No me cansaría nunca de volver a verla. Una película llena de sentimientos en la que se refleja el verdadero sentir del pueblo alemán a finales de la segunda guerra mundial.
Unos actores de lujo con unos diálogos de lujo.
Una fotografía monumental y escenas que encogen el corazón por su sentidos acentuados.
Sin duda Spielberg copió en Salvar al soldado Ryan, mucho de esta película.

Genial, imprescindible.

Protagonista odiosa, empoderada, desagradable, feminazi. Persecuciones vistas mil veces, fallos clamorosos en los efectos especiales de las escenas a caballo en el metro.
Indiana Jones transformado en un pobre ser acabado y una mujer prepotente y ridícula.
Se han cargado la saga. Este engendro sobraba.
Phoebe Waller, resulta insoportable, desagradable, fea.
El wokismo de Phoebe Waller, es repugnante, en la línea del destrozo de los remakes de los clásicos de los últimos años.
Una verdadera falta de respeto hacia el espectador.

Los mismos actores lamentables con el mismo registro, los mismos chistes casposos y las palabrotas y tacos metidos a zapatazos en el guión.
El eterno tartamudeo de resines, y según dicen porque yo no los soporto, esta serie es como los serrano o los hombres de paco, pero metidos en un bar.
De como destrozar una buena serie original y de como interpretar un papel de encefalograma plano.
Menuda casposidad. No le doy 0 porque no se puede.

Una moza de buen ver de viaje con su novio ve a un masai y de repente más caliente que el palo de un churrero y como una perra en celo deja todo incluyendo a su novio y no para hasta encontrar al dichoso masai, que le hace la caidita de roma de forma brutal en plan pleistoceno.
Una sucesión de despropósitos, una película para olvidar.

La historia muestra uno de los mayores males que ha traído la tecnología, el abuso de las redes sociales y del teléfono que lleva a los jóvenes a desconectar de la realidad y sacar lo peor de cada uno.

El aborregamiento social que ataca sin piedad a quienes no siguen las corrientes de la masa y son apartados y humillados de forma radical.
Un grito desesperado de libertad, de volver al contacto frente a frente, de recuperar la esencia de la verdadera amistad y de las relaciones perdidas.
Una crítica total de los tiempos que vivimos.
Lo malo es que el final de la película está hecha deprisa y corriendo, los últimos minutos son desastrosos y no son coherentes con lo que se ha intentado trasmitir.