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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de febrero de 2013
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Master. La mejor película del 2012 y entre las grandes de los últimos 12 años desde que abordamos el siglo XXI.

¿De que trata? De mentes perturbadas. La de Lancanster Dodd (P. Seymour Hoffman inolvidable), la de Freddie Quell (Joaquin Phoenix. ¿La mejor actuación de todos los tiempos?) y la de Peggy Dodd, esposa de Lancaster (una punzante y manipuladora versión de manos de una Amy Adams soberbia). Pero hilemos más fino. ¿De que trata The Master? De dos formas de encarar la vida que en un momento se encuentran y durante varios años unifican su camino.
Afilemos el lápiz un poco más. ¿Que nos quiere decir Paul Thomas Anderson? Que según el personaje de Hoffman no se puede vivir la vida sin un control, sin una guía. Y que según el personaje de Phoenix, si es posible, a cualquier precio.

Ambos representan las dos caras de la sociedad norteamericana, y porque no mundial, de los últimos 70 años, los posteriores a la segunda guerra mundial. Los años del panóptico, del “Big Brother”, del ojo espia, de los mapas satelitales, del facebook, de las famosas bases de datos secretas, de wikileaks, en fin, los años del control.

El ser humano ya no puede vivir libremente según le plazca. Pero tampoco puede ser oprimido. En occidente las guerras civiles y las tiranías ya no tienen consenso. Se necesita algo silencioso. Una “matrix” que nos haga creer que lo que hacemos tiene sentido, que el rumbo que estamos atravesando es el correcto. Los barcos a la deriva son peligrosos, se necesitan controles, guetos, liderados por desequilibrados mentales, egocéntricos, ambiciosos, hambrientos de reconocimiento y ensalzamiento líderes. Pero que al menos sirven de buenas marionetas para mantener el rebaño a raya. En cualquier caso, cuando estos pierdan inevitablemente el control, serán reemplazados o descartados. Bin Laden, Sadam Hussein, las dictaduras latinoamericanas, George Bush.

El personaje de Hoffman represente ese tipo de líder. Ese instrumento del estado. Ese macarthismo sin piedad, extremista, en el que todo aquel que piense, se vea o actúe diferente es un invasor, un enemigo, alguien a quien hay que denostar, empequeñecer, ridiculizar, aislar y si no es suficiente, agredir. “Es tiempo de atacar”, dice el personaje de Amy Adams, y Freddie Quell lo cumple como fiel fuerza de choque.

Este mismo Quell es el que representa la otra parte de esta brillante radiografía. El hombre libre, el espíritu errático, el instinto hecho carne, la sexualidad y la pasión desenfrenada, el no social, el no domesticado. El que es adiestrado por el culto de control, aprovechando su vaciamiento ideológico para llenarlo con ideas de persecución y paranoia, para manipularlo a su antojo, para servir como ejemplo de que el espíritu mas rebelde puede domesticarse, sujetarse y finalmente como parte de un maquiavélico proceso acostumbrar hasta el punto de que actúe solo en pos del funcionamiento sectario.

Continuo en el spoiler y develo argumento:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero a diferencia de en “There will be Blood”, Thomas Anderson es positivo en esta película. Apuesta porque la naturaleza humana siempre prevalecerá sobre el control, sobre la cohersión. Que mas alla de todas las instigaciones y los constantes lavados de cabeza, el hombre de fuertes convicciones puede mantenerse fuera del sistema, aun a costas de ser visto como un paria, como un loco, como un marginado social, como un condenado a las “huestes del infierno”.
Freddie Quell elige pagar el precio. Nos da esperanzas de que el espíritu rebelde puede ser doblado, usado para los designios mas viles y llevado hasta los limites, pero en ciertas ocasiones no puede ser quebrantado ni aun para los más denigrantes mecanismos de control. Aunque la elección no es sencilla, y aparentemente esa vida no es para cualquiera, solo es cuestión de convicciones.

Imprescindible panorama de la neo-sociedad mundial, más allá de los premios, “The Master” será recordada como la nueva “Barry Lyndon” de esta parte de la historia. Y Paul Thomas Anderson encamina una carrera rumbo al estrellato cinéfilo. Ese al que no le importan los “oscares” sino la memoria de aquellos que no podemos sacar de nuestra cabeza esas imágenes inmortales.

