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Críticas ordenadas por utilidad
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6,7
836
7
9 de septiembre de 2008
9 de septiembre de 2008
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El excelente director y coreógrafo Bob Fosse debutó en el cine con esta libre adaptación de Las noches de Cabiria de Fellini, creando un vehículo perfecto para una espectacular, bellísima Shirley MacLaine, la estrella es sin duda el alma de una película imperfecta pero arrebatadora, con momentos de gran belleza y poder de fascinación. Es sin duda un musical digno, carente de la garra de otros trabajos de Fosse pero que atesora un gran sentido del ritmo, en una dirección férrea, perfectamente equilibrada y que denota el buen gusto por el género de su director.
Sweet Charity, su mucho más acertado título original, es una emotiva historia acerca de una pobre e ingenua bailarina de music hall, animadora según ella misma, que busca desesperadamente el amor sin encontrarlo, es en la mirada y alegría de esta dulce Chariti donde el espectador siente, se emociona y anhela una vida mejor para ella y su patético mundo.
Además la película posee uno de esos finales, que de por sí solos justifican sus excesivas dos horas y media de metraje, perfecto, desalentador, cruel y enormemente realista que deja bien claras las intenciones de un cineasta total, que posee una de esas carreras plagadas de aciertos y que aquí nos brindó una más que correcta opera prima.
LO MEJOR: La grandiosa Shirley MacLaine en uno de esos trabajos que solo pueden ser aplaudidos y casi todas las coreografías que denotan el oficio de Fosse, así como algunas secuencias, como la ocurrida dentro del ascensor, de una comicidad excelentes.
LO PEOR: Ciertas bajadas de ritmo a lo largo del metraje, un quizás poco inspirado plantel de secundarios y una, a todas luces, excesiva duración.
Sweet Charity, su mucho más acertado título original, es una emotiva historia acerca de una pobre e ingenua bailarina de music hall, animadora según ella misma, que busca desesperadamente el amor sin encontrarlo, es en la mirada y alegría de esta dulce Chariti donde el espectador siente, se emociona y anhela una vida mejor para ella y su patético mundo.
Además la película posee uno de esos finales, que de por sí solos justifican sus excesivas dos horas y media de metraje, perfecto, desalentador, cruel y enormemente realista que deja bien claras las intenciones de un cineasta total, que posee una de esas carreras plagadas de aciertos y que aquí nos brindó una más que correcta opera prima.
LO MEJOR: La grandiosa Shirley MacLaine en uno de esos trabajos que solo pueden ser aplaudidos y casi todas las coreografías que denotan el oficio de Fosse, así como algunas secuencias, como la ocurrida dentro del ascensor, de una comicidad excelentes.
LO PEOR: Ciertas bajadas de ritmo a lo largo del metraje, un quizás poco inspirado plantel de secundarios y una, a todas luces, excesiva duración.
8
18 de septiembre de 2008
18 de septiembre de 2008
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso y a ratos hermosísima traslación de la obra maestra de Miguel de Cervantes al terreno del musical, Man of La Mancha es ante todo una propuesta arriesgada, pero una vez que uno entra en lo rocambolesco del asunto es fácil dejarse llevar por lo que sin duda representa una de las partituras musicales más radiantes y hermosas de la historia del cine, todo un homenaje al ilustre escritor y por ende a esos tiernos locos que todos llevamos dentro.
Es cierto que la película, dirigida con eficacia por Arthur Hiller, posee ciertos lastres, uno y quizás el más evidente, su excesiva duración, las tijeras hubieran hecho maravillas en manos adecuadas, y dos, los continuos altibajos de una cinta que le cuesta encontrar un ritmo narrativo adecuado y la cual se resiente en todos aquellos momentos en donde no hay canciones, pero su resultado final es sin duda notorio y entrañable.
Entre sus aciertos un casting adecuadísimo, donde Peter O´Toole borda el papel del caballero de la triste figura y Sophia Loren el de la bellísima Dulcinea, es en los dos astros y en todos sus momentos en pantalla donde el film juega y gana todas sus bazas.
