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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
3.282
7
1 de abril de 2011
1 de abril de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera adaptación al cine de John Le Carré, cuya obra ha sido sólo muy lenta y parsimoniosamente adaptada tanto a la pantalla grande como la pequeña, especialmente en la última década. Y se comprende: a pesar de que él mismo declaró en una entrevista que entró a trabajar para los servicios secretos británicos para contribuir a "la cruzada contra el comunismo", su mirada sobre ese mundo, el del espionaje, no puede ser más triste y desencantada, en las antípodas de James Bond e incluso de las obras de autores mucho más apegados a la realidad que Ian Fleming, como Frederick Fortsyth y otros muchos.
Eso no quiere decir que el enemigo no sea el de siempre, es decir los malvados comunistas, ni que éstos salgan muy bien librados. Más bien todo lo contrario: la imagen que se da en la segunda parte de la película de la Alemania del Este y de sus servicios secretos es bastante deprimente y siniestra. Vamos, aquí los bolcheviques no salen con cuernos ni rabo, ni falta que hace, pero sin cargar las tintas ni caricaturizarlos (en realidad todo lo que sale es bastante creíble) queda bastante claro cómo las gastan.
Eso no quiere decir que el enemigo no sea el de siempre, es decir los malvados comunistas, ni que éstos salgan muy bien librados. Más bien todo lo contrario: la imagen que se da en la segunda parte de la película de la Alemania del Este y de sus servicios secretos es bastante deprimente y siniestra. Vamos, aquí los bolcheviques no salen con cuernos ni rabo, ni falta que hace, pero sin cargar las tintas ni caricaturizarlos (en realidad todo lo que sale es bastante creíble) queda bastante claro cómo las gastan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo malo, o lo bueno, es que, como el propio jefazo del espionaje británico dice al principio de la película, al final unos y otros (los "buenos" teóricos y el malvado enemigo) acaban empleando métodos igual de asquerosos y repugnantes en su sórdido negocio, como lo demuestra la conspiración a la que Alec Leamas (muy bien interpretado por Richard Burton) se presta para desacreditar y hacer que el adversario, el jefe del espionaje enemigo, sea liquidado por sus suyos. Al final nada es lo que parece y resulta que el complot es mucho más retorcido de lo que el espectador, y el propio y sufrido Leamas, creíamos.
Está claro que si la pobre y cándida oficinista interpretada por Claire Bloom (el único personaje puro y decente en toda la historia, paradójicamente una militante comunista) hubiese salido con vida de todo ésto, habría acabado doblemente desencantada, tanto del mundo occidental que de forma tan cochina defienden sus servicios secretos como, desde luego, de la sórdida realidad de la sociedad utópica en la que la pobre muchacha creía.
Muy buen trabajo del muy comprometido Martin Ritt, en este caso muy alejado, tanto geográfica como temáticamente de su cine habitual, aunque no tanto de su visión desencantada del mundo en que nos ha tocado vivir.
Está claro que si la pobre y cándida oficinista interpretada por Claire Bloom (el único personaje puro y decente en toda la historia, paradójicamente una militante comunista) hubiese salido con vida de todo ésto, habría acabado doblemente desencantada, tanto del mundo occidental que de forma tan cochina defienden sus servicios secretos como, desde luego, de la sórdida realidad de la sociedad utópica en la que la pobre muchacha creía.
Muy buen trabajo del muy comprometido Martin Ritt, en este caso muy alejado, tanto geográfica como temáticamente de su cine habitual, aunque no tanto de su visión desencantada del mundo en que nos ha tocado vivir.

5,5
1.054
5
2 de abril de 2011
2 de abril de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No desvelo nada porque ya te lo advierten en el propio cartel de la película. La idea de partida es prometedora: El adolescente protagonista que descubre que sus adorados padres, con quienes forma la feliz familia americana, perfectamente integrada en su ciudad y en su vecindario, son en realidad espías soviéticos. Para ser más exactos, espías "durmientes", introducidos en EEUU en su juventud, con vistas a cumplir su misión más adelante.
Pero esta premisa se ve pronto devaluada por dos motivos. Primero, no sólo se nos desvela el asunto, como ya digo, antes incluso de empezar la película, sino que todos los elementos de la trama se desvelan igualmente en los primeros diez minutos. Hubiera sido mucho más inteligente, en mi opinión, mantener y dosificar el suspense ofreciendo al espectador indicios poco a poco sobre lo que está pasando. Yo, para empezar, hubiera ocultado al público el secreto de los padres de River Phoenix hasta al menos la mitad de la película. Es decir, habría dejado a caer en el cartel algo así como que los padres del chaval ocultan un secreto muy gordo, o algo así, pero ya está: la "bomba" la soltaría mucho más adelante.
