You must be a loged user to know your affinity with John Giraldo
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

5,4
281
5
27 de enero de 2013
27 de enero de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y docente universitario
[email protected]
La película La Playa es sin duda un cine de región. Sin consolidarse una tendencia en el cine colombiano, el gran ojo se abre para mostrarnos ciudades, sitios, parcelas, lugares no antes retratados por la pantalla grande. La Sirga nos conectó con Nariño, Apaporis nos ubicó en las inmediaciones del Vaupés, Sofía y el terco en un lugar de las montañas, ahora La playa narra una ciudad capital del país donde no están los grandes edificios o el progreso; se trata de una historia de la comunidad afro, de cómo sin territorio, habitan una ciudad que a veces los condena o los margina y donde pesa mucho su vida pasada: el haber sido desalojados de su sitio natal.
La Playa explora las consecuencias del conflicto. No hay balas, ni siquiera la necesidad de mostrar de forma directa lo ocurrido por allá en donde habitaba la familia de Tomás, el protagonista de la película, quien con sus dos hermanos más y su madres afrontan una ciudad que no les pertenece y por el contrario los excluye. Ese es el merito de la película: reflejar una marginalidad abrupta, dolorosa, con una carga emocional muy fuerte. Es una pesadilla haber sido despojados de aquel entorno y estar naufragando en otra realidad. La película se resume a esto: una familia de afro descendientes vive con angustias y zozobras luego de haber sido expulsada tras el asesinato del padre, además cuenta con varios matices: una madre resignada, un hijo (el menor) en las drogas, otro quien ama más estar afuera y regresar al norte (el mayor) y el del medio, Tomás (el del medio), quien aunque con fuertes dolencias intenta recobrar la esperanza en donde ahora vive.
Es una película sencilla. Cuesta adaptarse a ella por lo sobria. Diálogos muy predecibles y sin sustancia: les faltó elaboración. Un ritmo lento y un tema del cual uno espera más fuerza. Es tan elemental que aburre y es tan necesaria que uno la acoge. El trabajo mayor podría estar en la falta de un guión más compacto, cuyas alternativas nos brindaran más contexto, un poco de menos frialdad con los personajes, más posibilidades de conexión entre espectador e historia. Más fuerza narrativa, eso es lo que falta
Sigo en spoiler
Periodista y docente universitario
[email protected]
La película La Playa es sin duda un cine de región. Sin consolidarse una tendencia en el cine colombiano, el gran ojo se abre para mostrarnos ciudades, sitios, parcelas, lugares no antes retratados por la pantalla grande. La Sirga nos conectó con Nariño, Apaporis nos ubicó en las inmediaciones del Vaupés, Sofía y el terco en un lugar de las montañas, ahora La playa narra una ciudad capital del país donde no están los grandes edificios o el progreso; se trata de una historia de la comunidad afro, de cómo sin territorio, habitan una ciudad que a veces los condena o los margina y donde pesa mucho su vida pasada: el haber sido desalojados de su sitio natal.
La Playa explora las consecuencias del conflicto. No hay balas, ni siquiera la necesidad de mostrar de forma directa lo ocurrido por allá en donde habitaba la familia de Tomás, el protagonista de la película, quien con sus dos hermanos más y su madres afrontan una ciudad que no les pertenece y por el contrario los excluye. Ese es el merito de la película: reflejar una marginalidad abrupta, dolorosa, con una carga emocional muy fuerte. Es una pesadilla haber sido despojados de aquel entorno y estar naufragando en otra realidad. La película se resume a esto: una familia de afro descendientes vive con angustias y zozobras luego de haber sido expulsada tras el asesinato del padre, además cuenta con varios matices: una madre resignada, un hijo (el menor) en las drogas, otro quien ama más estar afuera y regresar al norte (el mayor) y el del medio, Tomás (el del medio), quien aunque con fuertes dolencias intenta recobrar la esperanza en donde ahora vive.
Es una película sencilla. Cuesta adaptarse a ella por lo sobria. Diálogos muy predecibles y sin sustancia: les faltó elaboración. Un ritmo lento y un tema del cual uno espera más fuerza. Es tan elemental que aburre y es tan necesaria que uno la acoge. El trabajo mayor podría estar en la falta de un guión más compacto, cuyas alternativas nos brindaran más contexto, un poco de menos frialdad con los personajes, más posibilidades de conexión entre espectador e historia. Más fuerza narrativa, eso es lo que falta
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con el cine colombiano ocurre algo paradójico. La gente suele decir que no asiste a ver películas con merecimientos y premios en festivales extranjeros, sobre todo los europeos. Suelen asociar este cine a algo aburrido; algo así como que son películas para contemplar, y si ganan allá debería ser un beneplácito, no obstante, parece ser un costo en las taquillas. A La Playa se le han abierto caminos, su paso por Cannes, la aceptación en el festival de San Sebastián, un recorrido por más de 10 festivales entre Europa y Suramérica, la academia de cine colombiano la acogió para representarnos en Los Goya (2013), es decir, cuenta con cierto prestigio afuera, pero seguro será muy difícil obtener una taquilla digna adentro.
