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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
2
18 de enero de 2009
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejemos salir al pequeño demonio que llevamos dentro, esa parte de nosotros que odiamos, las ganas de ver enfermos mentales y reirnos de ellos, de ver sangre, lo gore, de comernos esa sangre, vomitarla y volvertela a comer....
Eso ha echo Crispin Glover con esta ¿Película? , bueno sí, llamemosla película...¿Por qué no?
Centremonos en el argumento,vale, reconozco que no lo he pillado, aunque si alguien entiende el argumento debe ser un maldito enfermo como Crispin Glover. Porque no hay argumento, la película en sí tiene el efecto de una pesadilla: al despertar (o cuando acabas de verla) recuerdas los momentos que más te impactaron mientras intentas buscar algo más sustancial, algo que te permita visualizarlo, que te haga encontrarle un sentido, pero no encuentras nada.

Eso es esta pseudo-película, una mala pesadilla.
Me recuerda mucho a Caligula, una peli cutre, provocativa, pretenciosa y, sobre todo, innecesaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
joder...y que me ponga caliente la tia de la cabeza de elefante tiene cárcel.
9 de diciembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que temía un poco ver esta película por su premisa tan singular, no esperaba tragarme la historia de este atípico judío nazi. Qué sorpresa, pues, cuando tras visualizarla no solo se logra entender al personaje, tanto sus motivaciones, sus dilemas morales, su lucha interior...sino que te hace partícipe de ellas, puedes lograr incluso entender (dentro de unas limitaciones) el por qué de su comportamiento. Algo que me parece casi milagroso debido a lo paradójico de la dos ideologías que se anteponen. Y es que esta película consigue algo que no está de moda ahora mismo, que es difícil encontrar, te hace pensar, quiere que saques tus conclusiones y que su temática te ronde la cabeza en momentos posteriores al visionado. El director se limita a exponer tanto la historia como el tema, no a explicarlo, de ahí que se exija la implicación del espectador y se deje bastante materia a la libre interpretación de éste.

¿Por qué no poner en entredicho la inquebrantable fe ciega? ¿Por qué seguir un dogma aunque sintamos que no nos representa en su totalidad? ¿Por qué adoctrinarse sin discutir, sin afrontar? Es posible que un sujeto no se sienta representado por la idiosincrasia de las personas que siguen su doctrina, que haya aspectos de la misma que le chirríen,… Es de humanos conocer, plantearse dudas y discutir lo que no se cree. Es de corderos seguir el rebaño sin ni siquiera preguntarse a dónde va y de dónde viene, sin saber si verdaderamente quieres seguir en ese camino (como el 90% de los cristianos hoy día, que lo son por costumbre, por tradición familiar. Sin preguntarse si verdaderamente creen algo del dogma al que dicen pertenecer).

El personaje que interpreta Gosling no representa la bipolaridad ni la esquizofrenia. No es un loco. Danny está muy cuerdo, es inteligente. Mantiene una lucha interna entre dos realidades a las que pertenece y son enfrentadas. Es judío, estudia la Torá, conoce el hebreo y respeta sus creencias, lo cual no quiere decir que no discuta aquellos aspectos en los que piensa diferente, pero siente apego a su religión y tradición.
Por eso pienso que el odio tan arraigado en Danny Balint es hacia su pueblo, el pueblo judío que tantas creencias comparte con él y que tan diferentes son. Él se considera fuerte, valiente y con la suficiente decisión de luchar por aquello que son sus principios y sus ideas. No entiende la idiosincrasia del pueblo judío, un pueblo que ha sido vilipendiado, expulsado de su tierra y masacrado, según piensa, sin oponer resistencia a ello. No se oponen, no luchan, no exigen. Danny da por hecho la comodidad de los judíos dentro de ese rol victimista que han aceptado, queda patente cuando afirma que "Si Hitler no hubiese existido los judíos lo habrían inventado". Por eso mantiene en secreto el hecho de ser judío, no quiere que se le relacione con gente de esa condición porque él no se considera así y los odia por ello. Por compartir tantos ideales con personas tan diferentes a él.

La película destila ese carácteristico aire indie tanto técnica como estéticamente. El peso del film se sostiene en un Ryan Gosling que hace una actuación fastuosa (aconsejable para todos aquellos que piensan que es un actor limitado con escasos registros), no podemos decir lo mismo de Summer Phoenix que no logra interpretativamente ser ese contrapunto a Gosling que, pienso, hubiera sido necesario en la película. El resto del reparto está correcto.
Se hace bastante uso de los flashbacks para ahondar en la infancia de Danny y, para dramatizar, algunas ensoñaciones del mismo (como cuando se ve como soldado nazi).
A destacar los grandes diálogos con los que cuenta durante todo el metraje, en especial esos monólogos del protagonista donde nos cuenta sus descabelladas (pero razonadas) teorías.

