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MiniserieDocumental

6,6
1.016
Documental
5
13 de agosto de 2018
13 de agosto de 2018
60 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues nada, señores, nos encontramos ante una serie documental en la que se nos presenta la vida y obras del Terror Rojo in person, el Diablo encarnado (estoy utilizando los títulos, o parte de ellos, de los propios documentales, ¿eh?), el Amo del Mundo (¿?): Stalin.
Y, claro, no es un personaje muy defendible, la verdad, pero es que en la serie lo retratan tan infernalmente monstruoso que Hitler a su lado parece un colegial ruboroso, y eso hasta me hace gracia. Además, no se trata solo de una condena sin paliativos a este tirano (que sí, que fue mu malo, mu malo, mu malo), sino también es un esfuerzo por demonizar todo lo que huela a rojo, y en eso se pasan unos cuantos pueblos estos caballeros, porque en su empeño utilizan tácticas que sin duda al propio Stalin le habrían parecido muy requetebién: sacan fuera de contexto frases de Lenin y de otros dirigentes comunistas históricos (solo citando, por supuesto, aquellas que los puedan hacer quedar peor), tachan sus escritos de «panfletos» (sorprendentemente, no lo hicieron con «Mein Kampf» en otros documentales de la serie «Apocalipsis»), pasan por alto las masacres zaristas, tratando al tiránico zar Nicolás como un pobre sujeto digno de lástima, justifican las masacres de judíos de los ucranianos y su colaboracionismo con los alemanes durante la II Guerra Mundial aduciendo que estos a su vez habían sido diezmados por los comunistas, etc., etc.
Todo este torticerismo no es óbice para que el documental sea visualmente magnífico, con multitud de imágenes inéditas o rara vez vistas, espléndidamente restauradas para la ocasión, de ahí mi nota no completamente negativa, pero tras tragarme la serie me queda una duda: ¿a qué viene ese continuo ir adelante y atrás en el tiempo, saltando del ascenso de Stalin en el partido a la II Guerra Mundial, de la muerte de Lenin a las ejecuciones sumarísimas de miembros del partido que tuvieron lugar casi dos décadas después? No es algo puntual ni justificable narrativamente hablando, sino que ocurre muchas veces a lo largo de los tres episodios y susceptible de despistar considerablemente al espectador no ducho en historia soviética. Esta confusa manera de contar la historia no se da en ningún otro de los documentales englobados bajo la denominación «Apocalipsis», y no termino de entender a qué obedece.
En fin, un panfleto (este sí), pero francamente disfrutable debido a las maravillosas imágenes que ofrece.
Y, claro, no es un personaje muy defendible, la verdad, pero es que en la serie lo retratan tan infernalmente monstruoso que Hitler a su lado parece un colegial ruboroso, y eso hasta me hace gracia. Además, no se trata solo de una condena sin paliativos a este tirano (que sí, que fue mu malo, mu malo, mu malo), sino también es un esfuerzo por demonizar todo lo que huela a rojo, y en eso se pasan unos cuantos pueblos estos caballeros, porque en su empeño utilizan tácticas que sin duda al propio Stalin le habrían parecido muy requetebién: sacan fuera de contexto frases de Lenin y de otros dirigentes comunistas históricos (solo citando, por supuesto, aquellas que los puedan hacer quedar peor), tachan sus escritos de «panfletos» (sorprendentemente, no lo hicieron con «Mein Kampf» en otros documentales de la serie «Apocalipsis»), pasan por alto las masacres zaristas, tratando al tiránico zar Nicolás como un pobre sujeto digno de lástima, justifican las masacres de judíos de los ucranianos y su colaboracionismo con los alemanes durante la II Guerra Mundial aduciendo que estos a su vez habían sido diezmados por los comunistas, etc., etc.
