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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de octubre de 2010
67 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de agradecer que productos de este calibre se realicen en nuestro país. Atrás quedan los prejuicios al género que tanto se han cosechado en España y que tan flaco favor han hecho. Ya era hora que alguien viniera a proporcionar tal nivel de descarga de adrenalina en una historia que no concede al espectador ni un instante de tranquilidad una vez presentados los personajes.
Secuestrados viene a ser la Funny Games de Haneke pero a un ritmo que corta el aliento. Mientras que la cinta del alemán presumía de una elegancia macabra que dejaba sin respiración al espectador, Secuestrados, como buen producto nacional, es más visceral. Opta por inundarnos de gritos y casquería para dejar al respetable con el culo bien pegado a la butaca.
Sorprendentemente, la obra de Vivas ha logrado calar en la crítica de forma considerable, y digo sorprendentemente porque una cinta de género con pocos actores, escasos decorados y un guión sencillo nunca fue tan aplaudida.
Filmada de forma excepcional en un docena de planos secuencia , Secuestrados se nos presenta como un directo ejercicio de violencia. Vivas no pretende hacer juicios de valor. No encontramos en la cinta ninguna metáfora ni análisis social. El cineasta se limita a presentar unos hechos tal y como son, para bien o para mal, y si no son del agrado del espectador, ahí está la puerta. No dibuja héroes sino vende una realidad que aunque duele no se puede obviar.
El espectador acaba hecho polvo tras el visionado del filme. El morbo que conduce a ver la cinta se transforma en desasosiego en los últimos minutos. Estos sustantivos se consiguen gracias a la entrega de los actores. Si bien algunos secundarios están para olvidar, tanto Ana Wagener como la joven Manuela Vellés hacen quitarse el sombrero. Dicen que un papel cómico es más complicado de ejecutar que uno dramático pero hacer pasar miedo, inquietud o angustia es realmente de matrícula de honor, y aquí ambas actrices están soberbias. Vellés, entregadísima, convence con un personaje complicado y una interpretación en la que si no echa el resto puede caer en el ridículo, y afortunadamente sale más que airosa.

Lo que resulta lamentable es que a estas alturas Secuestrados no tenga aún distribuidora en España, mientras que ya ha sido vendida a una treintena de países. Lo repito, lamentable.
El film se me antoja como uno de los mayores aciertos del cine made in Spain del presente año en el que pequeñas cintas con bajos presupuestos y pocos actores convencen más que los nuevos proyectos de los grandes nombres del cine español.

Lo mejor: la entrega de las actrices y el atrevimiento de su director.
Lo peor: el casting de secundarios.
8 de agosto de 2010
50 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan ha vuelto a acertar pero de una manera engañosa. Su objetivo está más que cumplido. Una crítica desmesuradamente favorable, salas abarrotadas y una publicidad desorbitada. El negocio va viento en popa pero la realidad dista bastante de la que prometía ser la cinta del año.

Resulta interesante como el espectador es una rata de laboratorio sobre la que Nolan experimentará el llamado Origen (incepción, en inglés). Al igual que el personaje de DiCaprio apoderándose de los sueños, el cineasta parece haber hurgado en la mente de esos críticos que dejan este producto como una obra maestra pero por muchos intentos de vender Origen como la revolución del cine, no estamos más que ante una interesante idea mal planteada y con una técnica que no aporta nada a la trama. Lo demás puro marketing.

En esta ocasión poco se sabía de Origen a petición del inteligente director. Trailers de pocos segundos vislumbraban escenas de Matrix. Se hablaba del psicoanálisis de Freud con referencias a James Bond. Un elenco de lujo encabezado por DiCaprio. Pintaba más que bien hasta que el metraje va avanzando y para sorpresa del espectador nos hayamos ante una clase inverosímil del poder de los sueños, bien dictada para que no nos perdamos cogiendo apuntes.

La película parece gustarse tanto a sí misma que se olvida de entretener. Con tanta explicación del limbo, el subconsciente, la catarsis y los diferentes niveles del sueño, el interés es nulo. Para despertar al respetable, Nolan recurre a lo fácil. Ver derrumbarse edificios de forma cíclica o la ausencia de gravedad parecen ser lo que define a la cinta como obra maestra, porque del guión mejor ni detenerse a calificarlo.

