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China China · Desierto de Taklamakán
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
13 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Usando el aumentativo típico: sí, peliculón.

Representa, sin ser el paradigma, de lo que se hizo en la gran década del cine junto a los años 10 y 20. Lo que se hizo hilvanando el sonido como aportación, posibilidad, necesidad y amenaza técnica tecnológica devenida (irreductible al reduccionismo causal) en sublimación y síntesis poética.

En esta película sobresaliente, incluso excelsa (viva, a palo seco, sin continuismos burdos, ni zafias logorreas, ni chabacanos esteticismos, ni retórica relamida, ni auteur empastillado, ni tecnócrata fagocitador de gráficos y estadísticas), se reúnen las mejores constantes habidas en el cine: depuración, condensación, intensidad, viveza, pulcritud, artesanía; horadadas por todos las codas, contrapuntos armónicos y melódicos (valga la licencia), sinestesias, sinécdoques y metonimias (binomio que los grandes, los nacidos y criados preclaros en las épocas vivas y duras, no lánguidas y tecnodemocrácráticas, sabían dar cuerpo), asíndeton y polisíndeton etc orientadas teleológicamente (fin último) hacia la consolidación unitaria de la obra bella, buena y verdadera.

Siodmak, el primerizo Siodmak, lo realiza. Realiza una hermosa, viva y delicada obra, tensa, apasionada. Cuidando unos personajes que se corresponden, en su tragedia, con la hondura de la mundanidad, para superarla por medio de la estilización, id est, de la vificación ordo essendi (el orden de las esencias) mediante la conceptualización poética, arquitectónica (el arte madre y tirano como diría el magnífico y masón Víctor Hugo en la excelsa Nuestra señora de París), la cual, en su correspondencia sublime, apunta al propio tempo de la mundanidad y mundaneidad (estoy hoy heideggeriano) encarnadas como base al despliegue objetivo del espíritu.

Reduce el paisaje a la pensión. Reduciendo el ordo rerum, abarca, con viveza y verdad objetivas (frente a efectismos habituales necios) la amplitud del ordo essendi como nota excelsa a pie de página (como dijese Nestlé a propósito de la filosofía posterior a Platón).

Una obra posmoderna con estas premisas argumentales: aletargada, chabacana, esteticista, artifical, pueril, morbosa.

Una obra continuista hollywood: notable, rigurosa, pero reduccionista, formalista, acomodaticia.

Una obra alemana de principios de los años 30: densa, genuina, viva. Ni esteticista ni narrativista. Ni chabacana ni amanerada. Ni monista ni formalista. Ni sinteticista ni descripcionista. Ni continuista ni puramente experimentalista.

Los años treinta del siglo XX son la década, junto a los 20 y 10, del cine. Por densidad, rigor, experimentación teleológicamente orientada a la unidad poética (como base para la sublimación unificada y polivalente y poliédrica del espíritu), viveza analógica (principio material mínimo, "cimental", rizomático), capacidad polifónica e intensidad sinfónica.

Dejan en pañales no solo a los posmo necios habituales, sino a los pretendidos innovadores decentes.

Sin el aprendizaje con este cine, no se puede hacer nada. Desconociendo la tradición (AKA legado), se desconoce la base sublime del espíritu ontificado en el mundo como necesidad para ahondar en todas sus dimensiones.

Apabullante obra de culto, irresistible por la sublime contradicción entre su verdad bella y su humilde exposición, exenta de nefastos énfasis extradiegéticos (fuera música de una vez por todas, salvo contrapuntos específicos) y regodeos visuales varios.

Conflictos mundanos acotados como base para una disertación antropológica e histórica (el clásico binomio que tantos quebraderos de cabeza dio y debe dar).

Esperad que viene lo mejor: ¿cuánto dura? Nada de nada. Pura maestría económica (como arte de administrar el hogar no como ciencia social ni razón moderna) del arte: condensación de las dilataciones tensificadas por la honda dialéctica de cuadros unificados y vivificados, estructurados y ordenados telológicamente para servir a la anatomía en una síntesis superior del ente total.

Sobresaliente. Otra más del excelso cine alemán de los 20 y 30 y, por ende, del cine mundial.

Post data en spoiler (no desvelo nada de la película).

