¿Qué es el ser? ¿Somos realmente una persona, o varias? ¿Existe un comportamiento "normal"? Estas preguntas y parecidas son las que a mi modo de ver impulsaron al director de esta película quien también ideó su contenido. El protagonista (un magnífico James McAvoy que no necesita siquiera ser nominado a un premio llámese como se llame para aplaudir su talento interpretativo) refleja verdaderamente en su comportamiento nuestro caos de seres humanos que desde que nacemos nos vemos fragmentados, divididos por la sociedad (el título original en inglés de este film es 'División') desde distintos bandos (primero nuestra familia o quienes se hayan encargado de criarnos, luego los centros educativos, los dogmas religiosos, los estereotipos culturales, etc. ¿Y con todo esto cómo podemos respirar?). Claro, lo anterior y más (por ejemplo los clichés, la soledad humana, la ciencia tratando de explicar lo inexplicable) hace parte de la trama de 'Fragmentado' para el alma que ve más allá de un tiempo de esparcimiento frente a la pantalla. En resumen, una película que me sacudió... y por ello le estoy agradecido.

Teniendo en cuenta que el largometraje es del director de la más bien floja «Condorito: la película» (2017), debo decir que en esta ocasión el realizador Eduardo Schuldt dio un giro si no de 180 grados en términos positivos, casi a este parámetro. La capacidad narrativa de «Una aventura gigante» me parece lo bastante sólida como para que al final de la proyección le haya dedicado unos sinceros aplausos.

Entre los puntos mejor concebidos a lo largo del filme, puedo indicar cómo se destaca el uso del español peruano y de algunos modismos propios del país sudamericano en la mayoría de sus personajes; lo dramáticamente graciosa que resulta la interacción entre Sofía y Sebastián (este último personaje es quien más resalta dentro del guion: ojo a algunas referencias a las que él echa mano durante los minutos de la peli y que denotan una sutil crítica hacia el Mainstream codificado por Estados Unidos); la encantadora inocencia de Wawa (no sé si se escribe así), y una animación que no necesita lucir sofisticada como las que acostumbramos a ver en realizaciones de Hollywood, pero que de todas maneras contribuye muy bien con su particulares características técnicas a un afinado desarrollo de la trama.

«Una aventura gigante» en últimas no resulta una novedad; incluso me hace recordar el sentido argumental de otra película animada de factura peruana como «Ainbo: La guerrera del Amazonas», echa mano de algunos tópicos sentimentales que se ven venir de forma obligada y las correrías en las que se ven envueltos la adolescente y el niño protagonistas parecieran tratarse más de un sueño. Así, con sus idas y venidas, termina siendo un producto audiovisual decente que deja en reconfortante posición al talento latinoamericano en materia de animación.