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6,3
556
8
17 de octubre de 2020
17 de octubre de 2020
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para disfrutar del cine hay que sentarse en la butaca con el espíritu de un niño/a. Algunos/as cinéfilos renuncian a situarse en la época en la que transcurre "Experiment Perilous" y no saben colarse en las calles del Nueva York de 1903, para gozar de esta historia de amor, celos, crímenes, psicología y sobre todo, de cierto suspense, aunque se adivine desde el comienzo de la película que habrá un final feliz.
Estamos ante un melodrama de corte perfecto, escrito por Margaret Carpemter en 1943, cuando la RKO decide adaptarla a la gran pantalla y a toda prisa, por haber sido un best-seller en ese mismo año.
Hace poco menos de ocho décadas, las producciones made in Hollywood adquirían miles de argumentos extraídos de sendos libros, mayormente escritos por hombres, para lanzar al mercado westerns, filmes bélicos, policíacos, de ciencia ficción, de espionaje, comedias musicales y dramas como esta "Noche en el alma", título que me espanta por la cursilería del culpable, cuando lo atinado hubiera sido bautizarlo como "Peligrosa Experiencia" (lo de experimento peligroso sonaría muy Frankstein) dada la trágica historia de una bellísima muchacha, a la que un caballero de cierta edad logra conquistar con hermosas palabras, obsequios lujosos, trato más que amoroso y una mansión tan barroca como esplendorosa,
Saber situarse en aquella época, aceptar la trama desde el comienzo, resulta imprescindible a la hora de ser una viajera más en el tren donde se produce el encuentro entre el protagonista y una simpática y dicharachera ancianita, cuya presencia sorprende a un psicólogo, héroe de la cinta, que vivirá a partir de entonces, una aventura que cambiará su existencia.
Me resultó muy sencillo y cómodo sentarme en ese vagón y disfrutar de esta obra a la que no le falta casi nada. Hedy Lamarr, perfecta en su papel de atemorizada esposa, como el resto de los actores que evitan la exagerada gestualidad del cine contemporáneo, dando vida a una serie de personajes que soslayan la tentación del histrionismo, representando con exquisitez y mesura a aquellas gentes de la alta sociedad estadounidense de principios del siglo XX.
Jacqques Tourneur, experto en westerns, cine de aventuras y de terror, demostró en toda su obra el dominio de la cámara, el travelling, el primer plano, el encuadre y la iluminación, además de haber elegido una precisa y preciosa banda sonora, para ofrecernos este melodrama en el que la sola mirada de la señora Lamarr nos hace aún más verídica esa historia de amor, crueldad, celos, asesinatos... todo ello en un ambiente de alta burguesía y muy buenos modales.
Y termino agradeciendo a la bellísima Hedy Lamarr porque gracias a su impresionante cociente intelectual, hoy podemos disfrutar de Internet. ¿Dudan de lo dicho? Pues lean la biografia de esta genial mujer.
Estamos ante un melodrama de corte perfecto, escrito por Margaret Carpemter en 1943, cuando la RKO decide adaptarla a la gran pantalla y a toda prisa, por haber sido un best-seller en ese mismo año.
Hace poco menos de ocho décadas, las producciones made in Hollywood adquirían miles de argumentos extraídos de sendos libros, mayormente escritos por hombres, para lanzar al mercado westerns, filmes bélicos, policíacos, de ciencia ficción, de espionaje, comedias musicales y dramas como esta "Noche en el alma", título que me espanta por la cursilería del culpable, cuando lo atinado hubiera sido bautizarlo como "Peligrosa Experiencia" (lo de experimento peligroso sonaría muy Frankstein) dada la trágica historia de una bellísima muchacha, a la que un caballero de cierta edad logra conquistar con hermosas palabras, obsequios lujosos, trato más que amoroso y una mansión tan barroca como esplendorosa,
Saber situarse en aquella época, aceptar la trama desde el comienzo, resulta imprescindible a la hora de ser una viajera más en el tren donde se produce el encuentro entre el protagonista y una simpática y dicharachera ancianita, cuya presencia sorprende a un psicólogo, héroe de la cinta, que vivirá a partir de entonces, una aventura que cambiará su existencia.