Una película casi onírica, filosófica. Romperá tus esquemas, para crearte otros esquemas que tú mismo te encargarás de querer romper.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-El momento en que recrimina, en la reunión con los judíos, al anciano que no luchase por su hijo cuando lo mataron frente a sus ojos.
-Al morir, casi como una alucinación, cuando su profesor le dice que "allá arriba no hay nada".
21 de septiembre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un prólogo abriendo en negro, un llanto de niña de fondo, así comienza esta pesadilla. Pronto oiremos la voz de un hombre, el padre de dos niñas, quizás el protagonista involuntario de todos los hechos que sucederán a continuación.

Blanche se acomoda en su silla de ruedas ante el pequeño televisor de su cuarto. Se consuela viendo sus películas, ver una versión joven de sí misma en ese pequeño televisor la retrotrae a tiempos prósperos, no es más que una vía de escape de su atormentada realidad. Recrearse en el pasado como medicina del pestilente presente.

Esta es la historia de Jane y Blanche Hudson, dos hermanas que desde muy pequeñas han estado ligadas al mundo del espectáculo. El éxito se ha ido alternando entre ambas y, aunque sus caminos siempre han ido unidos, no siempre han gozado de la misma popularidad. De pequeñas Jane fue conocida como ‘Baby Jane’, una niña prodigio, tuvo tanto éxito que incluso llegó a tener su propia línea de muñecas de juguete. Jane, al crecer, fue olvidada por el público. Blanche se mantuvo en un segundo plano hasta que, en su edad adulta, se convirtió en una reputada actriz. Tras un misterioso accidente de coche, ésta última quedó postrada en una silla de ruedas al cuidado de su hermana que disfruta atormentándola.

Jane, con el paso de los años, se ha convertido en una arrugada y decrépita versión de Baby Jane. Conserva la estética y vestimentas de cuando fue esa niña prodigio, está anclada emocionalmente a esa época, la única en la que verdaderamente se sintió protagonista y estimada por el público. Por si fuera poco, sus rudos modales y su actitud déspota solo son equiparables a la repulsión y animadversión que despierta. No deja de dar cierta pena, pese a su maldad, ser testigo de cómo merodea en estado de embriaguez por esa casa llena de recuerdos de tiempos mejores, mientras recae constantemente en una espiral de locura fruto de la nostalgia, los celos y el odio. Si me permiten parafrasearé a Richard Farnsworth, personaje protagonista de esa maravilla de Lynch que es ‘Una historia verdadera’ (David Lynch, 1999), cuando decía que “Lo peor de ser viejo, es recordar cuando tú eras joven”. Jane es un juguete roto que jamás superó su paso al ostracismo; una anciana desgraciada que ansía hallar aquel reconocimiento a una carrera prestigiosa de la que se siente privada. El haber saboreado las mieles del éxito en su infancia es una pesada losa que carga sobre su espalda, la fama que llega tan pronto y sin prácticamente buscarla puede convertirse en una pesadilla ya que, cuando ésta se ha marchado, se convierte en una obsesión enfermiza el volver a obtenerla.

El terror es un elemento más del film y es que, pese a contar con un componente drámatico principal en la historia, está latente durante toda la película una fuerte carga de terror psicológico. El histrionismo, en sentido positivo, con el que Bette Davis interpreta al personaje de Jane le confiere un marcado carácter de locura que resulta espeluznante; acaba siendo impredecible adivinar los momentos en que su mente se va a desestabilizar, actuando en perjuicio de su hermana Blanche. Le inflinge un constante maltrato psicológico, sirvan como ejemplo las brillantes escenas en que le trae comida sin saber en qué consistirá su plato principal; también la somete a insultos y comentarios hirientes desprestigiándola. Blanche está secuestrada en su propia casa, se encuentra incomunicada totalmente en su habitación y sometida a la voluntad de una demente que paga sus frustraciones con ella. Sabe Robert Aldrich jugar con estos elementos e insuflar tensión en muchas escenas. Dirige con descaro y un dominio, propio del maestro que era, que apabulla. Resulta casi arrogante ver la facilidad con la que logra transmitir los miedos de Blanche en esos intensos primeros planos. Es plausible el cómo logra capturar la esencia de la relación entre esas hermanas usando solo el lenguaje puramente cinematográfico y, reitero, la tensión que se respira durante toda la película es asfixiante. Es una obra que marcó un referente y películas posteriores beben mucho de ella, la que de forma más clara lo hace es ‘Misery’ (Rob Reiner, 1990). Por temática encontramos referencias a ‘El crepúsculo de los dioses’ (Billy Wilder, 1950).