Pero esta premisa se ve pronto devaluada por dos motivos. Primero, no sólo se nos desvela el asunto, como ya digo, antes incluso de empezar la película, sino que todos los elementos de la trama se desvelan igualmente en los primeros diez minutos. Hubiera sido mucho más inteligente, en mi opinión, mantener y dosificar el suspense ofreciendo al espectador indicios poco a poco sobre lo que está pasando. Yo, para empezar, hubiera ocultado al público el secreto de los padres de River Phoenix hasta al menos la mitad de la película. Es decir, habría dejado a caer en el cartel algo así como que los padres del chaval ocultan un secreto muy gordo, o algo así, pero ya está: la "bomba" la soltaría mucho más adelante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Así, toda la historia de espías, que no de espionaje (al final todo se reduce al tema del renegado que va liquidando uno tras otro a sus camaradas espías para chantajear a sus superiores) te la cuentan nada más empezar la película, y todo el resto de la cinta es, primero, esperar a que el chaval descubra lo que el listorro y plasta Sidney Poitier (solvente, como siempre) y nosotros el público sabemos desde el principio. Y luego, esperar a que la madeja se acabe de liar y desliar y pillen al malo antes de que se cargue a los papás ex-rusos, que por otra parte se han metido tanto en su papel de buenos y felices padres americanos que, cuando sus superiores les llaman al servicio, se resisten a cumplir con su misión.
En fin, y ese es el segundo fallo grave, la trama es muy lineal, falta de sorpresas, de intriga, de incertidumbre, de emoción; inclusos las escenas de tensión (persecusiones y tiros, eso sí muy lights porque hay un menor de por medio) son muy flojas y rutinarias. Al final todo se soluciona, el malo (a la hora de la verdad muy torpe y poco temible) es capturado, el malo-pero-menos se lo lleva a rastras a la Madre Rusia, y la familia feliz se abraza llorando, unida otra vez.
Naturalmente, la película es de los tiempos de la Perestroika, y por tanto los comunistas ya no tienen ni cuernos ni rabo, pero material tenían para hacer una película mejor. Claro que de donde no hay...
Mucho mejor fue TELÉFONO, que a pesar de Charles Bronson, supo sacar partido del tema de los espías "durmientes" (aunque de espionaje tenía más bien poco), o, sobre todo, ya en otra onda, más cercana en el tiempo a ésta de la que hablamos, EL JUEGO DEL HALCÓN, en este caso sobre americanos (aquí un par de niñatos hijos de papá) que espían para los soviéticos, y encima por dinero o por aburrimiento.
Supongo que de todas formas durante la Guerra Fría para los americanos eso de que tus padres resultasen ser espías rusos debía ser que ser algo mucho más traumático, mucho más fuerte, de lo que nos resultaría a nosotros. ¿Que tus padres son agentes soviéticos? Bueno, chaval, no pasa nada, tampoco hay para tanto, me estabas asustando. Mira, pensé que eran adoradores de Cthulhu, o algo así (Mira, qué idea para otra película).
En fin, y ese es el segundo fallo grave, la trama es muy lineal, falta de sorpresas, de intriga, de incertidumbre, de emoción; inclusos las escenas de tensión (persecusiones y tiros, eso sí muy lights porque hay un menor de por medio) son muy flojas y rutinarias. Al final todo se soluciona, el malo (a la hora de la verdad muy torpe y poco temible) es capturado, el malo-pero-menos se lo lleva a rastras a la Madre Rusia, y la familia feliz se abraza llorando, unida otra vez.
Naturalmente, la película es de los tiempos de la Perestroika, y por tanto los comunistas ya no tienen ni cuernos ni rabo, pero material tenían para hacer una película mejor. Claro que de donde no hay...
Mucho mejor fue TELÉFONO, que a pesar de Charles Bronson, supo sacar partido del tema de los espías "durmientes" (aunque de espionaje tenía más bien poco), o, sobre todo, ya en otra onda, más cercana en el tiempo a ésta de la que hablamos, EL JUEGO DEL HALCÓN, en este caso sobre americanos (aquí un par de niñatos hijos de papá) que espían para los soviéticos, y encima por dinero o por aburrimiento.
