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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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18 de marzo de 2014
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convengamos lo siguiente: ni Seligman es el padre Karras ni Joe es Regan, y aunque sus roles se asemejan, y uno trata de exorcisar los demonios del otro con inciertos resultados que se reservan para el final, el compadecimiento que provocaba la siuación de la pobre Regan se trasladó aquí a los propios espectadores que, coincidiendo con mi postura, debieron lidiar durante cuatro horas (sí, dos suculentas películas) para ver donde desembocaba este dislate.

Karras empuñando su cruz y Seligman su… (se omite porque iría en el spoiler) tratan de devolver la cordura a nuestras poseídas féminas, en un caso por varios demonios y en este otro por una irrefrenable adicción al sexo, mucho más explícito y ginecológicamente ilustrado que la actitud que en un momento adopta Regan con la cruz que le arrebata al pobre Karras.

Y perdón que insista con las comparaciones, pero en aquella recordada cinta de 1973, más allá de las sacudidas que nos hizo dar en las butacas, quedaba bien claro que no había compatibilidad alguna entre Dios y el diablo, entre el bien y el mal, entre lo hermoso y lo horrendo. En cambio en esta, 40 años después, asistimos a un intento cruel, descabellado, denigrante y, sobre todo, fallido por acercar posiciones entre la ciencia, la naturaleza, el arte y la religión con la sexualidad patológica. Así, no hay exorcismo ni final esperanzador que valga.
21 de diciembre de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que a Schumacher no se le cae una idea hace años, no es ninguna novedad. Que Nicolas Cage es un actor que pone la (misma) cara para cualquier cosa, es un hecho. Pero que Nicole Kidman haya cambiado tanto la cara en el quirófano, fue una verdadera novedad para mí. La hubiera preferido con las huellas que dejan los años sobre los mortales, total, ella seguiría siendo una diosa.

¿Acerca de la película? Bueno, lo más novedoso sigue siendo la cara de Kidman. El resto es un montón de gritos, amenazas y… bostezos de los espectadores, que ni siquiera pueden salir a tomar aire fresco, porque toda la acción transcurre, prácticamente, entre cuatro paredes.

¿Quieren saber si esperaba otra cosa?. Sinceramente de Schumacher y Cage no, aunque había reservado alguna fichita para Kidman. Al final, le erré… y feo, porque hasta Kidman está cambiada.
11 de septiembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta remake del segundo largometraje de la saga (Star Trek II: The wrath of Khan, de 1982) abandona la idea de los nuevos aires anunciados de manera rimbombante para la franquicia bajo la tutela de J. J. Abrams y, a diferencia de lo que ocurrió en aquella oportunidad, en la que Star Trek II superó a su antecesora, esta segunda aproximación a la nueva serie no supo estar a la altura de las circunstancias, pese a la actitud complaciente que dispensa buena parte de la crítica y del público a este joven director tutelado por Spielberg, y a los créditos que había obtenido con su primera aproximación al universo trekker (o trekkie, como prefieran los exquisitos).

En primer lugar, digo que abandona la idea de aquel aire de frescura proclamado y, a decir verdad, introducido tímidamente en su anterior entrega, por cuanto recurre a un tema abordado hace más de un cuarto de siglo. Salvo que por “frescura” se quiera significar también la incorporación de técnicas digitales impensadas en aquellos años, en cuyo caso, me sugiere una interpretación mezquina del término. Es más, algunas situaciones y diálogos fueron calcados de aquel filme, considerado por los entendidos como uno de los más logrados de toda la industria Rodenberryana (perdón por la brutalidad de la expresión).

Seguidamente, considero que esta nueva secuela no escaló un peldaño de la (endeble) escalera que, se suponía, había dejado inaugurada su antecesora y, si me apuran, diría que volvió las expectativas de los espectadores “neutrales” (los fanáticos representan los extremos y no puedo hablar por ellos) a foja cero, ya que si a más de lo mismo le agregamos cosas que ya se vieron hace treinta años (aunque peor ensambladas), se pierde el efecto sorpresa y con él, uno de los principales aditamentos de la ciencia-ficción y, obviamente, de cualquier película.

