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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
5 de abril de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores obras del cine experimental japonés de los años 60 y 70, así como de la historia del cine.
Es una auténtica maravilla, me ha encantado todo en ella, la fotografía en blanco y negro es bellísima con un contraste entre los negros y los blancos muy fuertes.

El montaje es muy bueno, en el que se nos desordenan los acontecimientos y hasta el final no se forma uno el verdadero orden, así como la combinación perfecta de la música y las imágenes; unas imágenes que aparecen durante la película para mostrar los estados de ánimo de los personajes o recuerdos del protagonista. Me pareció buenísima la escena en la que Eddie va caminando hacia su casa mientras la casa desaparece para mostrar otros lugares y situaciones, introduciendo la cámara en el subconsciente del personaje y en lo que está recordando mientras parece que tan sólo camina. Eso hace que conozcas mucho mejor a los personajes, así como sus diferentes caras, tema tratado con importancia en esta película, y que tiene que ver con la naturaleza de un personaje que tiene dos caras muy diferenciadas, que son el sexo masculino y el femenino, así como muchas otras más personalidades o facetas de Eddie.

La dirección es maravillosa, y más tarde se vió su influencia en películas como 'La naranja mecánica', por ejemplo en la manera de filmar las peleas y de utilizar la música en esos momentos. Kubrick dijo que 'Funeral parade of roses' fue una de las películas de su vida. Mientras la estaba viendo descubrí las muchas influencias que tuvo en otras películas futuras, pero también al contrario, en las fuentes de las que bebió, como 'Al final de la escapada' de Godard con la que comparte bastantes cosas.

Los actores están todos fantásticos, en especial Eddie, el protagonista; lo que ha influido en que las interpretaciones fuesen tan buenas es que muchas de las personas que aparecen en la película hacen de ellos mismos, como Eddie, que fue un travesti real muy popular de un bar homosexual.

La película podría considerarse una revisitación del mito de Edipo, aunque no es realmente lo importante de ella, sino un tema que se toca, además de que Matsumoto en una entrevista dijo que sí, que le influenció, pero que no era la razón por la que dirigió esta película, si no que lo que buscaba era retratar el mundo “underground japonés” de finales de los años sesenta.
El retrato de ese mundo me encantó; otra cosa muy interesante son las entrevistas reales a los travestis y a los amigos de Eddie, así como las secuencias documentales en las que simplemente se graba la vida cotidiana de los personajes. Es grandioso el juego que plantea Matsumoto entre la realidad y la ficción, en el que muchas veces dudas sobre si lo que estás viendo es real o no, y cómo destruye algunos de esos presentimientos con grabaciónes de los rodajes y las charlas sobre las escenas.

Una película para reflexionar, madura, inteligente, interesante e importante, en la que todo lo que se dice tiene un significado, no hay más que ver la frase con la que comienza la película: “Soy la herida y la espada, la víctima y el verdugo” que no es más que la definición del protagonista.

Una obra maestra, absolutamente irrepetible, la radiografía de un tiempo, de una gente, de una vida y de un autor tan colosal como es Toshio Matsumoto.
4 de abril de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi película favorita de Ozu en color, para mí su mejor etapa si es que se puede mejorar lo anterior.

Igual que en “Cuentos de Tokyo” una de las pocas ocasiones en las que la cámara se movió en el cine en B/N de Ozu, en “La hierba errante” encontramos ese último movimiento de cámara, esta vez en color, y en el mismo lugar en el que ocurrió esa primera vez, en ese faro, con esa botella, símbolos de su cine.

Ozu fue un director de otro planeta, si sus películas son cine, ¿qué son las de los demás?
Es imposible crear algo más bello que “La hierba errante”, su cine alcanzó la perfección absoluta, cualquier imagen de esta película emociona más que casi cualquier otra película al completo, especialmente el momento del primer beso, uno de los momentos más mágicos que he visto.

