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Críticas ordenadas por utilidad
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5,8
4.923
5
26 de julio de 2012
26 de julio de 2012
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
El conocido director Terence Davies firma esta personalísima película adaptada de la obra de Terece Rattigan que el propio Davies ha hecho guión y adaptado a la gran pantalla. El film compitió en la 59 edición del Festival Internancional de Cine de San Sebastián, levantando extremadamente dispares reacciones entre su público, así como de la crítica.
La historia de “The Deep Blue Sea” se asienta sobre un problemático triángulo amoroso y sus pasiones, encuentros y desencuentros en el Londres de los años 50. La dama y absoluto eje del film es Hester Collyer (Rachel Weisz), la mujer de un juez del Tribunal Supremo (Russell Beale) pero que ve rendidas sus emociones ante un expiloto de la RAF (Tom Hiddleston)… amores rotos, amores imposibles, tragedia servida en elegante bandeja de plata.
Absolutamente teatral en su puesta en escena, la película se vale de dos factores de peso para la narración, por un lado una estupendísima fotografía de Florian Hoffmeister, que con unas iluminaciones que rozan lo onírico y resultan altamente creativas, pinta emociones en este retrato de pasiones encontradas. Por otro lado, tenemos las interpretaciones del trío protagonista, majestuosa para algunos, extremadamente fría para otros, entre los que me incluyo. Si bien las formas son elegantes, la contención en la puesta en escena de los actores dota a sus personajes de un aspecto gélido que encuentro antagónico con lo arrebatado de la historia que pretende contarnos, con lo que, para aquellos que no disfrutamos de estas interpretaciones, la pérdida de verosimilitud es devastadora y mella la valoración final de la película.
En conclusión, estamos ante un producto indiscutiblemente elegante, y de muy cuidadas formas, aunque frío, demasiado frío. Prescindible.
-Enoch-
La historia de “The Deep Blue Sea” se asienta sobre un problemático triángulo amoroso y sus pasiones, encuentros y desencuentros en el Londres de los años 50. La dama y absoluto eje del film es Hester Collyer (Rachel Weisz), la mujer de un juez del Tribunal Supremo (Russell Beale) pero que ve rendidas sus emociones ante un expiloto de la RAF (Tom Hiddleston)… amores rotos, amores imposibles, tragedia servida en elegante bandeja de plata.
Absolutamente teatral en su puesta en escena, la película se vale de dos factores de peso para la narración, por un lado una estupendísima fotografía de Florian Hoffmeister, que con unas iluminaciones que rozan lo onírico y resultan altamente creativas, pinta emociones en este retrato de pasiones encontradas. Por otro lado, tenemos las interpretaciones del trío protagonista, majestuosa para algunos, extremadamente fría para otros, entre los que me incluyo. Si bien las formas son elegantes, la contención en la puesta en escena de los actores dota a sus personajes de un aspecto gélido que encuentro antagónico con lo arrebatado de la historia que pretende contarnos, con lo que, para aquellos que no disfrutamos de estas interpretaciones, la pérdida de verosimilitud es devastadora y mella la valoración final de la película.
En conclusión, estamos ante un producto indiscutiblemente elegante, y de muy cuidadas formas, aunque frío, demasiado frío. Prescindible.
-Enoch-
3 de diciembre de 2010
3 de diciembre de 2010
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2047 una nave de rescate es enviada a investigar la misteriosa reaparición en la órbita de Neptuno de una nave experimental, la "Event Horizon", desaparecida años antes junto a toda su tripulación. Sucesos extraños comienzan a ocurrir a bordo mientras la misión de rescate intenta averiguar cuál ha sido el destino de los desaparecidos.
Lo que encuentran es algo que va más allá de lo inimaginable, y lo único que ahora han de salvar es su propia vida, lo único a rescatar, la propia cordura…
Se trata de un film de ciencia-ficción que nos lleva al peor de los infiernos, el lado oscuro de la propia mente.