Todo este torticerismo no es óbice para que el documental sea visualmente magnífico, con multitud de imágenes inéditas o rara vez vistas, espléndidamente restauradas para la ocasión, de ahí mi nota no completamente negativa, pero tras tragarme la serie me queda una duda: ¿a qué viene ese continuo ir adelante y atrás en el tiempo, saltando del ascenso de Stalin en el partido a la II Guerra Mundial, de la muerte de Lenin a las ejecuciones sumarísimas de miembros del partido que tuvieron lugar casi dos décadas después? No es algo puntual ni justificable narrativamente hablando, sino que ocurre muchas veces a lo largo de los tres episodios y susceptible de despistar considerablemente al espectador no ducho en historia soviética. Esta confusa manera de contar la historia no se da en ningún otro de los documentales englobados bajo la denominación «Apocalipsis», y no termino de entender a qué obedece.
En fin, un panfleto (este sí), pero francamente disfrutable debido a las maravillosas imágenes que ofrece.
7
24 de abril de 2018
24 de abril de 2018
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprende mucho la baja puntuación que esta serie tiene aquí, en nuestra querida Filmaffinity, porque... joder, ¡es divertidísima!
Empecemos por lo que no es:
1. No es muy sesuda, desde luego.
2. No intenta representar la realidad tal como es: nos narra un mundo paralelo donde los negros constituyen el noventa por ciento de la población norteamericana. Pues vale.
3. No es aburrida. En cada episodio ocurren cien mil cosas (algunas de ellas no desafían la lógica, incluso). Ver a Black Lightning con su traje de luces lanzando kamehames mientras hace posturitas... es que m'encanta.
Y ahora vayamos con lo que es:
1. Es una secuela tardía de aquel maravilloso movimiento llamado blaxploitation que dio a luz joyazas como la grandiosa «Superfly». En este género los negros pueden ser malos o buenos pero siempre tienen un carisma que te cagas, no como los blancos, que son unos sosainas. Justamente como ocurre en «Black Lightning».
2. Es una serie con una peaso de banda sonora. Te puede gustar más o menos, pero es una peaso de banda sonora.
3. Es un PUTO CÓMIC, por Dios. ¡Cuantísimo daño hizo ese iluminao que dijo que los cómics no son para niños! Pues claro que lo son, hombre, y a mucha honra. Y lo digo como fan del género. Si quieres tíos estreñidos y malrrolleros, pues para eso están las series de Marvel, que me gustan (en general. Puño de Hierro y Los Defensores son dos truñazos de aúpa) pero son de mucho sufrimiento y patatín patatán, y tanto «dark and gritty» me acaba cargando. Las series de DC (y esta no es una excepción) son tontunas. Esta trata de ser más seriota y tratar asuntos de esos que hacen fruncir el ceño a los tertulianos de la tele, pero en cuanto sale el Relampaguete con su traje de luces y la hija buenorra marcando cacha... pues ya está, súpers de los de toda la vida partiendo crismas, como tiene que ser. Con tramas absurdas, malos de los que se retuercen las manos y ríen villanescamente y aliados misteriosos con pasados oscuros... y, como es una serie de DC, pues el prota tiene amiguete científico y lleva pinganillo, como mandan los cánones instaurados por el gran Berlanti en el Arrowverso. A mí, ya solo con eso me tienen conquistao.
Bueno, pues ya está, ya he defendido la serie de súpers con la que mejor me lo paso. ¿Que no son argumentos serios? ¡Anda ya, hombre, que hablamos de tíos en mallas que lanzan rayos por el culo! Quien se los tome en serio,,, allá él.
Empecemos por lo que no es:
1. No es muy sesuda, desde luego.
2. No intenta representar la realidad tal como es: nos narra un mundo paralelo donde los negros constituyen el noventa por ciento de la población norteamericana. Pues vale.
3. No es aburrida. En cada episodio ocurren cien mil cosas (algunas de ellas no desafían la lógica, incluso). Ver a Black Lightning con su traje de luces lanzando kamehames mientras hace posturitas... es que m'encanta.
Y ahora vayamos con lo que es:
1. Es una secuela tardía de aquel maravilloso movimiento llamado blaxploitation que dio a luz joyazas como la grandiosa «Superfly». En este género los negros pueden ser malos o buenos pero siempre tienen un carisma que te cagas, no como los blancos, que son unos sosainas. Justamente como ocurre en «Black Lightning».
