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8
30 de mayo de 2018
30 de mayo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día es imposible entender la animación japonesa, en especial en lo referente al cine, sin la mención y aportación de Miyazaki y su Estudio Ghibli. Sin desmerecer en ningún momento a los otros grandes exponentes del género (como sí hace ignorantemente el petardo pedante de Carlos Boyero en su crítica de esta película, por cierto), pienso que películas como "El castillo ambulante" o "La princesa Mononoke" son auténticos clásicos y una referencia magistral para conocer el estilo de la animación nipona. Y la que nos ocupa en este caso, "El viaje de Chihiro", también tiene un hueco reservado en ese olimpo.
"El viaje de Chihiro" es una auténtica fábula moderna. Un cuento preciocista repleto de valores y enseñanzas, donde paladear cada escena a lo largo de las dos horas que dura, las cuales se pasan volando. Lo hace, eso sí, alejado de los tópicos más comunes y del edulcoramiento excesivo. Desde el principio no hay ningún reparo en mostrar "la realidad" (si se le puede llamar así) sin filtro alguno. Ejemplificando esto, ¿qué niño (incluso adulto) no se ha perturbado con la famosa escena de los padres de Chihiro convertidos en cerdos? Pérdida de seres queridos, cultura del esfuerzo y el trabajo, obligaciones desagradables... son temáticas tratadas sin ningún tapujo en la película.
La evolución de Chihiro a través del camino que le toca recorrer es tremenda y precisamente consecuencia de la difícil papeleta con la que tiene que lidiar. Madura a pasos agigantados gracias a la dura situación que afronta. De ser una niña malcriada miedosa a ser una niña valiente y con capacidad de resolución. Ese es su viaje. Los otros personajes son, simple y llanamente, un dechado de originalidad y variedad. Una imaginación desbordante al servicio de crear personajes tan peculiares y entrañables como unas motas de carbón vivientes, sapos parlantes o un anciano mitad humano/mitad araña.
En cuanto a la animación y como no puede ser de otra forma viniendo de donde viene, "El viaje de Chihiro" cumple con nota. Preciosos parajes, originales y estrafalarios personajes, interiores muy cuidados y repletos de detalles. Cada plano es una delicia a la vista e incluso, sin ninguna duda, se podría decir que merece la pena su visionado solo por este apartado. Por suerte también acompaña lo demás. En cuanto a la música, también cuenta con melodías de gran calidad y acompañando perfectamente cada una de las escenas.
"El viaje de Chihiro" es una auténtica fábula moderna. Un cuento preciocista repleto de valores y enseñanzas, donde paladear cada escena a lo largo de las dos horas que dura, las cuales se pasan volando. Lo hace, eso sí, alejado de los tópicos más comunes y del edulcoramiento excesivo. Desde el principio no hay ningún reparo en mostrar "la realidad" (si se le puede llamar así) sin filtro alguno. Ejemplificando esto, ¿qué niño (incluso adulto) no se ha perturbado con la famosa escena de los padres de Chihiro convertidos en cerdos? Pérdida de seres queridos, cultura del esfuerzo y el trabajo, obligaciones desagradables... son temáticas tratadas sin ningún tapujo en la película.
La evolución de Chihiro a través del camino que le toca recorrer es tremenda y precisamente consecuencia de la difícil papeleta con la que tiene que lidiar. Madura a pasos agigantados gracias a la dura situación que afronta. De ser una niña malcriada miedosa a ser una niña valiente y con capacidad de resolución. Ese es su viaje. Los otros personajes son, simple y llanamente, un dechado de originalidad y variedad. Una imaginación desbordante al servicio de crear personajes tan peculiares y entrañables como unas motas de carbón vivientes, sapos parlantes o un anciano mitad humano/mitad araña.
En cuanto a la animación y como no puede ser de otra forma viniendo de donde viene, "El viaje de Chihiro" cumple con nota. Preciosos parajes, originales y estrafalarios personajes, interiores muy cuidados y repletos de detalles. Cada plano es una delicia a la vista e incluso, sin ninguna duda, se podría decir que merece la pena su visionado solo por este apartado. Por suerte también acompaña lo demás. En cuanto a la música, también cuenta con melodías de gran calidad y acompañando perfectamente cada una de las escenas.