El equilibrio entre los elementos de ciencia ficción y terror está realmente conseguido. Con imágenes y escenas realmente angustiosas, psicológica y visualmente, así como con un muy buen diseño de decorados y ambientación en general. La película tiene momentos de gran tensión, están muy bien dirigidos, y los efectos especiales son buenos. Muy recomendable si os gusta el terror psicológico, el gore y la ciencia ficción, lo tiene todo.
Enoch
Lo que encuentran es algo que va más allá de lo inimaginable, y lo único que ahora han de salvar es su propia vida, lo único a rescatar, la propia cordura…
Se trata de un film de ciencia-ficción que nos lleva al peor de los infiernos, el lado oscuro de la propia mente.
El equilibrio entre los elementos de ciencia ficción y terror está realmente conseguido. Con imágenes y escenas realmente angustiosas, psicológica y visualmente, así como con un muy buen diseño de decorados y ambientación en general. La película tiene momentos de gran tensión, están muy bien dirigidos, y los efectos especiales son buenos. Muy recomendable si os gusta el terror psicológico, el gore y la ciencia ficción, lo tiene todo.
Enoch

6,0
3.115
6
24 de octubre de 2012
24 de octubre de 2012
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dustin Hoffman (Tootsie, Maraton Man, Rain Man…etc) pasa al otro lado de las cámaras para dirigir una comedia sencilla y amable que fue seleccionada para clausurar la 60 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
La película nos traslada a una residencia para la tercera edad especializada. Entre sus muros pasan sus últimos años la élite de la música. Pero el lugar necesita de fondos para continuar alojando a sus habitantes, continuar siendo el paraíso musical de la edad dorada. Para ello celebran un concierto donde buscan la actuación más espectacular que garantice la máxima asistencia de público y la máxima recaudación. Una diva marchita espera ser la estrella, pero la llegada de una nueva habitante a la residencia puede completar un cuarteto que llegó a lo más alto en su juventud, allí se alojan ya los otros tres componentes… pero podrán volver a sonar al unísono y olvidar viejas rencillas?
El tono general de la producción es amable con el espectador gracias a su puesta en escena, su corrección formal, y su argumento, sencillo y efectivo sintonizando con las emociones de la audiencia y las interpretaciones, cercanas e invitadoras a la sonrisa. Entre el elenco de rostros conocidos destacaremos la presencia de un divertido Billy Connolly (“Fido”, “El último Samurai”) y sobre todo de Maggie Smith (“Harry Potter”, “El exótico hotel Marigold”) que llena la pantalla en cada una de sus apariciones.
Pero es quizás esta plena sencillez la que, a la vez que hace de la película un producto de fácil consumo, la transforma en algo igualmente olvidable. Los personajes no alcanzan excesiva profundidad y la resolución a todos los conflictos, pasados y presentes, que se muestran en pantalla tienen un desarrollo demasiado predecible y complaciente. Consigue la superficial sonrisa, pero no conmueve ni trasciende y deja la sensación de que, pese a lo pequeño de la película, arriesgando más podría haber obtenido un resultado grande. De cualquier modo, agradable y amena.
-Enoch-
www.raven-heart.com
La película nos traslada a una residencia para la tercera edad especializada. Entre sus muros pasan sus últimos años la élite de la música. Pero el lugar necesita de fondos para continuar alojando a sus habitantes, continuar siendo el paraíso musical de la edad dorada. Para ello celebran un concierto donde buscan la actuación más espectacular que garantice la máxima asistencia de público y la máxima recaudación. Una diva marchita espera ser la estrella, pero la llegada de una nueva habitante a la residencia puede completar un cuarteto que llegó a lo más alto en su juventud, allí se alojan ya los otros tres componentes… pero podrán volver a sonar al unísono y olvidar viejas rencillas?
