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8,0
75.276
8
20 de octubre de 2019
20 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joker es la película de la que parece hablar todo el mundo esta temporada. No es raro considerando la expectación que se había fraguado entorno a la película de Todd Phillips los meses antes de su estreno y tras su victoria en el festival de Venecia. ¿Sería la enésima adaptación del personaje de cómic tan buena como la pintaban?
Vamos a quitarnoslo de encima ya. Joker, en efecto, es una muy buena película. Y lo es en medida que menos se acerca de las conexiones con el universo DC y más se aproxima al Scorsese de Taxi Driver y El Rey de la Comedia, ambas obras superiores que no se avergüenza de referenciar (Hasta comparten a Robert DeNiro). Ambas también historias que giran alrededor de su personaje principal. Pero ya preveiamos que Joaquin Phoenix iba a ser más que capaz de llevar el peso de toda la película. Su interpretación es magnética, incómoda y fascinante, Arthur Fleck está al nivel del Theodore de Her o el Johnnie de The Master. Un protagonista que nos aterra y nos hipnotiza al mismo tiempo. Phoenix consigue sumergirnos en una locura irredimible que resulta irresistible.
Difícil no volverse loco en la sucia e intoxicante Gotham en la que nos situamos. Una ciudad de colores fríos que parece resentida con sus habitantes y condenada a la violencia. Arthur, enfermo mental, no encuentra razones para poner una cara feliz, y cuando estalla en carcajadas estas son realmente dolorosos gritos de ayuda. Le ha tocado vivir en medio de ese clima cruel, siendo despojo de una sociedad que le maltrata y humillal. No es de extrañar que acabe siguiendo sus delirios más oscuros para devolver el chiste. Pero entonces, ¿Reiremos con él?
Es una pena que un telón de fondo tan llamativo no llegue a la altura de su protagonista. Nos presentan conceptos como la lucha de clases, el rechazo social, los traumas… Está claro que Phillips quería hacer algo más que una peli sobre un psicópata, poniendo una enfoque sociopolítico sobre el conjunto. Pero a mi gusto se ha quedado en la superficie cuando podría haber reflexionado de manera seria en estos temas, que son abordados de una forma exagerada o simplificada dentro de un relato que por otra parte trata de ser realista. Quizás la culpa de ello la tenga un guión que aún ofreciendo secuencias inolvidables contiene diálogos carentes de profundidad, que de no ser por la destreza del reparto(Por supuesto Phoenix pero no olvidemos a secundarios como Frances Conroy) chirriarían un poco.
Esto no desmerece todas las cualidades de Joker. Es una película psicológica, dramática y violenta. Es esencialmente la historia de un personaje, que también es un viaje hacia todas las emociones. El macabro viaje de autodescubrimiento de Arthur Fleck, que nos apena, trastorna y agita con más intensidad según pasan los minutos. Según nuestro ‘héroe’ desciende a los infiernos el mundo parece más cuerdo, hasta los colores parecen saturarse e incluso dentro del caótico marco hallamos espacio para la risa involuntaria. Aunque cabe preguntarse de qué nos estamos riendo realmente, ¿Acaso es esta la broma final del diabólico payaso? Si lo es habrá quienes la entiendan y quienes no lo hagan. El humor, como pasa con todo, también es subjetivo.
Vamos a quitarnoslo de encima ya. Joker, en efecto, es una muy buena película. Y lo es en medida que menos se acerca de las conexiones con el universo DC y más se aproxima al Scorsese de Taxi Driver y El Rey de la Comedia, ambas obras superiores que no se avergüenza de referenciar (Hasta comparten a Robert DeNiro). Ambas también historias que giran alrededor de su personaje principal. Pero ya preveiamos que Joaquin Phoenix iba a ser más que capaz de llevar el peso de toda la película. Su interpretación es magnética, incómoda y fascinante, Arthur Fleck está al nivel del Theodore de Her o el Johnnie de The Master. Un protagonista que nos aterra y nos hipnotiza al mismo tiempo. Phoenix consigue sumergirnos en una locura irredimible que resulta irresistible.
