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5,7
10.054
6
29 de septiembre de 2018
29 de septiembre de 2018
68 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada quiero decir que no voy a caer en el “spoiler” fuera de su espacio o que rehúso a adelantar cualquier posible sorpresa, como han hecho otros usuarios o incluso parte de la “crítica especializada”. Menos mal que cuando voy al cine me informo poco, porque así me ahorro disgustos. Tiene su parte buena y su parte mala: si el film es horrendo, por desgracia, no recibo ninguna advertencia, y si hay algo que no deba saber nadie me la destripa, esa es la ventaja.
Y ahora ciñéndonos al tema en concreto, Paul Feig, tras su sonado batacazo con el “remake” de “Cazafantasmas”, vuelve a la línea trazada en “Espías”, es decir, un film de evasión, con tintes “neo- drag”, sazonado con ciertas dosis de “petardez” y evocaciones a un estilo cinematográfico que ha caído en desuso, aunque he de decir, que en ese sentido, “Espías” me pareció algo más lograda. Es un tipo de cine que a los más exigentes les podrá resultar una simple parida, pero creo que, además de que deban existir toda clase de pasatiempos, hay en ella ciertos factores que la libran de ser claramente una vulgaridad o una mierda, hablando mal y pronto. Es más, incluso a veces se recurre a un intento de recreación de ambiente a lo que muchos mal llamaban “comedia sofisticada” de los años sesenta y parte de los setenta, lo cual a mí me gusta.
De entrada, y ante tanta producción reiterativa, está exenta de testosterona gratuita, violencia de relleno o diálogos trillados. Quizás por esta razón la mayoría del público asistente a la sesión eran mujeres, aunque no se trate en absoluto de un film que solamente le podría interesar a un público femenino. El arranque de “Un pequeño favor” promete mucho, aunque luego ciertos elementos durante el camino no se aprovechen.
¡Incluyen títulos de crédito! Eso es algo que ya pocos films tienen y que muchos echamos en falta, unos créditos bonitos tanto de color como de diseño. La mayoría de las canciones que se van utilizando parecen un precioso homenaje a la “canción francesa”, con temas cantados por Hardy, la Bardot, Gainsbourg, Zaz o Dutronc, entre otros, y aunque aparezcan brevemente temas de otras épocas y “latitudes” el clima francés reina en la película.
El guión, que no me esperaba que se basara en ninguna novela, en este caso de Darcey Bell, es una acumulación de referencias que pensé que partían de sus creadores, como Paul Feig o Jessica Sharzer, a modo de parodia. Por eso su verdadero fuerte no es su argumento, si no sus diálogos, y sobre todo su acertado “casting” en el que sus dos actrices principales hacen unas composiciones que podrían recibir la sorpresa de aparecer nominadas, por ejemplo, en los Globos de oro, como Anna Kendrick, que parece haber tomado como referencia a la Sally Hawkins de “Happy: Un cuento sobre la felicidad” además de parecerse físicamente a esta gran actriz, y Blake Lively, cuyas referencias las dejaremos para el “spoiler” y hace también un notable trabajo, posiblemente uno de los mejores de su carrera.
Sus giros, sobre todo en la segunda mitad, quizás se exceden tanto en intenciones de sorprender, como de deslumbrar en exceso. Y eso juega en parte en su contra, como también cuando se toma demasiado en serio y se olvidan de que la clave de comedia no se debe perder, porque cae en la inverosimilitud.
Feig hace una buena labor en su dirección, así como el resto del equipo técnico, logrando un correcto “divertimento” para los que busquen específicamente esta clase de género. Y sin más, vamos al spoiler.