El tono general de la producción es amable con el espectador gracias a su puesta en escena, su corrección formal, y su argumento, sencillo y efectivo sintonizando con las emociones de la audiencia y las interpretaciones, cercanas e invitadoras a la sonrisa. Entre el elenco de rostros conocidos destacaremos la presencia de un divertido Billy Connolly (“Fido”, “El último Samurai”) y sobre todo de Maggie Smith (“Harry Potter”, “El exótico hotel Marigold”) que llena la pantalla en cada una de sus apariciones.
Pero es quizás esta plena sencillez la que, a la vez que hace de la película un producto de fácil consumo, la transforma en algo igualmente olvidable. Los personajes no alcanzan excesiva profundidad y la resolución a todos los conflictos, pasados y presentes, que se muestran en pantalla tienen un desarrollo demasiado predecible y complaciente. Consigue la superficial sonrisa, pero no conmueve ni trasciende y deja la sensación de que, pese a lo pequeño de la película, arriesgando más podría haber obtenido un resultado grande. De cualquier modo, agradable y amena.
-Enoch-
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7,6
33.040
9
9 de noviembre de 2012
9 de noviembre de 2012
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
El muy galardonado director Michael Haneke (“La Cinta Blanca”, “Funny Games”…etc) cambia de estilo e historia dando un intimista giro para rodar un nuevo acierto titulado “Amor” (Amour). Su película se alzó con la palma de oro en Cannes, así como recibió el premio Fipresci durante la 60 Edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre otros reconocimientos.
“Amour” nos acerca al día a día de un matrimonio de la tercera edad, su complicidad, sus actos de cariño, sus disputas… su vida, su amor. Pero la senectud no tarda en cobrarse su precio, la enfermedad atenaza a la mujer, y una sombra oscurece toda su pacífica existencia poniéndolos a prueba.
“Amour” introduce al espectador de la mano en la intimidad de la vida del matrimonio protagonista. Los planos fijos, la inteligente ubicación de la cámara y consiguiente perspectiva del espectador, transforma a la audiencia en observadora de todo cuanto acontece entre los muros del conyugal domicilio, la hace voyeur de lo más íntimo, el amor, la enfermedad, la muerte… y todo ello realizado con una veracidad, un nivel de verosimilitud inusitado en el cine que conecta directamente con lo más profundo del espectador, no sólo en su emoción sino en lo visceral, consiguiendo una catarsis que hace al público abandonar la sala con un considerable nudo en el estómago, y eso, tiene mérito, mucho mérito.
Nada de esto sería posible si bajo el perfecto despliegue técnico no hubiera unas interpretaciones magistrales que rubriquen tanta verdad como desprende esta película. En “Amour” el trabajo de sus dos protagonistas es titánico, Jean-Louis Trintignant (“Tres colores:Rojo”), borda el retrato de un marido amante y sufriente, y Emmanuelle Riva (“El skylab”, “Mi hijo”) elabora una de las interpretaciones más sobrecogedoras y veraces que he podido ver jamás en pantalla encarnando a la mujer presa de la enfermedad, despidiéndose de la conciencia, la realidad, del amor y la existencia. Impresionantes los dos, cercanos, reales, dos actuaciones que junto a la labor del director engarzando todas las piezas no invitan a otra cosa que al respeto y admiración por crear una obra tan impactante partiendo de los elementos, emociones y miedos más básicos y cotidianos.
Es con todo ello, “Amour”, una película que si bien resulta lenta, lentísima, en su desarrollo, merece la pena visitar aunque sea una vez. Un trozo de gran cine, un pedazo de vida real atrapado en celuloide que hace sonreír, aterroriza y sacude cada fibra de emoción. Una película no para todos los gustos, pero de innegable calidad, Haneke firma una obra imprescindible.
-Enoch-
www.raven-heart.com
“Amour” nos acerca al día a día de un matrimonio de la tercera edad, su complicidad, sus actos de cariño, sus disputas… su vida, su amor. Pero la senectud no tarda en cobrarse su precio, la enfermedad atenaza a la mujer, y una sombra oscurece toda su pacífica existencia poniéndolos a prueba.