Una película como esta merecía mejor suerte y reconocimiento, yo apuesto por ella y me entrego casi por entero a todos sus encantos, todo un digno musical no tan equilibrado como desearíamos pero bello y emocionante.
LO MEJOR: Su austera pero eficiente puesta en escena, todos los números musicales con su bello tema central “The imposible dream” a la cabeza, la labor fotográfica de un grande como Giuseppe Rotunno, la Loren en todo su esplendor y un final apoteósico y enormemente conmovedor.
LO PEOR: Sus primeros minutos, le cuesta arrancar demasiado, su desmedido metraje, aunque en el musical eso no debe ser problema, y quizás las muchas libertades que se toman en algunos pasajes lo cual solo debería de molestar a los más puristas entre los que, afortunadamente, no me encuentro.
A veces en la triste locura de los sueños se vive mejor que en la cruda realidad, soñemos con las notas musicales de este recomendable evento.
Es cierto que la película, dirigida con eficacia por Arthur Hiller, posee ciertos lastres, uno y quizás el más evidente, su excesiva duración, las tijeras hubieran hecho maravillas en manos adecuadas, y dos, los continuos altibajos de una cinta que le cuesta encontrar un ritmo narrativo adecuado y la cual se resiente en todos aquellos momentos en donde no hay canciones, pero su resultado final es sin duda notorio y entrañable.
Entre sus aciertos un casting adecuadísimo, donde Peter O´Toole borda el papel del caballero de la triste figura y Sophia Loren el de la bellísima Dulcinea, es en los dos astros y en todos sus momentos en pantalla donde el film juega y gana todas sus bazas.
Una película como esta merecía mejor suerte y reconocimiento, yo apuesto por ella y me entrego casi por entero a todos sus encantos, todo un digno musical no tan equilibrado como desearíamos pero bello y emocionante.
LO MEJOR: Su austera pero eficiente puesta en escena, todos los números musicales con su bello tema central “The imposible dream” a la cabeza, la labor fotográfica de un grande como Giuseppe Rotunno, la Loren en todo su esplendor y un final apoteósico y enormemente conmovedor.
LO PEOR: Sus primeros minutos, le cuesta arrancar demasiado, su desmedido metraje, aunque en el musical eso no debe ser problema, y quizás las muchas libertades que se toman en algunos pasajes lo cual solo debería de molestar a los más puristas entre los que, afortunadamente, no me encuentro.
A veces en la triste locura de los sueños se vive mejor que en la cruda realidad, soñemos con las notas musicales de este recomendable evento.

5,9
1.717
6
19 de diciembre de 2008
19 de diciembre de 2008
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Hyams, director irregular y con ciertas tendencias suicidas en su cine, como las ridículas El fin de los días o El sonido del trueno, pero con algún que otro escollo salvable en su repertorio, la excelente Atmosfera cero (remake futurista de Solo ante el peligro), y las eficaces Testigo accidental o Timecop (uno de las faenas más decentes del malogrado Van Damme), se encarga en La calle del adiós de escribir y realizar una convencional pero ágil historia de amor entre un piloto americano (Harrison Ford) y una atractiva enfermera británica (Lesley- Anne Down) casada con un oficial de la inteligencia inglesa (Christopher Plummer), marido y amante por caprichos del destino deberán unirse en una peligrosa misión secreta.
Hyams logra un producto sencillo, sin excesivas pretensiones, quizás algo edulcorado en las escenas románticas, unos momentos en donde Hyams parece no sentirse cómodo precipitando los acontecimientos y dejando de lado una implicación más pasional, un refuerzo que logra en gran parte gracias al fabuloso score del maestro John Barry, una bellísima música que emociona sin necesidad de ir unida a la película, uno de los muchos e inmortales temas de amor compuestos por el compositor inglés en su ejemplar carrera, sin duda uno de los plenos aciertos de este Hanover Street que gana cierto peso en su segundo tercio, cuando el relato se centra en la acción acontecida en la Francia ocupada, es ahí donde Hyams se mueve con mejor fortuna y va desengranando una historia que alcanza su cenit en su desenlace, un final clásico e incluso nostálgico que cierra con éxito este, parcialmente, disfrutable film.
