Amena. Bien rodada. Con un ritmo casi trepidante. Hay una escena, que no creo que dure más de 30 segundos; pero que se hace eterna. El argumentario de fondo no es que sea la "metaleche"; pero cuando una película es redonda, es eso: redonda. Ya están perdiendo el tiempo, si con el el panorama horroroso que hay no van a verla. Además, estoy seguro que hace tiempo no salen del cine con esa sonrisa bobalicona de haber pasado un buen rato.

El guión - argumentario es de carril. Hemos visto este tema, o temas muy similares, tratado de mil formas y siempre mejor, que como lo hacen Trueba y Mariscal.
Los dibujos son penosos.
Pero lo peor no es lo anterior, lo peor es la reproducción de la música. Algo espantoso. Siendo una película, cuyo soporte de fondo es la música y cuyas melodías son excepcionalmente buenas, la reproducción es muy, muy; pero que muy mala. Cuando se traen y reproducen discos de entonces, pues vale, pues bien. La música suena como lo hacía en aquellos atroces aparatos. Pero es que la música supuestamente interpretada en vivo suena como si estuviera enlatada en aquellos discos. Un piano, por poner un ejemplo, hace cincuenta o sesenta años sonaba exactamente igual que hoy.
En fin, un auténtico horror de película.

La película al principio parece que va a dar mucho más. No lo hace. Los actores defienden como pueden el pabellón; pero al final el director (o los que han hecho los subtítulos, se hace un lío morrocotudo con un número de teléfono y sales de la peli dando gracias a Alá de que haya terminado.

¿Daría para hacer de esta peli un corto? La verdad es que en cinco minutos se podría hacer un corto y seguiría sobrando metraje.
Mucho "fondo psicológico", que diría un amigo mío. Ese supuesto fondo no lleva a ningún sitio.
La fotografía, pues vale, pues bien; pero vamos, nada del otro jueves.
La música una auténtica banalidad.
En fin, una película con demasiadas ínfulas intelectualoides, que se resuelve en una tontuna.