5,7
984
6
18 de noviembre de 2020
18 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que después de ver "La carta secreta" no puedo evitar sentir algo de debate interno. La cinta irlandesa es de ese tipo de películas que tienen cosas bastante buenas, pero a la vez tienen otros aspectos tan flojos o tan mal llevados que hacen bajar muchísimo la impresión global final. Queda totalmente descompensada y no sabes si quedarte con lo que te ha gustado o darle más importancia a lo que no te ha dejado disfrutar del todo de la película. Al final suelo tirar por intentar hacer media aritmética (no es literal, ya me entendéis) y mantenerme neutral, pero el regusto de la decepción, del "lo que pudo ser y no llegó a ser" siempre queda ahí.
Tengo muy claro lo que más me ha gustado de "La carta secreta". Primeramente todo lo relacionado con su apartado técnico. Empezando por la fotografía, con un uso a mi parecer exquisito de encuadres, planos, y paleta de color, ofreciendo al espectador una inmersión verdaderamente completa en la ambientación, tanto histórica como de localización. La banda sonora también ayuda mucho en esto. Sin ser un dechado de originalidad, sus melodías acompañan de manera casi perfecta a cada escena en todo momento. Y lo hace de una forma tan natural que a veces la música consigue mimetizarse de tal manera con la acción que realmente solo te das cuenta de su enorme mérito cuando la escena en cuestión acaba y las notas dejan de sonar.
Apartados técnicos a un lado, lo más destacado de "La carta secreta" tiene nombre propio. Nombres propios más bien: Vanessa Redgrave y Rooney Mara. A la primera no voy a descubrirla a estas alturas, pero a pesar de no tener un papel demasiado extenso (es la protagonista en las escenas en la época actual) lo borda en cada aparición. Rooney Mara directamente está estelar y lleva sobre sus hombros absolutamente todo el peso de una historia no especialmente bien hilada y con unos compañeros de reparto que no están a esa altura en la mayoría de casos. Mención especial negativa para un Jack Reynor al que conocí en "Midsommar" y del que en cada actuación suya que veo me convenzo más que su parsimonia y falta de expresividad no es solo por "adaptación a sus personajes", por decirlo suavemente. En fin, y volviendo a Mara, mucho mérito lo de la actriz estadounidense, ella sola es capaz de elevar el nivel medio interpretativo de la película y eso es algo digno de alabar.
Por último, la historia que se nos presenta tiene potencial. Vamos a ser sinceros, no es una idea nada novedosa y si te descuidas te sale un argumento de telefilm de tarde de Antena 3, pero es cierto que es una trama que bien tratada da para una historia de suspense/romance muy solvente y sólida. Y además con pinceladas de debate moral, críticas veladas a la iglesia, al machismo, a la mala praxis institucional... Así a priori uniendo todos estos elementos en una coctelera debe salir algo interesante, se mire por donde se mire. El problema que hace que la historia de "La carta secreta" no termine de llegar a buen puerto parte de dos fuentes muy claras. Lo primero, y lo más importante, es una horrible estructura. Se pueden contar historias en dos marcos temporales (y más) distintos sin que todo sea confuso y se sienta inconexo, sin elipsis precipitadas implementadas en el peor momento, sin olvidarse de otorgar un trasfondo personal más detallado a ciertas escenas para que tengan sentido. Realmente el problema de la trama no es "qué cuenta", sino "cómo lo cuenta". Y eso es una pena. Lo segundo, algo más subjetivo (y sin entrar en detalles por posibles spoilers), es un desenlace pésimo. Tan, tan previsible, y tan, tan mal ejecutado (con los vicios mencionados anteriormente: sin mucho contexto, precipitado), que realmente sorprende cuando te das cuenta de que ese es el final que Jim Sheridan ha elegido para su película.
Tengo muy claro lo que más me ha gustado de "La carta secreta". Primeramente todo lo relacionado con su apartado técnico. Empezando por la fotografía, con un uso a mi parecer exquisito de encuadres, planos, y paleta de color, ofreciendo al espectador una inmersión verdaderamente completa en la ambientación, tanto histórica como de localización. La banda sonora también ayuda mucho en esto. Sin ser un dechado de originalidad, sus melodías acompañan de manera casi perfecta a cada escena en todo momento. Y lo hace de una forma tan natural que a veces la música consigue mimetizarse de tal manera con la acción que realmente solo te das cuenta de su enorme mérito cuando la escena en cuestión acaba y las notas dejan de sonar.