En lo que al trabajo actoral se refiere hay que quitarse el sombre ante las dos protagonistas, Bette Davis (Jane Hudson) y Joan Crawford (Blanche Hudson) bordan unos papeles muy complejos. Si el trabajo de contención de Crawford me parece encomiable, mucho más me lo parece incluso el de Bette Davis; siendo yo de los que no suelen disfrutar los papeles histriónicos, en esta ocasión me ha ganado por completo. Una lástima, eso sí, no haber podido disfrutarla en versión original manque me pese.

Estamos ante una historia de odio, por encima de todo. La rivalidad y competencia entre dos hermanas que deriva en el más negativo de los sentimientos. Somos conscientes de ello gracias a un excelente final en el que un acertado giro argumental nos desvela que nunca estuvimos ante una “hermana buena” y otra “hermana mala”, sino ante dos seres con ganas de despellejarse y con un arraigado odio fruto de la rivalidad que desde niñas mantienen. Una película con un ambiente malsano, claustrofóbico y exasperante en el mejor de los sentidos. Al final, como en la vida, resulta que incluso los buenos callan cosas que harían temblar al ser más infame. Un drama con toques de terror psicológico imprescindible.



@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com
14 de febrero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com


Película dirigida por Michael Radford y basada en la obra maestra de George Orwell, escritor que insufló sus novelas de un marcado carácter político. Si en su novela ‘Rebelión en la granja’ usaba a los animales como alegoría de la revolución Bolchevique y el posterior sistema comunista, en ‘1984’ nos disecciona las entrañas del totalitarismo así como sus límites y efectos en la sociedad. Pese a que estoy introduciendo la procedencia del material en el que el director británico se basa para realizar su película cabe decir, de igual manera, que no he tenido la suerte aún de leer la obra original y que la reseña la haré exclusivamente basándome en el material cinematográfico. Esto me permite huir involuntariamente de la polémica sobre la adaptación, pues he podido ver que la mayoría de lectores de la obra original no están especialmente contentos con su paso al celuloide.

La historia nos lleva al año 1984, para entonces el futuro. Oceanía es un superestado totalitario donde los ciudadanos subsisten bajo el yugo de la extrema dictadura que se ha implantado en la sociedad. Están permanentemente bajo vigilancia, sin ningún tipo de privacidad, controlados hasta el extremo y han sido despojados de sus libertades y derechos humanos. Es un régimen militar, donde la guerra contra otros estados marca el día a día de sus vidas y son manipulados con propaganda engañosa. En este contexto la trama se centra en Winston Smith, un funcionario del Estado que trabaja para el Ministerio de la verdad cuya vida se convierte en un auténtico infierno cuando, tras conocer a Julia, comienza una relación con ella y comete los crímenes de amar y de pensar libremente.

El Gran Hermano es la figura que encarna El Partido, la única fuerza política existente en Oceanía. Una representación de todos los “principios” de ésta, la que todo lo oye, todo lo ve y todo lo juzga. Como una divinidad que no da tregua y que maneja a su antojo los hilos de todas las marionetas a su servicio. Conformando, de este modo, un sistema que está erradicando los sentimientos y los instintos; donde no se permiten las relaciones entre las personas, donde el contacto humano dejó de ser tal hace mucho tiempo. La mejor manera de encorsetar a las personas es eliminar todo el rastro de humanidad que tienen, convirtiendo lo esporádico y natural en pútrido y corrupto. Son meras herramientas de trabajo, sin presente ni futuro, sin esperanzas. Es bastante esclarecedora en este sentido la escena en que Julia le dice a Smith que se aleje de ella si busca algo puro, pues todo en ella está corrompido; entendiendo como corrupto el no adoctrinamiento, su rebeldía, su búsqueda de sentimientos y sensaciones que se alejan tanto de lo que el régimen pregona. Lo que debería ser normal se percibe como algo negativo.

