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España España · Xanadú
Críticas de Orson_
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Críticas 121
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que buena, notable sorpresa de Peter Ustinov en la dirección dentro de una filmografía no muy relevante en esa faceta, que aquí en cambio se muestra inspirado y brillante.

Con aromas a la magnífica "Rebelión a bordo", lo que en esa era un enfrentamiento entre el cruel capitán (Charles Laughton / Trevor Howard) y su primer oficial (Clark Gable / Marlon Brando), aquí se traslada al intento del vil suboficial de armas (Robert Ryan) por corromper la bondad e inocencia del joven Billy Budd (Terence Stamp), siendo la figura del capitán del navío reservada para el propio Ustinov, en un personaje que intenta interceder entre todos los problemas que se generan abordo, en un rol en apariencia casi como testigo de los hechos, pero que revelará una importancia capital en el desenlace de la trama cuando tome las riendas.

Lo que comienza como una aventura marina a bordo de un navío británico en tiempos de guerra, va girando hacia consideraciones y debates profundos sobre el enfrentamiento entre el bien y el mal, y en su parte final, en un conflicto sobre el sentido de la justicia y las leyes que velan por su cumplimiento, que sería teórico de no encontrarse vidas en juego, y que atañe directamente al alma humana.

Con una magnífica descripción del especial compañerismo que surge entre hombres que sirven a su patria, en la mayoría de los casos forzosamente, unidos bajo el mismo techo contra el mal común de la tiranía de su superior, la película se muestra sublime en sus conversaciones entre personajes capitales.
Claggart justifica su forma de ser ante el capitán, "yo soy como soy, soy como me ha hecho el mundo". "¿Vive usted sin esperanza". "Simplemente, vivo", finiquita.

El encuentro nocturno que mantienen en cubierta Billy Budd y el Sr. Claggart tiene algo especial, es mi parte favorita, con unos primeros planos de este último que son impresionantes, mezcla de repulsa y sorpresa al sentirse desnudado por alguien a quien considera inferior, infantil y tonto. "Creo que a veces se odia usted a sí mismo", le dice el muchacho sin el más mínimo atisbo de reproche, casi con una sonrisa inocente. Y por una vez vemos a Claggart bajar la mirada y dudar, hasta que se recompone y la bilis lo domina de nuevo.

Finalmente, nos veremos abocados a una de esas situaciones en las que el estómago se encoge y mientras la mente intenta razonar, el corazón grita desesperado por hacerse oír. Las palabras que el capitán Vere le dijo a Claggart en otra ocasión para que no cuestionara sus órdenes, "recuerde que incluso el hombre que empuña el látigo no puede desafiar al código al que ha de obedecer, ni intentar domarlo", se volverán contra él y sus oficiales. "No podemos dejar que en una cuestión legal el corazón se imponga a la cabeza", les dice. Una diatriba que nos hace cuestionar por qué las personas hacemos a veces las cosas tan complicadas, tan estrictas y casi inhumanas, sin atender a razones del sentimiento prefiriendo que imperen la frialdad de las cifras y las letras, utilizadas por personas en otro tiempo y otro lugar y que jamás pensaron verse en una situación inesperada como esta. ¿De verdad un inocente debe dejar de serlo porque el laberinto de las leyes no deja pasar al sentido común y exige su sacrificio para no mostrar debilidad? ¿Es el uniforme de un oficial un caparazón que le anula los sentimientos y le sirve de pretexto ante la conciencia?

Ya lo dice el epílogo, "el hombre es perecedero, pero la Justicia durará lo mismo que el alma humana, y la Ley lo mismo que la inteligencia del hombre".

Extraordinaria película, de las que dejan huella cuando uno no lo esperaba, con un malvado intachable y toda una declaración pesimista sobre el mundo que hemos construido los humanos donde la inocencia tiene todas las de perder.
Orson_
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8
2 de marzo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia negra que hoy en día levantaría agrias polémicas debido al macabro tema principal: ese matrimonio de edad madura que no se soporta, realmente se odian y se desean la muerte el uno al otro, hasta tal punto que intentan provocarla para librarse cuanto antes de su pareja.

Dirigida con un tono de apariencia ligera, elegante, nada solemne, antítesis de lo gótico, no recarga las tintas del morbo sino que dota a tal propuesta descabellada de naturalidad, como si quisiera que entendiéramos los motivos y hasta los compartiéramos. Mientras vamos conociendo a algunos personajes hace una descripción aguda y simpática de la vida social rural representada en ese pueblo en el que todos saben de todos y meten las narices en las vidas de los demás para saber más.