Está claro que un apellido vende pero hasta este punto es para meditarlo. El hecho de que las productoras nos tachen de corderitos es un verdadero insulto y es que esta cinta, se mire por donde se mire, no tiene ni entretenimiento ni emoción, algo necesario para no caer en el olvido. Pero lo peor de todo es quedarse con lo que podría haber sido y ver lo que es. Con semejantes actores y una idea que daba para más, esos 148 minutos de duración hubieran convertido a Origen en lo que nos han vendido. Mientras tanto, sólo cabe exponer que estamos ante la película más sobrevalorada y decepcionante en lo que llevamos de año.

Lo mejor: la música de Hans Zimmer
Lo peor: que Nolan haya logrado convertise en un mágnifico extractor y haya cambiado la idea original de que esta cinta está perfectamente envuelta pero vacía de contenido.
9 de octubre de 2013
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Antonio Machado que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de los labios de una mujer y en esta disección que hace Mariano Barroso sobre la naturaleza del sexo masculino podemos confirmarlo de nuevo. No es la primera vez ni será la última que la pantalla se muestre como espejo donde reflejar la debilidad del hombre frente al de la mujer. Un recurrido tema que por explotado no deja de despertar la curiosidad en ellos y la reafirmación en ellas. Pero Todas las mujeres no representa la guerra de sexos heredada de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, más bien se inclina por la ironía del macho alfa que encumbró a Woody Allen.

La filosofía de Nacho, un veterinario en plena crisis de los cuarenta, fácilmente es reconocible sin llegar a los estereotipos. Porque el hombre, en mayor o menor medida, alberga el encanto, la mentira, la manipulación o el desorden. Por tanto, Barroso no ha descubierto América pero sí compone un retrato fiel sobre el psicoanálisis del hombre. Dibuja un personaje cercano logrando la empatía del público a pesar de ser el antihéroe de la trama. Un perdedor sin escrúpulos, torpe, encantador de serpientes en prácticas y ante todo un canalla en ciernes. Nunca llega a la caricatura aún siendo calificativos que rozan el extremo porque la mano del director con un impecable Eduard Fernandez está patente.

Concebida como serie de televisión para TNT, finalmente se viste de largo. Tal vez por su tono teatral hubiera pisado más fuerte sobre las tablas a sabiendas que el cine, cuando se pone la máscara y se abre el telón, también ha dado buenos resultados. Barroso se une a Alejando Hernández para firmar un guión sin remiendos. Un texto costumbrista, dramático a veces, irónico y cómico otras menos, sobre el que se sustenta la película y que intérpretes perfectamente elegidos le cobran vida. Diálogos cargados de autenticidad que Eduard Fernández maneja con la soltura de los más grandes de la interpretación. El barcelonés irradia la amargura del día a día, la cobardía por la sinceridad, el egoísmo camuflado en un personaje al que dota de magnetismo. Un recital acreedor de cualquier galardón.

Dando la réplica a Fernández, encontramos a seis actrices que no se achantan ante la maestría de su partenaire y que deberían tener mayor voz en el panorama nacional. Michelle Jenner abre la veda como la amante, idealista e impulsiva. Representa la voz interior del personaje masculino. Un instinto, la vía de escape de muchos hombres que se creen o están atados a sus circunstancias. En este caso, un matrimonio sepultado en la rutina que desarrolla el actor en un escaso metraje junto a Lucía Quintana. Con María Morales, su abogada, es distinto. En un cara a cara decisivo y sin desperdicio, van saliendo las miserias de ambos. Ella es la balsa para salir a flote pero no a cualquier precio, la amiga que sabemos que está o estuvo ahí. ¿Y quién mejor para comprender a los hombres que su propia madre? La contundente Petra Martínez conoce las debilidades de su hijo pero hasta cierto punto. En ella deposita sus esperanzas porque ya se sabe que una madre siempre es para un hijo. Lo que desconoce por poco tiempo son las barreras de la moralidad. A veces, por conseguir los propósitos traspasa límites. Con su cuñada, Marta Larralde, en un claro ejercicio de manipulación o con la psicóloga Nathalie Poza confesando la culpa como atenuante. Todas ellas representan excepcionalmente el contrapunto en un lienzo colmado de los matices de la personalidad masculina.