Apartados técnicos a un lado, lo más destacado de "La carta secreta" tiene nombre propio. Nombres propios más bien: Vanessa Redgrave y Rooney Mara. A la primera no voy a descubrirla a estas alturas, pero a pesar de no tener un papel demasiado extenso (es la protagonista en las escenas en la época actual) lo borda en cada aparición. Rooney Mara directamente está estelar y lleva sobre sus hombros absolutamente todo el peso de una historia no especialmente bien hilada y con unos compañeros de reparto que no están a esa altura en la mayoría de casos. Mención especial negativa para un Jack Reynor al que conocí en "Midsommar" y del que en cada actuación suya que veo me convenzo más que su parsimonia y falta de expresividad no es solo por "adaptación a sus personajes", por decirlo suavemente. En fin, y volviendo a Mara, mucho mérito lo de la actriz estadounidense, ella sola es capaz de elevar el nivel medio interpretativo de la película y eso es algo digno de alabar.
Por último, la historia que se nos presenta tiene potencial. Vamos a ser sinceros, no es una idea nada novedosa y si te descuidas te sale un argumento de telefilm de tarde de Antena 3, pero es cierto que es una trama que bien tratada da para una historia de suspense/romance muy solvente y sólida. Y además con pinceladas de debate moral, críticas veladas a la iglesia, al machismo, a la mala praxis institucional... Así a priori uniendo todos estos elementos en una coctelera debe salir algo interesante, se mire por donde se mire. El problema que hace que la historia de "La carta secreta" no termine de llegar a buen puerto parte de dos fuentes muy claras. Lo primero, y lo más importante, es una horrible estructura. Se pueden contar historias en dos marcos temporales (y más) distintos sin que todo sea confuso y se sienta inconexo, sin elipsis precipitadas implementadas en el peor momento, sin olvidarse de otorgar un trasfondo personal más detallado a ciertas escenas para que tengan sentido. Realmente el problema de la trama no es "qué cuenta", sino "cómo lo cuenta". Y eso es una pena. Lo segundo, algo más subjetivo (y sin entrar en detalles por posibles spoilers), es un desenlace pésimo. Tan, tan previsible, y tan, tan mal ejecutado (con los vicios mencionados anteriormente: sin mucho contexto, precipitado), que realmente sorprende cuando te das cuenta de que ese es el final que Jim Sheridan ha elegido para su película.
14 de junio de 2019
14 de junio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he llevado una gratísima sorpresa con "Green Book". Andaba yo con la mosca detrás de la oreja porque mis últimas experiencias con películas ganadoras del Oscar principal habían sido más bien reguleras. Aún sobrevolaba por mi mente la decepción con "Moonlight", por ejemplo. No es que yo sea de esos pedantes que si una película gana premios fuera de Sundance ya le echo la cruz, nada más lejos de la realidad, pero el miedo a otra cinta con expectativas incumplidas era grande. Por suerte todo era infundado y creo que puedo afirmar sin atisbo de duda que "Green Book" es una grandísima película.
Es curioso, porque la idea, la estructura principal de "Green Book" no es nada novedosa. Es un concepto y un esquema visto ya muchas veces. De forma muy simplificada vendría a ser un choque de culturas entre estratos sociales, entre razas (¿se puede seguir diciendo estoy hoy día o está ya penalizado?), que provoca una serie de situaciones interesantes, sea en clave cómica o dramática. Realmente no deja de ser eso. En cierto modo me recordó a "Intocable" (otra gran película). Lo bueno de la cinta de Peter Farrelly es que a pesar de haber visto ya muchas veces su historia, salvando las distancias, su fórmula funciona, funciona perfectamente. Es el ritmo, es la ambientación, es el montaje, es la fotografía, son los diálogos. Es un puzle con piezas ya conocidas, pero que no puedes (ni quieres) dejar de montar.
Eso sí, su pieza principal también la tengo muy clara: las actuaciones. Lo pongo en plural, pero tengo que destacar sí o sí el trabajazo de Viggo Mortensen dando vida a uno de los dos protagonistas. Soberbio sería quedarme muy corto refiriéndome a lo que el actor estadounidense consigue dando vida a Tony Lip (o Vallelonga, que tampoco es tan difícil, hombre...). Verdaderamente espectacular su capacidad de mimetización en la personalidad, gestos y ademanes de un italoamericano del Bronx de los años 60. Mahershala Ali también está a un grandísimo nivel, sin duda que sí (por algo ha ganado el Oscar a mejor actor de reparto), pero desde luego Mortensen se come la pantalla cada vez que aparece en ella. Y eso es casi siempre en más de dos horas de película, así que el mérito aumenta. Una pena que no haya podido levantar la estatuilla a mejor actor, pero la competencia era feroz en la categoría.