2. Es una serie con una peaso de banda sonora. Te puede gustar más o menos, pero es una peaso de banda sonora.
3. Es un PUTO CÓMIC, por Dios. ¡Cuantísimo daño hizo ese iluminao que dijo que los cómics no son para niños! Pues claro que lo son, hombre, y a mucha honra. Y lo digo como fan del género. Si quieres tíos estreñidos y malrrolleros, pues para eso están las series de Marvel, que me gustan (en general. Puño de Hierro y Los Defensores son dos truñazos de aúpa) pero son de mucho sufrimiento y patatín patatán, y tanto «dark and gritty» me acaba cargando. Las series de DC (y esta no es una excepción) son tontunas. Esta trata de ser más seriota y tratar asuntos de esos que hacen fruncir el ceño a los tertulianos de la tele, pero en cuanto sale el Relampaguete con su traje de luces y la hija buenorra marcando cacha... pues ya está, súpers de los de toda la vida partiendo crismas, como tiene que ser. Con tramas absurdas, malos de los que se retuercen las manos y ríen villanescamente y aliados misteriosos con pasados oscuros... y, como es una serie de DC, pues el prota tiene amiguete científico y lleva pinganillo, como mandan los cánones instaurados por el gran Berlanti en el Arrowverso. A mí, ya solo con eso me tienen conquistao.
Bueno, pues ya está, ya he defendido la serie de súpers con la que mejor me lo paso. ¿Que no son argumentos serios? ¡Anda ya, hombre, que hablamos de tíos en mallas que lanzan rayos por el culo! Quien se los tome en serio,,, allá él.
Serie

7,2
5.961
7
5 de febrero de 2019
5 de febrero de 2019
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando oí que Netflix iba a emitir una serie coreana de zombis, debo admitir que me picó la curiosidad. Como fan del género, decidí darle una oportunidad, aunque las últimas temporadas de The Walking Dead y the Fear the Walking Dead me tenían ya algo saturadillo de estos entrañables antropófagos no muertos. Ahora, después de haberme tragado la primera temporada casi del tirón, no puedo estar más satisfecho de mi decisión.
Porque «Kingdom» es magnífica en prácticamente todos los aspectos: el vestuario, los decorados, la ambientación, las coreografías de las batallas... y, particularmente, en lo aterradores que resultan los muertos vivientes: criaturas rápidas, salvajes, capaces de infectar a los vivos en un abrir y cerrar de ojos y maquillados de forma creíble y espantosa a partes iguales.
Además, la trama política que permea la serie está excelentemente llevada y resulta casi tan interesante como la sobrenatural. Los actores que dan vida a los personajes principales son también muy buenos, y dotan a sus criaturas de gran carisma. Para los que, como yo, están agotados de tanto americano chulapo de tiro rápido e infalible enfrentado sin pestañear a hordas de zombis que caen como moscas bajo sus habilidades adquiridas sin duda tras largos años militando en la Sociedad de Amigos del Rifle, resulta de lo más refrescante contemplar a este grupo de valientes guerreros orientales enarbolando sus sables y sus armas campesinas con eficacia frente a los implacables no muertos.
En fin, solo le pondría una pega a la serie: lo corta, cortísima que se hace y el enorme «continuará» con el que termina la temporada. De verdad, señores, esto no se hace...
Porque «Kingdom» es magnífica en prácticamente todos los aspectos: el vestuario, los decorados, la ambientación, las coreografías de las batallas... y, particularmente, en lo aterradores que resultan los muertos vivientes: criaturas rápidas, salvajes, capaces de infectar a los vivos en un abrir y cerrar de ojos y maquillados de forma creíble y espantosa a partes iguales.
Además, la trama política que permea la serie está excelentemente llevada y resulta casi tan interesante como la sobrenatural. Los actores que dan vida a los personajes principales son también muy buenos, y dotan a sus criaturas de gran carisma. Para los que, como yo, están agotados de tanto americano chulapo de tiro rápido e infalible enfrentado sin pestañear a hordas de zombis que caen como moscas bajo sus habilidades adquiridas sin duda tras largos años militando en la Sociedad de Amigos del Rifle, resulta de lo más refrescante contemplar a este grupo de valientes guerreros orientales enarbolando sus sables y sus armas campesinas con eficacia frente a los implacables no muertos.