George Orwell presenta en su obra una extrapolación de las prácticas llevadas a cabo por la Unión Soviética y el Fascismo. Es muy reveladora una de las frases que oímos a lo largo de la película “quien controla el pasado controla el futuro; quien controla el presente controla el pasado” y hace referencia al trabajo de Smith que se dedica a eliminar las noticias dañinas para el régimen y seleccionar e inventar las que sí aparecerán en el periódico, reescribiendo la historia a su gusto. Él sabe perfectamente la manipulación a la que se ve sometida el pueblo, por tanto, está totalmente desencantado con un sistema que sabe que es una farsa y simplemente se dedica a hacer lo que se espera de él.

Es una cinta sustentada en ideologías y en las citas que, de manera acertada, se extraen del libro. Otro ejemplo de esto, y una declaración de intenciones en toda regla, es la conocida “la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza” que es el lema de El Partido. Un partido que se olvidó de su pueblo hace mucho tiempo y cuyos esfuerzos se dirigen a perpetuarse en el poder. La crítica a las clases sociales está muy presente también, aunque está mucho más desarrollada en el libro. La película, en cambio, se centra más en la historia de Smith y Julia. En el último tercio del metraje cobra protagonismo el oficial O`Brien para quitarnos cualquier ápice de esperanza, en una de las escenas más crueles que se recuerdan (la conversación en la sala de torturas y posterior conversión de Smith). Dos más dos no tienen porqué ser cuatro.

Como la angosta soga que rodea el cuello, permitiendo respirar lo justo en la agonía. Aquél que está sometido a ella es consciente de que la acuerda de la que pende su vida está en manos de otro y hará lo imposible por seguir respirando, al ver que su respiración no se consume se encontrará agradecido por seguir viviendo. La gratitud al captor, la realidad distorsionada, el sometimiento acaba siendo voluntario y la voluntad prostituida. Con el tiempo dejará de ver a su opresor como tal, para empezar a apreciarlo como su salvador; aquél que subyuga pero no ajusticia. Cuestión de perspectiva.

La producción contó con un presupuesto bajo al que el director sacó mucho partido, es de destacar el que para mí es el mayor logro de la película: crear una atmósfera opresiva, pesimista y apocalíptica con una fotografía a cargo de Roger Deakings cargada de tonos oscuros y grisáceos. Parece real la sociedad en decadencia y destrucción que se nos presenta. Radford realiza un buen trabajo, exceptuando algunos flashbacks y ensoñaciones que creo que aportan poco a la obra. La labor actoral es encomiable, como si cada uno de sus actores principales hubiese nacido para interpretar dichos personajes. Especialmente John Hurt dando vida al protagonista, cuando lea la novela será imposible imaginar a Winston Smith con otro rostro que no sea el suyo; un auténtico recital de contención y emociones, la tristeza en su rostro sobrecoge. Richard Burton haciendo del oficial y Suzanna Hamilton como Julia bordan sus papeles.

Sigue en Spoiler por falta de espacio, sin desvelar nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
George Orwell demuestra ser todo un visionario, se adelanta a su tiempo y escenifica una ficción que acabará siendo superada por la realidad. El extremo control, prácticamente sectario, se verán en Estados como la actual Corea del Norte; el uso de la televisión y la prensa como elemento adoctrinador; el uso de la Guerra, de desplegar una amenaza inexistente como elemento de control,…asusta la idea ver cuán cercano a la realidad es lo que la película nos muestra. Sin duda el sabor que acaba dejando es muy pesimista, es inevitable escapar al destino cuando somos una pieza tan insignificante del engranaje. Es más que una película por que logra hacer reflexionar y por ser fruto, debido a la época en la que surge y los sucesos en los que se basa, de lo peor del ser humano. También de ello podemos aprender. Muy recomendable.
24 de agosto de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo negarlo, detrás de una fachada que refleja totalmente lo contrario, se esconde en mí un auténtico fan del cine romántico. Con una salvedad, nunca he sido fan de ñoñerías ni de utópicas tramas que reflejen una falsa realidad e idealización de lo que una relación conlleva. Mi cuerpo no tolera edulcoradas historias de príncipes azules modernos que trascienden de la pantalla para decorar carpetas de hormonadas colegialas, incluso de algunas maduritas que aún no saben distinguir realidad de ficción. Quizás las vivencias, quizás mi manera de ser, me hacen decantarme por finales fallidos, por relaciones donde las vivencias buenas y malas se intercalan al igual que los aciertos y errores de quienes la forman; el ser humano es imperfecto y así lo son también sus relaciones. Comprenderéis, pues, porqué huyo de películas como ‘Un paseo para recordar’ (Adam Shankman, 2002) o ‘El diario de Noa’ (Nick Cassavetes, 2004) y, en cambio, me fascinan títulos como ‘Closer’ ( Mike Nichols, 2004) o ‘Blue Valentine’ ( Derek Cianfrance, 2010). Pese a esto que les comento, hay un señor al que se le da muy bien joderme la pose pesimista, es británico y se llama Richard Curtis.


