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Críticas ordenadas por utilidad
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1
3 de diciembre de 2023
3 de diciembre de 2023
60 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el momento en que las luces se atenúan y la pantalla cobra vida, queda claro que "Ocho Apellidos Marroquíes" no es más que un intento desesperado de capitalizar el éxito de su predecesora. Álvaro Fernandez Armero nos presenta una trama que, a pesar de llevar el mismo título, se desvía tan lejos como puede de la original, abandonando cualquier atisbo de originalidad y coherencia.
La película se embarca en una trama que parece haber sido reciclada y mal cosida de historias cómicas anteriores. La conexión con los "Ocho Apellidos Vascos" es tenue y forzada, llevando a la audiencia por un viaje que no tiene sentido y carece de la frescura que hizo que la primera entrega fuera un éxito. El guion, en lugar de innovar, se aferra a un humor rancio y cuñado que cae en la previsibilidad y lo deja a uno buscando desesperadamente algo nuevo.
El reparto, que tiene algunos nombres conocidos y talentosos, hace lo que puede con un material tan endeble. Las interpretaciones son el único rayo de luz en este oscuro panorama, pero incluso los actores más destacados no pueden elevar una narrativa tan carente de sustancia y chispa.
La dirección de Álvaro Fernandez Armero se mantiene en territorio seguro, sin aventurarse más allá de los límites de lo convencional. Es comprensible que para una película de esta naturaleza no se espere una dirección innovadora, pero aún así, no hay rastro de creatividad o visión que podría haber dado vida a la narrativa.
La partitura, la cinematografía y el diseño de producción son, en el mejor de los casos, mediocres. Ninguno de estos elementos destaca ni contribuye a mejorar la experiencia general. La música no deja huella, la cinematografía no logra capturar la atención y el diseño de producción es olvidable.
La edición y el ritmo no logran salvar la película de su caída libre hacia la mediocridad. Las transiciones son bruscas, los cortes son predecibles y el ritmo es irregular, dejando a la audiencia desconectada y desinteresada.
Los intentos de diálogo humorístico se sienten forzados y desesperados. En lugar de construir sobre el ingenioso juego de palabras que hizo que la primera película fuera memorable, este intento se queda corto, ofreciendo chistes que caen en el estereotipo y la falta de originalidad.
En retrospectiva, preferiría no haber perdido mi tiempo en esta película. "Ocho Apellidos Marroquíes" es un claro ejemplo de cómo intentar capitalizar el éxito de una película anterior puede resultar en una experiencia cinematográfica insatisfactoria y desafortunada. En lugar de aportar algo nuevo, la película se aferra a lo viejo y familiar, pero sin la chispa que hizo que la primera entrega fuera un éxito. Un viaje innecesario y desalentador que deja un amargo sabor de boca.
La película se embarca en una trama que parece haber sido reciclada y mal cosida de historias cómicas anteriores. La conexión con los "Ocho Apellidos Vascos" es tenue y forzada, llevando a la audiencia por un viaje que no tiene sentido y carece de la frescura que hizo que la primera entrega fuera un éxito. El guion, en lugar de innovar, se aferra a un humor rancio y cuñado que cae en la previsibilidad y lo deja a uno buscando desesperadamente algo nuevo.
El reparto, que tiene algunos nombres conocidos y talentosos, hace lo que puede con un material tan endeble. Las interpretaciones son el único rayo de luz en este oscuro panorama, pero incluso los actores más destacados no pueden elevar una narrativa tan carente de sustancia y chispa.
La dirección de Álvaro Fernandez Armero se mantiene en territorio seguro, sin aventurarse más allá de los límites de lo convencional. Es comprensible que para una película de esta naturaleza no se espere una dirección innovadora, pero aún así, no hay rastro de creatividad o visión que podría haber dado vida a la narrativa.
La partitura, la cinematografía y el diseño de producción son, en el mejor de los casos, mediocres. Ninguno de estos elementos destaca ni contribuye a mejorar la experiencia general. La música no deja huella, la cinematografía no logra capturar la atención y el diseño de producción es olvidable.
La edición y el ritmo no logran salvar la película de su caída libre hacia la mediocridad. Las transiciones son bruscas, los cortes son predecibles y el ritmo es irregular, dejando a la audiencia desconectada y desinteresada.
Los intentos de diálogo humorístico se sienten forzados y desesperados. En lugar de construir sobre el ingenioso juego de palabras que hizo que la primera película fuera memorable, este intento se queda corto, ofreciendo chistes que caen en el estereotipo y la falta de originalidad.
