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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
10 de noviembre de 2015
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noah Baumbach, para muchos el heredero de Woody Allen, sigue profundizando en el cambio generacional y la pérdida de la juventud a través de personajes excéntricos y que siempre van a la última en Nueva York, centro mundial de la vanguardia artística y donde todos los sueños se cumplen (en la teoría). En Frances Ha, Greta Gerwig tomaba el rol de una joven neoyorquina que quería triunfar en el mundo de la danza. Despreocupada de todo, vivía entre fiestas, cenas y escapadas con amigos mientras iba a la deriva sin nada a lo que agarrarse. Frances era la personificación de la juventud contemporánea que se negaba a madurar y ver la realidad tal y como es. Pero es en la irregular Mientras seamos jóvenes, donde Noah relata el problema de la madurez y el miedo que tiene la gente a aceptar que uno se va haciendo mayor con el paso del tiempo. En esta ocasión, la pareja formada por Ben Stiller y Naomi Watts se transforma en una vergonzosa caricatura del prototipo juvenil bohemio e hipster con el fin de encajar en un círculo que ya dejaron atrás hace años.

Mistress América cuenta la historia de la joven Tracy, que estudia en la Universidad de Nueva york para cumplir su sueño de ser escritora. Aspiración que se va alejando tras ser rechazada una y otra vez por la Asociación de escritores universitarios de su facultad. Sin apenas amigos, y viviendo en la soledad, su madre le dice que llame a Brooke, la hija del señor con el que se va a casar. Las diferencias entre ambas ya se pone de manifiesto cuando se hace ver por primera vez su nueva hermanastra. En medio de Time Square, rodeada de gente y con una infinidad de luces de colores, aparece Brooke con los brazos abiertos y esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Energética, ambiciosa y aventurera, esta treintañera está decidida a triunfar como sea; y es que para Noah Baumbach, los jóvenes neoyorquinos viven en un mundo lleno de luces de neón con música electrónica propia de los 80 y rodeado de un ambiente intelectual que navega contra todo a lo que huele a mainstream. Con un espíritu emprendedor, miran hacia adelante sin importarles la realidad que les rodea para cumplir sus sueños. Buscan ser el centro de atención en una ciudad que premia más al interesante e innovador que al preparado académicamente. Como dice Greta Gerwig en varios momentos de la película: “Estoy muy metida en las redes sociales. Hay que venderse” o “Yo no fui a la universidad, soy autodidacta. ¿Sabes lo que significa?”

La química entre las dos se hace patente desde el primer minuto. A pesar de estar en las antípodas en cuanto a formas de ser, se retroalimentan. Tracy ve en Brooke su fuente de inspiración a la hora de escribir su nuevo relato llamado “Mistress America”, que paradójicamente reflejará la historia de su amiga mostrándola como una desesperada en busca de conseguir dinero. Por el contrario, para Brooke, Tracy es un escudo con el que protegerse de la realidad y seguir viviendo en su mundo. Pero todo se desmorona en el momento en que no puede cumplir su sueño (abrir un restaurante) porque su novio, que pagaba todo, le ha dejado. Con una deuda de 75.000 dólares y irán en busca de un antiguo amante para que le preste el dinero.

Noah es un fiel enamorado de la Nouvelle Vague francesa en general y de Truffaut en particular. En Frances Ha ya mostró la influencia que tuvo de Jules et Jim o Vivre sa vie, de Godard. En esta ocasión, Brooke tiene un cierto parecido a Antoine Doinel, mítico protagonista de la saga de Los cuatrocientos golpes. Ambos vagan por la vida sin saber qué les deparará el futuro, pero se adaptan a todo lo que lo que les surja. En el caso de Brooke es decoradora de interiores, profesora particular y enseña spinning en un gimnasio. Es autodidacta, como Antoine. Noah Baumbach, a diferencia de otros, deja siempre que sus personajes se den cuenta de sus errores con el fin de que puedan reaccionar a tiempo. Aun dándose un duro golpe, no deja que caigan humillados ante la cruda realidad, que es presentada a base de momentos hilarantes y cómicos. De los problemas todos aprenden una lección que finalmente la ponen en práctica.