Me resultó muy sencillo y cómodo sentarme en ese vagón y disfrutar de esta obra a la que no le falta casi nada. Hedy Lamarr, perfecta en su papel de atemorizada esposa, como el resto de los actores que evitan la exagerada gestualidad del cine contemporáneo, dando vida a una serie de personajes que soslayan la tentación del histrionismo, representando con exquisitez y mesura a aquellas gentes de la alta sociedad estadounidense de principios del siglo XX.
Jacqques Tourneur, experto en westerns, cine de aventuras y de terror, demostró en toda su obra el dominio de la cámara, el travelling, el primer plano, el encuadre y la iluminación, además de haber elegido una precisa y preciosa banda sonora, para ofrecernos este melodrama en el que la sola mirada de la señora Lamarr nos hace aún más verídica esa historia de amor, crueldad, celos, asesinatos... todo ello en un ambiente de alta burguesía y muy buenos modales.
Y termino agradeciendo a la bellísima Hedy Lamarr porque gracias a su impresionante cociente intelectual, hoy podemos disfrutar de Internet. ¿Dudan de lo dicho? Pues lean la biografia de esta genial mujer.

5,0
16.010
2
21 de abril de 2019
21 de abril de 2019
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que los miembros y miembras de la Academia del Cine estadounidense acostumbran a reunirse en torno a una mesa, para comentar (sin revelar sus preferencias) las películas que merecen ser candidatas a ese premio que familiarmente se conoce como Oscar.
Se supone que algunos de ellos/as votaron a este filme del español Fernando Trueba, aunque estoy casi segura de que en esa decisión flotaba el fantasma de algún tipo de alucinógeno.
No se puede comprender que personas con dos dedos de frente y un cociente intelectual de 90 o 100 (que es una media normal) nominaran aquel año a este engendro cinematográfico como mejor película extranjera .
El guión, tan espantoso como manido, podría figurar entre la colección de películas de la familia Ozores o de Rafael Gil. Realmente fue "demasiado" (too much) que Trueba y su cohorte estuvieran convencidos de que el esperpento Two Much era un homenaje a Billy Wilder, cuando en verdad fue un insulto. Hasta el grito de Penélope Cruz (cuyo éxito nadie podrá explicar con argumentos artísticos) denotaba algo más que sorpresa cuando leía la tarjeta, porque era increíble que algo tan deleznable llegara a merecer un premio cada vez más denostado.
No me extraña nada.
Se supone que algunos de ellos/as votaron a este filme del español Fernando Trueba, aunque estoy casi segura de que en esa decisión flotaba el fantasma de algún tipo de alucinógeno.
No se puede comprender que personas con dos dedos de frente y un cociente intelectual de 90 o 100 (que es una media normal) nominaran aquel año a este engendro cinematográfico como mejor película extranjera .
El guión, tan espantoso como manido, podría figurar entre la colección de películas de la familia Ozores o de Rafael Gil. Realmente fue "demasiado" (too much) que Trueba y su cohorte estuvieran convencidos de que el esperpento Two Much era un homenaje a Billy Wilder, cuando en verdad fue un insulto. Hasta el grito de Penélope Cruz (cuyo éxito nadie podrá explicar con argumentos artísticos) denotaba algo más que sorpresa cuando leía la tarjeta, porque era increíble que algo tan deleznable llegara a merecer un premio cada vez más denostado.
No me extraña nada.
5
21 de abril de 2019
21 de abril de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que sorprende en esta pelìcula radica en el carácter simplón del personaje que interpreta James Garner, un actor bastante mediocre que encarna a un hombre que parece haber sufrido un ataque de amnesia profunda.
Supongo que, como se les dice a los nenes, una película puede, o no, reflejar un hecho real, una sencilla o complicada fantasía, e incluso una entelequia. En este caso se trata de un caballero entrado en la madurez que ha perdido totalmente la memoria, como cuenta la novela "Buddwing", original de Evan Hunter, seudónimo de un escritor de origen italiano, pero neoyorquino de nacimiento, que colaboró en el cine junto a Richard Brooks e incluso con Alfred Hitchcock. Hunter asegura que lo suyo es la tensión y el drama de la soledad. Puedo dar fe que viendo el filme me sentí más sola que la una.
Que me disculpen los fans de Evan, pero el relato carece de credibilidad alguna, pese a los esfuerzos del notable director Delbert Mann ("Marty", "Mesas separadas", "Deseo bajo los olmos", y un largo etcétera sin demasiada repercusión) para que el espectador sienta cierta desazón ante el problema del amnésico en cuestiòn.