En retrospectiva, preferiría no haber perdido mi tiempo en esta película. "Ocho Apellidos Marroquíes" es un claro ejemplo de cómo intentar capitalizar el éxito de una película anterior puede resultar en una experiencia cinematográfica insatisfactoria y desafortunada. En lugar de aportar algo nuevo, la película se aferra a lo viejo y familiar, pero sin la chispa que hizo que la primera entrega fuera un éxito. Un viaje innecesario y desalentador que deja un amargo sabor de boca.

6,3
8.418
7
12 de abril de 2024
12 de abril de 2024
50 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguimos a Jackie, una culturista decidida a alcanzar el éxito en Las Vegas, cuyo camino se cruza con el de Lou, la gerente solitaria de un gimnasio en un pequeño pueblo de Nuevo México. Cuando Jackie y Lou se enamoran, su relación desencadena una espiral de violencia y los sumerge en las peligrosas maquinaciones de la familia de Lou. La trama, llena de intriga y tensión, explora las complejidades del amor y la lealtad en un entorno marcado por el crimen y la desesperación.
Bajo la dirección de Rose Glass, la película ofrece una narrativa visualmente impactante que sumerge al espectador en la atmósfera opresiva del desierto de Nuevo México. Aunque la dirección es básica en su ejecución, cumple su función al servir como vehículo para la historia oscura y emocionalmente intensa. Glass logra capturar la belleza y la brutalidad del paisaje desértico, creando un telón de fondo evocador para los eventos que se desarrollan.
Destaca la actuación de Kristen Stewart en el papel de Jackie, quien ofrece una interpretación poderosa y convincente que da vida al conflicto interno de su personaje. Su química con la co-protagonista, interpretada por Katy O´Brian, agrega profundidad a la relación central de la película. Aunque algunas actuaciones secundarias podrían haber sido más sólidas, el elenco en su conjunto logra transmitir la complejidad y la intensidad de sus respectivos personajes.
El aspecto técnico es impresionante, destacando especialmente la cinematografía y el diseño de producción. Las imágenes capturan la vastedad y la aridez del paisaje desértico, mientras que la iluminación crea una atmósfera inquietante y ominosa. Además, la banda sonora complementa perfectamente la narrativa, añadiendo capas de tensión y emoción a la historia.
Ofrece un retrato oscuro y visceral del amor y la violencia en un entorno desolado. Con una trama intrigante, actuaciones destacadas y un aspecto técnico impresionante, la película cautiva al espectador y lo sumerge en un mundo turbio y peligroso.
Bajo la dirección de Rose Glass, la película ofrece una narrativa visualmente impactante que sumerge al espectador en la atmósfera opresiva del desierto de Nuevo México. Aunque la dirección es básica en su ejecución, cumple su función al servir como vehículo para la historia oscura y emocionalmente intensa. Glass logra capturar la belleza y la brutalidad del paisaje desértico, creando un telón de fondo evocador para los eventos que se desarrollan.
Destaca la actuación de Kristen Stewart en el papel de Jackie, quien ofrece una interpretación poderosa y convincente que da vida al conflicto interno de su personaje. Su química con la co-protagonista, interpretada por Katy O´Brian, agrega profundidad a la relación central de la película. Aunque algunas actuaciones secundarias podrían haber sido más sólidas, el elenco en su conjunto logra transmitir la complejidad y la intensidad de sus respectivos personajes.
El aspecto técnico es impresionante, destacando especialmente la cinematografía y el diseño de producción. Las imágenes capturan la vastedad y la aridez del paisaje desértico, mientras que la iluminación crea una atmósfera inquietante y ominosa. Además, la banda sonora complementa perfectamente la narrativa, añadiendo capas de tensión y emoción a la historia.
Ofrece un retrato oscuro y visceral del amor y la violencia en un entorno desolado. Con una trama intrigante, actuaciones destacadas y un aspecto técnico impresionante, la película cautiva al espectador y lo sumerge en un mundo turbio y peligroso.

5,4
8.852
6
23 de junio de 2023
23 de junio de 2023
48 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de la pelicula es que Maddie está a punto de perder su casa de la infancia y descubre un curioso anuncio de trabajo: unos adinerados padres sobreprotectores están buscando a alguien que cuide de su hijo adolescente.