Y ahora ciñéndonos al tema en concreto, Paul Feig, tras su sonado batacazo con el “remake” de “Cazafantasmas”, vuelve a la línea trazada en “Espías”, es decir, un film de evasión, con tintes “neo- drag”, sazonado con ciertas dosis de “petardez” y evocaciones a un estilo cinematográfico que ha caído en desuso, aunque he de decir, que en ese sentido, “Espías” me pareció algo más lograda. Es un tipo de cine que a los más exigentes les podrá resultar una simple parida, pero creo que, además de que deban existir toda clase de pasatiempos, hay en ella ciertos factores que la libran de ser claramente una vulgaridad o una mierda, hablando mal y pronto. Es más, incluso a veces se recurre a un intento de recreación de ambiente a lo que muchos mal llamaban “comedia sofisticada” de los años sesenta y parte de los setenta, lo cual a mí me gusta.
De entrada, y ante tanta producción reiterativa, está exenta de testosterona gratuita, violencia de relleno o diálogos trillados. Quizás por esta razón la mayoría del público asistente a la sesión eran mujeres, aunque no se trate en absoluto de un film que solamente le podría interesar a un público femenino. El arranque de “Un pequeño favor” promete mucho, aunque luego ciertos elementos durante el camino no se aprovechen.
¡Incluyen títulos de crédito! Eso es algo que ya pocos films tienen y que muchos echamos en falta, unos créditos bonitos tanto de color como de diseño. La mayoría de las canciones que se van utilizando parecen un precioso homenaje a la “canción francesa”, con temas cantados por Hardy, la Bardot, Gainsbourg, Zaz o Dutronc, entre otros, y aunque aparezcan brevemente temas de otras épocas y “latitudes” el clima francés reina en la película.
El guión, que no me esperaba que se basara en ninguna novela, en este caso de Darcey Bell, es una acumulación de referencias que pensé que partían de sus creadores, como Paul Feig o Jessica Sharzer, a modo de parodia. Por eso su verdadero fuerte no es su argumento, si no sus diálogos, y sobre todo su acertado “casting” en el que sus dos actrices principales hacen unas composiciones que podrían recibir la sorpresa de aparecer nominadas, por ejemplo, en los Globos de oro, como Anna Kendrick, que parece haber tomado como referencia a la Sally Hawkins de “Happy: Un cuento sobre la felicidad” además de parecerse físicamente a esta gran actriz, y Blake Lively, cuyas referencias las dejaremos para el “spoiler” y hace también un notable trabajo, posiblemente uno de los mejores de su carrera.
Sus giros, sobre todo en la segunda mitad, quizás se exceden tanto en intenciones de sorprender, como de deslumbrar en exceso. Y eso juega en parte en su contra, como también cuando se toma demasiado en serio y se olvidan de que la clave de comedia no se debe perder, porque cae en la inverosimilitud.
Feig hace una buena labor en su dirección, así como el resto del equipo técnico, logrando un correcto “divertimento” para los que busquen específicamente esta clase de género. Y sin más, vamos al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
El ambiente “chic” no está del todo aprovechado, sobre todo porque el personaje de Emily podía haber sido de entrada más potente, más influyente aún sobre Stephanie, y no se nos justifica su lado “francófilo”. Su entrada en escena es muy buena, pero por desgracia se nos queda por debajo de la Sharon Stone de “Instinto básico”, o de Linda Fiorentino en el “neo- noir” “La última seducción”, una interpretación antológica que España pasó casi desapercibida por muchos. Su maldad, aunque no llegue al retorcimiento del personaje de Amy en “Perdida” de Fincher, a nosotros nos resulta menos misógino y más divertido. A mí me ha gustado su trabajo.
Con este material no sé qué hubieran hecho, o si hubieran sacado mayor partido Verhoeven o sobre todo un Brian De Palma en estado de coña que bien le hubiera venido y hubiera significado su recuperación. Pero bueno, son meras suposiciones y tampoco es plan de menospreciar la labor de Feig, un director que ojalá pueda seguir dando más de sí dentro del aburrido panorama del cine comercial.