Volviendo a la historia, es bien significativo, el abrir el ojo hacia esos rincones y geografías donde nosotros no miramos, ni tenemos la posibilidad de comprender lo que ocurre. Con películas como La Playa se abre el espectro del cine de regiones, es decir, aquel modo de contar en el que se incluyen historias donde van quedando los registros de esos sitios donde no se ha llegado o el cine nunca ha explorado sus territorios. Es un cine internado en ciudades y personajes hasta ahora desconocidos, con los que se nos permite recorrer y habitar esas parcelas de lugares no retratados. El cine de regiones es una forma de descentrarnos e irnos descubriendo desde otras realidades. Y ahí se inscribe La Playa. No es una película que reivindique todo el sentir de la comunidad afro, se suma a lo aportado por Chocó de Jhonny Hendrix.
Además La Playa corrobora la idea de que nuestro cine no es mayoritario de narcotráfico o de violencia y que para narrar, a veces es mejor sugerir que ser explícito. Es necesario mejorar en los recursos narrativos y ofrecer ciertas estrategias de enganche, el tema es necesario pero la forma de presentación muy tímida. No obstante, es un triunfo simbólico el poder ver una película exploratoria de una comunidad ahí, invisible, marginada, dispuesta, como Tomás a no perder la esperanza y a confiar en su país.
Volviendo a la historia, es bien significativo, el abrir el ojo hacia esos rincones y geografías donde nosotros no miramos, ni tenemos la posibilidad de comprender lo que ocurre. Con películas como La Playa se abre el espectro del cine de regiones, es decir, aquel modo de contar en el que se incluyen historias donde van quedando los registros de esos sitios donde no se ha llegado o el cine nunca ha explorado sus territorios. Es un cine internado en ciudades y personajes hasta ahora desconocidos, con los que se nos permite recorrer y habitar esas parcelas de lugares no retratados. El cine de regiones es una forma de descentrarnos e irnos descubriendo desde otras realidades. Y ahí se inscribe La Playa. No es una película que reivindique todo el sentir de la comunidad afro, se suma a lo aportado por Chocó de Jhonny Hendrix.
Además La Playa corrobora la idea de que nuestro cine no es mayoritario de narcotráfico o de violencia y que para narrar, a veces es mejor sugerir que ser explícito. Es necesario mejorar en los recursos narrativos y ofrecer ciertas estrategias de enganche, el tema es necesario pero la forma de presentación muy tímida. No obstante, es un triunfo simbólico el poder ver una película exploratoria de una comunidad ahí, invisible, marginada, dispuesta, como Tomás a no perder la esperanza y a confiar en su país.

2,6
147
1
3 de enero de 2013
3 de enero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y docente universitario
[email protected]
Que cambie todo pero no el modo de hacer cine de Dago García. Es la mejor psicología moderna para los colombianos. No hay nada que se le parezca a Dago; como la famosa cantante única del Perú: Wendy Sulca. La diferencia es tan solo que Dago acumula más fans en un solo día, por ejemplo 102 mil espectadores en su día de estreno. Es necesario ratificarlo, el Paseo es la mejor película colombiana. La genialidad de sus creadores no pudo ser inferior a las necesidades de espectáculo y diversión de los colombianos. El Paseo dos augura un camino insuperable, utópico para cualquier realizador en la nación que tiene como sueño conseguir esa cifra para todo el tiempo en cartelera.
Nadie se queja en la función, pues la sala se encuentra tan llena como montar en una hora pico de Transmilenio o Megabús. Se escuchan los crujidos de las crispetas, hay quienes educan a sus hijos en geografía diciendo que en ese lugar de Cartagena estuvieron y que ellos también padecen de algún salpullido raro. Los más fanáticos celebran tirando crispetas para los lados. Es la panacea de la unión familiar y el castigo a lo popular: “no comer arepehuevo porque da daño de estómago”, “no andar por calles donde viva gente indeseable porque son unos malencarados que te pueden robar”, “no competir con familias obesas porque son cursis y engañosas”, en fin hay todo un decálogo para la buena convivencia. Es la forma para alivianar las penas, detestar lo que nos enorgullece y mejor soñar con ir a París, estar en la mejor suite de un hotel en Cartagena y disfrutar de los planes alejados del bullicio y el gentío.
El Paseo dos reúne lo que todo colombiano quisiera soñar: una esposa que no chistea aunque tenga caprichos, unos hijos tecnologizados y buena onda que se burlan del papá, una suegrita demalas en el amor, pero un amor de señora que intenta pasear con un muchacho ventiañero, un humilde y avezado jefe de hogar que no es de más criticar porque trabaja, intenta todo el tiempo hacer el bien, y ofrecerle felicidad a su adorada familia. Es más, es una familia perfecta que goza de sus sufrimientos y mantiene el pasado congelado porque es lo más rico que pudiera haberse vivido, “no sé cómo se casó con este mequetrefe si ese churrito lo tiene todo, hasta plata de sobra”, dice la querida suegrita.