Desde el inicio, "Sin malos rollos" se revela como una comedia política incorrecta, desafiando las normas establecidas con su humor audaz y atrevido. La trama se desenvuelve en un ambiente veraniego, inyectando una dosis refrescante y despreocupada a la narrativa. La película se acerca a los cánones del género romántico-comedia, pero con un enfoque cercano al american indie, lo que le otorga un sello distintivo y una frescura única.
Uno de los grandes atractivos del film es su elenco de actores reconocidos, encabezado por la talentosa Jennifer Lawrence en el papel principal. Su carisma y versatilidad se despliegan en cada escena, entregando una interpretación que hace honor a su reputación.
El director Gene Stupnitsky logra llevar a cabo esta comedia con maestría, aprovechando al máximo el potencial cómico de la historia. La película se mueve a un ritmo ágil y divertido, manteniendo al espectador enganchado en todo momento.
Quizás el guion abusa del chiste fácil y del humor explicito, por llamarlo de alguna forma, algo que no desentona con la película, pero que quizás a no todo el mundo puede gustar.
La cinematografía, a cargo de Eigil Bryld utiliza colores vivos y contrastantes para resaltar la estética veraniega y realzar el impacto visual de la película.
En resumen, "Sin malos rollos" es una comedia audaz y refrescante que no teme romper barreras. Su combinación de humor políticamente incorrecto, ambiente veraniego y elementos propios del género romántico-comedia indie la convierten en una propuesta atractiva y diferente.
Desde el inicio, "Sin malos rollos" se revela como una comedia política incorrecta, desafiando las normas establecidas con su humor audaz y atrevido. La trama se desenvuelve en un ambiente veraniego, inyectando una dosis refrescante y despreocupada a la narrativa. La película se acerca a los cánones del género romántico-comedia, pero con un enfoque cercano al american indie, lo que le otorga un sello distintivo y una frescura única.
Uno de los grandes atractivos del film es su elenco de actores reconocidos, encabezado por la talentosa Jennifer Lawrence en el papel principal. Su carisma y versatilidad se despliegan en cada escena, entregando una interpretación que hace honor a su reputación.
El director Gene Stupnitsky logra llevar a cabo esta comedia con maestría, aprovechando al máximo el potencial cómico de la historia. La película se mueve a un ritmo ágil y divertido, manteniendo al espectador enganchado en todo momento.
Quizás el guion abusa del chiste fácil y del humor explicito, por llamarlo de alguna forma, algo que no desentona con la película, pero que quizás a no todo el mundo puede gustar.
La cinematografía, a cargo de Eigil Bryld utiliza colores vivos y contrastantes para resaltar la estética veraniega y realzar el impacto visual de la película.
En resumen, "Sin malos rollos" es una comedia audaz y refrescante que no teme romper barreras. Su combinación de humor políticamente incorrecto, ambiente veraniego y elementos propios del género romántico-comedia indie la convierten en una propuesta atractiva y diferente.

6,4
4.829
7
15 de octubre de 2024
15 de octubre de 2024
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un drama biográfico que nos sumerge en el Nueva York de los años 70 y 80 para explorar los primeros años de Donald Trump, antes de convertirse en la figura controvertida y omnipresente en la política mundial que conocemos hoy. La película narra su relación con Roy Cohn, un abogado sin escrúpulos que juega un papel crucial en la formación del joven empresario. Este retrato de un Trump ambicioso y dispuesto a todo para alcanzar el éxito nos ofrece una mirada a los orígenes de su ideología y comportamiento, con actuaciones poderosas que impulsan la historia.
La película logra recrear de manera vívida la atmósfera de una Nueva York en plena transformación, donde el auge inmobiliario y las tensiones sociales se entrelazan en un paisaje complejo. La dirección de Ali Abbasi destaca por su capacidad para transportar al espectador a este período, mostrándonos un Trump joven, lleno de ambición y buscando desesperadamente dejar su marca en el mundo de los negocios. Las luces de la ciudad, los rascacielos en construcción y las intrigas empresariales forman el telón de fondo perfecto para la trama, subrayando el contraste entre el lujo y el caos que caracterizan la vida de los protagonistas.
Uno de los mayores logros de "The Apprentice" es la interpretación de Sebastian Stan como un joven Donald Trump y Jeremy Strong en el papel de Roy Cohn, el abogado sin moral que sirve de mentor a Trump. Stan ofrece una actuación sorprendentemente contenida, evitando caer en la caricatura fácil de un Trump estridente, para mostrar en cambio una versión más juvenil, impulsada por la inseguridad y la ambición desmedida. Vemos cómo su personaje se va moldeando bajo la influencia de Cohn, y Stan es capaz de transmitir la evolución de Trump de un joven empresario ansioso a un hombre cada vez más calculador y despiadado.
