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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
4 de septiembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya pasado prácticamente desapercibida, Mr Inbetween ha sido una grata sorpresa. No será para todos los gustos. De hecho, ya sabemos que existen personas que consideran una serie lenta a Los Soprano. La ventaja en este caso es el tiempo y el tono. Con capítulos de veinte minutos a media hora, y además de poseer un cariz bastante más desenfadado. No pretende ser un mural y dar respuesta a cuestiones trascendentes; más bien representa una cotidianeidad breve y realista, a la par que intensa, con personajes igualmente mundanos. En esto último se comprende el símil con Tony y compañía.
Scott Ryan tira también del mejor Tarantino en múltiples diálogos brillantes, especialmente en los que mantiene con sus próximas víctimas, o ese barbudo descerebrado que tiene por mejor amigo. Y a pesar de bascular sobre todo hacia la comedia, en un gran alarde de ingenio y talento, la serie tampoco se anda con remilgos a la hora de mostrar el dolor ni el afecto o apego del matón hacia los que aprecia.
Lo hace de forma muy lacónica, pero sin renunciar a nada, y con una fórmula que puede parecer sencilla, sin duda por el gran trabajo de un guión que el propio Scott Ryan manifestó tener pensado desde los 15 años. Menos mal que se empecinó en que saliese adelante.

Lo que no sabemos es si la sonrisa cínica del personaje es ensayada o real, pero seguro que no la olvidaremos nunca.
23 de junio de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desconfianza y cierta pereza casi me hicieron cometer el craso error de no animarme a ver Better Call Saul. Aunque guardaba gratos recuerdos de Braking Bad, los personajes principales y sus motivaciones me terminaron por parecer un tanto previsibles y simplistas, dejando de lado el primer acercamiento al protagonista en su primera temporada, donde la ambigüedad y el conflicto moral se mostró en todo su explendor. En temporadas siguientes la acción pasó a jugar con claridad el papel preponderante, y aunque el conjunto me dejó buen sabor de boca, no me creó la impresión de esas grandes series que dejan un rastro perdurable, vívido, de historias personales memorables, de personajes que parece que siguieran deambulando entre nosotros, a pesar de que la pantalla ya nos hubiese contado todo sobre ellos.
La historia de nuestro Jimmy Mcguill, alias Saúl, es otro asunto. Más seria y pausada, e ingeniosa incluso que se predecesora, no me extraña que Odenkirk se empeñase en terminarla a pesar de su grave enfermedad. Le regalaron el papel de su vida. También lleva parte del peso el memorable personaje de "Mike", interpretado impecablemente por un carismático Jonathan Banks. Se suman el acierto del hermano abogado de Jimmy -algo así como una especie Charles Laughton en Testigo de Cargo-, con una apabullante interpretación de Michael Mckean, y otra de los pocas personas por las que nuestro antihéroe siente aprecio, una creíble, inteligente y contenida Rhea Seehorn, que cada vez cobra más importancia; otro personaje para enmarcar, y seguramente unos de los personajes femeninos de más profundidad jamás creados en una serie de televisión. Todos ellos juegan un papel importante en la dualidad y conversión definitiva de Jimmy Mcguill, el tipo que a veces podría mostrarse bueno y honesto, pero que de algún modo no puede evitar ser un truhan empedernido. El pícaro que aprendió el juego de la pillería desde pequeño, con pequeños detalles de su pasado que lo explicarían en parte, y soltado a drede en una profesión que da mucho juego. Sus genialidades no me han hecho reír, más exactamente me han sacado esa medio sonrisa... ese soplo de aire que es la travesura frente a la mediocridad y la corrección política, frente al pensamiento medio, frente al tonto y aburrido ciudadano que llega lejos con los buenos días y el qué tal está usted y poco más. Las tramas que se monta el pillo con talento, con una motivación siempre latente de la supervivencia y de pura burla a lo establecido y reconocido como "éxito" , me han hecho rememorar historias de la picaresca española, y, por qué no, también algo de Mark Twain. La serie bascula en el drama con igual peso, incluso en la tragedia, al tiempo que no renuncia a mostrar un panorama social a través de variopintos personajes secundarios. En cierta manera, la picaresca termina convertida en un retrato de época, de un determinado estrato social, tal y como pretendían aquellas obras. En esta ocasión retrata el mundo de la justicia estadounidense, especialmente de la abogacía de altos vuelos, aunque sin renunciar a la otra: la pasillera, la de pie, la que se juega negociando conformidades de delitos y conflictos del día a día. También el mundo del cártel, con unos personajes fantásticos que integran esos inolvidables Salamanca, introduciendo uno nuevo que no aparecía en Braking Bad, pero que es seguramente el tipo màs retorcido y taimado de todos ellos: un perfecto villano representado por Toni Dalton, como Lalo Salamanca, otro sobrino del gran Héctor Salamanca. Mientras que Jimmy forma parte de ese mundo de la abogacía, Mike se encarga de representar al segundo. Ambos terminan confluyendo, sirviendo en gran medida de enlace el trágico Nacho Varga (Michael Mando).