“Amour” introduce al espectador de la mano en la intimidad de la vida del matrimonio protagonista. Los planos fijos, la inteligente ubicación de la cámara y consiguiente perspectiva del espectador, transforma a la audiencia en observadora de todo cuanto acontece entre los muros del conyugal domicilio, la hace voyeur de lo más íntimo, el amor, la enfermedad, la muerte… y todo ello realizado con una veracidad, un nivel de verosimilitud inusitado en el cine que conecta directamente con lo más profundo del espectador, no sólo en su emoción sino en lo visceral, consiguiendo una catarsis que hace al público abandonar la sala con un considerable nudo en el estómago, y eso, tiene mérito, mucho mérito.
Nada de esto sería posible si bajo el perfecto despliegue técnico no hubiera unas interpretaciones magistrales que rubriquen tanta verdad como desprende esta película. En “Amour” el trabajo de sus dos protagonistas es titánico, Jean-Louis Trintignant (“Tres colores:Rojo”), borda el retrato de un marido amante y sufriente, y Emmanuelle Riva (“El skylab”, “Mi hijo”) elabora una de las interpretaciones más sobrecogedoras y veraces que he podido ver jamás en pantalla encarnando a la mujer presa de la enfermedad, despidiéndose de la conciencia, la realidad, del amor y la existencia. Impresionantes los dos, cercanos, reales, dos actuaciones que junto a la labor del director engarzando todas las piezas no invitan a otra cosa que al respeto y admiración por crear una obra tan impactante partiendo de los elementos, emociones y miedos más básicos y cotidianos.
Es con todo ello, “Amour”, una película que si bien resulta lenta, lentísima, en su desarrollo, merece la pena visitar aunque sea una vez. Un trozo de gran cine, un pedazo de vida real atrapado en celuloide que hace sonreír, aterroriza y sacude cada fibra de emoción. Una película no para todos los gustos, pero de innegable calidad, Haneke firma una obra imprescindible.
-Enoch-
www.raven-heart.com

6,0
1.684
8
2 de diciembre de 2010
2 de diciembre de 2010
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la crítica especializada se ha empeñado en bautizar al director de esta película una y otra vez con el sobrenombre del “Almodóvar francés”, lo cierto es que el cine de François Ozon no debe nada a nadie. Ciertamente, el realizador galo ha sabido evolucionar desde la sátira surrealista y la homosexualidad latente que impregnaban sus primeros trabajos (películas como Les amants criminels o Gotas de agua sobre piedras calientes) hasta un estilo mucho más reflexivo, sereno y asentado. En éste sentido Le refuge es una nueva chef-d'œuvre de un autor maduro al que desgraciadamente no se ha dado demasiada cobertura en nuestro país.
La valía del director queda patente en todos esos pequeños detalles que desarrollan las relaciones entre los personajes de manera casi inconsciente, anticipando o dejando a la imaginación del espectador ciertos secretos pasados y acontecimientos futuros. Pero si algo hay que celebrar de Le refuge es un estudio de personajes magnífico, es decir, el modo en que los presenta, explora y hace evolucionar. El retrato de Mousse y Paul se aborda en todo momento con una sutilidad, naturalidad y sensibilidad excepcionales. La manera en la que el embarazo de la protagonista está tratado, con una extraña sensualidad más que sexualidad, es un claro ejemplo.
Para ello Ozon se vale de una fantástica fotografía, íntima y realista, y deja que los actores hagan el resto. Al igual que las olas que invaden la sala de cine con su sonido, el espectador siente a los personajes muy cerca. Isabelle Carré -que tuvo que ajustar su embarazo real a las exigencias y plazos del rodaje- brilla con fuerza a través de una mujer herida en la flor de una vida que continúa creciendo imparable en su interior. Algo por detrás queda Louis-Ronan Choisy, un cantante reconvertido en actor (atentos a la escena del piano) que firma aquí su primera aparición en un largometraje de manera más que notable. Les acompaña de manera casi anecdótica Pierre Louis-Calixte como el amante de Paul.