Sigo en spoiler
Periodista y docente universitario
[email protected]
Que cambie todo pero no el modo de hacer cine de Dago García. Es la mejor psicología moderna para los colombianos. No hay nada que se le parezca a Dago; como la famosa cantante única del Perú: Wendy Sulca. La diferencia es tan solo que Dago acumula más fans en un solo día, por ejemplo 102 mil espectadores en su día de estreno. Es necesario ratificarlo, el Paseo es la mejor película colombiana. La genialidad de sus creadores no pudo ser inferior a las necesidades de espectáculo y diversión de los colombianos. El Paseo dos augura un camino insuperable, utópico para cualquier realizador en la nación que tiene como sueño conseguir esa cifra para todo el tiempo en cartelera.
Nadie se queja en la función, pues la sala se encuentra tan llena como montar en una hora pico de Transmilenio o Megabús. Se escuchan los crujidos de las crispetas, hay quienes educan a sus hijos en geografía diciendo que en ese lugar de Cartagena estuvieron y que ellos también padecen de algún salpullido raro. Los más fanáticos celebran tirando crispetas para los lados. Es la panacea de la unión familiar y el castigo a lo popular: “no comer arepehuevo porque da daño de estómago”, “no andar por calles donde viva gente indeseable porque son unos malencarados que te pueden robar”, “no competir con familias obesas porque son cursis y engañosas”, en fin hay todo un decálogo para la buena convivencia. Es la forma para alivianar las penas, detestar lo que nos enorgullece y mejor soñar con ir a París, estar en la mejor suite de un hotel en Cartagena y disfrutar de los planes alejados del bullicio y el gentío.
El Paseo dos reúne lo que todo colombiano quisiera soñar: una esposa que no chistea aunque tenga caprichos, unos hijos tecnologizados y buena onda que se burlan del papá, una suegrita demalas en el amor, pero un amor de señora que intenta pasear con un muchacho ventiañero, un humilde y avezado jefe de hogar que no es de más criticar porque trabaja, intenta todo el tiempo hacer el bien, y ofrecerle felicidad a su adorada familia. Es más, es una familia perfecta que goza de sus sufrimientos y mantiene el pasado congelado porque es lo más rico que pudiera haberse vivido, “no sé cómo se casó con este mequetrefe si ese churrito lo tiene todo, hasta plata de sobra”, dice la querida suegrita.
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dago abandonó no sabemos por qué la road movie y de una se instaló en las playas de Cartagena, la ciudad que puede ser mejor que París porque lo tiene todo, incluidas las estafas, los abusadores, los hechos deleznables. Eso sí el padre de familia Lucho, tacaño, pelotudo y tonto quiere pasar la mejor temporada con su familia. El sueño de todo cineasta colombiano y de cualquier productor por fin se ha conseguido: atrás quedó el Hobbit y el estreno de Una aventura extraordinaria, Ang Lee se quedó pequeño para este titán del cine holliwoodense criollo. Dago consiguió hacer su “Paseo millonario”, comento Luis Ospina en un facebook de cine. De modo que nos espera paseo para rato. Pues por primer vez una película destrona a filmes de talla y la mayor parte de teatros dan 6 funciones en cada sala para proyectar El Paseo.
Dago igual superó todas las criticas de su primera parte y como caso excepcional, en esta ocasión las segundas versiones son mejores que las primeras. Atrás quedó la idea de contar una realidad nacional donde unos religiosos, místicos y sospechosos hombres secuestraban gente en las carreteras. También atrás quedó la presunción de moralizar, acá lo importante es reír, y que mejor que desplazar a las vedettes de actores colombianos y darle paso a uno que sí sabe: el importado John Leguizamo que como todo actor siempre tiene derecho a hacer su mala película. Podríamos decir entonces que El Paseo dos es la reivindicación de Dago al limpiarla de lo que le sobraba a su antecesora y ofrecer sólo burlas y chistes baratos.. no ha de faltar el perro para entretener a los niños.
Porque estos tiempos son difíciles y lo mejor es no perder el rumbo, la vida es un ratico, por eso en esta vida hay que aprender, entender y saber que no tenemos más opción al ser escasa la verdad: Dago es el más grande de los cineastas en Colombia, ¡cual Colombia, de Latinoamérica! No dejemos que se nos acabe, vienen buenos tiempos, Dago seguirá adelante y nosotros los espectadores a la espera de su tercera parte. Que cambie todo en el cine colombiano, menos Dago, dame la mano por favor, no nos dejes caer en las garras de realizadores que piensan en contar historias para reflexionar. Creo en últimas que eran las secuelas de una rasca, de un guayabo, fui a cine y vi lo mejor del cine nacional, en una sala atestada y de gente aplaudiendo. Menos mal los malos tiempos ya se van y Dago se quedará inscrito en la historia del cine mundial.
Dago igual superó todas las criticas de su primera parte y como caso excepcional, en esta ocasión las segundas versiones son mejores que las primeras. Atrás quedó la idea de contar una realidad nacional donde unos religiosos, místicos y sospechosos hombres secuestraban gente en las carreteras. También atrás quedó la presunción de moralizar, acá lo importante es reír, y que mejor que desplazar a las vedettes de actores colombianos y darle paso a uno que sí sabe: el importado John Leguizamo que como todo actor siempre tiene derecho a hacer su mala película. Podríamos decir entonces que El Paseo dos es la reivindicación de Dago al limpiarla de lo que le sobraba a su antecesora y ofrecer sólo burlas y chistes baratos.. no ha de faltar el perro para entretener a los niños.