La calle del adiós puede verse con el agrado sincero de un titulo que lejos de ser brillante planea con vuelo raso gracias a su acaramelado e ingenuo batido de emociones, romance triangular de una película bien empaquetada y fácilmente consumible.
LO MEJOR: Los bellos ojos de Lesley- Anne Down, una mujer que no gozó de la popularidad merecida, los encuentros en la calle Hanover, en especial el segundo donde un nervioso Harrison Ford espera y espera. Christopher Plummer, genial como ese hombre agradable que ansia ser más valiente, y sin dudarlo la música de Barry, faltan adjetivos para describir su majestuosa belleza.
LO PEOR: Lo previsible del guión y que no profundice más allá de su cuidado envoltorio, quedándose solamente en la superficie de un romanticismo suave, ligero e inocente.
Hyams logra un producto sencillo, sin excesivas pretensiones, quizás algo edulcorado en las escenas románticas, unos momentos en donde Hyams parece no sentirse cómodo precipitando los acontecimientos y dejando de lado una implicación más pasional, un refuerzo que logra en gran parte gracias al fabuloso score del maestro John Barry, una bellísima música que emociona sin necesidad de ir unida a la película, uno de los muchos e inmortales temas de amor compuestos por el compositor inglés en su ejemplar carrera, sin duda uno de los plenos aciertos de este Hanover Street que gana cierto peso en su segundo tercio, cuando el relato se centra en la acción acontecida en la Francia ocupada, es ahí donde Hyams se mueve con mejor fortuna y va desengranando una historia que alcanza su cenit en su desenlace, un final clásico e incluso nostálgico que cierra con éxito este, parcialmente, disfrutable film.
La calle del adiós puede verse con el agrado sincero de un titulo que lejos de ser brillante planea con vuelo raso gracias a su acaramelado e ingenuo batido de emociones, romance triangular de una película bien empaquetada y fácilmente consumible.
LO MEJOR: Los bellos ojos de Lesley- Anne Down, una mujer que no gozó de la popularidad merecida, los encuentros en la calle Hanover, en especial el segundo donde un nervioso Harrison Ford espera y espera. Christopher Plummer, genial como ese hombre agradable que ansia ser más valiente, y sin dudarlo la música de Barry, faltan adjetivos para describir su majestuosa belleza.
LO PEOR: Lo previsible del guión y que no profundice más allá de su cuidado envoltorio, quedándose solamente en la superficie de un romanticismo suave, ligero e inocente.

5,9
10.705
6
16 de abril de 2009
16 de abril de 2009
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Alemán Tom Tykwer disimula sus excesos videocliperos en esta disciplinada película no muy lejana en intenciones al desarrollo clásico de las cintas de James Bond, un viaje geográfico por las ciudades de Berlín, Lyon, Luxemburgo, Milán, Nueva York y Estambul, que se avitualla de los trucos de otros, el cine conspiratorio de Sidney Pollack, las tramas paranoicas de John Grisham o los tiroteos de John Frankenheimer, para solamente sacar el conejo de la chistera en la potente escena en el interior del museo Guggenheim de Nueva York, el fibroso epicentro de la elegante, pero exigua cinta de Tykwer, una orgía de ralea filmada como una de las mejores escenas de acción pura vistas últimamente en el cine de espías sin domesticar, por ello Clive Owen mira de reojo a su colega Daniel Craig en la representación de un agente de la Interpol duro, intrépido y salvaje, un hombre de nuestros tiempos atrozmente interpretado por el excelente actor de Plan Oculto.