Antes aludíamos que no esperábamos que partiera de una novela. No sé si han respetado mucho la obra pero, como decíamos, sus constantes giros, sobre todo en su segunda mitad carecen de toda verosimilitud y más bien parece un artificio sincopado motivado por un guión que pretende sorprender más que divertir, en un estilo Ira Levin pasado algo de rosca y sin llegar a su altura, pero al menos hablamos de referentes de calidad en todo momento.
El aludir por parte de muchos críticos o usuarios de “Perdida” de Fincher implica reventar gran parte de la sorpresa de “Un pequeño favor”, sobre todo porque considero que este film en concreto es menos pretencioso y no merecía un “spoiler” tan injusto, sobre todo por el público, que se lo pasó en grande con lo que le planteaban, participando en todo momento, que era de lo que se trataba.
El ambiente “chic” no está del todo aprovechado, sobre todo porque el personaje de Emily podía haber sido de entrada más potente, más influyente aún sobre Stephanie, y no se nos justifica su lado “francófilo”. Su entrada en escena es muy buena, pero por desgracia se nos queda por debajo de la Sharon Stone de “Instinto básico”, o de Linda Fiorentino en el “neo- noir” “La última seducción”, una interpretación antológica que España pasó casi desapercibida por muchos. Su maldad, aunque no llegue al retorcimiento del personaje de Amy en “Perdida” de Fincher, a nosotros nos resulta menos misógino y más divertido. A mí me ha gustado su trabajo.
Con este material no sé qué hubieran hecho, o si hubieran sacado mayor partido Verhoeven o sobre todo un Brian De Palma en estado de coña que bien le hubiera venido y hubiera significado su recuperación. Pero bueno, son meras suposiciones y tampoco es plan de menospreciar la labor de Feig, un director que ojalá pueda seguir dando más de sí dentro del aburrido panorama del cine comercial.
Antes aludíamos que no esperábamos que partiera de una novela. No sé si han respetado mucho la obra pero, como decíamos, sus constantes giros, sobre todo en su segunda mitad carecen de toda verosimilitud y más bien parece un artificio sincopado motivado por un guión que pretende sorprender más que divertir, en un estilo Ira Levin pasado algo de rosca y sin llegar a su altura, pero al menos hablamos de referentes de calidad en todo momento.
El aludir por parte de muchos críticos o usuarios de “Perdida” de Fincher implica reventar gran parte de la sorpresa de “Un pequeño favor”, sobre todo porque considero que este film en concreto es menos pretencioso y no merecía un “spoiler” tan injusto, sobre todo por el público, que se lo pasó en grande con lo que le planteaban, participando en todo momento, que era de lo que se trataba.

7,7
42.211
9
19 de abril de 2013
19 de abril de 2013
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es admirable esta película por varias razones: como película, ya que estructuralmente está muy bien medida y perfectamente llevada a cabo, y por el tema tan difícil que toca (los abusos sexuales a menores) que lo hace con más inteligencia que con morbo fácil, rechazando la vía sentimental, como sería habitual en el telefilm de turno. Por ello da la sensación de que “La caza, The Hunt (o Jagten en su original)”, parece que haya pasado casi de puntillas por los certámenes y festivales donde ha sido exhibida, ya que hubiera merecido correr mayor suerte a la hora de figurar en el palmarés, quizás porque es una película difícil de digerir y políticamente incorrecta, no ya por el retrato tan acertado que hace de la sociedad (da igual el país, somos tan vulgares como parecidos en tantas cosas….), sino que deja en evidencia lo vulnerables y lo poco preparados que estamos ante un caso de abuso a un menor, mucho más si no tenemos la certeza de que el verdugo sea culpable, ya que es una mancha que jamás podríamos borrar de su vida. O sea, tela marinera.