No creo pecar de exigente si afirmo que ante un caso de esa enjundia, si el afectado o afectada es una persona con una cociente intelectual normal, se debe ir de inmediato a una comisaría de Policía y demandar ayuda para saber, incluso, si eres un asesino o un ministro/a en apuros. Y si no confías en los agentes, resulta muy "emocionante" para las emisoras de TV, presentarte ante los medios pidiendo socorro y al minuto tendríamos cientos de llamadas que podrían desvelar la incógnita.
Resumo: "La mujer sin rostro" (espantoso título en la versión española) es un filme en el que el amnésico no da pena alguna, porque resulta ser un panoli que prefiere perseguir algunas jovencitas para saber si han representado algo en su vida, antes que actuar como una persona inteligente.
Eso sí; James Garner encarna con absoluta fidelidad al pánfilo de turno y las bellezas que aparecen en el transcurso de la cinta alivian el aburrimiento feroz que ataca a quienes exigimos de un tema como ese, algo de realismo.
Supongo que, como se les dice a los nenes, una película puede, o no, reflejar un hecho real, una sencilla o complicada fantasía, e incluso una entelequia. En este caso se trata de un caballero entrado en la madurez que ha perdido totalmente la memoria, como cuenta la novela "Buddwing", original de Evan Hunter, seudónimo de un escritor de origen italiano, pero neoyorquino de nacimiento, que colaboró en el cine junto a Richard Brooks e incluso con Alfred Hitchcock. Hunter asegura que lo suyo es la tensión y el drama de la soledad. Puedo dar fe que viendo el filme me sentí más sola que la una.
Que me disculpen los fans de Evan, pero el relato carece de credibilidad alguna, pese a los esfuerzos del notable director Delbert Mann ("Marty", "Mesas separadas", "Deseo bajo los olmos", y un largo etcétera sin demasiada repercusión) para que el espectador sienta cierta desazón ante el problema del amnésico en cuestiòn.
No creo pecar de exigente si afirmo que ante un caso de esa enjundia, si el afectado o afectada es una persona con una cociente intelectual normal, se debe ir de inmediato a una comisaría de Policía y demandar ayuda para saber, incluso, si eres un asesino o un ministro/a en apuros. Y si no confías en los agentes, resulta muy "emocionante" para las emisoras de TV, presentarte ante los medios pidiendo socorro y al minuto tendríamos cientos de llamadas que podrían desvelar la incógnita.
Resumo: "La mujer sin rostro" (espantoso título en la versión española) es un filme en el que el amnésico no da pena alguna, porque resulta ser un panoli que prefiere perseguir algunas jovencitas para saber si han representado algo en su vida, antes que actuar como una persona inteligente.
Eso sí; James Garner encarna con absoluta fidelidad al pánfilo de turno y las bellezas que aparecen en el transcurso de la cinta alivian el aburrimiento feroz que ataca a quienes exigimos de un tema como ese, algo de realismo.
23 de abril de 2019
23 de abril de 2019
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este engendro creo que hace el número 3.564.342 de las películas que se han rodado sobre la amenaza de las presuntas civilizaciones extraterrestres, que en verdad no son nada civilizadas, según los realizadores que se atreven a perpetrar esta clase de crímenes cinematográficos.
Un consejo: Si es usted aficionado a este tipo de filmes: Véalos en compañía de amigos y amigas, familiares y allegados, que tengan sentido del humor demostrado, a quienes ser les dotará de copas de vino, cervezas y algún whisky o gin and tonic. Los ataques de risa suelen ser espontáneos.
Un niño de once años decía: "Oye, papá, ¿tu crees que en universo solo hay alienígenas malos y asesinos?". Y el padre respondió: "Claro, hijo mío... Si fueran buena gente todas las películas serían muy aburridas".
Un consejo: Si es usted aficionado a este tipo de filmes: Véalos en compañía de amigos y amigas, familiares y allegados, que tengan sentido del humor demostrado, a quienes ser les dotará de copas de vino, cervezas y algún whisky o gin and tonic. Los ataques de risa suelen ser espontáneos.
Un niño de once años decía: "Oye, papá, ¿tu crees que en universo solo hay alienígenas malos y asesinos?". Y el padre respondió: "Claro, hijo mío... Si fueran buena gente todas las películas serían muy aburridas".