Difícil no volverse loco en la sucia e intoxicante Gotham en la que nos situamos. Una ciudad de colores fríos que parece resentida con sus habitantes y condenada a la violencia. Arthur, enfermo mental, no encuentra razones para poner una cara feliz, y cuando estalla en carcajadas estas son realmente dolorosos gritos de ayuda. Le ha tocado vivir en medio de ese clima cruel, siendo despojo de una sociedad que le maltrata y humillal. No es de extrañar que acabe siguiendo sus delirios más oscuros para devolver el chiste. Pero entonces, ¿Reiremos con él?
Es una pena que un telón de fondo tan llamativo no llegue a la altura de su protagonista. Nos presentan conceptos como la lucha de clases, el rechazo social, los traumas… Está claro que Phillips quería hacer algo más que una peli sobre un psicópata, poniendo una enfoque sociopolítico sobre el conjunto. Pero a mi gusto se ha quedado en la superficie cuando podría haber reflexionado de manera seria en estos temas, que son abordados de una forma exagerada o simplificada dentro de un relato que por otra parte trata de ser realista. Quizás la culpa de ello la tenga un guión que aún ofreciendo secuencias inolvidables contiene diálogos carentes de profundidad, que de no ser por la destreza del reparto(Por supuesto Phoenix pero no olvidemos a secundarios como Frances Conroy) chirriarían un poco.
Esto no desmerece todas las cualidades de Joker. Es una película psicológica, dramática y violenta. Es esencialmente la historia de un personaje, que también es un viaje hacia todas las emociones. El macabro viaje de autodescubrimiento de Arthur Fleck, que nos apena, trastorna y agita con más intensidad según pasan los minutos. Según nuestro ‘héroe’ desciende a los infiernos el mundo parece más cuerdo, hasta los colores parecen saturarse e incluso dentro del caótico marco hallamos espacio para la risa involuntaria. Aunque cabe preguntarse de qué nos estamos riendo realmente, ¿Acaso es esta la broma final del diabólico payaso? Si lo es habrá quienes la entiendan y quienes no lo hagan. El humor, como pasa con todo, también es subjetivo.

6,8
17.740
9
16 de febrero de 2018
16 de febrero de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Phantom Thread estamos hablando de una película de otro nivel. Es una pélicula tan especial, tan singular y tan extraña que no se podría comparar adecuadamente con ningun otro de los estrenos recientes. Esta es una cinta que juega en otra liga.
Se que soy muy cansino pero es que sigo. Es dificil encontrar otra película de este año en la que cada escena, cada diálogo, cada plano esten tan meticulosamente trazados. Técnicamente hay pocas pegas que encontrar, ya que la ambientación y bonita fotografía hacen de Phantom Thread un deleite visual. Paul Thomas Anderson demuestra una vez mas su dominio de la cámara. Esa nominacion a Mejor Director no puede ser mas merecida. Algunos encontrarán el ritmo algo lento. Lo entiendo pero no comparto la opinión, ya que esta es la manera en la que PTA queria contarnos su particular historia.
Lo que nos muestra es un complejo romance, una especie de deconstrucción de la historia de amor convencional. Pero según avanza la trama indagamos en varios temas dentro del mundo en el que viven sus protagonistas. Por medio de una sucesión de momentos aparentemente simples Anderson hace toda una declaración de intenciones. Son los diálogos y silencios acentuados por la música de Johnny Greenwood, los que componen una obra completísima y tremendamente inteligente. Es como un clásico hecho en años 40. Es difícil ignorar los parecidos con obras de Hitcock, sean Rebeca o Sospecha.
Punto y aparte para las interpretaciones. No voy a decir nada sobre Daniel Day-Lewis que no se haya dicho ya. Consigue que me interese totalmente en un personaje tan antípatico como Reynolds Woodcock. Como he leido de otros usuarios, si esta es realmente su última actuación, se va por la puerta grande. No olvidemos a la elegantísima Leslie Manville, que si bien en un papel secundario es toda una robaescenas. Pero la sorpresa aqui es Vicky Krieps, todo un descubrimiento que lleva el peso protagonista y entrega un maravilloso duelo interpretativo con Day-Lewis. Reynolds, Alma y Cyril son personajes riquísimos y no podrian haber sido llevados a la vida por otro trio de actores.