Porque estos tiempos son difíciles y lo mejor es no perder el rumbo, la vida es un ratico, por eso en esta vida hay que aprender, entender y saber que no tenemos más opción al ser escasa la verdad: Dago es el más grande de los cineastas en Colombia, ¡cual Colombia, de Latinoamérica! No dejemos que se nos acabe, vienen buenos tiempos, Dago seguirá adelante y nosotros los espectadores a la espera de su tercera parte. Que cambie todo en el cine colombiano, menos Dago, dame la mano por favor, no nos dejes caer en las garras de realizadores que piensan en contar historias para reflexionar. Creo en últimas que eran las secuelas de una rasca, de un guayabo, fui a cine y vi lo mejor del cine nacional, en una sala atestada y de gente aplaudiendo. Menos mal los malos tiempos ya se van y Dago se quedará inscrito en la historia del cine mundial.
8
20 de julio de 2014
20 de julio de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente universitario y periodista
[email protected]
El cine nos ha permitido obtener imágenes del micromundo. De contextos donde el ojo no ve en las mismas dimensiones. Y nos ha revolucionado cuando se inserta en lugares y seres, como el de las hormigas, los bichos, insectos y demás, los vemos en sus justas proporciones, debería decir: visible al ojo humano, por mucho tiempo fueron solo objeto en laboratorios. Y cuando los vemos como semejantes, nos llegan más, los comprendemos y sensibilizan. Eso ocurre en Minúsculos. Una película para niños producida en Francia, donde los grandes nos divertimos, asombramos, y recuperamos al infante que llevamos dentro y los niños se estremecen y espectacularizan. Además, estas películas gozan de unos debates éticos que nos inquietan, no es sólo el asombro, ni ver la magia de esos escenarios re-creados con la animación, sino lo que viven, esa existencia privada.
De ahí a que esa trama sea para divertir está muy lejos, pero se encuentra muy cerca de permitirnos encontrar con un mundo fascinante: el que obviamos. Vale más lo que nos muestra, la revelación de un valle de hormigas que desafía a otras. De manera que, lo íntimo y que guarda directa relación con nosotros, es un enfrentamiento, los modos de vida, entre unas obreras que trabajan y consiguen la comida, más otras similares que se la quieren apropiar; los niños dicen: son unas ladronas y atrevidas, unos más comentan: unas trabajan para las zánganas. Y tiene más, los lazos de solidaridad dados entre especies distintas, que van dando matices de epifanía y esplendor. Es una súper producción, de repente parece que no fuéramos espectadores, sino unos Alicia que viven en otro espacio y disfrutan de un mundo épico, lleno de aventuras, con una simpleza que nos abruma, y unas temáticas que nos ponen en lo épico, lo disímil, el abandono, el trabajo constante y la maravilla de la sobrevivencia.
Llama mucho la atención que la película francesa comunique con el poder de la imagen. Acá no hay un lenguaje alfabético, como en otras, el sonido pertenece a lo que podría ser lo natural, lo más cercano a lo real, a la representación de esos insectos. Y comprobamos algo: no necesitamos del lenguaje articulado en una animación. Salimos o estamos en la sala, eso sí, conversando sobre lo impactante puesto en escena. El cine es de efectos, con ellos nos conmueven, mantienen la atención, y los creadores nos dan muestra de lo contundente del sonido, de las acciones. Además participamos de esa batalla, pertenecemos al conflicto: nos solidarizamos con el bando de las hormigas dispuestas a vivir cómo se debe. Pero hay una solitaria mariquita, esa es la pieza fundamental de toda la película. Un insecto diminuto y desprovisto, con quien guardamos la mayor de las empatías.
Como carecemos de nombres, entonces la identificación es por lo que sucede. La mariquita es un personaje suelto, que de modo espontáneo se inmiscuye en esa situación de pugna. Y con ella obtenemos esos momentos de epifanía. La película se encarga de colocarnos en situaciones incómodas, muchas más de travesías y riesgos, de estar nosotros pensando sobre lo que vemos, de generar una serie de incertidumbres y creemos que lo más fatal puede pasar.
Sigo en spoiler
Docente universitario y periodista
[email protected]
El cine nos ha permitido obtener imágenes del micromundo. De contextos donde el ojo no ve en las mismas dimensiones. Y nos ha revolucionado cuando se inserta en lugares y seres, como el de las hormigas, los bichos, insectos y demás, los vemos en sus justas proporciones, debería decir: visible al ojo humano, por mucho tiempo fueron solo objeto en laboratorios. Y cuando los vemos como semejantes, nos llegan más, los comprendemos y sensibilizan. Eso ocurre en Minúsculos. Una película para niños producida en Francia, donde los grandes nos divertimos, asombramos, y recuperamos al infante que llevamos dentro y los niños se estremecen y espectacularizan. Además, estas películas gozan de unos debates éticos que nos inquietan, no es sólo el asombro, ni ver la magia de esos escenarios re-creados con la animación, sino lo que viven, esa existencia privada.