Para interesados en la franqueza consigo mismos.

Lo mejor: Eduard Fernández y su discurso final.
Lo peor: que se espera un producto "By Barroso" con sus ritmos y clichés.
20 de septiembre de 2015
44 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Álex de la Iglesia, fiel a su estilo, ha engendrado una nueva criatura. Un retoño buscado y deseado que viene lanzando dardos desde el primer instante en que abre la boca. Crítica punzante sobre la actual crisis económica que saca a la superficie el lado más ruin del ser humano. Un sálvese quien pueda en perfecta comunión con la hipocresía del show business. Escaparate de una realidad podrida que prioriza la fachada decorándola para el vecino.

De la Iglesia, maestro de la sátira, firma un desfase altamente encomiable, vistiendo a su recién llegado con la misma canastilla de humor que a sus hermanos. Tal vez las prendas no sean tan negras como antaño pero sí el etiquetado de mala baba habitual en la filmografía del cineasta.

En Mi Gran Noche no hay tregua a la resaca. Un continuo desenfreno visual que embriaga y que, sin embargo, nunca llega a nublar la vista. Arranca con fuerza y se mantiene apoyándose en un reparto glorioso dónde nadie desentona y nadie destaca porque de ello no se trata. Y es que el maestro de ceremonias de esta excentricidad orquesta con una sintonía memorable a todo su séquito como el digno heredero de Berlanga.

Puede reprochársele en este desaguisado - y así alejándole del creador de "El Verdugo" - cierta tendencia a abarcar más de la cuenta y, como en la mayoría de su historial, no lacrar con fuerza lo que ha ido perpetrando durante todo el metraje. Aún así adentrarse en el mundo de De la Iglesia siempre es aventurarse a una locura tan caótica como disfrutable.
19 de mayo de 2016
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un delicado y sentenciador "porque me gusta" sale de los labios de Christine (Riley Keough) como respuesta a la mirada condenatoria e incrédula de su hermana. También a la del espectador que, desde la tranquilidad de su sofá, no se detiene a entender sino a juzgar. Hablamos de una joven estudiante de derecho que de la noche a la mañana opta por compartir su sexualidad con desconocidos a cambio de dinero. Una actitud que no responde a una necesidad económica ni a una extorsión como la actualidad y el cine nos ha hecho ver a lo largo de su historia. Christine se prostituye porque le gusta.

The Girlfriend Experience se adentra en el mundo de la prostitución de lujo desde un prisma casi documental con un efecto hipnótico. Sencilla en su planteamiento pero con múltiples lecturas, la serie transita por recovecos turbios de la mentalidad capitalista, donde la oferta y la demanda juegan una partida con serias consecuencias. Y es que lejos de abogar por un relato feminista donde la figura de la mujer sólo funcione como objeto reivindicativo en un mundo gobernado por hombres, Steven Soderbergh desde la producción y Amy Seimetz y Lodge Kerrigan detrás de la cámara, orquestan un elegante y seductor thriller, incómodo y adictivo, que embauca al espectador y termina zarandeándole. Y es ahí, precisamente, en esos momentos en que recibimos un guantazo, cuando la serie dista del largometraje del que nace, adquiriendo un significado más compacto y menos frívolo.

Tremendamente provocativa, la serie vuelca todo su potencial en un lenguaje incisivo y en una protagonista perturbadora. De apariencia gélida y carácter aséptico, Riley Keough- magnética como pocas actrices han desfilado por la pantalla en la última década - construye un personaje complejo, una adivinanza en manos del espectador. Y es que estamos poco acostumbrados a que una presencia femenina, con tendencias sociópatas se corone en la cúspide del dominio. Christine tiene el poder. Ella es sexo y el sexo domina el mundo. Pero ¿qué ocurre cuando nuestras carencias afectivas las suplimos con adicciones ya sea al sexo individual o compartido? La limitación del tiempo en la serie no indaga en la psique de Christine pero sí entrega pequeños detalles, ahí tenemos esa incómoda visita familiar para desarrollar cierta empatía hacia un personaje imperturbable. Un personaje sin prácticamente carisma y que, sin embargo, logra con su potente presencia cautivar. No importan sus acciones, tampoco sus motivaciones, simplemente somos consumidores, clientes seducidos, marionetas volátiles en manos del deseo.
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