The International graba un inspirado mensaje en su discurso endiablado sobre el poder corrupto de instituciones financieras que respaldan y apoyan económicamente a terroristas en países del Tercer Mundo, se atreve, siendo consecuente con nuestra era, a presentar a una entidad bancaria como siniestro villano de la cinta, un presagio o simplemente un análisis de la crisis que percute al mundo, y vuelca toda su encíclica en diálogos heredados de su camarada Los tres días del Cóndor, lo peor es que no mantienen el tipo en un metraje fatigoso que pedía a gritos mayor dosis de acción y violencia, menesteres en donde el autor de Corre, Lola, corre se uniforma con especial prestancia.
La corta capacidad de sorpresa de un género que nos mantuvo alerta en los dorados años 70 y que actualmente vive demasiado pegado a la saga Bourne no puede levantar a The international mas que como una sofisticada película de conjuras y maquinaciones, con un empleo exquisito del formato panorámico y con glamour en sus localizaciones, pero con la inscripción de aparentar más de lo que finalmente atrapa.
LO MEJOR: Clive Owen, un héroe físico, real y carismático. La crujiente y sabrosamente condimentada ensalada de tiros en el museo, es ahí donde Tykwer dispara todo su polvorín fílmico en una secuencia sin anestesiar. Los paseos por un Berlín moderno, corporativista y extremadamente limpio, así como el clímax final acontecido en Estambul, digno de la mejor de las citas a Ian Fleming.
LO PEOR: Unos diálogos abultadamente pretenciosos y aburridos en perjuicio de un texto con demasiadas reminiscencias al cine político setentero. Naomi Watts, un personaje florero que la actriz australiana riega con escaso entusiasmo, haciendo de una tediosa y, poco creíble, fiscal del distrito.
The International graba un inspirado mensaje en su discurso endiablado sobre el poder corrupto de instituciones financieras que respaldan y apoyan económicamente a terroristas en países del Tercer Mundo, se atreve, siendo consecuente con nuestra era, a presentar a una entidad bancaria como siniestro villano de la cinta, un presagio o simplemente un análisis de la crisis que percute al mundo, y vuelca toda su encíclica en diálogos heredados de su camarada Los tres días del Cóndor, lo peor es que no mantienen el tipo en un metraje fatigoso que pedía a gritos mayor dosis de acción y violencia, menesteres en donde el autor de Corre, Lola, corre se uniforma con especial prestancia.
La corta capacidad de sorpresa de un género que nos mantuvo alerta en los dorados años 70 y que actualmente vive demasiado pegado a la saga Bourne no puede levantar a The international mas que como una sofisticada película de conjuras y maquinaciones, con un empleo exquisito del formato panorámico y con glamour en sus localizaciones, pero con la inscripción de aparentar más de lo que finalmente atrapa.
LO MEJOR: Clive Owen, un héroe físico, real y carismático. La crujiente y sabrosamente condimentada ensalada de tiros en el museo, es ahí donde Tykwer dispara todo su polvorín fílmico en una secuencia sin anestesiar. Los paseos por un Berlín moderno, corporativista y extremadamente limpio, así como el clímax final acontecido en Estambul, digno de la mejor de las citas a Ian Fleming.
LO PEOR: Unos diálogos abultadamente pretenciosos y aburridos en perjuicio de un texto con demasiadas reminiscencias al cine político setentero. Naomi Watts, un personaje florero que la actriz australiana riega con escaso entusiasmo, haciendo de una tediosa y, poco creíble, fiscal del distrito.

5,7
11.858
3
10 de octubre de 2008
10 de octubre de 2008
38 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
La conspiración del pánico, absurdo título del original Eagle Eye, que demuestra una vez más la inutilidad de las distribuidoras españolas a la hora de escoger nombres adecuados para las películas, es, a todas, un fallido y ruidoso intento de mezclar el estilo visual de la saga Bourne con el cine conspiratorio del decente Alan J Pakula, la típica historia del falso culpable aderezada con gotas del universo Tony Scott, Enemigo Público o similares como principales fuentes de inspiración de un, a ratos entretenido film pero que obtiene por resultado el sopor y el exceso de un guión cansino y repetitivo, y el de una puesta en escena torpe y sin brillo.