Siguiendo con Jimmy, la comprensión de la controversia es definitiva, cuando sabemos que, con el apoyo afectivo y confianza de algunos, quizás Jimmy no hubiera llegado a ser Saúl. Aquí juega un papel trascendental su hermano Charles. Aunque tales aspiraciones y el afecto que se le coge al personaje se muestran muy bien a través de Kim Wextler, (Rhea Seehorn), por el que nuestro héroe siente fervor. Kim sirve de espejo a los sentimientos de los espectadores: no puede evitar divertirse con su genialidad, pero en numerosas ocasiones se siente contrariada y anda con cautela, porque la única forma conocida de vida de Jimmy es catapultear, de una forma u otra, las reglas del juego. A través de las seis temporadas veremos cómo la genialidad de Jimmy, que bien llevada pudo dirigirse a otros sitos, acabó trágicamente sepultada en el mundo de la delincuencia millonaria y sofisticada. Y la tragedia está en que Jimmy resbalones es consciente de su trasformación, de que en cierto modo será o se terminará convirtiendo en la caricatura de Braking Bad, en un genio arrogante del mal al servicio del cártel. Siente que no puede obrar de otra manera, aunque le lleguen oportunidades para alcanzar el éxito o el reconocimiento. Jimmy se aburre y es siempre de atajos, a pesar de poseer una inteligencia excepcional. Una dicotomía siempre presente, porque todo es una reflexión profunda sobre la ética, y sobre la delgada línea en la que la travesura puede acabar o llevar a delitos atroces. Por supuesto, en esa ecuación hablar o no de redención y arrepentimiento, e incluso del amor, es inevitable.
También es un milagro visual, y de un portentoso guión.
Por último, no puedo dejar de mencionar el cariño y la honestidad con la que es tratada la relación entre Jimmy y Kim, dedicando secuencias enteras de cotidianeidad en la que se intuye un amor espontáneo, sin decir una palabra.
El cierre de la última temporada, especialmente su último capítulo, está dedicado a los dos. Dudo mucho que vuelva a ver en televisión algo remotamente parecido, rodado en un castizo blanco y negro, y asumiendo el riesgo de cerrar nada menos que seis temporadas sin fuegos artificiales, con sobriedad y una caterva de profundas emociones contenidas.