Es curioso, porque la idea, la estructura principal de "Green Book" no es nada novedosa. Es un concepto y un esquema visto ya muchas veces. De forma muy simplificada vendría a ser un choque de culturas entre estratos sociales, entre razas (¿se puede seguir diciendo estoy hoy día o está ya penalizado?), que provoca una serie de situaciones interesantes, sea en clave cómica o dramática. Realmente no deja de ser eso. En cierto modo me recordó a "Intocable" (otra gran película). Lo bueno de la cinta de Peter Farrelly es que a pesar de haber visto ya muchas veces su historia, salvando las distancias, su fórmula funciona, funciona perfectamente. Es el ritmo, es la ambientación, es el montaje, es la fotografía, son los diálogos. Es un puzle con piezas ya conocidas, pero que no puedes (ni quieres) dejar de montar.
Eso sí, su pieza principal también la tengo muy clara: las actuaciones. Lo pongo en plural, pero tengo que destacar sí o sí el trabajazo de Viggo Mortensen dando vida a uno de los dos protagonistas. Soberbio sería quedarme muy corto refiriéndome a lo que el actor estadounidense consigue dando vida a Tony Lip (o Vallelonga, que tampoco es tan difícil, hombre...). Verdaderamente espectacular su capacidad de mimetización en la personalidad, gestos y ademanes de un italoamericano del Bronx de los años 60. Mahershala Ali también está a un grandísimo nivel, sin duda que sí (por algo ha ganado el Oscar a mejor actor de reparto), pero desde luego Mortensen se come la pantalla cada vez que aparece en ella. Y eso es casi siempre en más de dos horas de película, así que el mérito aumenta. Una pena que no haya podido levantar la estatuilla a mejor actor, pero la competencia era feroz en la categoría.

7,4
43.569
4
22 de mayo de 2019
22 de mayo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser franco desde el principio: "Tres Colores: Azul" no me ha gustado. Y quería que me gustara, de verdad que sí. Había leído grandes cosas sobre la trilogía de los colores de Kieslowski. Además, por referencias de muchos esperaba esta "Tres Colores: Azul" como estandarte del trío. Un ejemplo de drama intimista, un ejemplo de buen cine europeo. Dos cosas que, a priori, son muy de mi agrado. Era imposible no estar emocionado con la idea de verla. Pues... solo diré que la escasa hora y media de metraje se me ha hecho tan cuesta arriba que me costaba creerlo. Decepción mayúscula.
"Tres Colores: Azul" tiene una naturaleza peculiar. Con esto me refiero al hecho de que cuenta muy poco, en el sentido de que el grueso del argumento está en los primeros minutos y a partir de ahí es más un mapa vital y sentimental sobre una persona que una historia propiamente dicha. Ningún problema con esto, no todo tienen que ser grandes tramas repletas de giros de guion y recovecos por doquier. El cine también puede ser más que eso. La clave es que lo más importante en una película de estas características es conseguir conectar con el espectador, llegarle dentro. Crear una sensación de empatía con lo que se está viendo, con los personajes; crear una inmersión con el ambiente, una mimetización con la atmósfera que impregna cada escena. Si esto no ocurre así, probablemente quede un tostón que difícilmente se puede digerir. Algo imperdonable.
Hablando a título personal, que para eso esto es una valoración propia e individual, la mayor conexión que yo he logrado con "Tres Colores: Azul" ha sido la de comprobar hasta un par de veces cuánto quedaba de película. Aparte de que la empatía con la protagonista me ha sido prácticamente imposible desde el minuto uno. La construcción del personaje ni me ha parecido creíble, ni me ha parecido capaz de generar la más mínima emoción. Por desgracia he tenido que sufrir una tragedia muy similar y, con sinceridad, el personaje no hay por donde cogerlo, por mucha Binoche que lo interprete. Lo siento. De los (casi intrascendentes) secundarios mejor ni hablamos.