Mistress America tiene dos partes bien diferenciadas. La primera se centra en la relación casi amorosa entre las dos jóvenes que pasean por las calles de La Gran manzana, y la segunda da un giro a cómo se estaba desarrollando y se concentra todo en un único escenario: La casa del viejo amigo de Brooke. Aquí, las situaciones alocadas es donde cobran más fuerza y los personajes extravagantes típicos del cine de este director, salen a escena para parecerse más en su tratamiento a las comedias de los años cuarenta del estilo de Luna nueva o Arsénico por compasión. La segunda mitad frena el ritmo ágil de la cinta en la que va a predominar una serie de escenas cómicas en el mismo lugar donde se habla mucho pero se cuenta poco. Al final, acaba saturada de un humor un tanto forzado una comedia que estaba siendo ingeniosa y ligera. De apenas dos personajes en pantalla, pasamos a ocho deambulando por ella.

Al igual que la vida en nueva York, Mistress America es una Screwball comedy llena de energía y dinamismo para mostrarnos la vitalidad que tiene Brooke. Junto a esto, la banda sonora electrizante y divertida y una fotografía cálida se encuentran en perfecta armonía con el estilo de la película y la ciudad. También confirma a Gerwig como una de las mejores actrices del panorama indie y pone en primera plana a Lola Kirke, actriz que había tenido un pequeño papel en Perdida, como un talento a seguir.

https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/11/10/mistress-america/
16 de diciembre de 2015
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El misterio sobre el asesino de Oise apasionó a la opinión pública durante diez meses e hizo correr ríos de tinta en la crónica negra. Además, mantuvo en jaque a la policía que se vio desbordada por el caso a la vez que instauró el terror entre las jóvenes de la región. Finalmente tuvo un balance de un asesinato y tres intentos de ello pero que por diversas razones no pudo consumar. Cédric Anger, curtido en el mundo del guión, se pone detrás de las cámaras para llevar a los cines su tercer largometraje, basada en esta siniestra historia real pero adaptándola a través de la novela que escribió Yvan Stefanovitch hace ya 30 años sobre estos sucesos.

En un tranquilo pueblo noroeste de Francia, un loco atropella con su coche a una joven que iba en moto. Este asesino despiadado no es otro que Franck Neuhart, un reconocido gendarme que lleva desde los 19 años en el cuerpo. ¿Cuáles fueron sus motivos para que en medio de la noche arrollara a esa adolescente sin tener un motivo aparente? No se llegó a saber. Entre sus compañeros, es una persona social, decidida e incluso con sentido del humor. Paradójicamente es el que más pone de su parte a la hora de resolver los actos macabros que él mismo comete. Cualquiera diría que le gusta ver cómo la policía va de ridículo en ridículo a la hora encontrar pistas. En su vida personal, es un hombre solitario, que apenas habla con nadie, y que no tiene mucho trato con su familia, salvo con su hermano pequeño. No tiene pareja, salvo un pequeño romance que tiene con una joven que le limpia la casa, y disfruta flagelándose y realizando a su cuerpo todo tipo de torturas.

Esta misteriosa doble vida no parece tener un claro motivo aunque el director nos da muestras que puede haber sido derivada de una sexualidad reprimida. Aun así, no se para a darnos los porqués de sus actuaciones, aunque da pinceladas de sus intuiciones, sino que se digna en retratar fielmente los acontecimientos. Y es que como reza al principio de la pantalla, está basada en una de las historias más extrañas que han acontecido a Francia. Aun años después, se desconoce una razón lógica, y, por lo tanto, la película está construida a través de los documentos oficiales, actas y entrevistas con las personas involucradas. El film intenta actuar desde el principio como un estudio del comportamiento del protagonista. Así, el director pone las cartas sobre la mesa nada más empezar al mostrarnos quién es el asesino. No le interesa la intriga derivada del misterio de los asesinatos; prefiere saber el porqué de ellos y llegar a comprender al protagonista, con el que llegamos incluso a empatizar en algún momento. De esta manera, se nos muestra a Neuhart en todos los ámbitos de su vida. Ya sea en el trabajo, en su casa o con sus familiares o conocidos. En cada lugar se muestra de una forma diferente. En el trabajo parece no levantar sospechas, al igual que con su familia en general o con su hermano en concreto; con el cual disfruta llevándole al bosque y disparando con un rifle. Y es ahí donde se muestra su verdadera personalidad. Es un cazador nato, que cuando sale de trabajar se pone a buscar a su presa para atraparla y posteriormente matarla. No es de extrañar que en su propia casa duerma en una especie de tienda de campaña. Cree en lo que hace, aunque en determinados momentos parezca que pierde la fe y que se arrepiente. Si le pasa eso, no duda en maltratarse físicamente, al estilo de Paul Bettany en El código Da Vinci; ya sea con una soga o metiéndose en una bañera llena de hielos. El misterio que hay en torno a la obra, viene precisamente de los oscuros impulsos que tiene el protagonista a realizar tales barbaridades. El director quiere que seamos partícipes de todo lo que le rodea y que nos sumerjamos en su subconciente enfermizo e irracional.

