Una palabra por encima de todo, y cuando digo "de todo", no me quedo corto: en esta película, nada puede detener lo prometido. La acción se presenta con pausas, pocas, pero de vez en cuando hay espacios de preparación para lo que viene.

Técnicamente: Mucho contraste, planos bajos, muy cortos, contraluces constantes y fuertes ratios lumínicos, gamas de colores oscuros se combinan con tensión sonora; salvo en algunos momentos, toda la película es oscura, quizás para hacer honor al tema.

Me parece una obra entretenida; quizás con 10 minutos menos quedaría mejor, pero entiendo la necesidad de componer esquemas de más de 100 minutos.

Las actuaciones son creíbles, son un ABC sin más, no hay nada que exijan extra, ya que el guion es lineal. Es una más de esas tantas historias donde gana el "bueno", vence todo y los "malos" quedan en su lugar,
otra más de las que explotan el deseo de ser un hombre normal, pero el pasado persigue al protagonista, y aquello que aprendió, vivió, se convierte en parte de su vida, saliendo a la luz con un 10 sobre 10 en cuanto a capacidad por encima de todo y todos.

Puede verse, aunque uno espera lo que ve y difícilmente nos hará reflexionar a cerca de nada nuevo.

Está claro que hay opiniones de todo tipo, cada una con sus propias razones. Sin embargo, en una sociedad moderna, la valentía reflexiva de este guion realmente merece la pena.

¿Hasta qué punto es capaz la Iglesia, aún hoy, de llegar para mantener el poder, el miedo. La hipocresía, el cinismo y la sacralización? Aquí se plantea un gran debate que pone al descubierto los anclajes fantasmas, arcaicos, tardíos e ilógicos de un sistema que parece alejarse de la religión predicada en el amor y el perdón, anteponiendo su poder por encima de las necesidades humanas.

La película repasa casi todos los aspectos de la maquinaria de la Iglesia Católica Apostólica Romana: administrativos, morales, humanos y biológicos. ¿Base o argumento? Ninguno, salvo la intención de mantener una imagen hipócrita y vacía de contenido, apoyada, según la película, en las escrituras, y procesando y poniendo entre la espada y la pared, a un buen sirviente cuyo único pecado es ser bueno con su comunidad, por el simple hecho de querer ser más humano y respirar los problemas de con quienes comparte su entorno.

Como película, destaco las magníficas interpretaciones de Simón y de los actores secundarios que acompañan la cinta. En cuanto a los aspectos de producción, presenta planos estables, iluminación apropiada, vestuario adecuado y escenas coherentes en un entorno muy bien elegido y apropiado para la idea.

Su desarrollo tiene un ritmo cómodo, quizás demasiado pausado, pero reflexivo, suficiente para mantener la atención del espectador durante toda la película, sin sobresaltos, con música y sonido en su punto.

Me quedo con “la valentía de abordar de una forma tan real la necesidad de cambio y adaptación a los tiempos, entendiendo que la religión no se trata solo de predicar leyendo en unas escrituras en voz alta desde un altar, sino de bajar a la tierra y compartir el día a día.”

Tengo que valorar esta película desde varios ángulos. Uno, mi espíritu docente en fotografía y mi deformación profesional al observar imágenes, eso condicionan bastante. Presenta planos casi fijos, estables y ordenados, compuestos con un esquema muy tradicional, sin alteraciones excesivas. La postproducción es básica, casi de manual, sin excesos, sin efectos, sin escepticismos o alteraciones bruscas que pudieran sacarte de una posible siesta si se da el caso. Es lentísima, pausadísima, espaciada en casi cada cambio de secuencia, con alguno saltos pero los justitos.

El sonido es elemental, siguiendo un orden sencillo, las profundidades de campo (DOF) de libro.

En general, desde mi análisis cinematográfico o como producción, considero que es una obra sin más, nada que destacar.

Ahora bien, en cuento al guion, actores, contenidos, la historia es al menos imaginativa, aunque poco realista en el desarrollo y complicada en términos de verosimilitud. Sin embargo, es ficción, y de esta también se pueden extraer enseñanzas magistrales.

La película invita a reflexionar: ¿qué motiva al ser humano? ¿Qué impulsa nuestra supervivencia?, ¿qué valores nos mueven más que otros? Y ¿cómo enfrentamos esas situaciones?