Jeremy Strong brilla como Roy Cohn, quien juega un papel fundamental en la formación del Trump que eventualmente dominará el mundo de los negocios y la política. Su Cohn es manipulador, astuto y peligroso, y Strong lo interpreta con una intensidad que mantiene al espectador en tensión. La química entre Stan y Strong es palpable, y sus escenas conjuntas son el núcleo emocional de la película. A través de su relación mentor-discípulo, la película explora temas como el poder, la ética (o la falta de ella) y la ambición sin límites.
La dirección de Abbasi mantiene un ritmo pausado pero constante, que permite a los espectadores ver cómo estos pequeños pasos en la vida de Trump lo acercan cada vez más a una personalidad despiadada y sin escrúpulos. El guion también logra tejer con eficacia cómo su educación en una familia adinerada y sus deseos de aprobación paternal influyen en su comportamiento, mientras Cohn se aprovecha de su hambre de poder.
La película es una interesante exploración de la moralidad, el éxito y los costos personales que conlleva llegar a la cima. Para los espectadores interesados en conocer cómo se formó una de las figuras más polarizadoras de la historia reciente, es de visión obligada.
La película logra recrear de manera vívida la atmósfera de una Nueva York en plena transformación, donde el auge inmobiliario y las tensiones sociales se entrelazan en un paisaje complejo. La dirección de Ali Abbasi destaca por su capacidad para transportar al espectador a este período, mostrándonos un Trump joven, lleno de ambición y buscando desesperadamente dejar su marca en el mundo de los negocios. Las luces de la ciudad, los rascacielos en construcción y las intrigas empresariales forman el telón de fondo perfecto para la trama, subrayando el contraste entre el lujo y el caos que caracterizan la vida de los protagonistas.
Uno de los mayores logros de "The Apprentice" es la interpretación de Sebastian Stan como un joven Donald Trump y Jeremy Strong en el papel de Roy Cohn, el abogado sin moral que sirve de mentor a Trump. Stan ofrece una actuación sorprendentemente contenida, evitando caer en la caricatura fácil de un Trump estridente, para mostrar en cambio una versión más juvenil, impulsada por la inseguridad y la ambición desmedida. Vemos cómo su personaje se va moldeando bajo la influencia de Cohn, y Stan es capaz de transmitir la evolución de Trump de un joven empresario ansioso a un hombre cada vez más calculador y despiadado.
Jeremy Strong brilla como Roy Cohn, quien juega un papel fundamental en la formación del Trump que eventualmente dominará el mundo de los negocios y la política. Su Cohn es manipulador, astuto y peligroso, y Strong lo interpreta con una intensidad que mantiene al espectador en tensión. La química entre Stan y Strong es palpable, y sus escenas conjuntas son el núcleo emocional de la película. A través de su relación mentor-discípulo, la película explora temas como el poder, la ética (o la falta de ella) y la ambición sin límites.
La dirección de Abbasi mantiene un ritmo pausado pero constante, que permite a los espectadores ver cómo estos pequeños pasos en la vida de Trump lo acercan cada vez más a una personalidad despiadada y sin escrúpulos. El guion también logra tejer con eficacia cómo su educación en una familia adinerada y sus deseos de aprobación paternal influyen en su comportamiento, mientras Cohn se aprovecha de su hambre de poder.
La película es una interesante exploración de la moralidad, el éxito y los costos personales que conlleva llegar a la cima. Para los espectadores interesados en conocer cómo se formó una de las figuras más polarizadoras de la historia reciente, es de visión obligada.

5,2
14.211
4
4 de octubre de 2024
4 de octubre de 2024
48 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta segunda entrega trata de expandir la historia de Arthur Fleck, interpretado nuevamente por Joaquin Phoenix, ahora internado en el manicomio de Arkham mientras lidia con las consecuencias de sus crímenes. Sin embargo, aunque la secuela introduce algunos giros novedosos, como elementos musicales y una historia de amor, no logra alcanzar las mismas alturas emocionales y narrativas que su predecesora.
Uno de los aspectos más sorprendentes de "Joker: Folie à Deux" es la inclusión de elementos musicales en la narrativa. La decisión de convertir parte de la película en un musical parece, en teoría, un intento audaz de ofrecer algo nuevo y diferente dentro del género del thriller psicológico. Sin embargo, en la práctica, esta elección no termina de encajar con el tono oscuro y melancólico que hizo a la primera entrega tan efectiva.