No se puede decir más, una historia de amor y mucho más con una sensibilidad tremenda, una verdadera maravilla, ojalá Ozu fuese inmortal como su obra.
La estrella de mar (C)
CortometrajeDocumental
Francia1928
6,8
495
7
14 de junio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuvo que ser un estadounidense quién aportase al cine francés ese aire sentimental por el que ya se caracterizaba su literatura y música. ‘La estrella de mar’ rompe con la corriente de cine mudo teatral folletinesco del primer cine francés (con pequeñas excepciones como Jean Vigo), siendo una especie de semilla del futuro cine francés de la nouvelle vague en el que el estilo, los autores, el romanticismo no necesariamente temático sino estilístico fueron las claves.

Hermoso poema sobre un amor que se pierde y se difumina bajo los recuerdos, los filtros gelatinosos y los sueños, la historia de un amor quizás no ocurrido, pero sí soñado y sentido.

Muy buena banda sonora y muy destacable el plano de las páginas del periódico arrastradas por el viento.
5 de febrero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos la mejor película del cine mudo y para otros incluso la mejor de la historia. Sobre si es la mejor película de la historia ni voy a entrar, me parece ridículo, y en cuanto al cine mudo me parece que hay decenas de películas superiores, otra cosa es que en ciertos aspectos “Amanecer” sea insuperable, uno de ellos es su montaje, solamente comparable al de algunas como “A propósito de Niza” de Jean Vigo. Otro es su guión, pocas películas mudas tienen una narrativa tan elevada, no hay vacíos ni puntos débiles, todo es poderoso, cosa que no sucedía en “Nosferatu”, una obra con grandes momentos y otros regularcitos.

La dirección de Murnau es muy buena, así como la banda sonora, mucho más viva que la de sus coetáneas, y también la gran interpretación de Janet Gaynor, mucho más matizada y sutil que la mayoría de interpretaciónes de la época.

Todo parecen virtudes, y sí, tiene muchísimas, pero su fuerza es únicamente “técnica” y los años la han elevado por encima de sus posibilidades. Le daría cientos de premios al mérito y la labor por el progreso del cine, pero eso sería premiar el rastro o la sombra que deja la verdadera obra, que es inferior a la sombra que ha dejado.

Una muy buena película, muy interesante, pero en mi opinión muy alejada de lo que se dice de ella.
2 de febrero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mujeres al borde de un ataque de nervios” recuerda muchísimo en la planificación al cine de Hitchcock, la gran cantidad de planos detalle cuidadísimos, ese ático que retrotrae al de “La soga“, el juego que se le da al gazpacho, o la secuencia en la que Carmen Maura se sienta en un banco bajo la casa de Julieta Serrano sin que podamos escuchar la conversación por la distancia, ni ver bien qué está pasando por las ramas del árbol que tapa la ventana. A continuación baja Antonio Banderas con Rossy de Palma y se encuentran con Carmen Maura en la cabina tras haber descubierto que Banderas es el hijo de su amante por la foto, y ellos no saben quien es ella. Todo esto es algo absolutamente Hitchcockiano.

La gran diferencia entre estos directores es su mirada, para Almodóvar esta película es desenfado, existe cercanía y confianzas entre desconocidos, mientras que Hitchcock era desconfiado, todo era muy oscuro, cualquier personaje escondía un monstruo bajo su fascinante disfraz.

La película sufre algunos bajones por ser algo reiterativa, pero tiene tantas secuencias maravillosas que eso queda oculto. El apartado visual, la dirección artística, la vivacidad de los colores, los encuadres, son toda una lección de saber hacer cinematográfico, de cuidar cada plano cómo si estos fuesen fotografías. Es admirable el nivel formal que alcanzó Almodovar en tan pocos años; aunque a la larga terminó convirtiendo su cine en demostraciones de estilo manierista, matando la naturalidad de sus primeras obras; algo similar a lo que le ocurrió a Wong Kar-Wai, que marcó un punto de corte con “Deseando amar” por la estilización extrema de las obras posteriores a esa película.
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