10 de marzo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pongo un cuatro porque me quedé a mitad de película. Pero lo que vi se resume a una larga verborrea de dos personajes insoportables, uno que no sabe hablar sino de sí mismo y que posee ínfulas de grandeza, y otra que es una niñata consentida, aunque se crea mujer híper moderna reveladora de la condición subyugada del género femenino. Entiendo que, quizás, la obra quiere ser el retrato de la banalidad en las relaciones de pareja, pero algo no encaja. Venga hombre… esa larga, pretenciosa y pseudo intelectual conversación entre las diferentes parejas de diferentes edades, todos ellos bien instruidos, exquisitamente vestidos y en un escenario idílico. Estoy seguro de que son muy pocos los que se rodean en sus vacaciones de conocidos escritores, trotamundos de las viejas capitales de Europa y que han participado activamente en el teatro, en una preciosa villa a orillas del Mediterráneo. Encima, divagan sobre el peso del tiempo en los recuerdos, sobre la condición del sexo en el hombre, o ironizan sobre la relación de pareja, mientras lo mezclan todo con unas pocas vulgaridades. Qué panda de gilipollas, a mí me dieron ganas de estrangularlos a todos, los ponía a labrar la tierra y a dejarse los cuernos, así no tendrían tiempo de racionalizarlo todo. Sólo dan ganas de que se callen, a mí esa pareja me parece un par de esquizofrénicos que no saben lo que quieren. En este aspecto, si la película quiere generar repulsión hacia la clase opulenta medio instruida, bien vale. Pero si lo que pretende es mostrarse como una crónica de la muerte del amor en la pareja por los vaivenes de la vida cotidiana, sinceramente, yo no me vi reflejado en mi relación con mi mujer. Mi cotidianeidad con ella no sólo se resume en la comunicación verbal, sino en muchos otros actos sencillos de la vida que se comparten de otra manera y que son tan válidos como aquella. Partiendo del fracaso en sus pretensiones, después de estar un poco mareado por la charlatanería, y frío por el aburrimiento y la desconexión con los personales, apagué sabiamente el televisor. Me quedé un rato en silencio.
26 de enero de 2025 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistas las dos temporadas, aunque no añaden nada nuevo a la parrilla televisiva, al menos han tenido la suficiente audacia e interés como para haber aguantado los trece capítulos de cada una de ellas. Sin duda es mérito de un guion que a veces me sorprendió gratamente en el esbozo ambiguo y perturbado de algunos de sus personajes principales, por más que las vueltas de tuerca sean excesivas o a veces su comportamiento errático o poco verosímil. Se le perdona. No obstante, falla en mi opinión con otros tantos, no solo por representar estereotipos de buenazos sosainas salidillos entrañables, u algún que otro delincuente de medio pelo que hace cosas raras; peor aún, a estos se le añaden subtramas de dramas personales o familiares que, más que llenar, sirven de relleno, y más que contundencia y seriedad, hacen perder el hilo de la crudeza y oscuridad que, groso modo, parece que quiere representar. Si juegas a True Detective te lo compro si hay algo de talento. Pero no puedes ser True Detective y Cuéntame. Con lo dicho el lector sabe perfectamente a qué tres o cuatro personajes me refiero.
De hecho, en la segunda temporada se ahonda más en el error: una trama de corrupción y pederastia generalizada, con un asesino tipo mercenario con feeling y que representa un mítico actor, un matrimonio que es el cenit de esa degradación y que está fantástico, pero por el camino, otra vez, el sosainas del forense con su hija (los actores hacen lo que pueden), el forense Ned Flanders del bigote, y par de historias de amor un poco absurdas que no debería haber existido. También chirría bastante el exceso de sadismo final, desde mi punto de vista pasado muy de rosca, amén que cansino y ya muy visto.. Un tanto agotador, tanto por el exceso como por lo ordinario.
En fin , a pesar de todo creo que sus eminentes virtudes la hacen entretenida.
Soul
Estados Unidos2020
7,4
35.261
5
28 de diciembre de 2020
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así como Inside Out fue para mí una película sobre las emociones que no emocionaba, Soul es otra sobre el alma, y su pretenciosa relación con la música, que parece desalmada. Todo empezó de la mejor forma posible, con un jazz bastante aceptable y el recuerdo reciente de esa obra maestra (esta sí), que fue Coco. Sin embargo, tan pronto cae al abismo nuestro simpático personaje, se descalabra también estrepitosamente y casi al mismo tiempo el guión y todo lo demás. La fábula sobre el sentido de la vida es infantil, faciloide y aburrida. A buen seguro que disgustará a adultos (ojo, no de los que se atreven a tildar la obra como existencialista), y dejará perplejos a nuestros pequeños.
En fin, todavía no salgo de mi asombro cuando escucho que es un deleite técnico, y resulta que màs de la mitad del dibujo son nubecitas de algodón con múltiples Casper pululando por ahí y diciendo chorradas.
Pues nada, siempre nos quedarán los Coco, Toy Story, Los Increíbles y otras tantas películas de Pixar de verdad.
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