Solo una pega puede ponérsele a Le refuge y es que se trata de una radiografía tan obsesionada con el realismo de sus personajes que para muchos espectadores no habituados a éste tipo de propuestas resultará excesivamente fría por momentos. Ciertamente, esta es la típica película en apariencia sencilla pero profunda en sus reflexiones que va ganando puntos a medida que pasan los días desde su visionado, un buen ejemplo de un tipo de cine que en nuestro país difícilmente llegaría a buen puerto sin entrar en el terreno de lo burdo. En cualquier caso, el film de François Ozon es un hermoso retrato del amor más allá de la sexualidad y los convencionalismos, un drama mínimo e intimista cuya moraleja se intuye mucho antes de que acabe la película y Mousse huya en ese tren con destino a ningún sitio: Siempre podemos escondernos de los demás. De nosotros mismos, jamás.
Keichi
La valía del director queda patente en todos esos pequeños detalles que desarrollan las relaciones entre los personajes de manera casi inconsciente, anticipando o dejando a la imaginación del espectador ciertos secretos pasados y acontecimientos futuros. Pero si algo hay que celebrar de Le refuge es un estudio de personajes magnífico, es decir, el modo en que los presenta, explora y hace evolucionar. El retrato de Mousse y Paul se aborda en todo momento con una sutilidad, naturalidad y sensibilidad excepcionales. La manera en la que el embarazo de la protagonista está tratado, con una extraña sensualidad más que sexualidad, es un claro ejemplo.
Para ello Ozon se vale de una fantástica fotografía, íntima y realista, y deja que los actores hagan el resto. Al igual que las olas que invaden la sala de cine con su sonido, el espectador siente a los personajes muy cerca. Isabelle Carré -que tuvo que ajustar su embarazo real a las exigencias y plazos del rodaje- brilla con fuerza a través de una mujer herida en la flor de una vida que continúa creciendo imparable en su interior. Algo por detrás queda Louis-Ronan Choisy, un cantante reconvertido en actor (atentos a la escena del piano) que firma aquí su primera aparición en un largometraje de manera más que notable. Les acompaña de manera casi anecdótica Pierre Louis-Calixte como el amante de Paul.
Solo una pega puede ponérsele a Le refuge y es que se trata de una radiografía tan obsesionada con el realismo de sus personajes que para muchos espectadores no habituados a éste tipo de propuestas resultará excesivamente fría por momentos. Ciertamente, esta es la típica película en apariencia sencilla pero profunda en sus reflexiones que va ganando puntos a medida que pasan los días desde su visionado, un buen ejemplo de un tipo de cine que en nuestro país difícilmente llegaría a buen puerto sin entrar en el terreno de lo burdo. En cualquier caso, el film de François Ozon es un hermoso retrato del amor más allá de la sexualidad y los convencionalismos, un drama mínimo e intimista cuya moraleja se intuye mucho antes de que acabe la película y Mousse huya en ese tren con destino a ningún sitio: Siempre podemos escondernos de los demás. De nosotros mismos, jamás.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Éste film rodado a medio camino entre París y el País Vasco toma su nombre de una casa ubicada no lejos de la frontera, aunque el director usa el término con un doble sentido. En efecto, Ozon concibe su refugio como una especie de limbo personal, un lugar en el que uno se purifica, descubre y asume su sexualidad, la maternidad o hasta la muerte del ser querido. Después de estremecernos con una escena de yonkis e inyecciones en el cuello digna del mejor Danny Boyle, la historia abandona pronto los grises interiores de la capital y su sentida aristocracia para asentarse en la apacible costa del sur de Francia. Allí esconde Mousse su embarazo, fruto del novio al que acaba de perder a causa de una sobredosis de heroína a la que ella sobrevivió de milagro. La llegada de Paul -el hermano homosexual del fallecido- al refugio sacará a relucir muchos sentimientos e inquietudes compartidas.
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