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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
6 de marzo de 2022
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se veía un inicio como el de ‘Pieces of her’ desde el primer episodio de la primera temporada de ‘The Sinner’. Sorprendente e inesperado, tiene algo de aquella atmósfera cotidiana y a la vez extraña, que nos coge desprevenidos y que servirá como detonante de una trama que poco a poco irá encajando uno tras otro sus pedazos hasta un desenlace que nos permitirá apreciar todo con claridad.

Esta comparación es el mayor cumplido que podría merecer y lo más notable que vamos a encontrar en ‘Pieces of her’ a lo largo de sus ocho innecesarios episodios, el número mágico de Netflix para sus miniseries.

Se podrían redefinir como “Octoseries” aquellas miniseries de Netflix compuestas de ocho capítulos que vieron alargada su trama hasta volverla endeble para cumplir con esa cuota, siempre en detrimento de la calidad del conjunto final. O dicho de otro modo, si pueden hacer que pierdas el tiempo delante de la pantalla dos o tres horas más de las necesarias, mejor para el ‘business’.

Relativamente emocionante y misteriosa, elegantemente rodada pero sin ninguna personalidad detrás de la cámara, ‘Pieces of her’ se sustenta sobre una Toni Collette que siempre supone un valor seguro, ella y su ya bendita cara de jeroglífico.

PD: los carteles de 'The Sinner 4' y ‘Pieces of her’ parecen cortados por el mismo patrón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una vez llegados al término de esta historia y después de ocho largos episodios y docenas de rodeos, el último giro o descubrimiento final ha perdido cualquier impacto sobre el espectador. Algo que debería ser tan transcendente, incluso más que la existencia de la grabación, como es el hecho de que la propia protagonista fuese quien otorgara el arma y desencadenara los acontecimientos futuros, ya no sorprende como debería. Incluso lo vemos venir.

Igual que la hija de la protagonista una vez lo deduce, lo asumimos sin más y sin cuestionar nada. Porque llegados a este punto, ni nos importa ni tenemos fuerzas para dedicarle.

No se escondía de quienes la perseguían sino de sí misma y de lo que había hecho en el pasado. Justificable o no, ni los ‘malos’ son del todo villanos, ni los ‘buenos’ son del todo héroes. Los temidos grises.
27 de octubre de 2024
47 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la vida, hemos visto cosas más extrañas que 'La última noche en Tremor', como aquel despropósito avalado por la crítica que fue 'El desorden que dejas' (2020) de Carlos Montero o la más reciente 'La chica de nieve' (2023) que convertía la ciudad de Málaga en el escenario invernal de una desaparición.

'La última noche en Tremor' es un nuevo fascículo dentro de esa colección de thrillers españoles cortados por el mismo patrón (sirva 'patrón' para referirse también a Netflix como dueño y señor), en esta ocasión, avalado por el "sello de calidad" de Oriol Paulo. El director mantiene una digna trayectoria demostrando su destreza para este género ('Los renglones torcidos de Dios') salvando algún que otro traspiés ('El inocente') y es un habitual de las adaptaciones literarias.

Oriol Paulo regresa al formato serie, para bien y para mal. La producción es exquisita, de acuerdo, la intriga es atractiva y los actores protagonistas hacen un gran trabajo; es asombroso cómo ha evolucionado Ana Polvorosa desde aquel "Lore Lore Macu Macu, ¡Fiestón!". Patrimonio de España. La dificultad de 'La última noche en Tremor' se halla en que requiere mucho de ti, mucho tiempo, tiempo del que la mayoría de mortales no disponemos. En tanto la reducción de la jornada laboral siga sin entrar en vigor, claro (ja). Si el primer episodio de más de una hora no logra retener tu interés, el segundo lo tiene todavía más complicado y el tercero, si es que llegas, se convierte en una tarea imposible. Terminar cada episodio en alto o 'cliffhanger', tampoco es estímulo suficiente.

La narración se establece con un misterio A, luego surge un misterio B que entrelaza con el A dando lugar al misterio C y así sucesivamente. Quizás son demasiadas vueltas para llegar a una resolución que el espectador ya ha dilucidado más pronto que tarde (es bastante evidente quien es el villano de la función). Sumado a un ritmo muy lento y a un protagonista agotador, con sus traumas infantiles, problemas maritales, trastornos del sueño y con antecedentes de enfermedad mental en su familia, solo faltaría que al malaventurado le cayese un rayo... un momento, también le alcanza uno nada más comenzar.