Muchas gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
PD: ¿Por qué la nota de un 6.0? Porque se ha acostumbrado al pastiche o al mito clásico, anabolizado por crítica más allá de su honda verdad; porque se ha acostumbrado a los efectos, juegos y mitomanías como requisito para ser obra grande; porque la presión sociopolítica aplasta; porque el ego que aparentemente se desmacara pontifica desde su nada yoica. Indagad, leñe. Hay gente valiosísima que tiene miedo del qué dirán como baremo para determinar su valía. Romped eso. Desenmascarad. Leed. Cúrtanse con experiencias y doctrinas, niégense a la tecnocracia global y al tradicionalismo capcioso.
13 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
... después de criticar todos los pastiches posmodernos de Kar-Wai, logorreas fundamentadas en la acumulación descompuesta de fenómenos cristalizados, sucesión, ausente de arquitectura, de imágenes forzadísimas y chapuceras; después de apuntalar la crítica a este farsante concebidor de plásticos dinámicos, de porquerías ultracinéticas reductibles al esteticismo superfluo y superestructura (usando el término marxista pero en otro sentido, no ontogenético o causal férreo cuanto correspondiente de esencias) de la sociedad lúdico libidinal hodierna; después, en definitiva, de desenmascarar sus infumables bodrios en los que se muestra incapaz de ahondar con mínima complejidad la creación artística allende acumulación esteticista deslavazada y degenerada... debo, en este caso, hacer una honrosa excepción.

Me esperaba encontrar lo mismo, incluso una fase más en la depravación banal y nociva de su cine. Sin embargo, me hallé con una hermosa y esmerada obra, con leves analogías entre, verbigracia (y que conste, salvando las distancias y como correspondencia ad hoc), el irrepetible maestro Ozu y la vanguardia de la Nueva Ola Francesa. Kar-Wai aquí sí apuntala un estilo coherente, con la unidad poética mínima indispensable para sostener cualquier obra decente (frente al posmodernismo estandarizado sea el espectacularismo de Nolan o Spielberg sea el pastiche logorreico "deconstruido" [eufemismo] de Tarantino o Boyle), dotado en ciertos momentos de una hermosa densidad formal ergo significacional.

Sutil y minimalista obra que, pese a poseer unos cuantos vicios (tendencia al vago manierismo, a la afectación impostada devenida en estructuras publicitarias, forzando imágenes que no debería, ralentizando o la imposibilidad de proseguir, tras ciertas sutiles anatomías mínimas, en la conformación de hondas resultancias plagadas de figuras que desvelan la naturaleza de la racionalidad [y metarracionalidad] poética como espejo esmerilado sobre el que se desvelan y vivifican las esencias del "mundo" [mundus adspectabilis], desbordándolo), mantiene el tipo, el rigor y la coherencia formal. Kar-Wai, después de infames chapuzas, concibe una obra seria, hermosa, dotada de una originalidad que, como originalidad, bebe de los maestros finis operis (es decir, allende el fin propuesto por su voluntad particular).

No es la obra de arte absoluta que nos quieren hacer ver (hay miles de películas superiores a esta), pero tampoco una chapuza y menos todavía el psicologismo (o reduccionismo/formalismo psicológico) el cual reza que es un tostón (un defecto de una película es ser aletargada, anómica, autista y pretenciosa, no "aburrida).

Breves secuencias, fundidos, destellos; campo/contracampo; plano/contraplano; ruptura de los dos binomios o conceptos conjugados [sinexión, si nos ponemos estupendos] precedentes: conceptos que, articulados de este modo, dan esta particular película, cuidadísima en su iluminación, en detalles contrapuntísticos como motivos centrales (verbigracia, el reloj, el eterno reloj), en acotar la intimidad para luego desbordarla con otra mirada (hiperrealismo ontológico), en comprender la elipsis y la evaporación de la conciencia lineal del tiempo (pese a las elipsis objetivas habidas, sobre todo, al final de la película), en seleccionar y acotar el poco paisaje visual (frente al ansia fenoménica de mil escenarios, los cuales muchas veces acaban diluyendo la película en itinerarios esteticistas, susceptible de ser objetivado poéticamente -¿cuántos escenarios hay realmente? Pocos, muy pocos-), en concebir un tiempo propio nacido de vinculación entre destellos (que se encienden y se apagan en pertinentes fundidos) formalizados de la mundanidad.

No es un burdo pastiche ni una obra maestra. Tiene virtudes y defectos, pero unas pesan más que otros. El conjunto es sólido y coherente, hermoso y sutil.

Buena o, al menos, de interés.

7
4 de abril de 2022
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hueca, cutre y articiosa piltrafa al servicio de la nada posmoderna vendida como musicaloide barato en las demacradas sociedades de mitad de los años 70.