7,9
110.793
5
26 de julio de 2018
26 de julio de 2018
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
He sonreído con obligada comprensión las críticas tan elogiosas a una película bien estructurada, con ritmo de swing o de bolero, con personajes vibrantes y situaciones inverosímiles, pero que ante una obra de Stephen King hay que tomarlas como posibles... si una deja a un lado sus convicciones agnósticas.
Y es que una cosa es la ciencia ficción y otra los filmes donde la mano del Señor se cierne con todo su amor y su crueldad, regalando dones milagrosos a personas que nada tienen que ver con Bernardette Soubirous o los pastorcitos/as de Fátima.
Y aquí es donde la historia se mece con comodidad, lanzando toda suerte de trucos melodramáticos para un público que retorna a la infancia, gracias a un ratón de circo y a un gigantón más tierno que el pan de maiz capaz de sanar todos los males pero, como el mismo Cristo, inmolarse por los pecados del mundo.
Hace muchos años, cuando se estrenó aquella historia llamada "ET", un excelente crítico que firmaba como Mister Belvedere, fue capaz de resumirla de forma escueta y genial: "Un personaje llega a la Tierra desde el cielo, se hace amigo de varios niños, hace milagros, pero la policía le teme porque es extraño, le acosan, le matan, pero resucita y se vuelve al espacio sideral. La historia me suena mucho".
La Milla Verde tiene algo de ET en muchos aspectos, despertando esas emociones bastante típicas de la infancia y la adolescencia, cuando lo más destacable es la naturalidad con que se presenta una lacra jurídica como la pena de muerte, que aún sigue legalizada en muchos países, aunque ya modernizada.
Nada que objetar a la interpretación de todos los actores y actrices, aunque las situaciones por las que pasan les obliga a cierto grado de histrionismo gestual, que se perdona en nombre de "las emociones" y las lágrimas que sin duda despierta entre los espectadores más sensibleros.
Nada que ver con "Pena de Muerte", historia carcelaria sólida, más que posible, densa, con buenas dosis de intriga y "verité" y personajes condenados, que son buenos, y autoridades "malísimas".
En suma, una larga trampa repleta de decenas de celadas, que una vez descubierto el truco se exige sonreír paternalmente y pasar el brazo por el hombro de nuestro/a acompañante y decirle: "¡Qué avispados son estos yanquis que te cuentan historias espantosas y encima quieren quedar como los ángeles".
Y es que una cosa es la ciencia ficción y otra los filmes donde la mano del Señor se cierne con todo su amor y su crueldad, regalando dones milagrosos a personas que nada tienen que ver con Bernardette Soubirous o los pastorcitos/as de Fátima.
Y aquí es donde la historia se mece con comodidad, lanzando toda suerte de trucos melodramáticos para un público que retorna a la infancia, gracias a un ratón de circo y a un gigantón más tierno que el pan de maiz capaz de sanar todos los males pero, como el mismo Cristo, inmolarse por los pecados del mundo.
Hace muchos años, cuando se estrenó aquella historia llamada "ET", un excelente crítico que firmaba como Mister Belvedere, fue capaz de resumirla de forma escueta y genial: "Un personaje llega a la Tierra desde el cielo, se hace amigo de varios niños, hace milagros, pero la policía le teme porque es extraño, le acosan, le matan, pero resucita y se vuelve al espacio sideral. La historia me suena mucho".
La Milla Verde tiene algo de ET en muchos aspectos, despertando esas emociones bastante típicas de la infancia y la adolescencia, cuando lo más destacable es la naturalidad con que se presenta una lacra jurídica como la pena de muerte, que aún sigue legalizada en muchos países, aunque ya modernizada.
Nada que objetar a la interpretación de todos los actores y actrices, aunque las situaciones por las que pasan les obliga a cierto grado de histrionismo gestual, que se perdona en nombre de "las emociones" y las lágrimas que sin duda despierta entre los espectadores más sensibleros.
Nada que ver con "Pena de Muerte", historia carcelaria sólida, más que posible, densa, con buenas dosis de intriga y "verité" y personajes condenados, que son buenos, y autoridades "malísimas".
En suma, una larga trampa repleta de decenas de celadas, que una vez descubierto el truco se exige sonreír paternalmente y pasar el brazo por el hombro de nuestro/a acompañante y decirle: "¡Qué avispados son estos yanquis que te cuentan historias espantosas y encima quieren quedar como los ángeles".
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