplen perfectamente con su papel, en especial Robert Mitchum, participe en otras cintas del género, caso de una aventurera en macao o retorno al pasado, ambas de la RKO.

Concluiremos pues que encrucijada de odios es un más que interesante título policiaco, que gustará a todo buen seguidor del cine clásico.
Demetrio Rudin
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8
17 de abril de 2006
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
1947, Charles Chaplin ya era reconocido como unos de los grandes directores y actores en el mundo del cine, obras como El gran dictador (1940), Tiempos modernos (1936) o La quimera de oro (1925) servían como un entretenimiento para el gran público y como un alegato a la moralidad del pueblo, es decir, verdaderas fábulas fílmicas. Si bien es cierto, que el gran dictador, ya le había servido a Chaplin sus primeras criticas por abordar un retrato tan delicado como era el del nazismo en aquellos años. Estas criticas solo servirían como una pequeña antesala frente al aluvión de ataques y censuras que tendrían lugar tras el estreno de Monsieur Verdoux; una película que cosecharía malos resultados en taquilla y que no contaría con el apoyo de la critica.

Técnicamente brillante, Charles vuelve a llevar a cabo un ejercicio de buen cine. Los encuadres son manejados con brillantez, la fotografía magnífica también, y algunos contraluces alcanzan cotas de esplendida calidad. Ciertas escenas de la película son ya parte viva del celuloide, el camino final del protagonista hacia su ejecución refleja de manera impasible, cual ha sido el inevitable destino de Verdoux. Los saltos temporales con sus correspondientes fundidos son al igual que los demás rasgos del film excepcionales, sirva como ejemplo el cambio noche-día cuando Henri asesina a una de sus esposas, muy bien llevado por el propio Chaplin. En el reparto, nos encontramos de nuevo a Chaplin, sin duda el pilar básico de la historia, aunque, ayudado eso si, por unos secundarios de gran solidez: Mady Correll, Allison Roddan, Martha Raye… La música del polifacético director, resulta elegante y adecuada, reforzando momentos de gran dramatismo como la ya nombrada escena final.

En resumen viendo esta película, el espectador se va a encontrar frente a una carnal y sentida historia perfectamente retratada por el mago del cine, Charles Chaplin. Es una lastima, el vago recuerdo que el gran público tiene de esta genial obra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Demetrio Rudin
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9
10 de abril de 2006
34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hablamos del cine negro como un valor dentro del noveno arte, debemos guardar un aparatado especial para el halcón maltes, una de esas pocas películas que han logrado inmortalizarse al paso del tiempo. A inicios de 1941, es cuando Jonh Huston concibe la día de rodar esta magnífica obra, inspirada en una novela de Dashiell Hammett, adquirida por la Warner, por apenas 8.500 dólares ese mismo año. Huston pensaría y llegaría incluso a firmar a George Raft como el actor que encarnaría a Sam Spade, pero la negativa de este produjo que fuera el mítico Humphrey Bogart el protagonista del film, retrasando unos meses el estreno de la película, llegando a la pantallas de Estados Unidos el 18 de diciembre de 1941 como una inadvertida serie B más.

El halcón Maltes nos adentra en el ambiente policiaco de los años cuarenta, más concretamente, en la historia acontecida a Sam Spade, un sabueso, que se ve envuelto en un caso de asesinato, por la muerte de un amigo y compañero suyo. Detrás de esta aparente sencilla trama, se ramifican un gran cúmulo de historias paralelas al conflicto principal del guión, lo que ensalza en gran medida el poder de entretenimiento de esta solidísima adaptación. La historia además de poseer este enorme poder de atracción, desarrolla también una gran profusión de doble trasfondo no solo hacia los personajes, si no también hacia el basto mundo que se extiende a su alrededor, aclarando mis palabras: "el film sirve como un análisis dual de una realidad que resulta un falso espejismo para el espectador".

En el aspecto visual, la obra demuestra con creces porque es considerada una de las cien mejores películas americanas. Sorprende la excelente dirección de un debutante John Huston, que a través de unos juegos lumínicos casi perfectos, nos inmiscuye en una densa atmósfera de tensión constante. El movimiento de cámara tan tortuoso como eficaz, nos acerca una magistral estructura narrativa llena de lirismo y dramatismo contenido. ¿Que más podemos decir, que no se haya dicho ya, del reparto del Halcón Maltés? Sencillamente brillante. Boogie actúa con un aplomo y una fuerza tremenda, forjando su propio icono interpretativo dentro del celuloide, Mary Astor seduce con sus, elegantes formas de encarnar a una auténtica mujer fatal. Los secundarios son..... de lo mejor que he visto en cualquier thiller negro, Peter Lorre Sydney Greenstreet, ejercen un portentoso trabajo. La música de Adolph Deutsch, redondea a las mil maravillas el oscuro matiz que exhibe el filme.