Podría hablar de Phantom Thread por muchos mas parrafos, analizarla minuciosamente y debatir sobre detalles la trama. Pero creo que he escrito suficiente y francamente, tengo un poco de sueño. En definitiva, es a mi parecer una de las mejores películas del año, de otro nivel. No sé si pensarás lo mismo cuando la veas pero no por ello voy a dejar de recomendártela. Gracias por leer mi crítica.
Crítica en ecartelera: https://www.ecartelera.com/peliculas/phantom-thread/critica/20014/
Se que soy muy cansino pero es que sigo. Es dificil encontrar otra película de este año en la que cada escena, cada diálogo, cada plano esten tan meticulosamente trazados. Técnicamente hay pocas pegas que encontrar, ya que la ambientación y bonita fotografía hacen de Phantom Thread un deleite visual. Paul Thomas Anderson demuestra una vez mas su dominio de la cámara. Esa nominacion a Mejor Director no puede ser mas merecida. Algunos encontrarán el ritmo algo lento. Lo entiendo pero no comparto la opinión, ya que esta es la manera en la que PTA queria contarnos su particular historia.
Lo que nos muestra es un complejo romance, una especie de deconstrucción de la historia de amor convencional. Pero según avanza la trama indagamos en varios temas dentro del mundo en el que viven sus protagonistas. Por medio de una sucesión de momentos aparentemente simples Anderson hace toda una declaración de intenciones. Son los diálogos y silencios acentuados por la música de Johnny Greenwood, los que componen una obra completísima y tremendamente inteligente. Es como un clásico hecho en años 40. Es difícil ignorar los parecidos con obras de Hitcock, sean Rebeca o Sospecha.
Punto y aparte para las interpretaciones. No voy a decir nada sobre Daniel Day-Lewis que no se haya dicho ya. Consigue que me interese totalmente en un personaje tan antípatico como Reynolds Woodcock. Como he leido de otros usuarios, si esta es realmente su última actuación, se va por la puerta grande. No olvidemos a la elegantísima Leslie Manville, que si bien en un papel secundario es toda una robaescenas. Pero la sorpresa aqui es Vicky Krieps, todo un descubrimiento que lleva el peso protagonista y entrega un maravilloso duelo interpretativo con Day-Lewis. Reynolds, Alma y Cyril son personajes riquísimos y no podrian haber sido llevados a la vida por otro trio de actores.
Podría hablar de Phantom Thread por muchos mas parrafos, analizarla minuciosamente y debatir sobre detalles la trama. Pero creo que he escrito suficiente y francamente, tengo un poco de sueño. En definitiva, es a mi parecer una de las mejores películas del año, de otro nivel. No sé si pensarás lo mismo cuando la veas pero no por ello voy a dejar de recomendártela. Gracias por leer mi crítica.
Crítica en ecartelera: https://www.ecartelera.com/peliculas/phantom-thread/critica/20014/

6,6
20.694
9
11 de febrero de 2020
11 de febrero de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Howard Ratner es un tipo tramposo, ruidoso y errático. Adjetivos que no solo describen a uno de los personajes más inolvidables del cine reciente, sino también a la propia Uncut Gems, la última película de los hermanos Safdie.
Nos embarcamos en un viaje frenético y angustioso. Desde su bizarro(y extrañamente bello)comienzo una cámara desquiciada nos agarra sin piedad y nos mete de lleno en una auténtica montaña rusa emocional que apenas da tregua. La atmósfera urbana la Nueva York estilizada de los hermanos es una agitada y abrumadora. También una rebosante de movimiento y excesos. Es cuanto menos una manera apropiada de adaptarse al modo de vida del protagonista encarnado por Adam Sandler.