De ahí a que esa trama sea para divertir está muy lejos, pero se encuentra muy cerca de permitirnos encontrar con un mundo fascinante: el que obviamos. Vale más lo que nos muestra, la revelación de un valle de hormigas que desafía a otras. De manera que, lo íntimo y que guarda directa relación con nosotros, es un enfrentamiento, los modos de vida, entre unas obreras que trabajan y consiguen la comida, más otras similares que se la quieren apropiar; los niños dicen: son unas ladronas y atrevidas, unos más comentan: unas trabajan para las zánganas. Y tiene más, los lazos de solidaridad dados entre especies distintas, que van dando matices de epifanía y esplendor. Es una súper producción, de repente parece que no fuéramos espectadores, sino unos Alicia que viven en otro espacio y disfrutan de un mundo épico, lleno de aventuras, con una simpleza que nos abruma, y unas temáticas que nos ponen en lo épico, lo disímil, el abandono, el trabajo constante y la maravilla de la sobrevivencia.
Llama mucho la atención que la película francesa comunique con el poder de la imagen. Acá no hay un lenguaje alfabético, como en otras, el sonido pertenece a lo que podría ser lo natural, lo más cercano a lo real, a la representación de esos insectos. Y comprobamos algo: no necesitamos del lenguaje articulado en una animación. Salimos o estamos en la sala, eso sí, conversando sobre lo impactante puesto en escena. El cine es de efectos, con ellos nos conmueven, mantienen la atención, y los creadores nos dan muestra de lo contundente del sonido, de las acciones. Además participamos de esa batalla, pertenecemos al conflicto: nos solidarizamos con el bando de las hormigas dispuestas a vivir cómo se debe. Pero hay una solitaria mariquita, esa es la pieza fundamental de toda la película. Un insecto diminuto y desprovisto, con quien guardamos la mayor de las empatías.
Como carecemos de nombres, entonces la identificación es por lo que sucede. La mariquita es un personaje suelto, que de modo espontáneo se inmiscuye en esa situación de pugna. Y con ella obtenemos esos momentos de epifanía. La película se encarga de colocarnos en situaciones incómodas, muchas más de travesías y riesgos, de estar nosotros pensando sobre lo que vemos, de generar una serie de incertidumbres y creemos que lo más fatal puede pasar.
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo, las tensiones, tendrán una fortuita destinación. Aunque no todo es color de rosa.
Si quisiéramos darle un rótulo o una catalogación a esta película, habría que ubicarla como un drama intenso y privado de la vida de los insectos, de esos minúsculos, pero somos nosotros los que sentimos lo pequeño que hemos sido, por tener en aislamiento y menosprecio a esos micromundos, que también están llenos de riqueza, de fábulas, fueron por un tiempo dominio de la literatura, y por ahora el cine ha venido incorporándolas para sorprendernos.
Los méritos pues de Minúsculos son varios, la familia se divierte, luego conversa, se fascina con lo bien cuidado de la producción, es tan real, que no parece una animación. Se trata de un cine mudo para niños, que resulta diciendo más de las que ostentan diálogos y sobre todo es tan llena de emotividad que parece una fábula, y nos remueve nuestra humanidad.
Si quisiéramos darle un rótulo o una catalogación a esta película, habría que ubicarla como un drama intenso y privado de la vida de los insectos, de esos minúsculos, pero somos nosotros los que sentimos lo pequeño que hemos sido, por tener en aislamiento y menosprecio a esos micromundos, que también están llenos de riqueza, de fábulas, fueron por un tiempo dominio de la literatura, y por ahora el cine ha venido incorporándolas para sorprendernos.
Los méritos pues de Minúsculos son varios, la familia se divierte, luego conversa, se fascina con lo bien cuidado de la producción, es tan real, que no parece una animación. Se trata de un cine mudo para niños, que resulta diciendo más de las que ostentan diálogos y sobre todo es tan llena de emotividad que parece una fábula, y nos remueve nuestra humanidad.
11 de junio de 2012
11 de junio de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Puede que ahora no me entiendan pero algún día me lo agradecerán...”
Harold Trompetero, tres días antes del estreno de su película, en su cuenta del Facebook.
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y docente universitario-
[email protected]
Risas van y risas vienen, es en lo que se resume la película Mi gente linda mi gente bella. Pero además, en un montón de inconsistencias. Por supuesto que los colombianos contamos con esa particularidad de tomarnos la vida con sentidos diversos, gozamos tanto con el folklor propio como con querer ser otros y eso es aprovechado por la productora de Dago para enrostrarnos ese flanco risible de la colombianidad. Esta vez se fue con toda con la intención de decirnos: así somos, esto es Colombia, acá están los personajes más sobresalientes de una familia de clase media empresarial, y adicional: con esto se encuentra un extranjero cuando viene al país.