Si pensamos en películas cuyos protagonistas lleven una doble vida sin levantar sospechas, podríamos nombrar a la familia Puccio, protagonistas de la película El clan. Pero aún así, esa familia tan bien valorada entre la opinión pública pero que secuestraba y asesinaba sin que nadie lo supiera, tenía un motivo por el cual hacía tales atrocidades. En La próxima vez apuntaré al corazón, Neuhart manda cartas anónimas a la policía, como en Zodiac, la película de David Fincher, pero simplemente se limita a decir algo tan superficial como: ‘Soy un asesino y, por lo tanto, mataré‘. Son muchas las preguntas que hacemos y pocas las respuestas que obtenemos, pero es aquí donde radica el interés por la cinta. Al final, solo nos queda a nosotros juzgar sus actuaciones y dar un veredicto, que es lo que ha pretendido desde el inicio Anger al no criminalizarle, ni exculparle de sus actos. Como un cirujano, se limita a diseccionar la compleja personalidad del asesino.

Pausada y fría, la película está envuelta en tonos oscuros, como la mente del gendarme, y la música contribuye a crear tensión en los momentos de los secuestros. Guillaume Canet realiza su actuación más completa en años a pesar de ser la más contenida. Silencioso, sin ningún movimiento de más, y casi petrificado, consigue perturbarnos con su inteligencia. Esperas que salte en más de un momento pero consigue resolver las adversidades con ingenio. A caballo entre el thriller y el drama psicológico, La próxima vez apuntaré al corazón contiene elementos más propios del cine de Hollywood -lo que tiene que ver con la trama policial-, pero está también muy presente ese cine de autor caracterizado por realizar introspecciones de personajes complejos y con una mentalidad inestable. No es de extrañar que el director fuera crítico de la prestigiosa revista cinematográfica ‘Cahiers du cinéma’.

http://www.cineautorweb.com/2015/12/14/la-proxima-vez-apuntare-al-corazon/
6 de noviembre de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se recuerda una película que trate temas tan delicados hoy en día como son los delitos que cometen algunos curas. No ya una película cuyo último fin sea la denuncia social de tales despreciables actos, sino un film que estudie el comportamiento y los sentimientos de culpabilidad (si es que los tienen) de los responsables. Pablo Larraín no tiene miedo en meter el dedo en la llaga para plasmar un retrato incómodo, aunque lo dureza provenga de las palabras en vez de los actos en sí.

Cuatro curas y una monja están recluídos en una pequeña casa en la costa de Chile. Cada sacerdote guarda un pasado turbio y ponen trabas a la hora de sacarlo a la luz. Uno participó en el robo de varios bebés recién nacidos, a otro cura se le acusa de cometer abusos sexuales, el tercero fue un general en la dictadura de Pinochet y el último está al borde de la demencia senil y, por lo que sospechamos a lo largo de la película, parece que está en esa casa por ser homosexual. La película da comienzo con la llegada de un quinto a la casa que desestabliza el ecosistema que hay ahí montado. Es un cura misterioso, al que hay que sacarle las palabras de la boca cuando alguien le pregunta algo. El problema viene cuando un joven, que siempre va ebrio, le ha seguido hasta la casa para reprocharle los abusos sexuales que sufrió de él cuando era un crío. Todo se desmorona en ese instante y provoca el suicidio del recién llegado. A partir de ahí, llegará un cura joven, y con ganas de querer renovar la Iglesia de ariba a abajo, para empezar una investigación.

Con un tono azul gélido, El club muestra la rutina diaria que vive este grupo de curas. Como dice la monja, se levantan, rezan, cantan, comen, vuelven a rezar el rosario y cenan. Mientras, entrenan a un galgo para así ganar un dinero en las carreras del pueblo. La crueldad de la película viene por la forma naturalista de contar la historia. Es tenebroso y da miedo cómo estos curas viven en la solemnidad e impunes de todos los delitos cometidos en un tiempo pasado. Y eso unido a un humor negro que aparece en determinadas partes y que hace que el espectador se sienta culpable por sonreír ante un asunto tan delicado.