“Howie” es un charlatán mentiroso y egoista que toma mala decisión tras mala decisión. Apuesta compulsivamente y es ajeno al daño que causa a su alrededor, con tal de sacar tajada de algo vive tentando al diablo. Como dice en un momento clave, “This is how I win”. Deberíamos detestar a un individuo tan irredimible, pero sin embargo Sandler lo convierte en alguien fascinante, magnético e incluso trágico. Este papel tan particular solo lo podía hacer él y ese es unmérito que hay que otorgarle.
Nos mantenemos pegados a su espalda de principio a fin. Le acompañan la primeriza Julia Fox, Lakeith Stanfield y Kevin Garnett haciendo de sí mismo, con soprendente peso en una trama que va de menos a más y que juega cruelmente con las espectativas del espectador. El particular estilo autoral de Benny y Josh no tiene un agrado unánime, y la aparente factura de serie B que tiene Diamantes en Bruto puede irritar a más de uno. Pero creo firmemente que si entras en este mundo de judíos estafadores y bajo crimen te espera una experiencia endiabladamente divertida, a la par que agobiante.
La película es fundamentalmente un entretenimiento completo. Su montaje da lugar a un ritmo vertiginoso en un in crescendo constante, tan exasperante como una inyección de adrenalina y de una contundencia brutal como un disparo. Una música absorbente prolonga un estado clímax casi infinito y todo el conjunto se siente inabarcable, te deja noqueado y sin aliento una vez la pantalla funde a negro.
Pero hay temas detrás, más humanos y universales de lo que podría parecer a primera vista. Y estoy seguro de que eso es lo que motiva a los Safdie a contar esta historia. Por mucha acción que haya de por medio, la historia de Howard y en definitiva la del sueño americano prevalecen como las joyas ocultas de este Thriller con mayúsculas.
Nos embarcamos en un viaje frenético y angustioso. Desde su bizarro(y extrañamente bello)comienzo una cámara desquiciada nos agarra sin piedad y nos mete de lleno en una auténtica montaña rusa emocional que apenas da tregua. La atmósfera urbana la Nueva York estilizada de los hermanos es una agitada y abrumadora. También una rebosante de movimiento y excesos. Es cuanto menos una manera apropiada de adaptarse al modo de vida del protagonista encarnado por Adam Sandler.
“Howie” es un charlatán mentiroso y egoista que toma mala decisión tras mala decisión. Apuesta compulsivamente y es ajeno al daño que causa a su alrededor, con tal de sacar tajada de algo vive tentando al diablo. Como dice en un momento clave, “This is how I win”. Deberíamos detestar a un individuo tan irredimible, pero sin embargo Sandler lo convierte en alguien fascinante, magnético e incluso trágico. Este papel tan particular solo lo podía hacer él y ese es unmérito que hay que otorgarle.
Nos mantenemos pegados a su espalda de principio a fin. Le acompañan la primeriza Julia Fox, Lakeith Stanfield y Kevin Garnett haciendo de sí mismo, con soprendente peso en una trama que va de menos a más y que juega cruelmente con las espectativas del espectador. El particular estilo autoral de Benny y Josh no tiene un agrado unánime, y la aparente factura de serie B que tiene Diamantes en Bruto puede irritar a más de uno. Pero creo firmemente que si entras en este mundo de judíos estafadores y bajo crimen te espera una experiencia endiabladamente divertida, a la par que agobiante.
La película es fundamentalmente un entretenimiento completo. Su montaje da lugar a un ritmo vertiginoso en un in crescendo constante, tan exasperante como una inyección de adrenalina y de una contundencia brutal como un disparo. Una música absorbente prolonga un estado clímax casi infinito y todo el conjunto se siente inabarcable, te deja noqueado y sin aliento una vez la pantalla funde a negro.
Pero hay temas detrás, más humanos y universales de lo que podría parecer a primera vista. Y estoy seguro de que eso es lo que motiva a los Safdie a contar esta historia. Por mucha acción que haya de por medio, la historia de Howard y en definitiva la del sueño americano prevalecen como las joyas ocultas de este Thriller con mayúsculas.