Supongo que de todas formas durante la Guerra Fría para los americanos eso de que tus padres resultasen ser espías rusos debía ser que ser algo mucho más traumático, mucho más fuerte, de lo que nos resultaría a nosotros. ¿Que tus padres son agentes soviéticos? Bueno, chaval, no pasa nada, tampoco hay para tanto, me estabas asustando. Mira, pensé que eran adoradores de Cthulhu, o algo así (Mira, qué idea para otra película).
20 de febrero de 2011
20 de febrero de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia del cine hay muchas películas absurdas por diversos motivos. CERCO ROTO forma parte de aquéllas que entran en esa categoría porque no se entiende por qué han sido rodadas.
La he visto por curiosidad, aunque ya de entrada es rara de cojones: una película alemana que pretender ser una segunda parte de una película extranjera (británica, aunque dirigida por Peckinpah), LA CRUZ DE HIERRO, protagonizada por soldados alemanes y en la que el protagonista es un Richard Burton haciendo de alemán. ¡Richard Burton, posiblemente el actor que más alemanes haya matado en la historia del cine (a muchos de ellos con muy malas artes), pasándose al otro lado!
De entrada, si James Coburn no estaba disponible podían haberse buscado a alguien físicamente más apropiado para el papel de Steiner. Burton no sólo es que no se le parece en nada (ni siquiera viste igual) sino que estaba ya viejo para el papel (sólo 53 años, pero no muy bien llevados) y además no da el pego como soldado alemán. Robert Mitchum (muy poco papel para además muy poca cosa de película) naturalmente es más creíble como oficial americano, y aunque más viejo que Burton (y también algo viejo para el papel) parece más joven que él.
Fuera de eso, y aunque la película no empieza mal, va perdiendo interés progresivamente. McLaglen no fue nunca un gran director (ni mucho menos el sucesor de John Ford, como dijeron absurdamente de él en el mejor momento de su carrera) pero sí fue un profesional eficiente y un eficaz narrador, pero aquí no sabe imprimir ritmo a una historia que, aún siendo muy corta (apenas unos 80 minutos) se hace más y más pesada y aburrida a medida que se acerca al climax final. No hay emoción, ni tensión, ni dramatismo, ni suspense, y además, aparte de que el hilo principal de la trama está cogido muy por los pelos (y se abandona a la media hora) no hay apenas puntos de contacto entre LA CRUZ DE HIERRO y esta supuesta continuación. Yo no he encontrado aquí ni la mala leche, ni el antimilitarismo ni la atroz violencia, ni el horror de la guerra en estado puro que Peckinpah sí nos mostraba en su película.
Y los actores (unos mejores y otros peores, pero todos solventes) apenas hacen algo más que figurar, normal cuando tampoco tienen papel real que interpretar, ya que apenas hay un solo diálogo, una sola frase, en toda la película, que invite a reflexionar, que valga la pena de ser recordado.
Sí, se puede considerar CERCO ROTO como una película antibelicista (como por otra parte lo son todas las -pocas- películas alemanas de género bélico) pero de eficacia harto dudosa ya que no es capaz de enganchar al espectador.
En fin, probablemente no sea la peor película de guerra que se haya hecho (al menos está correctamente dirigida, y las escenas de acción no están del todo mal) pero sí una de las más insípidas.
Y es sabido (ya lo dijo Hichcock) que una película puede ser mala pero nunca aburrida.
La he visto por curiosidad, aunque ya de entrada es rara de cojones: una película alemana que pretender ser una segunda parte de una película extranjera (británica, aunque dirigida por Peckinpah), LA CRUZ DE HIERRO, protagonizada por soldados alemanes y en la que el protagonista es un Richard Burton haciendo de alemán. ¡Richard Burton, posiblemente el actor que más alemanes haya matado en la historia del cine (a muchos de ellos con muy malas artes), pasándose al otro lado!
De entrada, si James Coburn no estaba disponible podían haberse buscado a alguien físicamente más apropiado para el papel de Steiner. Burton no sólo es que no se le parece en nada (ni siquiera viste igual) sino que estaba ya viejo para el papel (sólo 53 años, pero no muy bien llevados) y además no da el pego como soldado alemán. Robert Mitchum (muy poco papel para además muy poca cosa de película) naturalmente es más creíble como oficial americano, y aunque más viejo que Burton (y también algo viejo para el papel) parece más joven que él.
