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Críticas 140
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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18 de febrero de 2012 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Busco y rebusco, y encuentro entre las películas almacenadas en mi ordenata esta joya, de la que, hasta ayer mismo, no había podido disfrutar. A priori, el principal atractivo de la cinta es su magnífico reparto, encabezado por dos de los mejores actores de toda la historia del cine:Cary Grant y Katharine Hepburn.¡Señores, vamos a quitarnos el sombrero!.Y, efectivamente, se confirman nuestras impresiones. La elegancia de Grant, o el rostro de Hepburn en esos primeros planos sublimes son CINE, con mayúsculas.
Pero la película es algo más que sus espléndidas interpretaciones, y la mejor prueba de ello es que después de ese añorable The End de las películas clásicas, no tenemos más remedio que pararnos un rato a reflexionar. Porque George Cukor, lejos de presentarnos una comedia ligera, nos inquieta, sin renunciar al buen humor, con cuestiones profundas que nos zamarrean el alma, como la valentía necesaria para ser un auténtico rebelde, frente a la actitud cómoda de quien se refugia en sus aficiones, tornadas en vicios, ante una vida vacía.
El aburrimiento de la solemnidad y de las relaciones basadas en la hipocresía social, frente a la frescura del talento, de la cultura, del que tiene arte.
La renuncia de las aspiraciones personales cuando decidimos compartir la vida con la persona amada, que tiene que afrontar la persona noble, en contra de quien, con una falsa astucia, considera posible llevar a cabo sus sueños manipulando o engañando a quien, realmente, no ama.
El choque escandaloso que se produce en nuestra conciencia cuando impactan en ella el amor fraterno y la pasión conyugal...Y muchos otros aspectos
Todo esto, que con mi pobre verbo parece árido, nos lo presenta George Cukor en una historia sencilla, graciosa, entrañable, que contrasta con la profundidad del mensaje, que perdurará algún tiempo dentro de nosotros para que sigamos pensando en él. ¿No es esto el buen Cine?
18 de febrero de 2012 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Busco y rebusco, y encuentro en la biblioteca municipal, vergel donde aún no han metido sus insensibles garras los avariciosos tiparracos de la SGAE (espero que no lean esto), una cinta que obviamente, no podría haber localizado en ningún videoclub comercial. Se trata de "El joven Lincoln", que filma en 1939 el maestro John Ford.
En esta película, el genial cineasta nos acerca a la figura de Abraham Lincoln, que es, además de uno de los presidentes estadounidenses más admirado por los norteamericanos, un modelo universal de fe en la justicia. No se trata, en contra de lo que pudiera parecer a priori, de una biografía al uso, en cuanto no se nos relata su vida, sino que la película se vale de una serie de acontecimientos que ocurren durante su juventud, antes de que emprendiera su fulgurante carrera política, para poner en alza los valores que caracterizarán toda su vida: La confianza en el trabajo y en el esfuerzo personal; la cercanía al pueblo utilizando el sentido del humor como herramienta; la perseverancia, la valentía y la constancia; el aprecio a sus raíces y la fidelidad a sus orígenes; y, sobre todo, la lucha por las causas justas, se hacen facilmente palpables a lo largo del metraje, en escenas llenas de simbolismo, de poesía.
Con todo, a mi entender lo mejor de la película es lo que la Historia convertiría en un sello de identidad de la obra de John Ford, y esto es su capacidad para filmar al pueblo, a veces dañino en su sencillez, a veces indefenso ante la injusticia, pero siempre necesitado de un líder que oriente su potencial. Los bailes de alta sociedad, así como las celebraciones populares, son filmados de una manera sublime, y se alcanzan cotas de belleza en muchas secuencias sólo al alcance de algunos elegidos. Un cine sencillo. Un cine muy bonito.
Sólo la trama, en mi opinión, no está bien resuelta, y, aunque en la mayoría de las películas esta circunstacia resultaría fatal, en este caso es un elemento secundario, puesto al servicio de Ford para lo que realmente es más importante, el reflejo de los valores de un ídolo.
En cualquier caso, estamos ante una película magnífica, que nos haría mucho bien si llenara las estanterías de los videoclubs más comerciales, aunque tuviera que hacernos un hueco las 20 copias de Torrente 4 o de viaje al centro de la tierra.
8 de septiembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por la inteligencia que demanda de los espectadores. Un ritmo intenso, tan opuesto a lo que se propone hoy día, cuando se confunde intensidad con precipitación. En historias de Filadelfia debemos implicarnos desde el primer minuto, aplicar toda nuestra atención a su rápido desarrollo, tan alejado de las historias vacuas con las que muchas veces se insulta a nuestra inteligencia desde las salas actuales.

Por su argumento con referencias políticamente incorrectas, impensables en las obras cromo que llenan nuestras carteleras. Resulta chocante en nuestro "proto mundo feliz" encontrarse con una película que, como ésta, trata el alcohol como un estimulante no forzosamente dañino, que no identifica un tortazo a una mujer con un alegato a favor de la violencia machista, o que muestra las élites sociales como gente normal, incluso interesante.

Por su elegancia, por la clase que destila, por su humor fino, su sarcasmo...

Y, sobre todo, por sus tres protagonistas, que llenan la pantalla, y que nos hacen añorar épocas, no tan lejanas, en los que el star sistem no era un espacio efímero, donde se intuía que los actores de moda se convertirían en auténticos iconos, y que eran mucho más que niñas monas o galanes de cartón piedra y esteroides a la espera de que se diluya su belleza...

