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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
16 de abril de 2020 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales, El Francotirador sigue al marine del ejército estadounidense Chris Kyle. Kyle es un patriota educado en valores tradicionales y religiosos y su trabajo consiste en acabar con los sucios islamistas que representan el mal en la faz del planeta y proteger (cito literal) “el mejor país del mundo” de las sucias garras integristas. Una misión que este héroe lleva a cabo con inusitada dedicación y agrado. Y si esta sinopsis te parece maniquea, El Francotirador no es para ti.

Parece que en los últimos años, Clint Eastwood ha echado sobre sus hombros la honorable misión de rendir homenaje a todos los héroes y soldados americanos que dan la vida por su país (véase 17:15 Tren a París) y los resultados son obras propagandísticas, blandas y totalmente parciales. Parece insólito que a estas alturas se haga una película sobre la guerra de Irak tan falta de crítica o de doblez

Los iraquíes (y no solos los pertenecientes a grupos armados, si no también los civiles) sólo aparecen en la cinta como horrendos villanos que descuartizan niños o los obligan a ir con bombas por la calle. Por su parte los soldados americanos son jóvenes sacrificados, con una clara visión del bien y del mal, que sufren moralmente por tener que matar niños para salvar a América pero que saben que están haciendo lo correcto. No hay rastro de torturas, no hay rastro de autocrítica, no hay rastro de nada que no sea la honorabilidad y el patriotismo del buen soldado.

Es inconcebible que este sea el mismo director de Cartas desde Iwo Jima, una película crítica con las guerras inútiles, que analizaba sutilmente la parcialidad de los bandos, los extremismos y patriotismos incoherentes. El Francotirador es una oda a un individuo sin trasfondo crítico ni moral, fagocitado por los ideales de un sistema rancio. Y, aunque está bien filmada, bien interpretada, es en cierto modo entretenida y toca algunos temas interesantes (como las dificultades en la reinserción social o los problemas familiares), el mensaje final hiere la sensibilidad. Todos los atisbos de criticismo a la situación de los marines se resuelven sin dilema moral alguno. No es que Kyle sienta remordimiento por haber matado a tanta gente (niños y civiles incluidos), no. Kyle está triste porque le gustaría seguir ayudando a su país matando a más árabes perniciosos y en cuanto este problema se resuelve, Chris vuelve a ser una bellísima persona, gran padre, gran marido y mejor amigo.

No dudo que ser soldado sea una tarea dura y sacrificada, pero la falta de reproche de El Francotirador a un sistema imperialista, que sacrifica la vida de sus militares para asegurar los beneficios económicos de las élites, es insultante. O, quien sabe, quizás sea que estoy leyendo demasiado Noam Chomsky.

En definitiva, El Francotirador es sólo apta para patriotas exacerbados que crean que Trump va a devolver la grandeza a los EEUU.

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3 de octubre de 2019 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llega a los cines la nueva película de Tarantino, director que cuenta cada vez con más detractores. La cinta ha levantado críticas sobre el limitado papel femenino y la repetida violencia ejercida sobre las mujeres, pero para mi sorpresa, Érase una vez… en Hollywood es con diferencia la película menos sangrienta del director, quedando mucho más cerca de una comedia (quizás un poco macarra pero también amable) que de una cruenta historia de venganza.

La película se centra en Rick Dalton, un actor de Western televisivos en la cumbre de su carrera (y quizás dando los primeros pasos hacia la decadencia) y en su relación con el doble de acción, Cliff Booth.

A pesar de estar ambientada a finales de los 60 y enmarcada por unos hechos reales concretos (los acontecimientos entre algunos miembros de la familia Mason y la entonces mujer de Polansky, Sharon Tate), la cinta es una especie de regreso al futuro en la que unos personajes ficticios influyen y manipulan el curso de la historia. La historicidad pasa a un segundo plano y lo que priman son las andanzas cómicas de los protagonistas. Todo esto resulta en una trama un tanto vaga, que se aleja del típico thriller tarantiniano y se estructura más como un caótico homenaje al cine de los 60 articulado a partir de numerosos sketches.

Es sin duda extraño que ésta haya sido la cinta que haya desatado el aluvión de críticas contra la brutalidad y misoginia del director, cuando el film es sin duda uno de los más afables.