7,2
39.146
10
29 de noviembre de 2019
29 de noviembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que afortunados somos de tener a Martin Scorsese. Que regalo más grande que siga en activo y que sigamos esperando cada nuevo estreno suyo. Menudo gustazo ver el retorno del retirado Joe Pesci por la puerta grande. Más aún cuando vuelve para compartir planos con los dos grandes titanes de su generación, Robert DeNiro y Al Pacino. Y como de incomparable es la suerte de vivir en una ciudad con alguna sala que proyecte El Irlandés, la última obra maestra del cine de Scorsese, del cine de gángsters, y en definitiva de una clase de cine que llega a su ocaso.
Estamos ante una auténtica épica. Da igual todo el rejuvenecimiento digital, El Irlandés ha nacido como un clásico, una obra eterna por la que no pasará el tiempo. Pero a decir verdad poco podía salir mal en un proyecto tan prometedor, Netflix mediante(le pese a quien le pese). La anticipación era tal que una vez las luces de la sala se apagaron no se palpaba nada más que un profundo respeto que trascendía a cada amante del cine de una butaca a la otra. Del minuto 1 al 210 el tiempo se detiene y ante nuestros ojos y oidos se desenvuelve la que probablemente sea la historia más madura de la filmografía del director italoamericano.
La mirada de Marty sobre la Mafia que tanto conoce se vuelve más personal que nunca, y lleva consigo una carga emocional que raramente se ha visto en su filmografía. Está más que claro que ya no estamos ante el frenético montaje de Uno de los Nuestros o El Lobo de Wall Street, algo que se hace más evidente a medida que avanza la trama y la música se desvanece hasta el silencio. Ese tono gamberro y glamouroso que acompañaba las historias de aquellos criminales irredimibles se convierte en crítico y crepuscular en El Irlandés. Aquí las muertes son secas, el destino es el desamparo y los gángsters se han hecho mayores.
Por supuesto no deja de haber señas de identidad “Scorsesianas” por todos lados. Es evidente que hay bastante autohomenaje, especialmente durante la primera hora, que también quizás sea cuando el polémico CGI se haga notar más. Pero poco dura esta primera impresión, ya que apenas tardamos en meternos de lleno en la vida de esta panda de malhechores, sus asesinatos, sus conversaciones, llamadas telefónicas, incursiones políticas y fraudes. Es un relato con una mirada tan amplia y ambiciosa que solo se puede contar con el lenguaje del séptimo arte. Y cómo domina ese lenguaje Martin Scorsese.
La película aprovecha todo su metraje para abarcar infinidad de sucesos a través de varias décadas de la historia de Estados Unidos. No hay un minuto desechable o aburrido, y siento que eso hay que agradecérselo en gran medida a la veterana Thelma Schoonmaker, fiel editora de Martin, con quien logra crear un ritmo dinámico y vibrante. Tenemos una estructura que permite compaginar escaladas de tensión acongojantes con secuencias oscuramente cómicas, hasta llegar a un dramatismo que resulta sorprendentemente emotivo. No he leido el libro de Charles Brandt original, pero el guión de Steven Zaillian es un ejemplo apasionante de una estructura y desarrollo maestros.
Robert DeNiro nos hará testigos de todas estas facetas como ese tipo duro e impasible remitente a tantos de sus papeles icónicos. Solo podía ser él quien encarnase a un matón sin ningún escrúpulo al que nadie puede evitar querer. Tanto si Frank Sheeran está en sus 30 como en sus 70 la mirada y la mueca clásica del actor transmiten una verdad que atraviesa la pantalla y el alma. DeNiro conmueve y su personaje crece junto a los espectadores. Aunque cuesta decir quien es el mejor actor en una película repleta de duelos interpretativos.
