La película es otra versión más del justiciero que mata a todos los malos, pero esta vez enriquecida por estar basada en un hecho que realmente sucedió. La historia de un hombre que lucha entre dos realidades, su familia y sus raíces, altamente afectadas por la crueldad del terrorismo. El final no me quedó muy claro.

Buena película, bien realizada, pensada para mantener al espectador atento hasta el final y para lograr la conexión de tres historias dramáticas y para nada fantasiosas. En la vida de cada uno de los personajes transcurren diferentes situaciones límites que tranquilamente pueden suceder en la realidad y eso le otorga mayor valor al rodaje. Me gustó, me pareció bien pensada, bien trabajada, en especial, al momento de lograr la unión de las historias. La técnica es la misma que la película anterior ("21 gramos"), y logra un final más que aceptable. Relevante la actuación de Bras Pitt que, si bien no toma un papel muy protagónico en el film, le da un aporte de dramatismo y desesperación que son cacracterísticos en sus personajes y que, de alguna manera, tocan las fibras sensibles del público. Quizás, se podría haber evitado alguna esena de desnudez, aunque no desentonan en la historia.

Una película más de brujas y hechizos que no se diferencia demasiado del resto de las de su género. Realmente esperaba ver más de esta película. La trama es la misma que todas las de su género pero tiene el inconveniente de hacerse algo enredada en determinadas partes que te obligan a llevar bien el hilo de la película para no perderte. Las actuaciones son aceptables y los efectos especiales nada extraordinadrios. Es una buena película para verla una tarde lluviosa donde no hay nada mejor para hacer.