Richard Curtis saltó a la fama por producir y escribir ‘Cuatro bodas y un funeral’ ( Mike Newell, 1994). Su paso a la dirección no pudo ser más acertado ya que nos regaló esa coral comedia romántica, convertida en clásico moderno, que es ‘Love Actually’ (Richard Curtis, 2003). Su visión de la comedia romántica ha aportado un necesario soplo de aire fresco a este género vilipendiado y denostado por infinidad de directores y películas horrorosas. Un buen guión, ritmo en la narración, carisma, humor, toque British y, por qué negarlo, cierta cursilería (soportable) son sus señas de identidad.

‘Una cuestión de Tiempo’ nos traslada a la vida de Tim Lake (Domhnall Gleeson) un joven al que , en su 21 cumpleaños, su padre le desvela un secreto y es que todos los hombres de su familia pueden viajar en el tiempo. Cuando Tim conoce Mary (Rachel McAdams) decide sacar partido de su don para lograr conquistarla.

Una premisa sencilla, aderezada con un toque de ciencia ficción, le basta a Curtis para realizar una reflexión sobre una temática aplicable al amor pero también extrapolable a cualquier aspecto de la vida: el disfrutar de cada día, de cada momento, el carpe diem. Un manido mensaje que cobra interés en esta película, revitalizándose. A través de los viajes en el tiempo Tim va repitiendo y arreglando situaciones en las que ha actuado mal o metido la pata; todo va sobre raíles, hasta que los cambios que realiza en el pasado empiezan a tener su trascendencia en el presente. El pasado tiene su eco en el presente y, de este modo, es necesario vivir el día a día aunque eso suponga cerrar páginas del pasado; siendo ésta la única forma de crecer. Si algo se le puede achacar a la película es de ser convencional en bastantes aspectos y es que, quitando el asunto de los espacios temporales, la trama nos produce un déjà vu constante en la manera en la que la pareja se conoce y como se va desarrollando su relación. Echo en falta una idea de pareja menos idealizada, desde el momento en que se conocen la relación fluye paulatinamente y pocos obstáculos se encuentran en su camino que les impidan prosperar; no hay discusiones, confrontamientos,…en la vida real no es así, como ya he expresado anteriormente.

Si con algo cuenta la cinta es con un grupo de actores carismáticos y entregados a la causa. Domhnall Gleeson encabeza el elenco, soportando sobre sus hombros el peso de la película y mostrándose muy solvente tanto en registros de comedia como dramáticos. Rachel McAdams se muestra encantadora, es imposible no empatizar con esa chica alegre de sonrisa perpetua que entra en la vida de Tim impregnándolo todo con su carácter, típico papel que le viene que ni pintado a McAdams. Mención especial a los secundarios, un fantástico Bill Nighy (habitual en películas del director) que encarna al entrañable padre de Tim y que aporta los momentos más dramáticos a la trama, Tom Hollander, Margot Robbie, Rowena Diamond,…todos representan personajes bien diferenciados y peculiares que contribuyen a enriquecer la película.

Destacar el ritmo narrativo, pese a las dos horas que dura la película en ningún momento se hace pesada. También, en parte, a un solvente guión que permite la evolución de los personajes y el desarrollo de los hechos alternando espacios temporales con facilidad para el seguimiento de la historia; solo los más exigentes encontrarán algún fallo reseñable en ciertas paradojas temporales de poca enjundia. La banda sonora, como ya ocurriera en ‘Love actually`, es para enmarcar. La fotografía, a cargo de John Guleserian, es otro de los puntos fuertes de la película.

‘Una cuestión de tiempo’ es una película cargada de personalidad, con el indiscutible sello de Richard Curtis, en el que ciertos convencionalismos no impiden disfrutar de una bonita historia de amor impregnada de optimismo y de mensajes vitalistas; recoge el testigo que un día dejó ‘Love Actually’. Una historia trabajada, que invita a desconectar y entretiene sobremanera durante las dos horas que dura la experiencia. Mezcla el humor, el romance y el drama con acierto. A veces, y solo a veces, idealizar el amor puede ser una buena cura. Notable.


@ZarcoJL
www.cinefagosmuertos.com
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