Por más que un motor revuelva la superficie, el mar siempre se impondrá sobre las artificialidades que naveguen en sus aguas. Pues en las profundidades de su esencia la vida se abre camino.
20 de septiembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnética, molesta, casera, hipnótica, soporífera, onírica, extraordinaria, en fin, diferente metáfora/película de Tarkovsky. Cinta que nos introduce en un tiempo apocalíptico, donde no hay referencias al comunismo (quizás aventurándose al futuro de la URSS), donde los protagonistas llevan sobre sus hombros las pesadas cargas de un mundo devastado, gris, sombrío. En él, los eruditos son seres vacios, prostitutas caras que buscan el conocimiento para su vanagloriación, para sus metas personales. En cambio los pobres, los "don nadie", los olvidados son fundamentalistas profundos de pensamiento y firmes en sus convicciones (no solo el Stalker, sino su mujer también lo revela en la firmeza de sus decisiones). Entre ellos existe La Zona, ese lugar donde todo es posible, donde las inquebrantables leyes del mundo son quebradas, donde los oprimidos guían y mandan, donde lo espiritual reina sobre lo material. Allí, el Stalker es feliz, allí el pobre, el último del escalafón social es el primero y el primero es quien debe obedecer.
Pero las concepciones materiales arraigadas del mundo cotidiano están demasiado ancladas en el interior de los hombres, y no hay lugar para la magia ni para la fe. El Stalker se siente fracasado, cansado, derrotado. Sin embargo no dejara de insistir, pues no puede traicionar su naturaleza. No se dejara vender al mejor postor ni aceptara un trabajo normal donde ser explotado. Tampoco Tarkovsky se dará por vencido. Hastiado de sus pares mediocres y materialistas, de las criticas vacías e ignorantes, de un país adoctrinado que ya no podía acoger tanta abstracción, el seguirá adelante, aun en el estigma del exilio. No sin antes despedirse de su tierra natal con una obra tan sensorial como exquisita, tan intima como exclusivista...porque no todos pueden ser llevados a La Zona, solo aquellos preparados mental y espiritualmente...y aunque cada vez somos menos, todavía existimos algunos que anteponemos la fe y los ideales al éxito material. Esos disfrutamos de Stalker.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para los que aun no la han captado: Los poderes de La Zona finalmente si aparecen y se manifiestan mas alla de lo que el Stalker cuenta y prediga. Para los que la critican diciendo que la cinta ni siquiera en eso nos da respuestas. O pensaron que la telequinesis de la hija del Stalker era un recurso hollywodesco sin sentido para cerrar la peli despertando el interrogante facilista en el espectador?. Si, justamente Tarkovsky! Hombres de poca fe!
5 de marzo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Aviso: Esta crítica debe ser leída con el tema “Nightcall” de Kavinsky y Lovefoxxx sonando de fondo)