La más grande de las inconsistencias de Dago y en este caso del director Harold Trompetero es plantearnos una película moralista, en el sentido de que pese a nuestra jocosidad como colombianos, no dejamos que nos humillen y vivimos felices siendo como somos. Primero porque no hay un sostén a lo largo de lo mostrado, salvo situaciones a modo de stand comedy de una familia, son forzadamente escenas de asuntos en los que por supuesto salta a flote una idiosincrasia: aparentemente por cualquier extranjero nos doblegamos, siempre queremos sacarle provecho y ventaja a cada situación, utilizamos a los demás para beneficio propio, nos marca una ingenuidad indigna, aunque amamos la tierra visionamos estar en otras latitudes, la tragedia es también una posibilidad de sonreír, perder es ganar un poco, que hacemos festividades pero siempre formamos un bochinche, que somos uno con los demás pero otros internamente, y en fin, podría asumirse una lista de criterios del ser colombiano y todos como se coligen son para en la película para producir la burla y deducir que no importa, eso somos, y de remate somos felices así y en todo caso cada cual se sale con la suya.
La serie de cuadros de la película son un conjunto, hay desde un pastuso, costeños, rolos, opitas, y una colombiana que no se cree tal, y un sueco caracterizado por un inglés, reforzado, dizque descubrió que vivía aburrido y así de la noche a la mañana se viene para Colombia en búsqueda de su felicidad, aparente toca decir. De modo pues que uno podría decir que la estrategia es comunicar un algo con la ironía, pero no, esa forma tan brillante de posibilitar un mensaje, no alcanza, lo que obtenemos son risas y más risas, y carcajadas y luego un cinismo absurdo.
sigo en spoiler
Harold Trompetero, tres días antes del estreno de su película, en su cuenta del Facebook.
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y docente universitario-
[email protected]
Risas van y risas vienen, es en lo que se resume la película Mi gente linda mi gente bella. Pero además, en un montón de inconsistencias. Por supuesto que los colombianos contamos con esa particularidad de tomarnos la vida con sentidos diversos, gozamos tanto con el folklor propio como con querer ser otros y eso es aprovechado por la productora de Dago para enrostrarnos ese flanco risible de la colombianidad. Esta vez se fue con toda con la intención de decirnos: así somos, esto es Colombia, acá están los personajes más sobresalientes de una familia de clase media empresarial, y adicional: con esto se encuentra un extranjero cuando viene al país.
La más grande de las inconsistencias de Dago y en este caso del director Harold Trompetero es plantearnos una película moralista, en el sentido de que pese a nuestra jocosidad como colombianos, no dejamos que nos humillen y vivimos felices siendo como somos. Primero porque no hay un sostén a lo largo de lo mostrado, salvo situaciones a modo de stand comedy de una familia, son forzadamente escenas de asuntos en los que por supuesto salta a flote una idiosincrasia: aparentemente por cualquier extranjero nos doblegamos, siempre queremos sacarle provecho y ventaja a cada situación, utilizamos a los demás para beneficio propio, nos marca una ingenuidad indigna, aunque amamos la tierra visionamos estar en otras latitudes, la tragedia es también una posibilidad de sonreír, perder es ganar un poco, que hacemos festividades pero siempre formamos un bochinche, que somos uno con los demás pero otros internamente, y en fin, podría asumirse una lista de criterios del ser colombiano y todos como se coligen son para en la película para producir la burla y deducir que no importa, eso somos, y de remate somos felices así y en todo caso cada cual se sale con la suya.
La serie de cuadros de la película son un conjunto, hay desde un pastuso, costeños, rolos, opitas, y una colombiana que no se cree tal, y un sueco caracterizado por un inglés, reforzado, dizque descubrió que vivía aburrido y así de la noche a la mañana se viene para Colombia en búsqueda de su felicidad, aparente toca decir. De modo pues que uno podría decir que la estrategia es comunicar un algo con la ironía, pero no, esa forma tan brillante de posibilitar un mensaje, no alcanza, lo que obtenemos son risas y más risas, y carcajadas y luego un cinismo absurdo.
sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nadie tendrá porque objetar la risa, la burla, la chanfaina, pero esa manera tan dispersa y poco seria de contarnos una historia –es que ni siquiera hay una historia- y desde otro que es el extraño, es ridícula, y que no reímos de lo ridículo, claro, la nueva producción de Dago será endiosada por muchos espectadores, cuya idea será la de reírse y decir: eso somos hijuemadre, va ganando Dago, para retomar una de esas frases dichas de modo recurrente por el mejor bufón colombiano: Cesar Mora.
Dago García se ha convertido en el principal y más avasallador productor de cine en Colombia, las cifras de películas así lo ratifican: 16. Y con un talento: recupera lo invertido y nos tiene en vilo cada año para estrenar un filme, pero en este 2012 parece que serán dos, con la de Mi gente bella mi gente linda, empieza un flujo de películas que tienen como eje aprovechar esas circunstancias risibles de los colombianos. Y se ha creado un público que gusta de maravillarse con lo que somos.