A medida que avanzamos en la trama cuestionaremos si lo que vive el protagonista es real o es producto de su imaginación, si está realmente en sus cabales y si debemos dudar de él o de su entorno. La tormenta perfecta para que Oriol Paulo haga lo que mejor sabe hacer: jugar con la mente del espectador. ¿El rayo le ha proporcionado poderes y ahora es capaz de cargar el móvil con la mirada?. ¿Podrá al fin terminar de componer alguna maldita canción y defecar en paz?. Quién sabe.

Por lo visto al director se le ha quedado corta la novela original y ha decidido hacer su 'Director's Cut' particular, una versión extendida de la historia, dilatando tramas y añadiendo subtramas y giros y más giros... Según Paulo, respetando pero enriqueciendo el material primigenio. Yo me las apaño con el resumen, si son tan amables.

Por último y volviendo al diseño de producción, Netflix sigue empecinada en romantizar el norte de España con un estilo nórdico-europeo que se vuelve artificial. Protagonistas siempre desaliñados como si no existieran los peines y vestidos con suéter de lana gruesa que nadie utiliza en este país...
27 de diciembre de 2020
51 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta ocasión y a pesar de coincidir con el resto de opiniones negativas, voy a ejercer ligeramente de abogado del diablo para quitarle un poco de hierro al asunto, a riesgo de los temidos pulgares hacia abajo.

Estoy (casi) convencido de que todo ha sido un malentendido por parte de Netflix, que cometió el error de lanzar esta serie como un ‘drama de época’ obviando el término ‘ficción’. Más acertado habría sido presentarla como un drama, más bien dramedia, de ficción ambientado en la Inglaterra del s.XVIII-XIX. Pero creo que hasta el espectador más crédulo e indefenso es capaz de deducir que este desfile de moda culebronesco sin pies ni cabeza tiene CERO rigor histórico.

No hay que olvidar que la serie de Netflix está basada en las exitosas novelas de Julia Quinn, que podrás encontrar en tu tienda de libros favorita en la sección romance, junto a ‘El corazón arponeado’ de Marge Simpson...

Detrás de la producción se encuentra Shonda Rhimes (‘Anatomía de Grey’, ‘Scandal’…), suponemos la encargada de aportar la ‘nota de color’ a este particular lienzo multirracial en el que fácilmente te cuelan a una señora de rasgos asiáticos regodeándose con la “upper class” como a un tipo con rastas que guarda parentesco con Travis Scott disfrutando de la fiesta y fumándose un ‘piti’. En las redes se puede encontrar información acerca de que la reina Carlota de Mecklenburg (1744-1818) tenía ascendencia africana, teoría de la que esta historia se hace eco para dibujar una nueva realidad en la que este hecho supuso la puerta de entrada de la comunidad negra a la burguesía inglesa y su posterior aceptación. Insisto, todo es pura invención. Y sobre el discurso pseudofeminista metido con calzador prefiero no comentar.

‘Los Bridgerton’ se afana en parecer atrevida y descarada pero no es más que un divertimento banal, una fantasía infantiloide de luz y de color y un tanto pedorra. Un malogrado proyecto de integración racial dirigido a las nuevas generaciones (me figuro) que además aporta una visión excesivamente ingenua y pueril de aquella época disimulada con algunas escenas de desnudos y gemidos para mantener las apariencias. Y lo que la Austen hacía con sutileza e ironía aquí resulta como una patada en la entrepierna.

Sofia Coppola ya hizo algo parecido pero con mayor acierto hace catorce años en la maravillosa e infravalorada ‘Marie-Antoinette’ (2006).
11 de abril de 2025
27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vengo a romper una lanza en favor de 'Bête Noire', segundo capítulo de la última temporada de Black Mirror. Este puede ser el más canalla de la nueva tanda, un tocayo de 'Demon 79' de la temporada anterior. Una parada en boxes, desenfadada y disfrutona, antes de otro gran golpe.

No es tan frívolo como nos quieren hacer pensar, hay moraleja además de un desenlace divertido e improbable. Si le hubiesen añadido a la receta un 20% más de cacao para que amargase en el paladar...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Resulta que la marginada del instituto reaparece para vengarse de la protagonista, quien aprovechándose de su condición de chica popular, difundió entonces un rumor malicioso sobre esta que hundiría su reputación y le causaría un trauma de por vida. Nada nuevo. ¿Alguien ha visto 'Revancha ya' (2022)?. Yo tampoco, ejem...