En fin, solo le pondría una pega a la serie: lo corta, cortísima que se hace y el enorme «continuará» con el que termina la temporada. De verdad, señores, esto no se hace...
EpisodioTV

6,6
115
7
8 de noviembre de 2022
8 de noviembre de 2022
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jodie Whittaker puede no haber sido el mejor Doctor(a) de la historia (ese fue, claro está, el gran Tom Baker), pero todas las absurdas críticas hacia su condición femenina no pueden de ninguna manera borrar el hecho de que ha interpretado a un personaje simpático, excéntrico, carismático y con un plan absurdo y temerario siempre debajo de la manga, todas ellas características fundamentales de las mejores encarnaciones del Doctor (y he visto todos los episodios de la serie, incluidos los perdidos, cuyos audios, con fotogramas sueltos aquí y allá, se conservan; por cierto, la misoginia de muchos de estos «haters» resulta obvia cuando se les confronta con el hecho incontrovertible de que prácticamente nadie se haya quejado de la muy anterior en el tiempo encarnación femenina del Amo, Missy, que ha llegado incluso a ser considerada por muchos «whovians» como la mejor de toda la historia de la serie, de lo que se deduce que un Señor del Tiempo renegado puede regenerarse como mujer sin mayores problemas. De traca). En fin, retomando el tema, el mayor problema de esta tanda de episodios no ha sido en absoluto Whittaker, ni tampoco la nueva encarnación del Amo, que, como el Doctor, cambia de personalidad con cada reencarnación y puede resultar más o menos grotesco, más o menos sarcástico, sádico o excéntrico, ni tampoco los compañeros del Doctor (aunque han sido bastante anodinos en general, incluida Yaz.... pero los ha tenido peores). No, el mayor problema han sido las decisiones del showrunner, Chris Chibnall, que ciertamente ha estado desafortunado tratando de alterar el mismísimo origen del personaje y, lo que es peor, ni siquiera construyendo una trama coherente en torno a esta revelación, sino dejándola caer y continuando adelante como si nada. Sin embargo, este último episodio, este final de etapa, es divertido, pop y espectacular, como tiene que ser una buena aventura del Doctor, con la Señora del Tiempo y sus aliados batallando en una épica lucha sin esperanzas contra una alianza de sus mayores enemigos, y sí, claro que tiene incoherencias, pero... madre mía, la de incoherencias por minuto que tenía la etapa Moffat, sobre todo al final, no la va a superar nadie ni aun queriendo. Además, en el fondo, ¿qué más da? Tenemos a Colin Baker, a Peter Davison, a Sylvester McCoy, al desafortunadamente desaprovechado Paul McGann, y a un par de antiguas compañeras, la una justamente olvidada (Tegan), y la otra, una de las mejores, la gran Ace, tan valiente y explosiva como en los viejos tiempos. Un festival de nostalgia para los fans de toda la vida, sin duda. En eso, en su gran historia, en su condición de clásico indiscutible y legendario, es donde reside la grandeza del Doctor, ya sea hombre o mujer, blanco o negro. De hecho, meditemos un momento sobre la esencia del Doctor: ¿qué es lo que lo hace lo que es? Para un telespectador de los principios de la serie, esa esencia consistiría en ser un abuelo cascarrabias que viaja por el tiempo y el espacio con su nieta y un par de amiguetes... pero todo eso cambió pocos años después, cuando William Hartnell, incapaz de continuar con el papel, cedió el testigo a Patrick Troughton, que interpretó a un Doctor más joven, mucho menos dogmático, excéntrico hasta decir basta y con un grupito completamente remozado de acompañantes. ¿Entonces? ¿Podemos reducir la esencia del Doctor a ser un hombre blanco hetero que viaja por el tiempo y el espacio? Dicho así, resulta risible... porque lo es. La esencia del Doctor es, para todo aquel que entienda la serie, el Cambio, con mayúsculas.