Érase una vez… en Hollywood encaja en la filmografía tarantiniesca en su admiración cinéfila, pero traspasa un poco el estilo del director. La trama recuerda al Ave, César de los hermanos Coen, con un Leonardo DiCaprio cercano al papel tontón de George Clooney y un humor un tanto simplón. En las casi tres horas de metraje no hay apenas atisbo de tortura, de sangre o de matanza, si no que todo transcurre de manera amable y cómica, alrededor de un Brad Pit y un DiCaprio con papeles simpaticones. Finalmente, cuando la violencia explota, es un poco ficticia, exagerada y cercana al cómic. Como una pueril fantasía de venganza de un adolescente encorajinado ante una injusticia, que no por eso deja de ser encantador el resto del tiempo.

Quizás no sea la mejor película de Tarantino o quizás no sea lo que los fans estaban esperando. Érase una vez… en Hollywood es a veces larga y caótica (se recrea en una estructura de ficción dentro de ficción que quizás divierta más a los actores y al director que a la audiencia), pero aún así merece la pena, por algún momento desternillante y por sus magistrales actuaciones entre lo caricaturesco y lo entrañable.

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13 de julio de 2019
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La entrada de España a Netflix con Las Chicas del Cable fue un fiasco. A pesar de sus buenas intenciones feministas, la serie no consiguió escapar a su naturaleza de telenovela fácil. Pero ha llegado la redención nacional. La Casa de Papel, aunque sin ser original de Netflix, ha revolucionado la plataforma, convirtiéndose en un éxito internacional, arrasando en toda Europa y coronando a sus actores como los nuevos reyes de Instagram. Pero a mi me ha dejado con intensos sentimientos encontrados.

La Casa de Papel (Money Heist en su versión inglesa) sigue los pasos de un grupo de atracadores, presididos por un hombre misterioso que se hace llamar Profesor, que planean asaltar La Casa de la Moneda. Lo que parece un simple atraco, se irá desdoblando, revelando complejos trajimanejes.

Con un primer episodio que es puro espectáculo, lo más interesante de La Casa de Papel es el modo en el que investigación y secuestro se entrelazan en un tenso torbellino en el que todo intento de policía y audiencia de encontrar algún cabo suelto es inútil. El cerebro del crimen es un hombre calculador e inteligente que lo ha planeado todo, incluso la estupidez de la mayoría de los miembros de su banda. Su plan maestro se va ensamblando capítulo tras capítulo, dejando al espectador patidifuso (o al menos intentándolo).

Sin embargo, esto no significa que la serie sea perfecta, ni mucho menos. La Casa de Papel tiene bastantes fallos de guión, algunos actores no muy sobresalientes, alguna que otra solución facilona y un millón de situaciones totalmente inverosímiles.

Asimismo, la serie llega a ser en momentos totalmente enervante. Me cuesta recordar una serie pasada en la que haya detestado a tantos personajes: Tokyo es una niñata insoportable, Arturo, un salvapatrias cobarde y la detective Raquel, aunque retratada como una persona cabal e inteligente, es incapaz de ver que el cerebro del crimen está justo delante de ella (¡¿Es que acaso no ha visto Mindhunter?!).

Pero esto no es lo más irritante, lo que más me incomoda de la serie es su artificiosa seriedad y astucia autoimpuesta que no acaban de convencerme. Esas historias de hombre cultivado que cuenta el profesor no son para nada enigmáticas (o a lo mejor sí para la pandilla de raterillos que ha adiestrado). La historia del Caballo de Troya, tener caretas de Edward Munch o mencionar a Andy Warhol no son síntomas de elevado conocimiento académico, son parte de una muy básica cultura general. Asimismo, sus conversaciones pseudo-filosóficas con Raquel me dan dolor de barriga.

Y después está el feminismo metido con calzador: la mujer maltratada a la que nadie cree, el jefe asquerósamente misógino (que curiosamente a mitad de la temporada ya no es tan mal tipo), la joven acosada en Instagram y el subinspector de policía de posición ambigua (y puede que por ello el más interesante) que oscila entre apoyo moral y auténtico gilipollas. Que sí, que el feminismo es importante, pero parece que los productores tenían una lista de tópicos feministas que meten de manera forzada, sin reflexión ni sutileza y que hacen sus intenciones demasiado obvias.

En definitiva, La Casa de Papel es exasperante en muchos sentidos, pero aún así, se deja ver, engancha, está bien construida (dentro de lo que cabe) y deja con ganas de más. ¿Podría ser mejor? Sí. Pero aún así cumple su función de proveer algunas horas de entretenimiento fácil.

https://lasalaroja.wordpress.com/
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