Esta película ha conseguido lo que Polanski decía que tenía que conseguir toda buena película: hacerme olvidar que estoy en un teatro y meterme dentro de la pantalla. La naturalidad de los actores y el gusto por las historias pequeñas nada tiene que envidiar al mejor Rohmer, y el ambiente socialista-soviético también me ha recordado al Fassbinder de mama Küster. Una película completamente trascendente en su intrascendencia, y un placer para el alma.

"Perdida" resulta ser un interesante ejercicio de prestidigitación. Un guión caprichoso en manos de un director ambiguo y juguetón y unos actores absolutamente imponentes se encarga de marearnos a lo largo del metraje para llevarnos a la conclusión que no sabemos si acabamos de ver un estudio psicoanalítico de primer orden, una farsa vodevilesca, una sátira social o simplemente un frívolo ejercicio de estilo basado en la vuelta de tuerca. Y es esa inclasificabilidad la que hace de Perdida un film notable y que merece la pena ser visto en compañía para luego entregarse al debate.

Eso es lo que yo andaba buscando hoy: alimento para el alma; y aquí lo he encontrado. Esperanza, desesperanza, ilusión, fe, bondad, destrucción, utopía, locura, inocencia, nostalgia... Y me he dejado llevar. El cine puede ser catártico, y este magnífico film sin duda lo es.