Tocará pues sacar pecho y enfrentar la malicia indígena, que un extranjero cuando conoce Colombia la puede defender mejor que un colombiano, lo piadoso que somos pero lo crueles que nos comportamos, que fingimos y defendemos lo nuestro como por ejemplo, que un despecho típico en Colombia es con mariachi y bailando tango, que damos consejos a diestra y siniestra para remediar vidas foráneas pero no podemos con la nuestra. En fin, sandeces, divertimentos efímeros, propicios para pasar un guayabo y ver espejos de lo más cómico de los colombianos, en esta película ni el título refleja lo doble de los cuadros de stand comedy puestos en pantalla grande. Lo claro es que la película resulta siendo una humillación del ser colombianos y aunque seamos así, no hay como una burla para suavizar una humillación. A reír en todo caso y a ofrecer un agradecimiento. ¡¡¡“Así que levante el codo, apriete el jopo y mándeselo todo”!!!, porque esto es Mi gente linda, mi gente bella, mi gente colombiana, carajo.
Ver más en: www.latarde.com/blogs/elgranojo
Dago García se ha convertido en el principal y más avasallador productor de cine en Colombia, las cifras de películas así lo ratifican: 16. Y con un talento: recupera lo invertido y nos tiene en vilo cada año para estrenar un filme, pero en este 2012 parece que serán dos, con la de Mi gente bella mi gente linda, empieza un flujo de películas que tienen como eje aprovechar esas circunstancias risibles de los colombianos. Y se ha creado un público que gusta de maravillarse con lo que somos.
Tocará pues sacar pecho y enfrentar la malicia indígena, que un extranjero cuando conoce Colombia la puede defender mejor que un colombiano, lo piadoso que somos pero lo crueles que nos comportamos, que fingimos y defendemos lo nuestro como por ejemplo, que un despecho típico en Colombia es con mariachi y bailando tango, que damos consejos a diestra y siniestra para remediar vidas foráneas pero no podemos con la nuestra. En fin, sandeces, divertimentos efímeros, propicios para pasar un guayabo y ver espejos de lo más cómico de los colombianos, en esta película ni el título refleja lo doble de los cuadros de stand comedy puestos en pantalla grande. Lo claro es que la película resulta siendo una humillación del ser colombianos y aunque seamos así, no hay como una burla para suavizar una humillación. A reír en todo caso y a ofrecer un agradecimiento. ¡¡¡“Así que levante el codo, apriete el jopo y mándeselo todo”!!!, porque esto es Mi gente linda, mi gente bella, mi gente colombiana, carajo.
Ver más en: www.latarde.com/blogs/elgranojo
Documental

6,8
136
Documental, Intervenciones de: Nélida Ayay Chilón, Bibi Van Der Velden, Máxima Acuña de Chaupe, Sabina Gutiérrez Ramos
7
18 de diciembre de 2017
18 de diciembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente y documentalista
[email protected]
La minería es punta de lanza del llamado progreso, o una locomotora del desarrollo, esa es la visión corporativista y de ciertos gobiernos. Para las comunidades y para la propia naturaleza constituyen uno de los más grandes focos de destrucción. En toda Latinoamérica operan varias multinacionales del despojo, quienes vienen por los preciados minerales, saquean, estropean, y terminan obteniendo ganancias multimillonarias. En aquellos lugares se ha incubado por fortuna la defensa, la resistencia y el impedir que se destruyan los ecosistemas. Gracias a la explotación de nuestros recursos, nos hemos dado cuenta del valor y de la riqueza con la que hemos contado, no obstante, nadie tendría el derecho de conceder una afectación contra sí mismo al . Se dice en las consignas de los defensores: el oro no se come, el agua es un patrimonio. Y de allí se ha desplegado una disputa innecesaria, ya que no habría lugar a impulsar defensas de algo que es reconocido como un baluarte.
La hija de la laguna, es un documental, que nos muestra como en el Perú, en un contexto geográfico donde vivían tranquilas unas personas, arando la tierra, cuidando el contexto, manteniendo una relación de equilibrio. Luego viene el destajo, la explosión a cielo abierto dejando un hueco, un poso donde la afectación es visible, para saciar una fiebre, la de un material simbólico, que sin ser útil o sirva para grandes necesidades, tan solo satisface un gusto, una estética, una simbolización de poder. La madre agua se encuentra en peligro, con ella la vida y así todo lo que nos ha sostenido, Mama Yaku la nombran, es la conexión con cada partícula de la existencia, como dijeran los Mayas, nada se encuentra aislado.
Por fortuna, las comunidades no se han quedado quietas, pero hemos podido observar cómo se activan todos los poderes para mantener unos intereses, mientras que se atropella y vulnera a las gentes que resisten, se les niega sus derechos y reconocimientos ancestrales. Mientras que nos siguen extrayendo, explorando y acabando lo que no debería ni siquiera tocarse. Cuando se le causa un atentado de tal magnitud a la tierra, pierden los niños, las especies amenazadas por la extinción, causamos un daño irreversible, nos sumimos en un retroceso y en el fondo todos nos vemos expuestos a las consecuencias de atacar la casa donde hemos vivido por cientos de generaciones. El daño no es sólo a una parte, el ecosistema vibra y aunque los países ricos apenas se vean en el documental en las pasarelas, como disfrutantes de la moda, y de los derivados del oro, ellos también se clavan un cuchillo, al permitir que su sitio de morada se esté deteriorando.