Corrupción musical burguesa transformada en parafernalia cutre-pop pornográfica chabacana apta para mentes desquicidas amantes de todos los proyectos de ingeniería social capaces de alabar las peores heces como obras maestras.

Producto propio de las sociedades beatlemaníacas, ergo, de las sociedades estupidizadas de consumo resultantes de el Nuevo Orden surgido tras la II G M.

Deleznable chapuza cutre y gratuida.

2 o 1.
12 de agosto de 2024
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espejo mismo de la degeneración posmoderna. Plástico dinámico logorreico reductible a acumulación fenoménica burda, descompuesta. Chapuza que se reatroalimenta gustosamente de su propia putrefacción, justificada ad hoc por su pretendida vanguardia sublime y elocuente. Kar-Wai vuelve a demostrar con esta nadería puerca su condición y estatus de baluarte de la posmodernidad: el cineasta pop deconstruido, el ego posmoderno adolescente depravado y enarbolado cuya degeneración es correspondiente con la degeneración estructural y semántica de sus infumables bodrios. Pastiche bastardo ridículo en sus enajenados planteamientos, correspondientes con la ausencia total de cualquier complejidad artística, sustituida por el efectismo esquizofrénico funcionalmente reductible a la pura acumulación omnívora de juegos pseudoestéticos.

Este bodrio representa la sublimación de la posmodernidad como pirólisis deconstruida, como acumulación multicolor de los sedimentos nauseabundos de la destrucción turbocapitalista, sobre los que se refocila en su bastardo sincretismo videoclipero y publicitario. Un esnob degenerado sin nada profundo que articular poéticamente. Un ídolo de barro pueril, pseudoromántico que representa la vanguardia del mundo en tanto ya asentada tradición de pirólisis antropológica, reductible a baba plástica, a cuerpos parlantes, a máquinas holotúricas degradadas.

Su "cine" es eso: el espejo mismo del mundo hodierno y la ideología que pretende ajustarlo más a sus criminales propósitos. Supone la superación de la degeneración hollywoodiense, macdonalizada y representativa de ese experimento social aplicado en Hong Kong como colonia anglo. Puro cinetismo descompuesto de fenómenos desustancializados, sin ningún sentido del medio expresivo salvo yuxtaponer meramente ocurrencias fenoménicas asimismo degradadas (lo opuesto al complejísimo sentido de la vanguardia, véase la de los años 20 o la de los 60), reflejo de una deleznable concepción del mundo formalizada "poéticamente" que entroniza con la ideología oficialista hodierna y la forma objetiva de producción del mismo (su cine, en tanto pastiche acumulativo videoclipero y publicitario, alumbra, en sus pútridas esencias, la sublimación del presentismo novedoso, la reducción de cualquier hondura al cinetismo degenerado de lo inmediato y fragmentado, asimismo reductible al cinetismo del consumo fármaco-ponográfico).

La vida reductible a máquinas holotúricas del consumo y la emoción capilar plástica: su espejo estético deleznable es el horrendo pseudo cine de este lamentable "autor".

1
17 de mayo de 2022
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicadísima y cuidada obra de culto firmada por el gran poeta francés.

Arte que nace de una sensibilidad mesurada y una poética firme y sensual, capaz de hilvanar secuencias con la mayor Gracia posible sin caer en el ridículo ni en la ausencia hueca. Comprendimiento profundo de las significaciones históricas que objetiva, adaptando los tempos poéticos a los "seres" históricos concretos.

Arte fino, bellísimo y delicioso, nacido de una mente exquisita y culta que halló en su época una posibilidad para concretarla.

Omisión y elipsis, secuencia cortada en el momento excacto y decurso fluido... estructuras y pericias heteromorfológicas que se concatenan para concebir una pieza inteligente y bella.

Duvivier unifica el tiempo histórico con el tiempo cinematográfico, horadando una obra unitaria, apasionada y deliciosa. Sutil y exquisita que supera a los personajes para alumbrar unas esencias que inciden en ellos.

Oberon está exquisita. Las analepsis son deliciosas, vivas y delicadas. El conjunto se corresponde con la unidad orgánica y armónica entre sus partes melódicamente ejecutadas. Es una pieza memorable y pertinente.

Nota: las formalistas críticas de algunos son sustancialmente débiles y puramente analíticas, ajenas a las delicadezas profundas habidas en esta Historia y meta Historia que los desborda, lacayas de la posmodernidad realmente existente, negadoras de la dialéctica como eje de la realidad en beneficio automplaciente del decurso osificado que toque en cada momento.
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