Fascina el giro de Joe Pesci, que es aquí lo más cercano a la voz de la razón, calmada, y cautivadora. En la propia presencia de Pesci encontramos el corazón de la película, y quizás esa madurez indispensable del mensaje que lanza Scorsese. Ya no es el amenazante “Funny How?” de Tommy DeVito sino un resignado “It is what it is” de Russell Buffalino. Por la otra cara de la moneda tenemos a un Al Pacino que entrega una impulsividad y fuerza magnéticas. Jimmy Hoffa se come la pantalla en cada una de sus secuencias y se convierte en una figura tan imperfecta como adorable. Un personaje real al que Pacino insufla vida con una energía que solo tiene él.
Ninguno de los tres había estado tan bien en mucho tiempo. Es una gozada que hayamos podido disfrutar de su talento en tantas escenas memorables que contiene El Irlandés. Todo esto sin desmerecer el fantástico trabajo de los secundarios, entre ellos Stephen Graham, Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin y Jesse Plemons. Hasta el gran Harvey Keitel hace acto de presencia, si bien su tiempo en pantalla es poco más que un bienvenido cameo. Probablemente no volvamos a ver un reparto tan idóneo para una cinta del género en mucho tiempo.
Aunque por el momento no hay más que estar agradecidos porque I Heard You Paint Houses haya cobrado vida como imagen en movimiento. No se puede dejar de mencionar la fotografía de Rodrigo Prieto, elegante y sobria cuando la narrativa de Scorsese lo precisa. Pasamos por varias décadas donde el departamento de arte se luce, pero resulta especialmente impresionante cuando la cámara transiciona a nuestro presente más cercano casi sin que lo notemos. Pero todo está orquestado según la intención de un maestro que a estas alturas le queda entre poco y nada que demostrar. O eso parecía
(Termino en la zona spoiler por falta de espacio)
Estamos ante una auténtica épica. Da igual todo el rejuvenecimiento digital, El Irlandés ha nacido como un clásico, una obra eterna por la que no pasará el tiempo. Pero a decir verdad poco podía salir mal en un proyecto tan prometedor, Netflix mediante(le pese a quien le pese). La anticipación era tal que una vez las luces de la sala se apagaron no se palpaba nada más que un profundo respeto que trascendía a cada amante del cine de una butaca a la otra. Del minuto 1 al 210 el tiempo se detiene y ante nuestros ojos y oidos se desenvuelve la que probablemente sea la historia más madura de la filmografía del director italoamericano.
La mirada de Marty sobre la Mafia que tanto conoce se vuelve más personal que nunca, y lleva consigo una carga emocional que raramente se ha visto en su filmografía. Está más que claro que ya no estamos ante el frenético montaje de Uno de los Nuestros o El Lobo de Wall Street, algo que se hace más evidente a medida que avanza la trama y la música se desvanece hasta el silencio. Ese tono gamberro y glamouroso que acompañaba las historias de aquellos criminales irredimibles se convierte en crítico y crepuscular en El Irlandés. Aquí las muertes son secas, el destino es el desamparo y los gángsters se han hecho mayores.
Por supuesto no deja de haber señas de identidad “Scorsesianas” por todos lados. Es evidente que hay bastante autohomenaje, especialmente durante la primera hora, que también quizás sea cuando el polémico CGI se haga notar más. Pero poco dura esta primera impresión, ya que apenas tardamos en meternos de lleno en la vida de esta panda de malhechores, sus asesinatos, sus conversaciones, llamadas telefónicas, incursiones políticas y fraudes. Es un relato con una mirada tan amplia y ambiciosa que solo se puede contar con el lenguaje del séptimo arte. Y cómo domina ese lenguaje Martin Scorsese.
La película aprovecha todo su metraje para abarcar infinidad de sucesos a través de varias décadas de la historia de Estados Unidos. No hay un minuto desechable o aburrido, y siento que eso hay que agradecérselo en gran medida a la veterana Thelma Schoonmaker, fiel editora de Martin, con quien logra crear un ritmo dinámico y vibrante. Tenemos una estructura que permite compaginar escaladas de tensión acongojantes con secuencias oscuramente cómicas, hasta llegar a un dramatismo que resulta sorprendentemente emotivo. No he leido el libro de Charles Brandt original, pero el guión de Steven Zaillian es un ejemplo apasionante de una estructura y desarrollo maestros.