Una causa común por fin nos unirá: la de ver maltratada y vulnerada la pervivencia de otras especies y presenciar el deterioro de ese ser que nos ha acogido, resguardado y ofrecido lo necesario para respirar: entonces tendremos que proclamar la liberación de la madre tierra. El director Ernesto Cabellos, ya ha viajado con la protagonista Nélida a varios lugares del mundo con su documental; la historia termina siendo inspiradora, contagia, por ver a una mujer luchadora y guerrera, decidida en proteger su hábitat, que se prepara, conversa con los espíritus, y al tiempo no es sólo ella, es la muestra de una cantidad de gentes en la misma línea.
La hija de la laguna ha venido escalando, su propuesta es sencilla: nos instala en geografías olvidadas y que de repente cobraron intereses por haber allí oro u otros recursos mineros, luego no importa qué toque hacer para extraerlos y esto significa burlar el espacio de comunidades, acabar con el entorno, sobre todo con ese líquido vital: el agua, el oro no se come. El agua es el recurso esencial. Después esa hija es Nélida, nos toca lo sensitivo y también nos da un marco para comprender la estupidez de destruir lo que debería ser preciado, hasta que no sólo explota sino que nos permite ver flancos de una realidad muy dolorosa, en la que la defensa es una prioridad.
Docente y documentalista
[email protected]
La minería es punta de lanza del llamado progreso, o una locomotora del desarrollo, esa es la visión corporativista y de ciertos gobiernos. Para las comunidades y para la propia naturaleza constituyen uno de los más grandes focos de destrucción. En toda Latinoamérica operan varias multinacionales del despojo, quienes vienen por los preciados minerales, saquean, estropean, y terminan obteniendo ganancias multimillonarias. En aquellos lugares se ha incubado por fortuna la defensa, la resistencia y el impedir que se destruyan los ecosistemas. Gracias a la explotación de nuestros recursos, nos hemos dado cuenta del valor y de la riqueza con la que hemos contado, no obstante, nadie tendría el derecho de conceder una afectación contra sí mismo al . Se dice en las consignas de los defensores: el oro no se come, el agua es un patrimonio. Y de allí se ha desplegado una disputa innecesaria, ya que no habría lugar a impulsar defensas de algo que es reconocido como un baluarte.
La hija de la laguna, es un documental, que nos muestra como en el Perú, en un contexto geográfico donde vivían tranquilas unas personas, arando la tierra, cuidando el contexto, manteniendo una relación de equilibrio. Luego viene el destajo, la explosión a cielo abierto dejando un hueco, un poso donde la afectación es visible, para saciar una fiebre, la de un material simbólico, que sin ser útil o sirva para grandes necesidades, tan solo satisface un gusto, una estética, una simbolización de poder. La madre agua se encuentra en peligro, con ella la vida y así todo lo que nos ha sostenido, Mama Yaku la nombran, es la conexión con cada partícula de la existencia, como dijeran los Mayas, nada se encuentra aislado.
Por fortuna, las comunidades no se han quedado quietas, pero hemos podido observar cómo se activan todos los poderes para mantener unos intereses, mientras que se atropella y vulnera a las gentes que resisten, se les niega sus derechos y reconocimientos ancestrales. Mientras que nos siguen extrayendo, explorando y acabando lo que no debería ni siquiera tocarse. Cuando se le causa un atentado de tal magnitud a la tierra, pierden los niños, las especies amenazadas por la extinción, causamos un daño irreversible, nos sumimos en un retroceso y en el fondo todos nos vemos expuestos a las consecuencias de atacar la casa donde hemos vivido por cientos de generaciones. El daño no es sólo a una parte, el ecosistema vibra y aunque los países ricos apenas se vean en el documental en las pasarelas, como disfrutantes de la moda, y de los derivados del oro, ellos también se clavan un cuchillo, al permitir que su sitio de morada se esté deteriorando.
Una causa común por fin nos unirá: la de ver maltratada y vulnerada la pervivencia de otras especies y presenciar el deterioro de ese ser que nos ha acogido, resguardado y ofrecido lo necesario para respirar: entonces tendremos que proclamar la liberación de la madre tierra. El director Ernesto Cabellos, ya ha viajado con la protagonista Nélida a varios lugares del mundo con su documental; la historia termina siendo inspiradora, contagia, por ver a una mujer luchadora y guerrera, decidida en proteger su hábitat, que se prepara, conversa con los espíritus, y al tiempo no es sólo ella, es la muestra de una cantidad de gentes en la misma línea.
La hija de la laguna ha venido escalando, su propuesta es sencilla: nos instala en geografías olvidadas y que de repente cobraron intereses por haber allí oro u otros recursos mineros, luego no importa qué toque hacer para extraerlos y esto significa burlar el espacio de comunidades, acabar con el entorno, sobre todo con ese líquido vital: el agua, el oro no se come. El agua es el recurso esencial. Después esa hija es Nélida, nos toca lo sensitivo y también nos da un marco para comprender la estupidez de destruir lo que debería ser preciado, hasta que no sólo explota sino que nos permite ver flancos de una realidad muy dolorosa, en la que la defensa es una prioridad.
Más sobre John Giraldo
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here