Es inteligente Larraín al comparar la idea del humanismo con el de la bestia. El galgo es un animal al que se le cría y entrena para que gane carreras. A su vez, te reconoce como su amo y no se revela en ningún momento. Acepta ser el esclavo de los hombres que le cuidan a su merced y que cuando ya no valen para nada, no tienen reparo en sacrificarle. Por el contrario, el hombre se vuelve consciente de las acciones que sufrió y que le obligaron hacer. Así, en un acto de rebeldía, sale en busca de su maltratador para ajustar cuentas con él. Sandokan es el joven que en un momento de la película, se asienta enfrente de la casa para importunar a su acosador que le arrebató la infancia. Su vida, si es que se le puede llamar así, es un infierno. Tales hechos le han dejado trastornado y su única salvación es el alcohol.

El club quiere mostrarnos la verdad que hay detrás. Entender por qué lo hicieron y pedir un arrepentimiento por los daños causados. Las entrevistas que tiene el joven cura con los los otros son prácticamente interrogatorios policiales. Con la cámara puesta frontalmente para que los acusados nos hablen directamente, se intenta revelar lo ocurrido. Pablo Larraín también nos pone trabas a la hora de visionar todas las imágenes con una iluminación apagada y una especie de niebla siempre presente. Tal vez sea por el muro impenetrable que suponen los habitantes de las casas, que no muestran signo alguno de arrepentimiento y siempre desvían las conversaciones. En ningún momento tenemos una representación explícita de lo ocurrido, ni siquiera hay símbolos religiosos presentes en la casa, por lo que lo cruel viene de la mano de nuestra imaginación más que de lo plasmado.

La lentitud y reiteración de las secuencias pueden impacientar a más de uno que esperaba algo con más dinamismo y, sobre todo, más profundidad con los temas que se tocan en el film.

Película macabra, que no tiene reparo en hacer daño, y cuyo fin último es dejar constancia de las ayudas por parte de la Iglesia hacia determinados curas que deberían ser juzgados y no ocultados en una casa.

https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/11/06/el-club/
4 de diciembre de 2015
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
- ¿Qué es lo mejor que hay en la vida?

- El amor

- ¿Y después de eso?

- El sexo.

Pocos directores en el panorama actual podemos encontrar que sean tan provocadores como Gaspar Noé. Nunca ha tenido el mínimo problema para mostrar todo aquello que ha querido sin tener que cortarse lo más mínimo. Tal vez, podríamos nombrar a Lars Von Trier, que vendría siendo una versión pseudointelectualizada del argentino, y que ya el año pasado estrenó la polémica Nymphomaniac, una película, dividida en dos partes, donde contaba la historia de una ninfómana. Pero volviendo a Gaspar, y si echamos una mirada a toda su filmografía, podemos encontrar que en todos sus trabajos se centra en temas que son tabúes ahora mismo en la industria cinematográfica y desde un enfoque explícito, sin censurar nada. Hablo de la violencia, las drogas y el sexo. En su primer film, Irreversible, el argumento trataba del abuso sexual de una mujer - Mónica Belluci- y la posterior venganza de su novio, interpretado por un Vincent Cassel en estado de gracia. En este caso, el elemento provocativo es el de la violencia presente. En su segundo largometraje, la magnífica Enter the void, decide centrarse en el mundo de la droga y sus consecuencias. Sin tapujos, retrata un ambiente cargante, lleno de luces y piruetas, que llega a ser repulsivo. Ahora con Love, se mete de lleno a contar algo que estaba también presente en sus dos trabajos anteriores pero a lo que no había dado la suficiente importancia, exceptuando los minutos finales de Enter the void, que parecen un aperitivo para lo que sería esta última película. Love es una historia de amor, pero contando todos aquellos detalles que siempre evitan mostrarse en un romance, porque aún causa vergüenza enseñar los actos sexuales en una pareja que está enamorada.