El Doctor es un factor desconocido, un ser eterno y metamórfico contra el que nada vale la lógica sin alma de daleks o cybermen. Es la incógnita de la ecuación. Blanco, negro, hombre, mujer... eso no son más que detalles sin importancia, apariencias, disfraces si se quiere, de un ente cuya única constante es la eterna transformación, entre otras cosas porque para cada generación, el Doctor asume no solo una serie de aspectos distintos, sino también de valores. Y, sin embargo y paradójicamente, son algunos de los que dicen ser sus más acérrimos fans los que con mayor encono se oponen a este rasgo esencial del personaje. Asumidlo ya, amigos: hoy, el Doctor es blanco, mañana será negro, pasado mujer y después... quién sabe. Hoy en día, la diversidad, además de ser una idea perfectamente válida y defendible, es también una moda, y como tal, está destinada a desaparecer y a ser sustituida por otra, pero el Doctor perdurará, porque el Doctor es una idea, y las ideas no mueren. Solo... mutan.
El Doctor es un factor desconocido, un ser eterno y metamórfico contra el que nada vale la lógica sin alma de daleks o cybermen. Es la incógnita de la ecuación. Blanco, negro, hombre, mujer... eso no son más que detalles sin importancia, apariencias, disfraces si se quiere, de un ente cuya única constante es la eterna transformación, entre otras cosas porque para cada generación, el Doctor asume no solo una serie de aspectos distintos, sino también de valores. Y, sin embargo y paradójicamente, son algunos de los que dicen ser sus más acérrimos fans los que con mayor encono se oponen a este rasgo esencial del personaje. Asumidlo ya, amigos: hoy, el Doctor es blanco, mañana será negro, pasado mujer y después... quién sabe. Hoy en día, la diversidad, además de ser una idea perfectamente válida y defendible, es también una moda, y como tal, está destinada a desaparecer y a ser sustituida por otra, pero el Doctor perdurará, porque el Doctor es una idea, y las ideas no mueren. Solo... mutan.
Serie

5,6
1.709
4
16 de abril de 2023
16 de abril de 2023
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así, como hipsipila que abandona su crisálida, ese homúnculo de gollumniano aspecto conocido como Ángel Cristo tuvo que morir para renacer como el apuesto Jaime Lorente. Esto, señores, es como si a mi muerte crearan un clon de Paul Newman para hacer de mi persona en un apasionante biopic cuyas tres cuartas partes estarían dedicadas a verme leer tumbado en la cama, discutir fechas de exámenes con mis alumnos o llevar a piscina/inglés/canto/talleres varios a mis hijos. A mi mujer la podría interpretar alguien con un lejano parecido a ella, pero mucho más sosa en todos los aspectos. Así lograrían recrear a la perfección la magia de esta «Cristo y rey».
Así deberían hacerse todas las futuras biografías de todo el mundo: que no importe nada ningún dato, salvo los cuatro que conoce todo dios: quién se tira a quién y quién le daba de hostias a quién, por ejemplo. Sacar luego por ahí unos narcos que nadie sabe muy bien qué pintan y gente guapa, mucha gente guapa. Coño, es que es lógico. Si ya eras feo en vida, ¿por qué seguir siéndolo muerto? Todos deberíamos tener una oportunidad post-mortem de ser atractivos, como la ha tenido Ángel Cristo. De verdad de la buena.
Ah, ¿la serie? ¿Que cómo está? Pues yo creo que han dado totalmente en el clavo: tan cutre como el propio Ángel Cristo y tan tonta como Belén Cuesta haciendo de Bárbara Rey. Lo mejor de dos mundos.
Así deberían hacerse todas las futuras biografías de todo el mundo: que no importe nada ningún dato, salvo los cuatro que conoce todo dios: quién se tira a quién y quién le daba de hostias a quién, por ejemplo. Sacar luego por ahí unos narcos que nadie sabe muy bien qué pintan y gente guapa, mucha gente guapa. Coño, es que es lógico. Si ya eras feo en vida, ¿por qué seguir siéndolo muerto? Todos deberíamos tener una oportunidad post-mortem de ser atractivos, como la ha tenido Ángel Cristo. De verdad de la buena.
Ah, ¿la serie? ¿Que cómo está? Pues yo creo que han dado totalmente en el clavo: tan cutre como el propio Ángel Cristo y tan tonta como Belén Cuesta haciendo de Bárbara Rey. Lo mejor de dos mundos.
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