Pero luego cambia el tono, la película se eleva a mediados de la misma cuando el protagonista decide visitar en París a un abogado famoso por sus absoluciones en casos de asesinato flagrantes, la conversación entre ambos es delirante por lo que sabemos nosotros y desconoce el abogado, y el argumento remata la faena en toda la dinámica representación del juicio, donde Michel Simon se muestra magistral, descomunal. Ambas escenas poseen unos diálogos brillantes, llenos de humor camuflado de sencillez pueblerina, de una extraña lógica propia que curiosamente va en contra del sentido común que nos rige como sociedad. Guitry desnuda las contradicciones del sistema judicial poniendo en boca de su protagonista reflexiones atrevidas y mordaces pero de una lógica aplastante que deja a los letrados y jueces sin respuesta convincente. Se escandalizan por la frialdad y cinismo de lo expuesto, pero no pueden rebatirlo.

La sociedad y la justicia crean y alimentan monstruos de los que luego se desentienden y los que acusan, sin querer reconocer su complicidad a la hora de fomentarlos.

Lo que empezó como una comedia costumbrista ha acabado siendo una maravillosa comedia negra rebosante de cinismo y sentido crítico hacia la hipocresía de las leyes.

Magnífica la escena en la que desde el pueblo envían al encarcelado multitud de productos de la tierra, lejos de repudiarlo como asesino, le agradecen que su crimen haya fomentado el turismo y haya supuesto una inyección económica para el pueblo. Y se lo demuestran con cariño y casi admiración cuando deberían estar aterrados por haberlo tenido de vecino.

Lo dicho, lúcido humor negro en el que nos vemos retratados.
Orson_
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6
3 de julio de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leyendo los comentarios generales tan buenos sobre esta peli, debo estar equivocadco en algo, ya que si bien "Big fish" me parece una buena película, no la considero entre las mejores de Burton.
Yo tengo una teoría al respecto, y es que a mí el cine de Tim Burton no me emociona, lo considero un fantástico director que se ha forjado un maravilloso universo propio, el cual me entretiene y me fascina, pero rara vez me emociona. Por eso cuando vi "Big fish", que es una película envuelta en un halo sentimental, me siguió fascinando ese mundo de recuerdos que sortea realidad e imaginación a partes iguales, pero no me llegó la parte sensible, la de la nostalgia por el tiempo pasado, la de la relación entre padre-hijo. Noté un cambio demasiado brusco entre las escenas tipo cuento de la narración de sus vivencias, con la frialdad del tramo del presente. Estuve toda la película esperando el momento de conectar con ella, y no lo conseguí. Y otro aspecto, no me gusta nada Ewan McGregor, no sé qué me ocurre con este actor, tiene una sonrisa de hiena que me descoloca.

Siento mucho ser un cenizo con esta peli, sobre todo leyendo la cantidad de comentarios favorables que atesora, por lo que sólo puedo decir que claramente el déficit lo tengo yo que no supe entender la película o dejar que me llegara el encanto.
Admiro a Tim Burton por lo que anteriormente he dicho, no me pierdo ninguna peli suya, y algunas como "Ed Wood" o "Sleepy hollow" me parecen maravillosas, pocos directores consiguen encontrar poesía en lo tenebroso. Recuerdo cuando hace ya muchos años vi en el cine "Bitelchús"; a la salida fui corriendo a ver el cartel de nuevo, para fijarme en quién era el director. Yo sabía que aquel tipo iba a seguir dando que hablar.
Orson_
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8
3 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que en 1950 “Eva al desnudo” había hecho un cínico retrato del mundo del teatro en el que los protagonistas aspiraban por encima de todo a su triunfo personal y la satisfacción de su ego, a mediados de los 70 “Network” muestra un mundo de la televisión brutal, desolador e implacable cuyos personajes se mueven por parecidos intereses.

Se supone que Sidney Lumet se valdría de su experiencia personal y laboral en el medio para el que trabajó los primeros años de su carrera para aportar su mirada particular, y aunque el director de “Tarde perros” o “Serpico” no tenga la finura y elegancia de Mankiewicz en la puesta de escena (pocos la tienen), su potente estilo narrativo y el afán contestatario y de denuncia social que siempre ha caracterizado su obra alumbran una de las mejores y más inquietantes radiografías que se han hecho sobre el medio televisivo y su guerra por las cuotas de audiencia.