Love comienza con Murphy y Elektra masturbándose el uno al otro en la cama. Acto seguido, el protagonista está durmiendo junto a su esposa, con la que tiene un hijo. Una voz en off nos empieza a susurrar al oído; son sus remordimientos. No está feliz con la vida que tiene. Vive en una pesadilla constante al lado de una mujer a la que repudia; y solo el bebé es el que empuja a no explotar y terminar con todo de una vez. Su móvil suena y vuelve a recordar a la que fue su novia, aquella de la que estaba perdidamente enamorado. Es su madre, que dice que no sabe dónde está y que teme que cometa una locura. Y es que no es nuevo que Elektra tuviera deseos suicidas. Murphy, intenta llamar a todos lo que tuvieron un mínimo contacto con ella, pero sin éxito. Acorralado en su propia casa, como si fuera una cárcel, comienza a recordar cómo fue su relación amorosa. De manera desordenada, la historia de Murphy Elektra se nos presenta ante nuestros ojos. Dos estudiantes extranjeros que se conocen en la ciudad del amor. Distintos en apariencia pero en el fondo muy parecidos. Un romance pasional lleno de discusiones, malentendidos, torturas, drogas y, sobre todo, sexo. Una aventura que al final termina siendo un trío amoroso debido a las fantasías de la pareja de hacer el amor con otra chica. Lo que no esperaban es que esa joven será la que arruine sus vidas.

Gaspar Noé es un director al que le gusta crear puzzles en el aspecto narrativo. Con Irreversible, ya nos lió la cabeza con una historia que iba desde el final hasta el principio. Después, con Enter the void, cogió la línea argumental y la hizo trozos para ir colocándolos de manera desordenada y tener la sensación de vivir un flashback continuo. En Love hace lo mismo y es precisamente este montaje el que le otorga a la trama de una intriga permanente que funciona de forma perfecta para tapar las carencias de la misma. Porque Gaspar nunca se ha interesado por las tramas complejas, y confía demasiado en su técnica para transformar aquello que está mil veces visto en algo diferente. El resultado de esto es que sus películas terminan creando dos bandos; los que las consideran obras de arte y los que las odian por considerarlas banales y pretenciosas. Con Love, ha hecho algo nuevo y es que deja un poco de lado su estilo y decide reflexionar sobre las relaciones de pareja y la imprevisibilidad del destino. Aunque hay que agradecerle su esfuerzo por intentar contar algo profundo, lamentablemente la película no deja de ser una historia superficial y simple, con el añadido de las escenas sexuales, que aportan la novedad y controversia. Aunque se aprecian encuadres originales, la destreza en el uso de la cámara con la que nos tenía acostumbrados, desaparecen prácticamente en esta ocasión. El aliciente, como se ha venido comentando, se encuentra en la explicitud del sexo, el cual no es gratuito en casi ningún momento y que hoy en día no debería sorprender a nadie. Tal vez la industria tendría que pensar que el sexo es algo más inherente al ser humano que la violencia en sí.

El problema que tiene Love es un poco lo que le pasa a Enter the void, que debido a su duración, y a una atmósfera tan cargada, puede llegar a saturar. Casi dos horas y media para lo que pretende contar la película se acaban haciendo larga. Más aun porque en el tramo final, el egocentrismo de Noé se come al artista, y la provocación que estaba siendo justificada por el sentimentalismo -sexualidad sentimental, como dice el protagonista, álter ego del director- termina dando la razón a los críticos. Con el 3D, vuelve a venirnos a la mente cuál es su verdadera función, aparte de crear expectación, porque salvo unos planos resulta inútil su uso. Al estilo que Todo saldrá bien, de Wim Wenders. Lo mejor sin duda es uso del cinemasope para crear planos ampliamante detallados al son de la fotografía, cálida y teñida de rojo pasión, y una banda sonora compuesta de música electrónica y partituras de piano

-sigue en spoiler-
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De los actores no se puede poner ninguna queja. El trío protagonista, formado por Karl Glusman, Aomi Muyock y Klara Kristin, aprueba con creces suponiendo que todos, salvo el chico, son debutantes en la gran pantalla. Esto nos lleva a preguntarnos si es que esta elección fue debido a que no había nadie de renombre que quisiera rebajarse a las exigencias del guión. Curioso es el cameo del propio Gaspar encarnando al antiguo amante de Elektra y con el que Murphy tendrá algún que otro desencuentro.