Robert DeNiro nos hará testigos de todas estas facetas como ese tipo duro e impasible remitente a tantos de sus papeles icónicos. Solo podía ser él quien encarnase a un matón sin ningún escrúpulo al que nadie puede evitar querer. Tanto si Frank Sheeran está en sus 30 como en sus 70 la mirada y la mueca clásica del actor transmiten una verdad que atraviesa la pantalla y el alma. DeNiro conmueve y su personaje crece junto a los espectadores. Aunque cuesta decir quien es el mejor actor en una película repleta de duelos interpretativos.
Fascina el giro de Joe Pesci, que es aquí lo más cercano a la voz de la razón, calmada, y cautivadora. En la propia presencia de Pesci encontramos el corazón de la película, y quizás esa madurez indispensable del mensaje que lanza Scorsese. Ya no es el amenazante “Funny How?” de Tommy DeVito sino un resignado “It is what it is” de Russell Buffalino. Por la otra cara de la moneda tenemos a un Al Pacino que entrega una impulsividad y fuerza magnéticas. Jimmy Hoffa se come la pantalla en cada una de sus secuencias y se convierte en una figura tan imperfecta como adorable. Un personaje real al que Pacino insufla vida con una energía que solo tiene él.
Ninguno de los tres había estado tan bien en mucho tiempo. Es una gozada que hayamos podido disfrutar de su talento en tantas escenas memorables que contiene El Irlandés. Todo esto sin desmerecer el fantástico trabajo de los secundarios, entre ellos Stephen Graham, Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin y Jesse Plemons. Hasta el gran Harvey Keitel hace acto de presencia, si bien su tiempo en pantalla es poco más que un bienvenido cameo. Probablemente no volvamos a ver un reparto tan idóneo para una cinta del género en mucho tiempo.
Aunque por el momento no hay más que estar agradecidos porque I Heard You Paint Houses haya cobrado vida como imagen en movimiento. No se puede dejar de mencionar la fotografía de Rodrigo Prieto, elegante y sobria cuando la narrativa de Scorsese lo precisa. Pasamos por varias décadas donde el departamento de arte se luce, pero resulta especialmente impresionante cuando la cámara transiciona a nuestro presente más cercano casi sin que lo notemos. Pero todo está orquestado según la intención de un maestro que a estas alturas le queda entre poco y nada que demostrar. O eso parecía
(Termino en la zona spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tanto ha contribuido Martin Scorsese al arte durante toda su carrera que aún sigue sorprendiendo con el ejercicio de reflexión que supone esta película. Tras un trayecto lleno de exploraciones en torno a temas trascendentales, se atreve en esta ocasión a incluir una reflexión tan profunda como inaudita. Presenta una sentencia final, un mensaje que desgarra el corazón y maravilla a los sentidos. Decide cerrar con un broche de oro su última obra magna, y de la misma manera parece que se completa un círculo irrepetible. Es un final melancólico e incluso triste para un cine sobre hombres malvados, pero hasta ellos merecen una gran despedida.
Las luces se encienden y en la sala se respira el mismo respeto que antecedía al comienzo de El Irlandés, solo que esta vez va acompañado de aplausos incesantes. Que lástima que no los pueda oir el maestro, pero una vez más, aunque sobre decirlo:
Gracias Marty
Que fortuna, que regalo, que suerte más grande.
Las luces se encienden y en la sala se respira el mismo respeto que antecedía al comienzo de El Irlandés, solo que esta vez va acompañado de aplausos incesantes. Que lástima que no los pueda oir el maestro, pero una vez más, aunque sobre decirlo:
Gracias Marty
Que fortuna, que regalo, que suerte más grande.
9
16 de enero de 2020
16 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Faro es un auténtico disfrute cinematográfico, una majadería brillantemente construida y una prueba irrefutable del talento de un director. Robert Eggers, con su segunda película, da prueba de una visión e intenciones clarísimas a la hora de crear una atmósfera única. El mundo en el que nos sumerge The Lighthouse es de reducido tamaño, pero está repleto de textura y emoción, manifestadas tanto por sus imágenes como por un espectacular duelo interpretativo.