El apartado técnico sí es bastante bueno, eso es algo que no se puede negar. Dejando a un lado todas esas escenas alegóricas y metafóricas que yo debo ser demasiado estúpido para entender (o quizá es que el único que las entiende es el director polaco y los demás solo quieren ir de intelectuales con explicaciones rimbombantes, que es algo que está muy en boga), la fotografía y la música rayan a un muy buen nivel. Hay una cantidad muy interesante de recursos cinematográficos: planos secuencia, fundidos en negro o desenfoques de imagen que suelen encajar bastante bien por norma general. También es curiosa la constante referencia al color azul, no solo de las formas más simples con la aparición de objetos de ese color, sino especialmente por la constante aura azulada que rodea el metraje. Lo del paralelismo con "la libertad" (se supone que la trilogía se inspira en Francia y su "Liberté, Égalité, Fraternité") ya me parece más cogido por los pelos. La música, aunque poco variada y probablemente bastante espartana en su concepto, funciona bastante bien. Su integración directa con la acción en diversas escenas de la película es algo a destacar. En general, creo que me atrevo a decir que el apartado técnico/artístico es lo único por lo que recomendaría el visionado de "Tres Colores: Azul". Por lo demás no vale la pena.
"Tres Colores: Azul" tiene una naturaleza peculiar. Con esto me refiero al hecho de que cuenta muy poco, en el sentido de que el grueso del argumento está en los primeros minutos y a partir de ahí es más un mapa vital y sentimental sobre una persona que una historia propiamente dicha. Ningún problema con esto, no todo tienen que ser grandes tramas repletas de giros de guion y recovecos por doquier. El cine también puede ser más que eso. La clave es que lo más importante en una película de estas características es conseguir conectar con el espectador, llegarle dentro. Crear una sensación de empatía con lo que se está viendo, con los personajes; crear una inmersión con el ambiente, una mimetización con la atmósfera que impregna cada escena. Si esto no ocurre así, probablemente quede un tostón que difícilmente se puede digerir. Algo imperdonable.
Hablando a título personal, que para eso esto es una valoración propia e individual, la mayor conexión que yo he logrado con "Tres Colores: Azul" ha sido la de comprobar hasta un par de veces cuánto quedaba de película. Aparte de que la empatía con la protagonista me ha sido prácticamente imposible desde el minuto uno. La construcción del personaje ni me ha parecido creíble, ni me ha parecido capaz de generar la más mínima emoción. Por desgracia he tenido que sufrir una tragedia muy similar y, con sinceridad, el personaje no hay por donde cogerlo, por mucha Binoche que lo interprete. Lo siento. De los (casi intrascendentes) secundarios mejor ni hablamos.
El apartado técnico sí es bastante bueno, eso es algo que no se puede negar. Dejando a un lado todas esas escenas alegóricas y metafóricas que yo debo ser demasiado estúpido para entender (o quizá es que el único que las entiende es el director polaco y los demás solo quieren ir de intelectuales con explicaciones rimbombantes, que es algo que está muy en boga), la fotografía y la música rayan a un muy buen nivel. Hay una cantidad muy interesante de recursos cinematográficos: planos secuencia, fundidos en negro o desenfoques de imagen que suelen encajar bastante bien por norma general. También es curiosa la constante referencia al color azul, no solo de las formas más simples con la aparición de objetos de ese color, sino especialmente por la constante aura azulada que rodea el metraje. Lo del paralelismo con "la libertad" (se supone que la trilogía se inspira en Francia y su "Liberté, Égalité, Fraternité") ya me parece más cogido por los pelos. La música, aunque poco variada y probablemente bastante espartana en su concepto, funciona bastante bien. Su integración directa con la acción en diversas escenas de la película es algo a destacar. En general, creo que me atrevo a decir que el apartado técnico/artístico es lo único por lo que recomendaría el visionado de "Tres Colores: Azul". Por lo demás no vale la pena.

6,7
31.873
6
30 de junio de 2017
30 de junio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como introducción querría decir que está claro que cuando uno se dispone a ver una película que ha sido aclamada por la crítica espera bastante. Es algo lógico y natural crearse unas expectativas altas en torno a ella. Esto es lo que me pasó con Moonlight y personalmente he quedado bastante decepcionado, esperaba más de una película ganadora del Oscar por delante de obras como La La Land (aunque fuera con suspense).
No es que sea una película al uso, es más bien un retrato personal, casi intimista, de nuestro protagonista: Little/Chiron/Black. Un viaje en tres etapas, infancia, adolescencia y los comienzos de la edad adulta, en las que nos sumergiremos (tampoco excesivamente profundo) en su desarrollo, su evolución como persona, en su vida. en definitiva. No hay apenas historia tangible, es un día a día, una realidad, triste y desgraciada en su caso. El hilo argumental es una simple excusa para mostrarnos cómo Chiron, en esa lucha con su entorno y él mismo, consigue salir adelante y, al menos, crecer.