****** SUGIERO EVITAR ESTE PARRAFO SI NO VIO LA PELICULA

Por lo demás, el filme está plagado de situaciones innecesariamente ridículas, como los nativos extraterrestres blanquecinos con taparrabos amarillos del comienzo (casi tan deplorables como los Ewoks de Star Wars, aquellos osos de peluche saltarines)…; o como cuando Scott le recrimina a Kirk (recién abordado portando un traje y un equipo submarino que no se compadecen con la precaria indumentaria que vestía unos pocos cuadros atrás) la excesiva exposición de la nave Enterprise a la salinidad marina, cuando ese artefacto es capaz de atravesar el cosmos y sus innumerables obstáculos a velocidades siderales como nosotros el living de nuestra casa…; o como la fortuna que tiene Spock al precipitarse en las fauces de un volcán en pleno proceso de erupción y salvar su pellejo y el de su resbaladizo equipo…; o como cuando el Spock de Quinto vuelve a recurrir al Spock de Nimoy para encontrar una solución en un momento crucial de la película (¿Justamente el cerebral Spock apelando de nuevo a ese recurso?)…; o como la estrafalaria mega nave del Alte. Marcus, capaz de ser piloteada por un único tripulante (qué reparto aburrido implicaría!) al solo fin de adecuarse al desenlace de la historia…; o como el nivel de destrucción que precisamente experimenta la Enterprise para luego reaparecer impecable e inmaculada, previo paso por el taller de reparaciones, evidentemente capaz de recuperar al Titanic del fondo del mar y dejarlo como en su corta vida de esplendor…; o los Klingons con “look” de monos inteligentes y con pocas pulgas del Planeta de los Simios…; y aunque hay más, no quiero cansarlos.

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Sinceramente, creo que lo único rescatable de la película, aparte de algunos efectos muy bien logrados, es el papel de Khan que interpreta Benedict Cumberbatch, la vuelta a la pantalla de Peter "Robocop" Weller y la belleza de Alice Eve en el rol de la Dra. Carol Marcus (bienvenida a bordo!). Muy poco para lo que podría esperarse de la saga en estos tiempos.
19 de diciembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No era que “Gran Torino” iba a ser la última aparición del viejo Clinton frente a las cámaras en la piel de Walt Kowalski? En fin, lo cierto es que el octogenario republicano, posiblemente afectado por el resultado de las elecciones presidenciales de su país, volvió al ruedo con menos pulgas y más asperezas que Harry Callahan para dar otro “Malpaso” en su dilatada y oscilante carrera.

Acaso lo más llamativo de esta previsible y estereotipada novelita sea su sola presencia, aunque no su reinterpretación del sobrevalorado Walt (en este caso es Gus Lobel, un cazatalentos del baseball), que a esta altura empiezo a dudar que se funde con su propia personalidad.

La única -de un elenco principal que acompaña sin despeinarse por las pocas exigencias del guión- que se hace lugar para aportar una cuota extra en la interpretación de su personaje es Amy Adams, y a juzgar por el contexto general, no atribuyo esto a un mérito de la dirección.

El resto del producto, salvo para fanáticos a ultranza del vaquero preferido de Sergio Leone, no amerita llegarse hasta el cine, y apenas alcanza para acortar una de esas tardes de fin de semana que nos sorprende sin nada que hacer y con el control remoto en la mano, presto para usarse cuando los tramos de baseball se tornan pesados o Clint se pone a refunfuñar interpretando a Gus, a Walt, a Harry o a Clint, da lo mismo.
19 de diciembre de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para algunos pocos retorcidos, quizá resulte necesario descongelar a Walt Disney para que nos vuelva a divertir con el simpático ratón que lo llevó a la fama y a la riqueza. Otros, la mayoría, simplemente se divierten con Mickey, el mismo que les llegó en cualquiera de sus mutaciones, y dejan tranquilo al viejo Walt. Entre los primeros, seguramente se encuentra Marti Noxon, que decidió desempolvar el guión de Tom Holland y, con la complicidad de Gillespie, nos entregaron esto, sin molestarse siquiera en cambiar su título original. Eso sí, un poco de 3D acá, un poco de efectos digitales allá, un suculento fajo de dólares para que un par de estrellas se animen a poner la cara, y listo: una noche de terror asegurada, al menos, para mí.
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