La cinta nos cuestiona sobre dónde nos vemos en un contexto así en la piel de Manolo Solo, ( Fernando y Manolo en la peli ) y si nos sentiríamos o estamos fuera de esa ficción.

Al final del día, los seres humanos no siempre nos planteamos preguntas hasta que estas se presentan por sí solas. Esta película aborda esa temática, mostrando que a veces “todo va bien hasta que algo nos despierta”

No soy un gran aficionado a las películas de superhéroes y efectos especiales, pero debo admitir que, de vez en cuando, son entretenidas. Me permiten desconectar de la realidad, ofreciendo un respiro de reflexiones profundas y finales abiertos.

Es evidente que los seguidores de Marvel tendrán mucho más que aportar, pero en mi humilde opinión, la película podría haber prescindido de unos 15 minutos, que podrían eliminarse de varias escenas; eso lo dejo a criterio de cada uno.

Me quedo con la idea de que hay un “Robert” dentro de todos nosotros, ese que en algún momento se siente perdido y se aferra a lo que sea para seguir adelante. Cuando, por alguna razón, se encuentra con su verdadero yo, se desata una lucha entre quien era, un humano, y su ego, que lo quiere todo por encima de todo.

Además, la película presenta un amplio abanico de personalidades según el modelo OCEAN (que para quienes no lo conocen, es una nueva forma de agrupar características de personalidad). Todos somos uno de esos Thunderbolts en algún momento; cada uno puede identificarse con personajes como Yelena, Bucky, Red Guardian, Ghost, Taskmaster o John Walker. No voy a explicar qué representa cada uno, pero hay que verla y verse reflejado en el espejo de la película.

La cinta ofrece sonido, efectos múltiples, ternura y un acercamiento humano, algo que también es valioso en una película de héroes. Aunque sigue un modelo estereotipado, añade un toque de psicología humana a los personajes, con dudas y reflexiones que pueden resonar con un público más maduro. Algunos de nosotros nos planteamos el presente, el pasado y/o el futuro, como lo hace Yelena con su papá, o como percibe su momento cada uno.

Como eslogan, me quedo con: “La unión hace la fuerza”, un mensaje que se aplica a todos, superhéroes perfectos o casi imperfectos, porque todos, en algún momento, necesitamos de los demás, sin importar cuánto dinero o poder tengan los “Valentinas o valentinos de la vida”.

Finalmente, me parece una magnífica reflexión de Bob, quien, en su búsqueda de respuestas, se enfrenta a su ego y pregunta los porqués de los porqués, un tema muy apropiado y significativo.

Creíble ¿Por qué no? Imagina que un humilde jardinero tiene que cuidar una super casa de lujo, durante unas vacaciones y su familia de clase baja se cuela a vivir en ella. Cosas peores se han visto.

Esta película es sana; no hay malas vibras, solo situaciones que podrían darse en la vida real.

Claro que un sueño se podría cumplir, y si a ese sueño le añadimos amor, cariño y un espíritu cercano, mejor que mejor, eso se transmite

No es una superproducción. Sin embargo, para no serlo, tiene caídas y elementos que entretienen sin extenderse demasiado en el tiempo.

La cinta cumple con lo que se espera: humor, momentos infantiles por parte de todos, y una dosis de emocionalidad. También protestas o reivindicaciones que resuenan con el público.

Muchas de las situaciones que el espectador ve son, en esencia, la vida misma, aunque con un toque cinematográfico, que es precisamente lo que se busca al ir al cine.

La escenografía es peculiar y desordenada en muchos momentos. Las filmaciones funcionan mejor en una casa grande que en una pequeña, pero están bien resueltas, aunque a veces se abusa de ciertos ángulos para compensar la falta de espacio en el rodaje. Sin embargo, hasta eso puede resultar divertido.

Aunque casi casi carece de fantasía, la aparición de Edurne le aporta un toque especial, especialmente en la forma en que se presenta.

Las actuaciones demasiado pensadas; quizás un poco más de improvisación habría funcionado mejor. A veces, los guiones pueden resultar demasiado rígidos, y eso se nota. Sin embargo, las caídas de humor que surgen de estas actuaciones compensan la rigidez. En general, se puede pasar un rato agradable riendo, sin llegar a partirse de risa, pero es una experiencia aceptable.