Buena parte del mérito recae sobre un guion impresionante de Paddy Chayefsky, quien precisamente había sido en la década de los 50 uno de los más reputados guionistas de la considerada Edad de Oro de la Televisión. El prestigio adquirido en esa época le sirvió para dar su salto al cine, donde ganó 3 Oscars en esa faceta, el último de ellos precisamente por esta cinta. El guion de “Network” está repleto de monólogos abrumadores, diálogos punzantes y reflexiones agudas que muestran al medio de comunicación como un mar infestado de tiburones dados al canibalismo, la ambición y la falta de escrúpulos con tal de conseguir los objetivos. Todo un regalo para los actores protagonistas que brillan en cada escena, apoyados por varios secundarios con apariciones breves pero intensas, ejemplarizado en el monólogo de Ned Beatty, cuando su pose sosegada y conciliadora se transforma en enfurecido tótem que brama lo que todos saben de puertas para adentro: el mundo es un negocio. Las patrias, con sus banderas e himnos, han sido sustituidas por las grandes empresas con sus logos y eslóganes, las razas y religiones por puestos en la jerarquía de la empresa, y el patriotismo por el corporativismo. Es un momento abrumador.

Decía Lumet que siempre le había interesado tratar los temas familiares (“fuentes inagotables de dramatismo”) y los personajes rebeldes y perseverantes que luchan porque su individualidad no sea alienada por el poder establecido. En “Network” hay mucho de ambas, representado en el personaje de William Holden, veterano y prestigioso productor que encarna los valores de la vieja escuela, y que asiste entre indignado y pesimista al cambio de tercio propiciado en la cadena por aquellos que anteponen el éxito de audiencia a cualquier precio. Su vida familiar se verá afectada por los acontecimientos que le rodean, y es ahí donde la escritura de Chayefsky nos regala dos de las mejores escenas de ruptura sentimental que ha dado el cine.

Una película tremenda, que sacude conciencias y que más de cuatro décadas después, viendo la programación actual que puebla nuestros televisores, sigue estando perfectamente vigente.
Orson_
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6
29 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas de los años 30 que ha quedado en el olvido y que una vez vista uno puede apreciar su encanto.

A nivel argumental resulta un poco rebuscada, entremezclando personajes tan dispares como un embaucador espiritista, una asesina condenada a muerte que busca venganza sobre quién la delató, un científico que está experimentando con la posibilidad de que algunos espíritus malignos sean capaces de abandonar un cuerpo al morir para buscar otro "huésped", y una mujer de clase alta que acaba de perder a su hermano y está en esa fase sentida en la que nota su ausencia de forma especial.

Historia delirante, porque varios de esos personajes se entrecruzan en distintos planos argumentales (el falso médium que intenta aprovecharse de la afligida hermana resulta ser quien traicionó a la asesina y a su vez el doctor que intenta probar su teoría sobre los espíritus es amigo de la familia de los hermanos), lo que provoca que la trama se vaya encauzando a una unión argumental que ponga a todos los personajes en conflicto.

En mi opinión, la baza que evita que el producto resulte ridículo es la imaginativa puesta en escena, llena de detalles visualmente atractivos, atenta a los detalles y creadora de una atmósfera inquietante pero elegante. Ayuda en ese aspecto a que gran parte de la historia no acontezca, como es habitual en muchas obras del género, en ambientes opresivos y sombríos de los bajos fondos, sino que se centra en ese grupo de personajes de clase acomodada que le da un empaque casi de comedia sofisticada. Los recursos de Halperin son variados y vistosos, a veces un poco ingenuos pero casi siempre apreciables, que hacen que la narración fluya aumentado el misterio a cada paso y el metraje se pase en un suspiro.

Y luego está Carole Lombard, por supuesto. Carismática y con unos primeros planos expresivos que maticen muy bien la dualidad de personajes a los que se ve sometida.

Es de esos filmes que pasarían desapercibidos si no fuera por las referencias que se pueden leer en blogs y webs cinéfilos que atraen la curiosidad del espectador inquieto y le hace descubrir obras curiosas e interesantes, que no merecen caer en el olvido.
Orson_
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