Pocas virtudes podemos encontrar en un producto tan prefabricado, si acaso un interesante punto de partida, un esbozo que no da más de sí, en un bucle constante que busca, sin encontrarlo un rumbo que se pierde a poco menos de un tercio del metraje, una historieta pobre e insulsa que se estructura en dos secuencias de inicio, cuatro de acción embarrullada y un desenlace disparatado y no menos que ridículo.
Cinta enmarcada en la paranoia post 11 S con un ajustado Shia LaBaeouf, si acaso lo mejor de tan triste función, unos secundarios de lujo como Billy Bob Thornton con miras a cobrar tan suntuoso cheque, o una perdidísima Rosario Dawson en un papel que no le pega en absoluto, eso sin mencionar a la pobre de Michelle Monaghan con esa cara de inexpresividad total durante toda la trama, todos al compás de los acordes musicales que por desgracia Hans Zimmer creó para La roca y tanto él como sus pupilos se han dedicado a repetir una y otra vez hasta hartarnos, una música horrible que no deja de sonar en todo el relato por obra y gracia del señorito Brian Tyler.
La película, basada supuestamente, en una idea de Spielberg, no contiene ni el eco del talento del director, y es que Eagle eye parece rodada con el piloto automático puesto y con la única intención de que añoremos todos aquellos magistrales films policiacos de los 70, el buen cine de Pakula, Pollack y CIA, obras muy superiores a este fatídico empeño.
LO MEJOR: Sus pasajeros 45 minutos iniciales, la constatación de Shia LaBeouf como estrella cinematográfica, y poco más.
LO PEOR: Su absurdo y ambicioso guión, la labor opaca y casi inexistente de su director D.J Carusso, la taladradora música de Tyler, la belleza y talento desaprovechados de Rosario Dawson, el rollo tecnología y nuevas eras del conocimiento, el aparente despilfarro de presupuesto para justificar un producto vacio y cercano al aburrimiento.
Pocas virtudes podemos encontrar en un producto tan prefabricado, si acaso un interesante punto de partida, un esbozo que no da más de sí, en un bucle constante que busca, sin encontrarlo un rumbo que se pierde a poco menos de un tercio del metraje, una historieta pobre e insulsa que se estructura en dos secuencias de inicio, cuatro de acción embarrullada y un desenlace disparatado y no menos que ridículo.
Cinta enmarcada en la paranoia post 11 S con un ajustado Shia LaBaeouf, si acaso lo mejor de tan triste función, unos secundarios de lujo como Billy Bob Thornton con miras a cobrar tan suntuoso cheque, o una perdidísima Rosario Dawson en un papel que no le pega en absoluto, eso sin mencionar a la pobre de Michelle Monaghan con esa cara de inexpresividad total durante toda la trama, todos al compás de los acordes musicales que por desgracia Hans Zimmer creó para La roca y tanto él como sus pupilos se han dedicado a repetir una y otra vez hasta hartarnos, una música horrible que no deja de sonar en todo el relato por obra y gracia del señorito Brian Tyler.
La película, basada supuestamente, en una idea de Spielberg, no contiene ni el eco del talento del director, y es que Eagle eye parece rodada con el piloto automático puesto y con la única intención de que añoremos todos aquellos magistrales films policiacos de los 70, el buen cine de Pakula, Pollack y CIA, obras muy superiores a este fatídico empeño.
LO MEJOR: Sus pasajeros 45 minutos iniciales, la constatación de Shia LaBeouf como estrella cinematográfica, y poco más.
LO PEOR: Su absurdo y ambicioso guión, la labor opaca y casi inexistente de su director D.J Carusso, la taladradora música de Tyler, la belleza y talento desaprovechados de Rosario Dawson, el rollo tecnología y nuevas eras del conocimiento, el aparente despilfarro de presupuesto para justificar un producto vacio y cercano al aburrimiento.
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