La obra que nos ocupa no será del gusto de todos y eso es algo perfectamente comprensible. Quizás haya quien encuentre extraña esta historia sobre la soledad, la represión y la culpa con ecos mitológicos. Pero yo he recibido con los brazos abiertos este descenso a los infiernos tan sucio, enigmático y sobrecogedor. Estás de enhorabuena si conectas con las historias de dobles sentidos y oníricas imágenes. Cada ruido y plano que ocupan el metraje parecen propios de un clásico, no uno que hayamos visto ya, sino uno nuevo y palpitante.
Pero es indiscutible que El Faro no tendría el mismo impacto sin la fuerza descomunal de sus dos protagonistas. Es una maravilla ver a Willem Dafoe comiéndose la pantalla y disfrutándolo de lo lindo, en un papel tan inquietante como magnético. Encuentra un perfecto contrapeso en Robert Pattinson, quien continúa dejándose la piel para consolidarse como uno de los actores más interesantes de la actualidad. Verles en una continua lucha de poder, confesándose sus penas y retándose a beber hasta perder la razón es un regalo irremplazable de Puro Cine.
Jarin Blaschke ha sido nominado al Oscar por su impecable labor en Fotografía, ¡Menos mal! Si bien es cierto que este género lo tiene siempre más complicado en el circuito de premios de Hollywood, alegra ver este merecido reconocimiento. Uno que por supuesto se queda muy corto cuando estamos hablando del que en mi opinión es uno de los guiones más arriesgados del pasado año, llevado a la vida con un talento actoral a reverenciar y una dirección artística tan cautivadora como una historia de marineros.
No llamaría a El Faro una película de Terror. Y no lo digo solo por el descabellado sentido del humor con el que Eggers acompasa la historia, sino porque es mucho más. Estamos ante una obra que se dejará ver en repetidas ocasiones y descifraremos de muchas formas. Una película tan bizarra como ambigua, tan repugnante como elegante y tan asfixiante como divertida no es una película, es un peliculón.
La obra que nos ocupa no será del gusto de todos y eso es algo perfectamente comprensible. Quizás haya quien encuentre extraña esta historia sobre la soledad, la represión y la culpa con ecos mitológicos. Pero yo he recibido con los brazos abiertos este descenso a los infiernos tan sucio, enigmático y sobrecogedor. Estás de enhorabuena si conectas con las historias de dobles sentidos y oníricas imágenes. Cada ruido y plano que ocupan el metraje parecen propios de un clásico, no uno que hayamos visto ya, sino uno nuevo y palpitante.
Pero es indiscutible que El Faro no tendría el mismo impacto sin la fuerza descomunal de sus dos protagonistas. Es una maravilla ver a Willem Dafoe comiéndose la pantalla y disfrutándolo de lo lindo, en un papel tan inquietante como magnético. Encuentra un perfecto contrapeso en Robert Pattinson, quien continúa dejándose la piel para consolidarse como uno de los actores más interesantes de la actualidad. Verles en una continua lucha de poder, confesándose sus penas y retándose a beber hasta perder la razón es un regalo irremplazable de Puro Cine.
Jarin Blaschke ha sido nominado al Oscar por su impecable labor en Fotografía, ¡Menos mal! Si bien es cierto que este género lo tiene siempre más complicado en el circuito de premios de Hollywood, alegra ver este merecido reconocimiento. Uno que por supuesto se queda muy corto cuando estamos hablando del que en mi opinión es uno de los guiones más arriesgados del pasado año, llevado a la vida con un talento actoral a reverenciar y una dirección artística tan cautivadora como una historia de marineros.
No llamaría a El Faro una película de Terror. Y no lo digo solo por el descabellado sentido del humor con el que Eggers acompasa la historia, sino porque es mucho más. Estamos ante una obra que se dejará ver en repetidas ocasiones y descifraremos de muchas formas. Una película tan bizarra como ambigua, tan repugnante como elegante y tan asfixiante como divertida no es una película, es un peliculón.
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