Es la segunda película de Jarmusch que veo y si algo queda claro es que estamos ante un director original en el sentido más estricto de la palabra. Tiene un sello muy personal que hace diferenciar su obra y un sentido visual, narrativo y compositivo por encima de la media, por ello merece ser considerado un artista fuera de lo común. Más allá que sus películas no sean obras maestras, que no encontremos la profundidad que nos gustría a los personajes, que echemos en falta algunos de los tópicos del cine más formal, Jarmusch no nos engaña ni nos pretende vender nada se limita a mostrarnos unas historias tal como él las entiende. Puede gustar o no gustar pero es loable su fidelidad a su estilo.

Tiene amor, respeto, felicidad, paz interior, tradiciones, buena música, bellos paisajes y que nos inunda con una paz interior como sólo el cine oriental sabe hacerlo. Tiene grandes ingerdientes para hacernos pasar un par de horas agradables, llenas de dulzura y hechados en el sofá. Pero me inquietó la falta de profundidad, sobre todo de las relaciones personales, eché en falta el salirse del margén, llevar un poco los sentimeintos más allá, hacia los extremos. La música y los idílicos paisajes llenan metraje sin llegar a decirnos mucho, rayando un efecto videoclip de ensueño.
Sin embargo, se hace muy amena, las poco más de dos horas se pasan volando y nos deja con ganas de más , de seguir metidos en la historia, que sin grandes pretensiones, nos ha enganchado e unos personajes felices y autorealizados. No conmueve pero si que nos mece, acunándonos en su ritmo lento y delicado, como una dulce melodía de cariño y sensibilidad.

Emotiva hasta lo máximo, te conmueve, entristece, causa admiración, ternura, sensación de egoismo e inutilidad. Unos niños enternecedores, una historia mínima pero plena, llena de desamparo y valor, que puede ocurrir ante nuestros ojos sin que lo sepamos ver. Crítica, sin nombrar a los culpables, sólo nos muestra quienes son los inocentes, las víctimas que no por ello se rinden y nos enseñan una preciosa lección de supervivencia y fraternidad.
Fácilmente te hará escapar una lágrima, no te sientes indiferente a la narración, te va penetrando lentamente hasta cogerles afecto y cariño a estos pequeños ángeles. La vida siempre sigue y nadie se para a ver o comprender estas pequeñas historias de injusticia y dolor que pueden ocurrir más cerca de lo que creemos.

Aunque nunca me llamaron las peliculas de terror, últimamente me he visto algunas, solo, con poca luz y de madrugada, y entre ellas esta me ha llegado ponerme intranquilo. No hay escenas de miedo implícito, ni sustos tópicos, pero te rodea de una atmósfera inquietante que te hace estar alerta y con los nervios de punta. Los sonidos machacones y rítmicos, la inquietud ante cada nueva escena, unos magníficos actores, toda la película te envuelve y te acongoja. La historia está bien elaborada, mantiene un hilo de sucesos coherentes sin ningún artificio extraño que a veces aparece en este tipo de películas. Llegué a darme un respiro para calmar mis nervios porque realmente me estaba invadiendo la intranquilidad, y como, además, la vi en una noche de temporal con viento y lluvia, y esos ruiditos que se producen en los edificios de madrugada y que a tu insconsciente no le suenan la sensación de nerviosismo se acentuaba.
Realmente buena, recomendable 100% para disfrutar de una noche de terror e inquietud.

Si te gusta el cine de Wong Kar-Wai no defrauda, contiene todos los matices que han echo famoso al director Hongkones, magnífico vestuario, ambientación, iluminación y fotografía que juega con colores fuertes. Quizá en esta película haya un argumento más estructurado, un hilo que une las historias y a sus personajes, cosa que en películas anteriores no aparecía tan marcado o no tenía la misma importancia.
Los actores están a un nivel alto, notable el debut de Norah Jones y un Jude Law resultón en el papel de camarero. Resulta una película romántica, redonda, dulce y facílmente digerible, en contraposición a 2046 o Deseando Amar, por ejemplo, donde los sentimientos se magnificaban a niveles de semitragedia. En esta ocasión Wong ha dibujado con pincel los sentimientos y las emociones, dejando la brocha gorda de sus otras películas, hece una pintura delicada y no esos trazos llenos de energía y visceralidad que ya le conocíamos.