Primer viaje tripulado a Marte, los recursos humanos de la NASA han elegido para tamaño hito histórico a un conjunto internacional de gente miserable y emocionalmente flácida. Y las serie se dedica a ellos, a sus mentiras, sus rencores, sus egoismos y su incapacidad para convivir en vez de comportarse como tal misión precisara, que por otra parte, también les pasa a los jefes que siguen en la Tierra, que no tienen el nivel. Por si este endeble esqueleto no fuera suficiente, la ley de Murphy es el protagonista en cada episodio, porque lo que puede ir mal, efectivamente va mal. Los episodios siguen una plantilla que se inicia con exposición breve, sigue con presentación de un problema grave, solución del problema, pero no, es peor de lo que se esperaba, vamos a morir todos, aunque al final hay una chispa mágica que lo arregla, adornado con una cancioncita y las caras afectadas de los protagonistas. Francamente, lo menos que importa es si llegan o no a Marte, si no fuera por las diversas cuarentenas de esta pandemia no se hubiera visto en mi casa.

Esta película consigue parecer un episodio cualquiera de una serie americana, tipo CSI o Entre Fantasmas...Una de esas. Resulta que un departamento de la universidad que se encarga de demostrar fraudes parapsicológicos, que asombrosamente tiene alumnos, se enfrenta a un mentalista y/o psíquico que parece ser que levanta una desmedida, gigantesca, expectación en la ciudad, también muy comprensible, porque pasa mucho. Ay! Pobre Sigourney!