Fuera de eso, y aunque la película no empieza mal, va perdiendo interés progresivamente. McLaglen no fue nunca un gran director (ni mucho menos el sucesor de John Ford, como dijeron absurdamente de él en el mejor momento de su carrera) pero sí fue un profesional eficiente y un eficaz narrador, pero aquí no sabe imprimir ritmo a una historia que, aún siendo muy corta (apenas unos 80 minutos) se hace más y más pesada y aburrida a medida que se acerca al climax final. No hay emoción, ni tensión, ni dramatismo, ni suspense, y además, aparte de que el hilo principal de la trama está cogido muy por los pelos (y se abandona a la media hora) no hay apenas puntos de contacto entre LA CRUZ DE HIERRO y esta supuesta continuación. Yo no he encontrado aquí ni la mala leche, ni el antimilitarismo ni la atroz violencia, ni el horror de la guerra en estado puro que Peckinpah sí nos mostraba en su película.
Y los actores (unos mejores y otros peores, pero todos solventes) apenas hacen algo más que figurar, normal cuando tampoco tienen papel real que interpretar, ya que apenas hay un solo diálogo, una sola frase, en toda la película, que invite a reflexionar, que valga la pena de ser recordado.
Sí, se puede considerar CERCO ROTO como una película antibelicista (como por otra parte lo son todas las -pocas- películas alemanas de género bélico) pero de eficacia harto dudosa ya que no es capaz de enganchar al espectador.
En fin, probablemente no sea la peor película de guerra que se haya hecho (al menos está correctamente dirigida, y las escenas de acción no están del todo mal) pero sí una de las más insípidas.
Y es sabido (ya lo dijo Hichcock) que una película puede ser mala pero nunca aburrida.

6,5
567
7
29 de abril de 2011
29 de abril de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me ha sorprendido mucho esta vieja película, aunque la he disfrutado un poco menos porque la imagen dejaba bastante que desear (supongo que los negativos estaban un poco deteriorados con el paso del tiempo y se veía todo muy oscuro). Aún así la Crawford está espectacular: rimel y lapiz de labios a granel, bisutería y pulseras por todos lados, tacones altos, desparpajo total y vitalidad increíble.
A una isla perdida del Pacífico, Pago-Pago o alguna por el estilo, llegan los pasajeros de un barco que se ven obligados a convivir en una especie de cuarentena médica durante bastantes días. Dos de ellos chocarán entre sí desde el primer momento y su enfrentamiento se agudizará escaramuza tras escaramuza a medida que pasan los días: una chica de moralidad más que dudosa y un fanático religioso empeñado en salvar su alma a toda costa y para lo que no dudará en emplear cualquier medio aprovechándose de la influencia que la sociedad a la que pertenece tiene sobre las autoridades para hacer a la pobre chica la vida imposible. El veterano y estupendo Walter Huston (padre del luego genial John Huston y abuelo de la no menos estupenda Angelica Huston) borda el papel del prepotente predicador, que escena a escena se va volviendo más y más amenazador.
A una isla perdida del Pacífico, Pago-Pago o alguna por el estilo, llegan los pasajeros de un barco que se ven obligados a convivir en una especie de cuarentena médica durante bastantes días. Dos de ellos chocarán entre sí desde el primer momento y su enfrentamiento se agudizará escaramuza tras escaramuza a medida que pasan los días: una chica de moralidad más que dudosa y un fanático religioso empeñado en salvar su alma a toda costa y para lo que no dudará en emplear cualquier medio aprovechándose de la influencia que la sociedad a la que pertenece tiene sobre las autoridades para hacer a la pobre chica la vida imposible. El veterano y estupendo Walter Huston (padre del luego genial John Huston y abuelo de la no menos estupenda Angelica Huston) borda el papel del prepotente predicador, que escena a escena se va volviendo más y más amenazador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El caso es que el buen hombre somete a la chica a tal presión psicológica que acaba lavándole literalmente el cerebro. A partir de ahí es cuando su figura se hace más pavorosa y diabólica, casi la encarnación del mal, paradójicamente empeñado en la lucha por lo que el entiende que es el bien. Pero lo bueno es que al final su obsesión por ella es tal, y su espíritu guerrero tan extremo, que, con el fondo del obsesivo y perturbador batir de los tambores de los indígenas que tocan en la noche tropical, y su endiosamiento al haber logrado someter por completo a la chica a su poder, deja que la lascivia le domine e intenta propasarse con ella.
Ésto último no se ve, pero el fundido en negro nocturno y los sucesos de la mañana siguiente hablan por sí sólos. Increíble en una película del año 32. Claro que eso fue justo antes de que entrase en vigor el célebre y nefasto codigo Hays, que tanto daño haría al arte cinematográfico.