Y es que se nota cuando un director es el guionista, y mucho más si la historia, como en el presente caso, marca al director. Según cuenta Thomas Vinterberg una noche de invierno recibió la visita de un psicólogo infantil, que con unos papeles en mano le hablaba de niños, fantasías y “recuerdos reprimidos”. No lo invitó a entrar ni leyó los papeles hasta bastante después, descubriendo que tenía una bomba entre manos, y dicho sea de paso, Vinterberg siente predilección hacia temas demoledores. Con la astucia y el pulso de un narrador de primera, Vinterberg dirige a un puñado de actores (muchos de ellos menores) y hasta a un perro con una destreza pasmosa, desde a su fabuloso protagonista Mads Mikkelsen en el papel de Lucas, profesor de guardería, a la pequeña Klara, Annika Wedderkopp.
Y como es habitual en estos casos también su factura técnica sigue la misma línea, corroborando la idea de que el cine (el buen cine) se hace aunando estas condiciones y sin dar gato por liebre.
Con películas así, aunque puedan pecar para algunos de excesivamente analíticas, es como se sustenta una industria. Puede que no vayan a recaudar más que cualquier “blockbuster” al acabar el año, pero “La caza” aún con el paso del tiempo seguirá interesando (y siendo rentable), porque lo que plantea es un tema que se da en muchas sociedades y por desgracia no caduca.
Y es que se nota cuando un director es el guionista, y mucho más si la historia, como en el presente caso, marca al director. Según cuenta Thomas Vinterberg una noche de invierno recibió la visita de un psicólogo infantil, que con unos papeles en mano le hablaba de niños, fantasías y “recuerdos reprimidos”. No lo invitó a entrar ni leyó los papeles hasta bastante después, descubriendo que tenía una bomba entre manos, y dicho sea de paso, Vinterberg siente predilección hacia temas demoledores. Con la astucia y el pulso de un narrador de primera, Vinterberg dirige a un puñado de actores (muchos de ellos menores) y hasta a un perro con una destreza pasmosa, desde a su fabuloso protagonista Mads Mikkelsen en el papel de Lucas, profesor de guardería, a la pequeña Klara, Annika Wedderkopp.
Y como es habitual en estos casos también su factura técnica sigue la misma línea, corroborando la idea de que el cine (el buen cine) se hace aunando estas condiciones y sin dar gato por liebre.
Con películas así, aunque puedan pecar para algunos de excesivamente analíticas, es como se sustenta una industria. Puede que no vayan a recaudar más que cualquier “blockbuster” al acabar el año, pero “La caza” aún con el paso del tiempo seguirá interesando (y siendo rentable), porque lo que plantea es un tema que se da en muchas sociedades y por desgracia no caduca.

7,6
33.038
6
12 de enero de 2013
12 de enero de 2013
85 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante el alúd de premios y honores, que ya no le caben en la cesta y sigue sumando, que está recibiendo “Amor” y el reconocimiento unánime que tiene su director, me da el relax y la libertad (sin faltar al respeto, porque se lo merece, dicho sea de paso, aunque esté muy sobrevalorado) para, al menos, manifestar ciertas reservas ante esta película, supuestamente intachable. Creo que a excepción de sus tres primeros largometrajes, para mí los más logrados, siempre me ha dado la sensación de que Haneke se iba creando un mundo antojadizo tanto de circunstancias como de personajes traumáticos. Y digo antojadizos porque, como ocurre también en “Amor”, los pasos dramatúrgicos entre las acciones se los pasa por el forro, su final se contradice con su principio, o viceversa y se recurren a elipsis para salvar escollos. Me remite al cine de autor con ínfula que se idolatraba en cine clubs y sesiones experimentales de hace medio siglo. De hecho el mundo que describe es la consecuencia que hemos visto repetidas veces en esta clase de cine: pareja heterosexual que cena una loncha de jamón de york acompañada de una hoja de lechuga, que mientras toman una pequeña copa de vino escuchan a Schubert, por ejemplo, y hablan de cuando en cuando, durante largos silencios, de algo profundo. De hecho, si Haneke hubiera centrado su historia en los caseros españoles igual habríamos presenciado una historia más lógica: hubieran buscado más el sol y habrían salido a la calle, habrían puesto más canciones (o coplas), verían algo la tele, quizás tendrían algo de sentido del humor o gritarían más hablando, a saber. Pero la opción escogida por Haneke es la más austera y la más mortecina, sin hacer “cine de cámara” bergmaniano, que hubiera sido más moderno y para mí más meritorio, dicho sea de paso, aunque el pilar sean los actores. No sé por qué Trintignant no ha sido nominado al Oscar cuando está ante el papel de su vida, menos lucido que el de su conmovedora y estupenda compañera nominada Emmanuelle Riva. Ellos llevan la película con pequeñas intervenciones de otros actores, como la estupenda Huppert en un personaje, que como el resto poco aportan al conjunto. Quizás por último creo que su título es erróneo. Puede que Compasión, Misericordia o Marrón podían haber definido mejor la propuesta, porque amor lo veo sólo en varias secuencias muy concretas. Aunque me parece una película interesante y con algunos logros, creo que tampoco es como para lanzar campanas al vuelo, sobre todo porque si estremece al espectador es porque su historia, tarde o temprano a todos nos irá llegando, pero no porque nos haya perforado.