Love se presenta más que como una historia de amor, como un ejercicio que pretende tirar por la borda los viejos tabúes que aun siguen presente en nuestros días. A pesar de ello, resultará raro ver en más películas lo que el director argentino ha plasmado aquí. Tocará seguir esperando.

http://www.cineautorweb.com/2015/12/03/love/
22 de noviembre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shim Sung-bo se había dado a conocer como el escritor de la ya película de culto Memories of murder. Era un thriller atípico a lo que Hollywood nos tiene acostumbrado; con un ritmo pausado, algunos elementos de comedia y con un final más cercano a la realidad que la ficción. También hacía una visión de la Corea de los años 80 y una crítica hacia los órganos de poder. Ahora avanza casi 20 años y sitúa Haemoo en la ciudad costera de Yeosu en 1998, momento en el que Corea del Sur está metida de lleno en una grave crisis financiera (la llamada crisis del FMI) y la pesca, entre muchos negocios, ya no daba beneficios. En este contexto, el nuevo director surcoreano no se corta en mostrar la penosa situación en la que se encuentran todos los que dedican al negocio marino.

A Kang Chul-Joo le invitan a que venda su barco, que se ha quedado viejo y desfasado, pero se resiste porque para él es más que un medio de transporte; es lo único que tiene que puede decir que es suyo. Ni siquiera su mujer, la cual regenta un restaurante que se lleva dinero a mansalva, es capaz de estarse quieta cuando él no está. Incluso la pilla manteniendo relaciones sexuales con otra persona. Pero lamentablemente la grave crisis económica le impide abandonarla. De este modo, va a pedir trabajo a un amigo suyo, quien le ofrece una oportunidad única de ganar más dinero que con la pesca pero que, sin embargo, va mucho más allá de lo que la ley permite. Transportar inmigrantes ilegales provenientes de China a la costa surcoreana no es tan fácil como parece. Un simple error y estará acabado para siempre. Le acompaña su tripulación, la que ha sido su familia durante tanto tiempo. Ellos también sufren las penurias económicas a las que está sometida el país. Casi todos viven en el barco al no disponer de un hogar propio.

Haemoo es un película que destaca por la mezcla de géneros de la que dispone. Al igual que en Memories of murder, oscila entre el drama social con una clara denuncia hacia la corrupción y la pobreza hasta el thriller psicológico, pasando por la comedia y el drama romántico. A su vez, está dividida en dos partes bien diferenciadas: En la primera, hace una radiografía de la sociedad coreana centrándose en los pescadores y su entorno para luego después pasarse a la intriga que viene desencadenada, en parte, por una historia de amor surgida entre un miembro del barco y una inmigrante. Como puente entre las dos orillas, utilizará la niebla a la que hace referencia el título. En medio del mar, una neblina cubre todo el barco haciendo imposible ver a dos metros más allá. Debido a un devastador accidente que pasa en el interior del barco, los componentes irán cayendo en la locura y desconfiando el uno del otro. La atmósfera se vuelve oscura y turbia, y la embarcación se convierte en una cárcel humana de la que es imposible escapar. El orden patente en la primera mitad desaparece completamente y se da paso a los excesos y a la anarquía. Los tripulantes son bestias humanas llenas de violencias capaces de hacer lo peor para sobrevivir. Shim Sung-bo sorprende a los mandos de la dirección realizando una narración hipnótica y bien contada, y sabiendo hacer la transición de un estilo a otro con una fluidez exquisita. Desde el lirismo de los primeros planos hasta las secuencias de acción espectaculares y violentas.

Quizás se le puede achacar el tono cómico que tiene la película, sobre todo en la primera parte, y que no acaba de encajar con ella. Esas secuencias chistosas vienen de la mano de algunos personajes excéntricos que suponen un gran contraste frente a la seriedad del protagonista y el tratamiento de la historia. El romance sirve como motor de impulso definitivo para que el film dé un último vuelco que ya había sido realizado por el accidente. La niebla actuará como representación de la actitud de los personajes, los cuales serán incapaces de mirar más allá de ellos. Tras una conclusión efectiva y metafórica, Shim Sung-bo falla en mostrar un epílogo innecesario que arruina el final enigmático y que le quedaba de perlas a la película. Algo impropio de alguien que se había caracterizado por ser un gran guionista. No obstante, Haemoo es una sorprendente obra esquizofrénica y que deja un gran sabor de boca.

http://www.cineautorweb.com/2015/11/22/niebla/
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