Muy parecida a Lost in Translation, casi como un epílogo a ésta pero sin alcanzar su profundidad y esteticiamo… La trama aquí es mínima, son simplemente cortes en la vida de una persona que nos van enseñando su vacío existencial: las mismas repeticiones, el mismo hastío, la misma rutina vacía. Aunque no es una película para entretenerse, sino para reflexionar, peca de ser demasiado lenta incluso para el tema que quiere reflejar. la intención es buena, pero acaba pasándole factura.

Una vez más, sana envidia del cine francés. Y una vez más imperdonable retraso en la distribución de esta estupenda y muy recomendable cinta, que llegó a nuestro país con dos años de retraso, así como el no haber estrenado en España las dos películas anteriores de su directora y guionista a pesar de haber obtenido premios y reconocimiento internacional.

Stella, magníficamente encarnada por Léora Barbara, a quien la cámara no puede dejar de seguir, representa el momento crucial de la infancia a la adolescencia y a través de sus ojos contemplamos el corto y peligroso camino que puede condicionarnos el resto de nuestras vidas y cómo el entorno, para bien o para mal, forja nuestro carácter, donde la suerte o la desgracia dependen de qué lado caiga la moneda.

Silvie Verheyde dirige con una soltura y un montaje muy bien engrasado que discurre ágil, sin prisas pero sin pausas, creando atmósferas muy creíbles apoyadas por un elenco eficaz. Todos queremos ayudar a Stella y el corazón se nos pone en un puño cuando camina muy cerca del abismo. El amor, la amistad y la tragedia la acompañan en una vida que le da una oportunidad que ella y solo ella decidirá aprovechar.

Historia, así pues, que puede suceder en cualquier lugar del mundo. Una adolescencia como la varios niños y niñas que pasan a ser jóvenes y deben enfrentar más de un obstáculo en este camino de la vida. Hermosa película, recomendable de ver aunque ya se haya dejado de ser adolescente hace mucho tiempo.