En Black Mirror son un poco más selectos y en lugar de perpetrar esa venganza cuchillo en mano, deciden que además de marginada también es un genio de la informática y por tanto, inventa un dispositivo que ni Thanos en 'Infinity War' y el guantelete con las Gemas del Infinito. Un colgante que se desbloquea con la huella dactilar (el detalle 'vintage') capaz de distorsionar la realidad. ¿Cómo funciona?. Qué más da. El caso es que ha vuelto para cerrar esa herida incapaz de sanar de cualquier otro modo, ni siquiera convirtiéndose en reina del Universo. Los traumas son muy traumáticos y un buen psicólogo nunca fue una opción...

La moraleja es: ¡supéralo ya mujer!. O si lo prefieren, ese colgante es una herramienta capaz de distorsionar la realidad y por ende, la opinión pública. El colgante representa a los medios de comunicación y las redes sociales en general. Y es ella quien tiene el poder para manejarlo y quien divulga ahora rumores y 'fake news' a su antojo para desprestigiar y arruinar la vida de la protagonista. Lo que ella dice va a misa y si en la TV dicen que España va bien pues España va bien y punto.
24 de abril de 2021
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien más, quien menos, todos conocemos el Dilema del tranvía (léase la Wikipedia). Ideado por Philippa Foot, es un ejercicio básico de ética que se expone en clase de filosofía. Dice así:

-Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?-

Recientemente aplicado a los coches autónomos, este dilema social es ahora llevado al espacio de la mano de Joe Penna. Y de esta forma tan simple queda explicado el planteamiento de la película. La coyuntura que nos presenta el director, sustituye el tranvía por una nave espacial y la ausencia de frenos por la falta de oxígeno. Podríamos desarrollar este dilema ético como llevan haciendo filósofos a lo largo de los años, desafortunadamente, no soy experto en la materia. Dentro de esta nave encontramos a diferentes tipos de caracteres que intentarán escoger la opción más correcta atendiendo a sus valores éticos y morales.

Desgraciadamente el mayor defecto de esta nueva reformulación del dilema es precisamente que no es una reformulación, solamente lo cambia de continente. Y es que desaprovecha la oportunidad de profundizar en este y llevarlo a nuestros tiempos. Podría analizar y hacer más hincapié en el origen de los protagonistas, sus aptitudes, conocimientos, edad, estado físico, lazos familiares, etc. ¿Qué condiciones se deberían tener en cuenta para sacrificar a alguien?. ¿La vida de todas las personas tiene el mismo valor?. Incluso, arriesgarse a hacer paralelismos con nuestra sociedad actual. Si el polizón que se embarca, clandestina o accidentalmente, fuese de origen latino (por ej.) y la nave y sus pasajeros íntegramente estadounidenses… Quizás el dilema cobraría otro significado. Cierto es que en el fondo se intuye un mensaje. Que un proyecto de vida (la nave que se dirige hacia Marte) no disponga de los recursos necesarios para sostener un incremento de sus integrantes, no deja de ser irónico. Y que para salvar este proyecto debamos excluir a alguien, no parece un presagio halagüeño.

A lo largo de este viaje descubriremos quien opta por cambiar de vía y quien intenta no dejar a nadie atrás o si después de todo, el coste del pasaje del intruso lo terminan pagando todos.

Por otra parte, muy criticada ha sido la falta de acción y espectacularidad. Esta es una película fundamentalmente reflexiva, que no puede compararse con otras producciones del mismo género como ‘Gravity’ (2013) o ‘Interstellar’ (2014), que manejan otro pulso rítmico y narrativo. En cuanto al trabajo interpretativo es más que solvente y quien opine que se trata de un reparto de segunda es porque todavía no conoce a Toni Collette. Kendrick no decepciona fuera de su registro habitual y Daniel Dae Kim siempre correcto, esta vez ‘Perdidos’ en el espacio. Joe Penna, que viene de dirigir otra odisea por el ‘Ártico’ (2018), no defrauda en esta nueva historia de supervivencia, sin embargo, es más hábil trabajando con temperaturas bajo cero que en estado de ingravidez.
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