Otro punto a favor del viejo Hollywood y otro más a favor de Lewis Milestone, que hace poco me sorprendió también con SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. Qué lástima de cine americano, lo que fue y lo que es hoy día.
Ésto último no se ve, pero el fundido en negro nocturno y los sucesos de la mañana siguiente hablan por sí sólos. Increíble en una película del año 32. Claro que eso fue justo antes de que entrase en vigor el célebre y nefasto codigo Hays, que tanto daño haría al arte cinematográfico.
Otro punto a favor del viejo Hollywood y otro más a favor de Lewis Milestone, que hace poco me sorprendió también con SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. Qué lástima de cine americano, lo que fue y lo que es hoy día.

7,1
714
8
25 de abril de 2011
25 de abril de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble lo que una niña aparentemente inocente pero en realidad malvada, resentida y manipuladora como ella sola es capaz de formar.
Veo esta película muchos años después de haber visto por primera vez el célebre remake, magníficamente realizado de nuevo por Wyler, que con el título español de LA CALUMNIA protagonizaron las maravillosas Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Fue una gran película que me pone los pelos de punta cada vez que la veo, y tenía curiosidad por ver esta primera versión, aunque con cierto reparo, ya que sabía que el tema principal que desencadena el drama (una relación homosexual en la obra original de Lilian Hellman) fue alterado (no en vano estaban en los mojigatos años 30) y transformado en un adulterio (y ni siquiera eso porque todavía no estaban casados).
Pues me he llevado una agradable sorpresa. La historia me ha enganchado desde los primeros minutos, cuando las dos amigas, Hopkins y la Oberon, conocen al apuesto McCrea, y ya no he podido dejarla hasta el final. Pese al cambio introducido, éste no modifica en lo sustancial la historia, a saber: la perversidad infantil como detonante del conflicto en una sociedad rural y puritana donde la más mínima desviación -auténtica o imaginaria- de lo moralmente aceptable condena, por disposición de los detentadores del poder en esa sociedad, sin derecho a defensa alguna, a los presuntos infractores al ostracismo y a la alienación sociales. Muy bien escrita, con unos diálogos fluidos y memorables, muy bien interpretada (están todos perfectos, pero me ha llegado al alma el trabajo de la sufrida Miriam Hopkins, y, como no, el de la pequeña Bonita Granville, bordando el personaje de la niña malvada) y maravillosamente dirigida por ese genio polifacético, y no siempre reconocido, llamado William Wyler.
Creo que ESOS TRES no tiene nada que envidiar a LA CALUMNIA, y me ha parecido tan moderna (en el tema, en la fluidez del montaje y de los movimientos de cámara, hasta en la fotografía) como la segunda. ¿De verdad que está rodada en 1936?
Veo esta película muchos años después de haber visto por primera vez el célebre remake, magníficamente realizado de nuevo por Wyler, que con el título español de LA CALUMNIA protagonizaron las maravillosas Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Fue una gran película que me pone los pelos de punta cada vez que la veo, y tenía curiosidad por ver esta primera versión, aunque con cierto reparo, ya que sabía que el tema principal que desencadena el drama (una relación homosexual en la obra original de Lilian Hellman) fue alterado (no en vano estaban en los mojigatos años 30) y transformado en un adulterio (y ni siquiera eso porque todavía no estaban casados).
Pues me he llevado una agradable sorpresa. La historia me ha enganchado desde los primeros minutos, cuando las dos amigas, Hopkins y la Oberon, conocen al apuesto McCrea, y ya no he podido dejarla hasta el final. Pese al cambio introducido, éste no modifica en lo sustancial la historia, a saber: la perversidad infantil como detonante del conflicto en una sociedad rural y puritana donde la más mínima desviación -auténtica o imaginaria- de lo moralmente aceptable condena, por disposición de los detentadores del poder en esa sociedad, sin derecho a defensa alguna, a los presuntos infractores al ostracismo y a la alienación sociales. Muy bien escrita, con unos diálogos fluidos y memorables, muy bien interpretada (están todos perfectos, pero me ha llegado al alma el trabajo de la sufrida Miriam Hopkins, y, como no, el de la pequeña Bonita Granville, bordando el personaje de la niña malvada) y maravillosamente dirigida por ese genio polifacético, y no siempre reconocido, llamado William Wyler.
Creo que ESOS TRES no tiene nada que envidiar a LA CALUMNIA, y me ha parecido tan moderna (en el tema, en la fluidez del montaje y de los movimientos de cámara, hasta en la fotografía) como la segunda. ¿De verdad que está rodada en 1936?
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