7
20 de septiembre de 2014
20 de septiembre de 2014
60 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El hombre más buscado” es a todos los efectos una buena película. Buena porque no hay nada en ella que falle, está muy cuidada, en lo que ya sólo depende el gusto del consumidor el que le atraiga más o menos. Se nota que es un trabajo elaborado y bien pensado, tanto en su dirección, como en su notable banda sonora, su fotografía… todo ello muy acorde, trabajado en la misma dirección. Su guión, basado en una novela del renombrado Le Carré, especializado en relatos de espías, ha sabido llevar sus personajes sin confundir con datos al espectador. Se le ha despojado de la frialdad habitual de tanto hombre carente de expresividad y testoterona y tiene cabida el mundo femenino, quizás porque los tiempos cambian... Además sabe transmitir cotidianidad en sus circunstancias, nada suena a irreal, y también se nos ahorran intentonas de insertar discursitos inútiles para demostrar su buena documentación. Tres cuartos de lo mismo para el amplio reparto, en el que todos parecen llevar enfundados sus personajes con total comodidad, incluso en momentos precisos hasta logran contarnos cómo son realmente. Si mencionamos al desgraciadamente fallecido Philip Seymour Hoffman no es por esa razón, es porque su composición de personaje, una vez más, es muy buena y es quien lleva casi el protagonismo, pero apoyado en todo momento por el resto del buen reparto, sean más conocidos por estas latitudes como Dafoe o menos conocidos, aunque no por ello menos reseñables, por ejemplo, su compañera de “andanzas laborales”, la actriz Nina Hoss. Quizás como handicap para el gran público es que no haya tiros por doquier, ni grandes persecuciones, careciendo de pirotecnia, por lo que podrían sentirse decepcionados si es sólo lo que iban buscando. Pero he querido dejar claro ante todo que me parece una buena película, porque estas coproducciones entre varios países suelen ser más farragosas, y esta no lo es. Aunque diverjan en estilos y espectacularidad, pertenece a esa clase de thrillers “serios”, como pudiera ser, al menos en mi opinión “The International (Dinero en la sombra)”. Un cine con fondo crítico, que parece que durante la década de los setenta fue desapareciendo para dar paso a unos productos no tan molestos con sus denuncias y que llevaban más dosis de espectáculo. Si nos ponemos muy exigentes puede que se le hubiera podido sacar más partido si se hubiera perfilado su final en sí, donde parece que no termina de hincar el diente con su resolución y que quizás no aporta nada nuevo a lo que ya conocíamos por otros films también de calidad, pero me resultaría injusto, porque se nota que todos “han hecho sus deberes”. Desde una Robin Wright que decide llevar uno de sus más arriesgados cambios de imagen, o que la joven McAdams brille a la misma altura que sus compañeros de escena o que se nos muestre una Alemania nada turística, más pendiente de que case con su trama que de una promoción al uso, en fin, por todo lo dicho, merece desde luego no ya que se recomiende si no que sirva de ejemplo para los que quieran rodar films de espías que transpiren verosimilitud y encima estén bien llevados, como en este caso, por Corbijn.