Por todo eso, y por mucho más, Historias de Filadelfia es una película imposible hoy día, al menos en el plano comercial en que se concibió en su día esta obra maestra.
3 de abril de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dos hombres y un destino" es el nombre con que llega a España "Butch Cassidy and the Sundance Kid".Tal como refiere inteligentemente nuestro compañero "elchicodenaranja", la interpretación libre del título no es un hecho aislado en la traducción del guión, que es muy mala. Pero, por fortuna, la influencia del traductor, no es, en mi opinión, lo suficientemente importante como para estropearla. Porque, su categoría excepcional, más que por los diálogos, viene dada por la fuerza de sus imágenes. Y ese es un lenguaje universal: El último plano, con la fotografía de ambos forajidos afrontando un enfrentamiento suicida con el ejército boliviano; el no menos desesperado salto a la exigua corriente de un río; y sobre todo, el paseo en bicicleta de Butch. Este momento se ha ganado, junto a la maravillosa canción que lo acompaña, un espacio en la Historia del Cine, y resume por sí mismo el espíritu y el mensaje de la película.
La bicicleta aparece por primera vez en unas secuencias anteriores al referido paseo. El sheriff del lugar, reúne a los pacíficos ciudadanos para intentar organizar una batida voluntaria encaminada a dar captura a los atracadores de un tren. Pero nadie quiere arriesgar su vida, sacrificar su cómoda seguridad. De tal modo que el discurso del sheriff, apenas escuchado, es interrumpido por un oportuno buhonero, que aprovecha la concurrencia para vender las excelencias de un nuevo medio de locomoción, seguro y cómodo, que baticina sustituirá al uso de la bestia. Se marca así el fin de una época. La llegada de la civilización, que sustituye a nuestra naturaleza salvaje. El discurso es seguido por uno de los malhechores desde la ventana de un burdel cercano. Cuando después vemos aparecer a este personaje, magníficamente interpretado por Paul Newman, con la bicicleta, interpretamos la voluntad de éste de cambiar de vida, de intentar adaptarse a los nuevos tiempos, a la civilización. Pero, observamos que el nuevo vehículo, en su simpleza, le aburre. Su mecanismo es previsible y sencillo, de tal modo que no se conforma con utilizar la máquina como un aburrido medio de locomoción, no quiere limitarse a pedalear por tranquilas sendas, sino que prefiere sacarle el máximo partido, divertirse con ella, aún arriesgando su integridad física. Un simple pedaleo, seguro y monótono, para avanzar por caminos previsibles, no es motivación suficiente para él. Somos testigos, junto a la bellísima Katharine, cuya alegría se torna en preocupación, de la caída de Butch, que termina despreciando a la bicicleta. Ese medio no está hecho para él. Finalmente, la dejará tirada en la cuneta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El Cine, como manifestación artística, más allá de un simple entretenimiento, indaga en nuestras inquietudes más profundas para despertar en nosotros emociones de otro modo escondidas. Por eso ha tratado y tratará temas tan inherentes a la naturaleza humana como la inadaptación de algunos individuos a la sociedad a la que pertenecen, la renuncia de parte de nuestra libertad individual a cambio de la seguridad que nos aporta el grupo, o el destino incierto al que estamos condenados si somos fieles hasta el último término a nuestra naturaleza. Pero nos será difícil encontrar ejemplos en que aspectos tan profundos de nuestra humanidad, sean tratados con tanta sencillez y belleza como en la película que nos ocupa, resumidos en esa bicicleta despreciada en la cuneta del camino seguro.
26 de noviembre de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Max Linder está considerado por los historiadores del Cine como uno de las primeros actores de fama internacional. En aquellos tiempos en los que los personajes influyentes y reconocibles por el gran público se podían contar, literalmente, con los dedos de una mano, el pavo lo debió de flipar cuando notó que en un viaje a Barcelona la peña giraba la cabeza a su paso, y murmuraba su nombre...
-¡Mira, mira, Max el de las películas!
Y claro, cuando llegó a París fue a hablar con el Señor Don Pathé con la manita por delante. Seguiría rodando sus conocidísimos cortometrajes, pero con el caché más importante de la época.
Eso fue antes de su llegada a Hollywood, donde realizó unos cuantos largometrajes que terminaron de consagrarlo finalmente a él y a su personaje arquetípico, también llamado Max. Era éste un aristócrata mujeriego y vividor, a quien circunstancias disparatadas lo sacan de su cómoda realidad. Se las tiene que apañar en el mundo vulgar, lejos de los oropeles de palacio. Pero con agilidad e ingenio, logra salvar todas las situaciones.
Como intuimos, nada de la profunda emotividad de Chaplin, en quién aún se discute su grado de influencia. Nada de la genialidad delante y detrás de la cámara de Keaton.
La película que nos ocupa estuvo producida ex profeso para explotar su popularidad, con un argumento simplón que ponía en bandeja el lucimiento de nuestro amigo y con la profundidad de un charco en el verano saharaui. A mí me recuerda un poco toda esta situación a las películas que hoy día se preparan para Robert Atkinson/Mr. Bean. Aunque claro, no es lo mismo ser uno de los pioneros del cine que alumbraron el camino, que ser un jartible.
Pero hay que reconocer que te ríes, y que Max es un cachondo con la cara como las del monte Rushmore...
...y la escena del espejo.
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