La película fluye de forma lenta, muy fría, se va masticando poco a poco. Largos silencios, diálogos normalmente cortos (aunque contundentes y siempre repletos de detalles y trasfondo) y escenas que se suceden una tras otra sin demasiada unión entre ellas individualmente, aunque luego todas tengan su influencia, dejen su poso, le afecten a Chiron de una forma u otra.
Como aspecto negativo de la película querría destacar a los personajes o más bien la capacidad de conectar con ellos. El peculiar desarrollo de Moonlight no ayuda a empatizar (con la honrosa y obvia excepción del protagonista), con ninguno de los personajes que vemos desfilar por la pantalla. Esto hace que a veces sea complicado que lo que estamos viendo termine de llegarnos y por momentos la historia parezca vacía, carente de emociones... como Chiron, quizá incluso sea intencionado...
Técnicamente es sublime, de eso no hay duda. La fotografía y la realización brillan con luz propia y la banda sonora está perfectamente elegida, de forma muy cuidada y se adapta como un guante a las escenas, con una curiosa mezcla de melodías instrumentales clásicas y rap estadounidense.
No es que sea una película al uso, es más bien un retrato personal, casi intimista, de nuestro protagonista: Little/Chiron/Black. Un viaje en tres etapas, infancia, adolescencia y los comienzos de la edad adulta, en las que nos sumergiremos (tampoco excesivamente profundo) en su desarrollo, su evolución como persona, en su vida. en definitiva. No hay apenas historia tangible, es un día a día, una realidad, triste y desgraciada en su caso. El hilo argumental es una simple excusa para mostrarnos cómo Chiron, en esa lucha con su entorno y él mismo, consigue salir adelante y, al menos, crecer.
La película fluye de forma lenta, muy fría, se va masticando poco a poco. Largos silencios, diálogos normalmente cortos (aunque contundentes y siempre repletos de detalles y trasfondo) y escenas que se suceden una tras otra sin demasiada unión entre ellas individualmente, aunque luego todas tengan su influencia, dejen su poso, le afecten a Chiron de una forma u otra.
Como aspecto negativo de la película querría destacar a los personajes o más bien la capacidad de conectar con ellos. El peculiar desarrollo de Moonlight no ayuda a empatizar (con la honrosa y obvia excepción del protagonista), con ninguno de los personajes que vemos desfilar por la pantalla. Esto hace que a veces sea complicado que lo que estamos viendo termine de llegarnos y por momentos la historia parezca vacía, carente de emociones... como Chiron, quizá incluso sea intencionado...
Técnicamente es sublime, de eso no hay duda. La fotografía y la realización brillan con luz propia y la banda sonora está perfectamente elegida, de forma muy cuidada y se adapta como un guante a las escenas, con una curiosa mezcla de melodías instrumentales clásicas y rap estadounidense.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En Moonlight vemos el viaje de un niño frágil, abandonado, víctima de acoso escolar por su condición de homosexual (algo con lo que también él mismo tiene que lidiar, mientras se va conociendo a sí mismo), sin ninguna referencia más que su madre drogadicta, exceptuando a Juan, cuya muerte prematura lo deja huérfano de "modelos a seguir".
Todo esto da como resultado lo que vemos en la última parte de la película, se convierte en una persona taciturna, apagada, más que antes, que ya es decir, sin ningún tipo de ilusión. Alguien que ha decidido esconder su quebradizo interior detrás de una coraza de músculos y aspecto imponente, pero que realmente no tiene más aspiración que (sobre)vivir trapicheando, tal y como hacía Juan en su momento.
Hasta que llega esa llamada, esa llamada años después de la única persona que le hizo en algún momento sentir algo, sentirse vivo. Y se lanza a intentarlo, a intentar volver a sentirlo.
Todo esto da como resultado lo que vemos en la última parte de la película, se convierte en una persona taciturna, apagada, más que antes, que ya es decir, sin ningún tipo de ilusión. Alguien que ha decidido esconder su quebradizo interior detrás de una coraza de músculos y aspecto imponente, pero que realmente no tiene más aspiración que (sobre)vivir trapicheando, tal y como hacía Juan en su momento.
Hasta que llega esa llamada, esa llamada años después de la única persona que le hizo en algún momento sentir algo, sentirse vivo. Y se lanza a intentarlo, a intentar volver a sentirlo.
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