20 de enero de 2018
20 de enero de 2018
67 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los tiempos que corren, no ya en Estados Unidos con el polémico Donald Trump en la presidencia, si no en todos los países que supuestamente integran el “primer mundo”, “Los archivos del pentágono” es un film necesario. Con todas sus virtudes y defectos. Es de esa clase de mensajes, con el respaldo de estar basado en hechos reales (aunque no del todo imparcial), que es necesario proclamar a los cuatro vientos, y no desde el cine independiente, si no desde una de las más potentes productoras de Hollywood como es la Fox y, de manos de Spielberg, el cual a estas alturas no necesita ningún tipo de presentación. Esa supuesta libertad de la que disfruta tanto el ciudadano de a pie como los medios de comunicación, está cada vez más en entredicho, y conviene que nunca olvidemos que estamos expuestos a cualquier tipo de manipulación urdida desde las altas esferas. Como se llega a decir en el propio film: “la prensa debe estar al servicio del gobierno pero no de sus gobernantes”.
Spielberg ha hecho una buena labor, como era de esperar, sobre todo a nivel técnico. Ha querido ser riguroso y, ante todo, ha querido informar desde el respeto, pero su recreación ha sido más intelectual que visceral. No ha tenido la garra que otros maestros han demostrado, como por ejemplo Costa- Gavras, Preminger, Rossen, Frankenheimer o Andrzej Wajda al ser capaces de imprimir nervio y veracidad. Incluso no está a la altura de la inspiración de Stone cuando llevó a cabo su “J. F. K: Caso abierto”, Pakula con “Todos los hombres del presidente”, Pollack con “Los tres días del cóndor” o el defendible (por mi parte) “remake” de Demme “El mensajero del miedo”. Ha cumplido, sin duda, pero con un resultado lejano al que obtuvieron sus antecesores, y eso que ya venía entrenado de “Munich”.
En cuanto a los factores técnicos es de admirar su difícil ambientación y todo, una vez más, está llevado a cabo con rigor. Pero hay cosas que del todo no me convencen. La partitura musical de Williams es un autoplagio de otras obras suyas, con aires más cercanos a los temas galácticos que a obras donde el “suspense” era fundamental. En esta ocasión ha pasado de tener un sello característico a sonar demasiado a otras cosas, aunque también funciona. El viejo maestro a estas alturas demuestra lo mucho que sabe. Me desconcierta la fotografía del siempre respetado Janusz Kaminski, también colaborador habitual de Spielberg, cuyo trabajo en interiores es impecable, sobre todo en las oficinas, donde parece absorber atmósferas ya retratadas por Gordon Willis u Owen Roizman, excelente fotógrafo y que en los años setenta colaboró en películas bastante importantes. Contrasta mucho con las escenas de exteriores, sobre todo donde había de por sí una muy buena iluminación se produce un uso abusivo de pantallas blancas refractarias, los llamados "sticos".
En todo este envoltorio ha cuidado mucho la elección de sus actores, sobre todo la extensa galería de personajes secundarios en su mayoría masculinos. Su pareja protagonista la forman Tom Hanks, habitual en el cine de su director, que se ve que ha estado en todo momento controlando sus gesticulaciones, intentando dar un paso adelante en lo que la construcción de un personaje sin florituras para desprenderse de esa imagen de actor con limitaciones. Mejor su compañera, Meryl Streep, la cual, una vez más es capaz de demostrar, con una simple inflexión de su voz, dar toda la intención del mundo. Sé que hay gente que le tiene manía o que no la aguanta. No me encuentro en ese sector. Creo que es una de las mejores de toda la historia, una superdotada, auténtica dominadora de su profesión.