Forjar mitos, esta es la tarea de esta excelente producción negra, que para muchos es la mejor muestra de “film noir”, jamás filmada
Demetrio Rudin
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8
9 de abril de 2006
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corría el año 1931 en los estudios de la universal pictures. Pocos meses antes había concluido el rodaje de la primera gran obra clásica del género de terror, Drácula, dirigida por Tod Browning. Drácula sería la antesala a una serie de obras llevadas a cabo por la Universal entre los años 30 y 40: películas que ya forman parte de la historia del celuloide: El doctor Frankenstein, la Novia de Frankenstein, el hombre invisible, la Momia, el Cuervo. Uno de los principales encargados de llevar a cabo esta amplia lista de producciones sería el inglés James Whale, un director iniciado en el teatro durante los años 20. Fue entonces, al llegar a Estados Unidos, cuando Whale recibió una oferta para dirigir el doctor Frankenstein. Como no podía ser de otra manera, Whale aceptó y fue a partir de ese momento cuando se inició la búsqueda del actor protagonista de la película, En un principio se barajaron varios nombres de actores conocidos, pero finalmente fue el director inglés el que prácticamente por pura causalidad se topó con Boris Karloff, un actor que había perdido su anonimato escasamente un año atrás al protagonizar El código penal (Howard Hawks). En apenas medio año el doctor Frankenstein se encontró listo para su estreno, cosechando un gran éxito en taquilla.

El doctor Frankenstein se inspira en la novela de Mary Shelley. El doctor Frankenstein osa jugar con la vida y la muerte, creando un monstruo humano...

Técnicamente, Frankenstein resulta excelente: decorados góticos, con interiores de gran altura, entre los que destaca el laboratorio del doctor en el que el monstruo es creado, la maquinaria utilizada se siguió empleando. La iluminación fantástica, sombras y juegos de luces de gran merito, en el castillo, concretamente en la escena en la que el monstruo se despierta y ve la luz por primera vez. Encuadres prodigiosos sobre el monstruo… Whale dirige con una veteranía insólita. Como detalle decir que el Doctor Frankenstein contiene algunas escenas bastante macabras, pero sin las cuales no sería la gran obra que es hoy en día; tomemos como ejemplo la escena en la que Frankenstein lanza a la niña al lago; brutal e inocente en igual medida. La escena de la niña fue censurada en numerosos países para su estreno, algo que a Whale no le agradó en exceso. El reparto encabezado por Boris Karloff, el actor que logró convertirse en un mito, gracias a su interpretación en esta película. Para muchos todavía hoy en día sigue siendo la mejor interpretación de un monstruo en la gran pantalla. Secundarios de la talla de: Colin Clive o Mae Clarke. La música de David Brockman acompaña a la película de manera muy acertada, acentuando su ritmo en momentos clave como es el de la persecución del monstruo.

En conclusión James Whale consigue inmortalizar a Boris Karloff y logra un hito en el cine clásico de terror, El doctor Frankenstein alcanza los límites del terror, la brutalidad y la inocencia en su justa medida.
Demetrio Rudin
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10
16 de febrero de 2006
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Allen es un excombatiente que, decepcionado, se pone a buscar un trabajo. Tiene dificultades para integrarse en su ciudad natal y ha de vivir en un albergue para parados y excombatientes. Le proponen comer gratis en un establecimiento, pero se ve envuelto en un atraco en el que muere el dueño...

Soy un fugitivo es una de las películas cumbres del género de presidios. La historia adaptada a partir de una novela de un presidiario huido que hubo de asesorar a los guionistas en secreto, nos sumerge en la América de finales de la primera guerra mundial, donde un hombre inconformista y con aspiraciones fracasa en su intento por ascender a un puesto de trabajo mejor. Esta fallida intentona le conducirá no solo a la inmundicia, si no también a una condena de diez años en trabajos forzados, tras verse involucrado en un crimen del que es inocente. Siguiendo la estela de tan cruda narración, el film lanza una fuerte crítica contra el sistema carcelario de la depresión estadounidense, demostrando que la dureza en las condenas además de impedir cualquier reinserción del preso en la sociedad, conlleva en algunos casos que la honradez y valía de los individuos inocentes se torne en criminalidad y delito. En este sentido el contexto de la trama ejemplifica que el estado ante la imposibilidad de acabar con los grandes gángsteres se cebe en la mayoría de los casos con criminales menores, estableciendo penas totalmente desproporcionadas. El desarrollo de la historia es ágil, lleno de giros, personajes contaminados y graciosas paradojas (Allen en su huida por segunda vez destruye el puente que con tanto trabajo había construido).

En lo visual, este título denota buenas dosis de documental; ya que además de su crítica, el director Mervyn LeRoy emplea un manejo de la cámara sencillo y accesible, teñido, eso sí, por algún que otro detalle de clase, como los magníficos primeros planos sobre Paul Muni, la excelente persecución final o la marcada influencia expresionista de la fotografía. El reparto es un gran acierto de la cinta, Paul Muni, esboza a la perfección el descenso a los infiernos que experimenta su personaje, ese desenlace en el que se aleja entre la oscuridad con los ojos abiertos pocas veces podrá ser imitado por cualquier otro actor. La banda sonora de Leo F.Forbstein combina partituras de gran valor dramático, que acompañan magistralmente los originales fundidos de la dirección; destacando sobre todo el canto de los presos mientras pican al unísono en la ladera de la montaña.

En conclusión, nos encontramos ante un título excelente, con un guión sólido de carácter negro y una puesta en escena trabajada, incrementada, si cabe, por un majestuoso elenco actoral.
Demetrio Rudin
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