Una postal de la ciudad de la muerte

Un sintetizador con melodías hipnóticas

Un escorpión latiendo en una campera

Un Chevrolet Impala color plateado

Un palillo descansando en la boca

Dos mafiosos de la vieja escuela

Un martillo y una bala

Un montón de minas en pelotas

Una mascara para ejecutar una venganza

Una navaja, varios puñales y armas de fuego

Una ladrona que camina como puta

Una persecución de autos, de esas que se extrañan

Un guerrero al que le pesa su pasado

Un silencio, una respiración, un atardecer sobre el perfil moribundo

Una matanza de hotel que no tiene nada heroico

Una amistad con un niño de 6 años

Unos segundos romance y muerte en un ascensor

Un amor imposible, de esos que marcan el destino

Una película para toda la vida

Drive.
27 de octubre de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hete aquí mis amigos, la obra cumbre del cine posmoderno, la apertura a una nueva forma de hacer y contemplar el séptimo arte, una dinámica absolutamente innovadora, 90 minutos que duraran para toda la eternidad, el punto de quiebre que cambió para siempre nuestro hábitos perceptivos, he aquí, simplemente The Wall.
A sus detractores es necesario reconocerles su comercialidad, sus fines económicos y publicitarios, pero mis amigos, si todo lo comercial, lo propagandístico fuera de esta semejante calidad, que lugar hermoso seria el mundo en el cual nos toca vivir (o padecer)
Digo, alguien puede negar que este maravilloso musical (díganle videoclip si quieren, pero hay que tener mucho talento para hacer un videoclip de una hora y media y no solo mantener, sino hipnotizar al espectador con semejante muestra de virtuosismo y creatividad) marcó un antes y un después en la historia de mirar una pantalla, ya sea de cine, de tv o actualmente de reproductores portátiles? No les queda la sensación luego de apreciar este lienzo virtual y movible que derrocha arte a cada segundo, que todo lo visto en este género o similares desde esa fecha en posterior es un maldito plagio, una desfachatada copia de esa piedra fundadora que resulto The Wall?
En mi humilde opinión, la respuesta no es otra que afirmativa. Más allá de sus intenciones, de sus criticas, la obra de Alan Parker, Roger Waters, David Gilmour y compañía, es en lo que se refiere a posmodernidad lo más grande que se ha visto por mucho, muchísimo.
Animaciones fascinantes, un ritmo hipnótico de rodaje, concepciones reveladoras, una actuación de Geldof absolutamente descollante, ni un gramo más de exageración en sus descabelladas escenas de locura y descontrol, un montaje delicioso, de los más grandes de la historia, un derroche de creatividad y profundidad que ni un solo plano puede ser acusado de falta de significancia. Y que decir de la banda sonora que no se haya dicho aun: única, elegida, sobrecogedora, inmortal. Seguramente ese sea el calificativo que resuma en una palabra aquello que significa: inmortal, pues pueden pasar los años, pueden pasar las obras, las películas, los musicales, los discos, las estrellas, los Oscars, los reconocimientos, las criticas…todo pasa, todo fluye y en la memoria queda otro ladrillo en la pared, pero este más luminoso que ningún otro, imposible de no observar cada vez que nuestra mirada hacia el nos conduzca y nos llene de magia y asombro otra vez, como la primera, como siempre.
12 de febrero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rara vez en la historia de la cinematografía se unen en la misma obra, tres enormes, inconmensurables actuaciones como las de Nick Nolte, en el papel de un aquejado pero para nada pasivo Augusto Odone, Susan Sarandon como la batalladora y siempre esperanzada Michaela Odone y el novato y extrañamente evaporado a posteriori de la pantalla grande, Zack O´Malley Greenburg, (como no fue nominado al Oscar!) que en la piel de un catatonico y enfermizo Lorenzo es capaz de sumergirnos de la perturbación, por su gradual deterioro físico y mental al que padecemos como si fuera propio, a la devoción total, plena y conmovedora que despierta gracias a su lucha feroz, valiente, tan llena de hombría (paradójica por su corta edad) y tesón contra una terrible enfermedad que amenazaba llevarse su vida en apenas unos meses tras el diagnostico revelador. Que decir de la escena en que luego de extenuantes horas de convulsiones, con sus pequeñas manitos retorcidas y sus ojos desorbitados por el dolor punzante, extremo, insoportable, manifiesta con su resistencia a sus ya casi resignados padres y a un absolutamente frío, burocrático y apartado doctorado, sus ganas de continuar con vida, de seguir en el mundo real batallando, peleando, manteniéndose consciente para escuchar los dulcemente relatados cuentos de su tierna pero no menos inquebrantable madre y su desafiante y sacrificado padre que, desafiando todas las hipótesis y conclusiones medicas hasta allí efectuadas con respecto al destructivo y congénito mal, llevó los medios para la salvación de su hijo, hasta el limite de lo legal, incluso sobrepasándolo en ocasiones. Sumado a una dirección maravillosa de George Miller, que por medio de un relato dinámico, didáctico y poderosamente emotivo (pero no de una emoción blanda y banal sino la que surge a través de la sana envidia al contemplar semejante demostración de voluntad y resistencia por medio de los protagonistas) mas un montaje delicioso y una banda sonora que acompaña a la perfección tan brutal historia, nos pasea durante sus casi dos horas y cuarto por un narración tan conmovedora como inspiradora, tan hermosa como despiadada, tan llena de valentía como de temor, como el amor mismo, ese que solo un padre puede sentir por su hijo.
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