Como decíamos al principio, “Los archivos del pentágono” no es del todo imparcial. Se le ha acusado de prestarle más protagonismo al Washington Post que al New York Times en esta historia, cuando realmente no debería haber sido así. También pienso que, en esta ocasión, Spielberg muerde pero no provoca sangre, no hay desgarros de ningún tipo, puede que para no provocar que le caigan más enemigos, posiblemente, pero debió ser más incisivo. Aún así, creo que se trata de una película más que correcta y que facilitará el que muchos conozcan una historia que merece la pena, sobre todo por la cuenta que nos trae y con hasta ciertos valores, como la unidad, virtud que parece ser que hoy día no esté de moda.
Spielberg ha hecho una buena labor, como era de esperar, sobre todo a nivel técnico. Ha querido ser riguroso y, ante todo, ha querido informar desde el respeto, pero su recreación ha sido más intelectual que visceral. No ha tenido la garra que otros maestros han demostrado, como por ejemplo Costa- Gavras, Preminger, Rossen, Frankenheimer o Andrzej Wajda al ser capaces de imprimir nervio y veracidad. Incluso no está a la altura de la inspiración de Stone cuando llevó a cabo su “J. F. K: Caso abierto”, Pakula con “Todos los hombres del presidente”, Pollack con “Los tres días del cóndor” o el defendible (por mi parte) “remake” de Demme “El mensajero del miedo”. Ha cumplido, sin duda, pero con un resultado lejano al que obtuvieron sus antecesores, y eso que ya venía entrenado de “Munich”.
En cuanto a los factores técnicos es de admirar su difícil ambientación y todo, una vez más, está llevado a cabo con rigor. Pero hay cosas que del todo no me convencen. La partitura musical de Williams es un autoplagio de otras obras suyas, con aires más cercanos a los temas galácticos que a obras donde el “suspense” era fundamental. En esta ocasión ha pasado de tener un sello característico a sonar demasiado a otras cosas, aunque también funciona. El viejo maestro a estas alturas demuestra lo mucho que sabe. Me desconcierta la fotografía del siempre respetado Janusz Kaminski, también colaborador habitual de Spielberg, cuyo trabajo en interiores es impecable, sobre todo en las oficinas, donde parece absorber atmósferas ya retratadas por Gordon Willis u Owen Roizman, excelente fotógrafo y que en los años setenta colaboró en películas bastante importantes. Contrasta mucho con las escenas de exteriores, sobre todo donde había de por sí una muy buena iluminación se produce un uso abusivo de pantallas blancas refractarias, los llamados "sticos".
En todo este envoltorio ha cuidado mucho la elección de sus actores, sobre todo la extensa galería de personajes secundarios en su mayoría masculinos. Su pareja protagonista la forman Tom Hanks, habitual en el cine de su director, que se ve que ha estado en todo momento controlando sus gesticulaciones, intentando dar un paso adelante en lo que la construcción de un personaje sin florituras para desprenderse de esa imagen de actor con limitaciones. Mejor su compañera, Meryl Streep, la cual, una vez más es capaz de demostrar, con una simple inflexión de su voz, dar toda la intención del mundo. Sé que hay gente que le tiene manía o que no la aguanta. No me encuentro en ese sector. Creo que es una de las mejores de toda la historia, una superdotada, auténtica dominadora de su profesión.
Como decíamos al principio, “Los archivos del pentágono” no es del todo imparcial. Se le ha acusado de prestarle más protagonismo al Washington Post que al New York Times en esta historia, cuando realmente no debería haber sido así. También pienso que, en esta ocasión, Spielberg muerde pero no provoca sangre, no hay desgarros de ningún tipo, puede que para no provocar que le caigan más enemigos, posiblemente, pero debió ser más incisivo. Aún así, creo que se trata de una película más que correcta y que facilitará el que muchos conozcan una historia que merece la pena, sobre todo por la cuenta que nos trae y con hasta ciertos valores, como la unidad, virtud que parece ser que hoy día no esté de moda.
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