Los números musicales, aunque visualmente interesantes, a menudo se sienten desconectados del núcleo emocional de la historia y rompen con la tensión que debería sostenerse a lo largo de la película. En lugar de añadir capas al personaje de Arthur Fleck, estas escenas parecen desviar la atención de su complejidad interna, dejando al espectador preguntándose si la película está tratando de abarcar demasiado sin profundizar en los aspectos más importantes de su trama.
Otro de los nuevos elementos que se introduce en esta secuela es la aparición de una historia de amor. Arthur Fleck, mientras permanece internado en Arkham, conoce lo que parece ser su "amor verdadero". Este enfoque podría haber sido una oportunidad para explorar las complejidades emocionales del Joker desde una nueva perspectiva, pero en lugar de ofrecer profundidad, el romance se siente apresurado y poco desarrollado.
A pesar de los problemas en el guion y la dirección, uno de los aspectos que sigue destacando en "Joker: Folie à Deux" es la interpretación de Joaquin Phoenix. Aunque el material que se le ofrece no tiene la misma calidad que en la primera película, Phoenix sigue entregando una actuación comprometida, sumergiéndose una vez más en la mente perturbada de Arthur Fleck. Su presencia en pantalla es magnética, y su habilidad para transmitir la vulnerabilidad y el caos de su personaje sigue siendo un punto fuerte.
Sin embargo, a pesar de la calidad de su interpretación, incluso Phoenix parece luchar para sacar lo mejor de un guion que carece de la solidez y profundidad emocional de la primera película. Lady Gaga, quien se une al elenco en esta secuela, ofrece una actuación interesante, pero su personaje no recibe el desarrollo necesario para destacar en una historia que ya está sobrecargada de elementos dispares.
Es una secuela que, a pesar de sus ambiciones, no alcanza a cumplir con las expectativas que dejó su predecesora. La mezcla de géneros, un romance mal desarrollado y la falta de cohesión narrativa hacen que la película no logre capturar la esencia del personaje ni su oscuridad inherente.
Uno de los aspectos más sorprendentes de "Joker: Folie à Deux" es la inclusión de elementos musicales en la narrativa. La decisión de convertir parte de la película en un musical parece, en teoría, un intento audaz de ofrecer algo nuevo y diferente dentro del género del thriller psicológico. Sin embargo, en la práctica, esta elección no termina de encajar con el tono oscuro y melancólico que hizo a la primera entrega tan efectiva.
Los números musicales, aunque visualmente interesantes, a menudo se sienten desconectados del núcleo emocional de la historia y rompen con la tensión que debería sostenerse a lo largo de la película. En lugar de añadir capas al personaje de Arthur Fleck, estas escenas parecen desviar la atención de su complejidad interna, dejando al espectador preguntándose si la película está tratando de abarcar demasiado sin profundizar en los aspectos más importantes de su trama.
Otro de los nuevos elementos que se introduce en esta secuela es la aparición de una historia de amor. Arthur Fleck, mientras permanece internado en Arkham, conoce lo que parece ser su "amor verdadero". Este enfoque podría haber sido una oportunidad para explorar las complejidades emocionales del Joker desde una nueva perspectiva, pero en lugar de ofrecer profundidad, el romance se siente apresurado y poco desarrollado.
A pesar de los problemas en el guion y la dirección, uno de los aspectos que sigue destacando en "Joker: Folie à Deux" es la interpretación de Joaquin Phoenix. Aunque el material que se le ofrece no tiene la misma calidad que en la primera película, Phoenix sigue entregando una actuación comprometida, sumergiéndose una vez más en la mente perturbada de Arthur Fleck. Su presencia en pantalla es magnética, y su habilidad para transmitir la vulnerabilidad y el caos de su personaje sigue siendo un punto fuerte.
Sin embargo, a pesar de la calidad de su interpretación, incluso Phoenix parece luchar para sacar lo mejor de un guion que carece de la solidez y profundidad emocional de la primera película. Lady Gaga, quien se une al elenco en esta secuela, ofrece una actuación interesante, pero su personaje no recibe el desarrollo necesario para destacar en una historia que ya está sobrecargada de elementos dispares.
Es una secuela que, a pesar de sus ambiciones, no alcanza a cumplir con las expectativas que dejó su predecesora. La mezcla de géneros, un romance mal desarrollado y la falta de cohesión narrativa hacen que la película no logre capturar la esencia del personaje ni su oscuridad inherente.
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